sábado, 5 de mayo de 2012

LOS BIOCOMBUSTIBLES SON CLAVE




Por Héctor A. Huergo

En el debate parlamentario por la expropiación de YPF brilló por su ausencia un tema crucial para el presente y el futuro de la economía nacional: los biocombustibles. En estas líneas intentaremos poner las cosas en su lugar.

En realidad, lo más importante viene de afuera. Pero lo que se haga aquí (y se supone que ahora YPF va a cumplir un rol destacado en toda la gestión de la energía) jugará un rol clave.

¿Qué es lo que viene de afuera? En primer lugar, conviene recordar que los granos atraviesan un ciclo de altos precios, en lo que tiene mucho que ver la disparada del petróleo desde los albores del siglo XXI. Hace diez años el barril valía 20 dólares. Hoy supera los 100. Esto impacta en los costos, no solo por la incidencia de los combustibles para sembrar, proteger los cultivos, cosechar y transportar. También influye en el costo de los fertilizantes, que derivan de la petroquímica. Hoy la agricultura es mucho más cara que hace diez años, a pesar de que el aumento de los rindes y la reducción del uso de combustibles gracias a la siembra directa han incrementado la eficiencia de todo el proceso. En particular, en la Argentina, donde se concentra la nueva oleada de la revolución tecnológica.

Pero el aumento del precio del petróleo también incide en los precios agrícolas, ya que a partir de los 50 dólares el barril tiene un efecto casi lineal de arrastre sobre la cotización del maíz. Esto es consecuencia de la posibilidad de obtener un sustituto de la nafta como el etanol que se obtiene de la fermentación del maíz. La batalla por la independencia energética en los Estados Unidos promovió este nuevo uso, de modo tal que en pocos años la elaboración de etanol se convirtió en el destino más importante para el cereal que le dio su nombre al emblemático Corn Belt.

Hoy, el 35% de la cosecha estadounidense se fermenta para etanol. Todos los demás destinos se mantienen estables: desde el uso como grano forrajero hasta el almidón industrial y la exportación. Lo único que ha crecido es el maíz para etanol. Esto es crucial, porque en la última década los rindes se han disparado. En otras palabras, de no ser por el etanol, sobrarían 130 millones de toneladas de maíz. Son 6 cosechas argentinas completas. Recordemos que la Argentina es el segundo exportador mundial de este grano.

¿Qué tiene que ver esto con nosotros, si aquí hacemos ocho hectáreas de soja por cada una de maíz? Tiene que ver, porque si no existiera este uso los precios del Corn Belt serían mucho más bajos. Entonces los farmers abandonarían el maíz y se pasarían a soja, provocando la baja de la oleaginosa.

¿Se entiende ahora porqué es tan importante el etanol? Y es igualmente importante que aquí empecemos a digerir parte del maíz que hoy se destina a exportación, ingresando en la era del etanol para cortar la nafta, que ya no abunda. Y cada vez va a escasear más, si la economía sigue creciendo a buen ritmo como en los últimos años.

Pero además de esto del maíz/etanol allá y acá, la Argentina ha hecho una contribución muy importante a los precios agrícolas con su política de biodiesel. Hoy se elaboran 3 millones de metros cúbicos de biodiesel en las plantas aledañas al Paraná. Un tercio se consume internamente. Si no existiera esta joven industria, otro sería el precio del aceite (materia prima del biodiesel) en el mercado internacional.

En el mismo sentido, es fundamental encontrar una solución frente a la represalia española, que trabará el ingreso de biodiesel argentino a su territorio. La alternativa del incremento del corte en el mercado interno al 10% es un buen paliativo, así como generar rápidamente un B20 para la agricultura y el transporte (los motores están preparados para ello).

Es de esperar que estos temas ingresen pronto en la agenda de la nueva YPF.


Clarín, 5-5-12