viernes, 2 de agosto de 2019

EL DIÓXIDO DE CARBONO




 ¿un peligro?... ¡pero si es la vida!
Por Norberto Vinelli - ingeniero agrónomo.


Infobae, 16-10-18

Mucho se ha hablado en cuanto a que las emisiones de dióxido de carbono o anhidrido carbónico (CO2), resultan nefastas para el planeta. Se repiten, sin mayores fundamentos, comentarios tipo "contables", mostrando una fotografía instantánea sobre su influencia sobre el efecto invernadero y otras cuestiones apocalípticas estigmatizando a esta simple molécula que es contenida por la atmòsfera y que, en nuestros días, la integra en un minúsculo 0,037 % y no se tiene en cuenta que esas 370 partes por millón son la base de la vida en el planeta.
Todos los seres vivos, animales, vegetales, grandes o pequeños, evolucionados o primitivos, todos son producto del CO2 y, ya sea directa o indirectamente, toda la vida es "orgánica", es decir dependen de la química del carbono y todo el sistema se alimenta del dióxido de carbono existente en la atmósfera al asociarse con el agua y sumando la energía de la luz solar.
La vida tiene tres fuentes para desarrollarse, a saber: el dióxido de carbono, el agua y la energía radiante del sol que se absorbe y acumula gracias a procesos fotoquímicos en las plantas verdes.
Cita Stryer cuando describe el descubrimiento de la ecuación básica de la fotosíntesis: "La producción de oxígeno en la fotosíntesis fue descubierta por Joseph Priestley en 1780. Encontró que las plantas podían renovar el aire que había sido contaminado por la combustión de velas. Colocó una rama de menta y una vela encendida en una campana de cristal invertida dentro de un recipiente que contenía agua y varios días después, cuando se exponía al sol, notó que el aire no sólo no apagaba la vela sino que permitía sobrevivir a un ratón que él colocó en la campana".
Antoine Lavoisier gran científico francés, contemporáneo de Priestley, a quien le debemos la comprensión de los fenómenos químicos, estudió profundamente las relaciones de las masas en las reacciones químicas y por todo esto fue ejecutado durante la Revolución Francesa en 1794. El juez que pronunció la sentencia fundamentó la misma en que "la República no tiene necesidad de científicos…". Nada parece cambiar demasiado!. Priestler, Lavoisier, junto con el holandés Jan Ingenhousz fueron los que han estudiado en profundidad el fenómeno de la fotosíntesis y el ciclo del dióxido de carbono.
Algo más tarde, Jean Senebier y Theodore Saussure, ginebrinos ellos, descubrieron el papel del agua en la fotosíntesis y, finalmente, el médico alemán Julius Robert Meyer enunció: "Las plantas absorben energía lumínica y producen otra diferente, la energía química". De esta forma quedó claro que este juego de la conversión de energía usa como medios imprescindibles al CO2 y al agua.
Esta es la ecuación de la vida misma. No existe vida sin esta conversión de energía solar en química y todos los organismos vivientes son una consecuencia de esa reacción, desde el comienzo de la primer alga hasta las praderas, bosques y protozoarios, peces, gatos o el mismo hombre.
De su descomposición aparecen las formas de energía que hoy reutiliza la humanidad como el petróleo, el gas, el carbón, etc. ¿Quién puede dudar sobre el origen del CO2 que se genera al combustionar cualquier combustible? Proviene de la atmòsfera y está regresando a la atmósfera! . En la naturaleza nada se pierde, nada se gana, todo se transforma….
En cuanto al tan remanido concepto del calentamiento global, tema tan apocalítico hoy en día, es justo tratarlo dentro del contexto del ciclo del CO2 y no en forma puntual y aislada como se hace actualmente, inclusive por instituciones prestigiosas que distorsionan sus consejos y opiniones por no analizar el tema dentro del contexto del ciclo completo.
Hay ciertas experiencias interesantes que destruyen a los muchos mitos que rodean al dióxido de carbono. Una de ellas fue un estudio realizado en Madrid en ámbito universitario. La prueba consistió en medir la producción de tomates bajo cubierta (en invernáculo) con un par de variantes. En uno de los invernáculos se cultivó con el sistema tradicional y en otro se inyectaban los gases de escape de un grupo electrógeno que funcionaba en forma contínua. El resultado fue sorprendente: el invernáculo con gases de escape (alto contenido de CO2) mostró una producción mayor en un 30% con respecto al que tuvo aire puro. La conclusión obvia fue que el dióxido de carbono en mayor proporción fue asimilado por las plantas vía la fotosíntesis e indicó que el CO2 es escazo en la atmósfera con respecto a las necesidades potenciales de las plantas o, visto desde otro punto de vista, cuando hay más CO2 en la atmósfera las plantas inmediatamente regulan esa concentración mediante su transformación en compuestos químicos varios. Las plantas verdes y, muy importante, las algas en los oceanos son el buffer que posee la naturaleza para mantener el equilibrio atmosférico en cuanto a la relación oxígeno/ CO2.
La diferencia creciente entre las emisiones antrópicas y el incremento atmosférico es debida al aumento de la cantidad de CO2 absorbido por los océanos por la vegetación y los suelos. Es decir, la naturaleza está corroborando la hipótesis de la experiencia de los invernaderos. La cantidad de CO2 que genera la humanidad (antrópica) aumenta mucho más que lo que muestra la atmósfera y la diferencia está acumulada en mayor biomasa. Veamos nuevamente este tema para mejor comprensión: el ser humano está produciendo enormes cantidades de CO2 al quemar fuentes de energía fósiles o de reciente producción. Si no existiese en la Tierra un mecanismo de regulación este incremento debería reflejarse en las mediciones del aumento de CO2 de la atmósfera y esto no se produce. ¡El incremento que se mide es mucho menor que el que debería ocurrir por la suma de las emisiones !. El planeta lo está regulando, ES UN CICLO estimulado por la concentración de CO2 en la atmósfera.
Existen modelos climáticos que muestran un incremento de un 20% de la producción de biomasa para el año 2050 debida al hipotético crecimiento de la concentración atmosférica de CO2 y el consecuente incremento de la acción fotosintética.
Desde el punto de vista del efecto invernadero, esto es el aumento de la temperatura terrestre por un efecto de retención selectiva del calor terrestre, tampoco los efectos parecen ser apocalípticos cuando se hacen las correctas mediciones y experiencias. El mecanismo de "frazada térmica" del planeta se denomina "forzamiento radiativo" y es en este tema que se relaciona con la concentración de CO2 en la atmósfera. El forzamiento radiativo no tiene una relación lineal con la concentración de CO2 sino que presenta un fenómeno claro de atenuación de su efecto a medida que aumenta su concentración de CO2 en la atmósfera. Tal es así que se calcula que el forzamiento radiativo medido desde una atmósfera con contenido cero de CO2 hasta el actual nivel de 370 ppm es diez veces mayor que el que ocurriría en el caso de su hipotética duplicación dentro de 100 años.
Muchos mitos alimentan la mitología pública. La deforestación es uno de ellos. Claro, si un bosque se convierte en desierto será cierto que desaparece la biomasa y no habrá posibilidades de fotosíntesis. Pero si se reemplaza un bosque por otros cultivos la fotosíntesis continúa y la tasa de aprovechamiento fotosintético puede ser similar, o aún mayor, que la del bosque original. Generalmente cuando el hombre desmonta un bosque, cosa muy costosa, es para reemplazarlo por otro cultivo más eficiente. Más eficiente significa, generalmente, más fotosíntesis.
Nadie habla tampoco de los desiertos que se convierten en productivos. Cientos de miles de hectáreas de desiertos de todo el mundo han sido convertidas en áreas productivas extraordinarias, con fortísimas tasas de conversión fotosintética que generan biomasas considerables tomando enormes cantidades de CO2 de la atmósfera y lo convierten en materiales nobles y/o alimenticios.
Otro mito interesante es el que considera a las praderas y bosques como grandes sustractores de CO2. Qué curioso, un bosque o una pradera no quita nada de CO2 de la atmósfera, sólo lo toma prestado por un momento. Cuando crece un árbol toma CO2 pero cuando caen sus hojas, ramas o muere el árbol mismo, todo, absolutamente todo el dióxido de carbono es devuelto a la atmósfera intacto!!
Muchos mitos existen hoy en día: Que el aporte más grande de dióxido de carbono proviene del estiércol de las vacas, que el uso de combustibles fósiles, que… etc, etc.
¡En todos los casos sólo se está devolviendo a la atmósfera el dióxido de carbono que antes una planta verde ha tomado! y que una nueva planta verde necesita, desesperadamente !!
Otra visión, que no debemos evitar e ignorar es el origen de los combustibles fósiles. Nadie habla sobre esto, nuevamente la visión "contable" de mostrar sólo una imagen, como un balance de una empresa que muestra las cuentas del final del último día del año fiscal… y nada mencionan sobre cómo comenzó la cosa ni como fue el desarrollo de los negocios. Los combustibles fósiles provienen de la fosilización de las plantas verdes, algas, restos de animales (que fueron alimentados por plantas) y que luego de largos tiempos de cambios químicos se han convertido en los combustibles de hoy. Indudablemente que provienen de CO2 atmosférico que, a través del proceso fotosintético, se convirtió en moléculas complejas y contenedoras de mucha energía, la energía que la fotosíntesis tomó del sol.
Queda claro que en esas épocas pretéritas ha habido una vegetación exuberante y potente que procesó el CO2 vía procesos fotosintéticos. Quemarlos hoy sólo devuelve a la atmósfera lo que de ella provino. ¡Así seguirá el ciclo por los siglos de los siglos!
También está claro que en aquellas épocas de alta concentración de CO2 atmosférico nada fue negativo, la vida floreció en abundancia!.
Cuando los astrónomos otean el universo en busca de posibilidad de vida ¿que buscan?… agua y dióxido de carbono, pues el CO2 ES LA VIDA !