martes, 5 de febrero de 2013

LA BANALIZACIÓN DE LA POLÍTICA




No parece que los partidos políticos de la Argentina estén convencidos de la necesidad de incorporar inteligencia a sus filas. Al menos eso podría pensar quien se asome bruscamente a los titulares de diarios del país y leyera la noticia de que varias siglas partidarias se disputan a la modelo y vedette Rocío Marengo. Esta no ha descollado, hasta ahora, por sus preocupaciones en esta materia ni por sus aportes a los grandes debates nacionales.
Es sensato advertir que lo político no puede estar alambrado ni debe ser considerado una esfera exclusiva de unos pocos iniciados en sus complicadas liturgias. De otro modo, unos cuantos sacerdotes se apropiarían de sus secretos para convertirlos en un saber hermético. Y bien se sabe a qué conduce eso. Pero el libre acceso debería implicar algunas exigencias, por idénticas razones a las que se esgrimen para la incorporación de personal en un trabajo, cualquiera sea el rubro. Nadie manifiesta interés alguno por incorporar a los menos dotados.

El haber sido un buen árbitro, una vedette exitosa, un cantante carismático, un humorista con feeling, no deberían considerarse antecedentes válidos en una actividad en la que lo valorable sería la militancia, el ejercicio de la función pública, la capacidad de representar a las gentes desde los núcleos sociales más reducidos, desde el centro vecinal hasta la banca de un concejo deliberante. Ello sin mengua de la constante capacitación, en un país donde no abundan los institutos de formación en servicio público.
Los argentinos no somos pioneros en la materia: Italia puso en funciones legislativas a las pornostars Illona Staller (la “Cicciolina”) y Moana Pozzi, y Estados Unidos votó para gobernador estadual al catcher Jesse Ventura. Más cerca, el payaso brasileño Tiririca ganó una banca y el debate posterior obligó a tomarle examen para determinar si al menos leía y escribía.
No se trata de alegar que educación, conocimiento y modales garanticen al mejor de los candidatos, pero ciertos requisitos, por lo obvio, ni deberían ser mencionados. Vale preguntarse: si no se exigen las mejores condiciones a quienes van a representarnos, ¿qué nos exigiremos todos y cada uno como ciudadanos?

Que diversos partidos estén considerando las candidaturas de Miguel Del Sel, del exárbitro Héctor Baldassi, de Rocío Marengo o de Jairo no habla demasiado bien de nuestros políticos, más interesados en el marketing que en las propuestas y acostumbrados a cortar camino sin cuestionarse por ello. Dato este que conduce a la pregunta del millón: ¿esta dirigencia no nos representa... o está haciéndolo demasiado bien? La segunda de las respuestas posibles no nos deja muy bien parados.

La Voz del Interior, editorial, 5-2-13