viernes, 8 de octubre de 2021

UNA ESCUELA POLÍTICA

 

 


PARA EMPEZAR DESDE ABAJO


por Riccardo Cascioli y Stefano Fontana


Observatorio Van Thuan, 8-10-212

 

Uf, otra escuela de política…. Esto también podría acoger el lanzamiento de la Escuela Nacional de Doctrina Social de la Iglesia que la Nuova Bussola Quotidiana y el Observatorio Cardenal Van Thuân están organizando con diez lecciones en video semanales en vivo a partir del 14 de octubre. Pero este curso, que será presentado por la Lectio magistralis del arzobispo Giampaolo Crepaldi y que llevará por título "Empezar desde la política, empezar desde abajo", tiene un punto de partida original, no atribuible a las muchas escuelas de política que se han visto. en el mundo católico en los últimos años.

 

Por un lado, se basa en el tesoro de la doctrina social de la Iglesia, que expresa la singularidad de la experiencia cristiana en la historia, la visión del hombre y la sociedad que es consecuencia del proyecto de creación y redención del hombre querido por Dios. sentido, el video-curso que ofrecemos este año está en continuidad con los video-cursos sobre la Doctrina Social de la Iglesia que hemos realizado en los últimos años y que aún puedes encontrar en la tienda Bussola, y con las Escuelas que el Observatorio Van Thuân se ha organizado localmente en los últimos años en toda Italia.

 

Por otro lado, como dice el propio título - Partiendo de la política, partiendo desde abajo - la Escuela supone un paso más porque pretende adentrarse en los méritos de los temas políticos más importantes: libertad religiosa, inmigración, medio ambiente, subsidiariedad, vida, familia, educación. Y para cada uno de estos temas aportamos tanto nociones básicas, para el enfoque basado en principios católicos, como indicaciones precisas de acción.

 

No es casualidad que haya sido enfatizado "desde abajo", es decir, por las políticas locales. El resultado de las elecciones locales del pasado domingo confirmó la veracidad de esta intuición. De hecho, dos elementos emergieron claramente: el primero es la abstención récord que se registró. Solo el 54,7% de los votantes elegibles votaron, siete puntos porcentuales menos que en las elecciones de hace cinco años. Y en los grandes centros el porcentaje fue aún menor. No ir a votar significa esencialmente que el ejercicio del voto se considera inútil, porque pase lo que pase, no podrá cambiar nada. De hecho, especialmente estos meses de gestión de la pandemia nos han hecho comprender cuánto, a pesar de la dialéctica a veces acalorada, está bloqueado el sistema político. Como si todas las partes interpretaran partes distintas pero de una comedia en la que todos son protagonistas y quieren lo mismo. Hay un sistema que se vuelve cada vez más opresivo, pero no existe una alternativa real. Que esta percepción es generalizada también lo demuestra el hecho de que en los despachos administrativos recién llevados a cabo, el 60% de los votos fueron a listas cívicas, fenómeno incluso abrumador en los municipios menores.

 

Por tanto, hay que reconocer que políticamente nos encontramos en un desierto, donde todavía es posible encontrarnos con políticos católicos pero ya no con católicos políticos. ¿Qué significa? Que las hay en la política y en las instituciones católicas, sí, pero para las que la fe es un hecho privado, bueno en el mejor de los casos para sugerir un comportamiento moralmente irreprochable. Por ejemplo, estamos seguros que el Presidente de la República no roba, es educado, sabe estar en una mesa de diálogo con otros jefes de Estado. Al mismo tiempo, su fe católica no tenía nada que sugerir cuando firmó leyes contrarias a la antropología cristiana.

 

En nuestra sociedad, sin embargo, no solo existe el desierto. La abstención en las elecciones no necesariamente coincide con la pasividad, la frustración y la pérdida de la esperanza; también puede ser creativo. Y de hecho también hay intentos positivos de construir realidades sociales y educativas, que no encuentran un interlocutor político que las valore. Pensemos, por ejemplo, en quienes están invirtiendo en escuelas para padres, familias que se unen, como lo garantiza también nuestra Constitución, para garantizar a sus hijos una educación coherente con lo que aprenden en casa. O pensemos en los movimientos espontáneos contra el paso Verde, que a pesar de su heterogeneidad también ven florecer las asociaciones en defensa de los derechos vulnerados. O incluso, para quedarnos en el tema, las víctimas de las reacciones adversas de las vacunas - que informamos ayer - que se unen para que se respete su derecho a la salud. Pequeñas iniciativas, pero que son muestra de algo que se mueve en la sociedad y que la Escuela de Doctrina Social pretende potenciar formando y acompañando a "católicos políticos", o católicos para quienes la fe genera cultura y civilización, católicos convencidos del rol público de fe.

 

Con esta Escuela, que se desarrollará en directo online e incluye espacios de diálogo a través del chat y la voz, queremos aportar principios e indicaciones para avanzar concretamente, en la dirección correcta. En el panorama desolador que nos rodea, donde incluso las leyes y políticas más contrarias al bien del hombre son aceptadas e incluso votadas por los católicos y no cuestionadas por la Iglesia, no queremos ser desolados.