Editorial-La Nación
Un reciente informe
de un grupo de científicos de la Facultad de Agronomía de la UBA revela que, a
pesar de los trabajos que se vienen realizando, no se ha logrado mejorar la
calidad de las aguas contaminadas del Riachuelo, tal como lo demuestra el
metódico examen de ese curso fluvial, realizado desde 1998 por especialistas de
la cátedra de Química Analítica, a cargo de Alicia F. de Iorio.
El control periódico
ha permitido verificar que no ha disminuido la presencia de altos niveles de
metales pesados como el plomo y el cromo, así como de materia orgánica, en
tanto que es nula la existencia de oxígeno, lo que configura un cuadro letal.
Una comprobación
adicional obliga a repensar atentamente el camino por seguir para la depuración
de las aguas, pues los trabajos que se vienen realizando no eliminan el
sedimento altamente tóxico de su cauce. Ese sedimento puede cambiar de lugar
sin destruirse y llegar al Río de la Plata, lo cual agravaría la carga
contaminante que arrastra esa fuente principal del vital elemento que consumen
14 millones de habitantes de esa área geográfica.
Esta consideración
permite apreciar algunas de las dificultades para decidir los próximos pasos de
la gran tarea de purificar el sistema Matanza-Riachuelo.
Hay acuerdo en que es
indispensable que cese de una vez de arrojarse carga tóxica a las aguas
gravemente envenenadas. Esto implica nada menos que la reconversión de 810
industrias cuyos efluentes las contaminan en la actualidad. De ese conjunto
fabril, sólo 100 pueden hacerlo a corto plazo, pero nada más que 50 tienen
planificado cómo lo harán.
Un recurso aprobado
es el de la fitorremediación, mediante el empleo de vegetales dotados de
capacidad para retener o degradar las sustancias contaminantes, método eficaz,
pero lento. En cambio, está en debate todavía el recurso de dragado, por los
efectos negativos ya citados.
En todo este proceso,
es indudable el beneficio de aprender de obras realizadas en otros ríos del
mundo, pues la contaminación es un mal extendido que dañó, entre tantos otros,
al Támesis, en Inglaterra; al Tajo, en España; al Ganges, en la India, y al
Amarillo, en la China.
En todos los casos
mencionados se siguieron caminos de depuración aleccionadores. Más cerca de
nosotros, en Brasil, es de interés analizar lo encarado con el río Tieté, que,
tras nacer limpio en las sierras costeras paulistas, se convertía en un curso
lóbrego cuando se aproximaba a San Pablo.
Esa imagen se ha
modificado, aunque todavía no se completó el proceso de recuperación, que
comenzó con una original transmisión radial que movilizó a la población y
atrajo a estudiantes, asociaciones, clubes y ONG. Año tras año esos grupos
siguen mediante análisis los progresos que se van logrando en la depuración de
las aguas y ven cada vez más cerca el día en que culminarán las tareas y lo
celebrarán con regatas en un río Tieté otra vez limpio.
Por ello, decimos que
es muy útil servirse de estos ejemplos para resolver dudas y dificultades, y
contribuir así a la siempre postergada limpieza del Riachuelo. No es posible
que los argentinos no podamos ver y disfrutar también en un futuro próximo de
esas aguas ya purificadas..
La Nación, 27-5-12