lunes, 4 de enero de 2010

LOS ARGENTINOS ESCONDEN MILES DE MILLONES BAJO EL COLCHÓN

Por Ramy Wurgaft

Al visitar cualquiera de las sucursales que Western Union tiene distribuidas por la Argentina, se advierte que los bolivianos o los paraguayos que trabajan en este país ya no son los únicos que hacen giros al extranjero.

A ellos se viene sumando un contingente cada vez mayor de argentinos que transfieren dinero a algún pariente en Italia o en España. Por lo general son sumas discretas que no superan los mil dólares, pero el flujo es constante.

Hay 131 mil millones fuera del sistema financiero

El fenómeno de la fuga de grandes o pequeños capitales no es nuevo en Argentina, pero en los últimos tiempos ha adquirido dimensiones alarmantes.

A tal punto que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) un organismo que estando bajo el control del gobierno se empeña en pintar de rosa la situación, ha reconocido que hay cerca 131.000 millones de dólares circulando o estacionados fuera del sistema.

Sea en cajas de seguridad, depósitos en la banca extranjera, paraísos fiscales o bajo el colchón. Donde quiera que el dinero esté a salvo de los imprevisibles golpes del timón que el gobierno de Cristina Fernández y de Néstor Kirchner le imprime a la economía.

Para formarse una idea de lo que implica la suma que se menciona, basta considerar que la deuda externa de Argentina, pública y privada, es de 123.807 millones de dólares.

Las razones

El INDEC atribuye la desbandada monetaria a la crisis de la economía global. De acuerdo con esa explicación, la salida de 4.000 millones de dólares en la segunda mitad del 2007, coincidió con las luces de alarma que se encendieron en el mundo a raíz del desplome del sector inmobiliario en Estados Unidos.

Los 9.500 millones de dólares que se fueron en el 2008 y los 6.700 mil millones de la primera mitad del 2009, reflejan la segunda ola de pánico desatada por el colapso de los mercados mundiales. En resumidas cuentas, para el INDEC la fuga de capitales se debe a factores externos que la administración Kirchner no puede controlar.

Para muchos de los expertos, esos 131 mil millones de dólares están donde están, por la desconfianza que ha sembrado el gobierno con algunas de sus medidas de choque.

“Es fácil arrojar el balón sobre el tejado de Estados Unidos o de Wall Street, pero si analizamos cuidadosamente la emigración de los capitales argentinos, observaremos que esa tendencia se acentuó en el 2007, precisamente a raíz de la intervención del INDEC”, sostiene Ricardo Weinstein, ex funcionario del Banco Central del Argentina, en referencia a la designación no declarada, de Guillermo Moreno, ministro de Comercio Interior, como máximo jefe del INDEC.

Bajo la férula de Moreno, el organismo en cuestión comenzó a presentar índices inflacionarios más bajos que los reales, lo que a su vez distorsionó las mediciones del PIB y de la pobreza. Aquella fue la primera medida que puso en tela de juicio la honestidad intelectual del gobierno en materia económica.

En marzo del 2008, el gobierno decidió a instancias de Néstor Kirchner, aumentar los impuestos a las exportaciones agropecuarias, encendiendo la mecha de un conflicto que aún persiste y que indujo a muchos productores, no solo del sector rural, a desviar a otros destinos el dinero que planeaban invertir en sus empresas. Posteriormente, el gobierno traspasó a poder del Estado, el dinero que los ciudadanos habían depositado en los fondos privados de jubilaciones y pensiones.

La estatización de esos fondos se llevó a cabo sin consultar a los 9.5 millones de afiliados que, ejerciendo el derecho a disponer libremente de su dinero, lo habían colocado en entidades privadas.

“La confiscación a mansalva de esos recursos, fue la gota que desbordó el vaso. En vista de que la gente ya había perdido la confianza en los bancos, a raíz de la crisis del 2001, la Asociación de Fondos de Jubilación y Pensiones (AFJP) era considerada como la única entidad en la que se podían depositar ahorros a largo plazo, con un margen razonable de seguridad.

Luego, la presidenta y su marido se sorprenden de que los argentinos quieran poner lo poco o mucho que tienen fuera del alcance del sistema confiscatorio que ellos mismos diseñaron”, concluye Ricardo Weinstein.

El Mundo (España)

www.politicaydesarrollo.com.ar,02-01-2010