lunes, 8 de enero de 2024

CATÓLICOS Y LIBERALES ARGENTINOS

 


 del laicismo al vendaval de Milei

 

POR IGNACIO BALCARCE

 

La Prensa, 07.01.2024

 

La llegada a Casa Rosada de un presidente que se define liberal libertario hace que nos ocupemos de esta ideología senil y mohosa, pero con capacidad para reciclarse periódicamente, captar nuevos seguidores, seducir jóvenes y atrapar incautos.

 

No se trata de una simple doctrina económica ni de un mero proyecto para adelgazar el Estado; al contrario, es la teoría política que hizo del Estado un dios, absorbiendo todas las instituciones y funciones de la sociedad civil, para concluir dirigiendo una disociedad fundada en el individualismo, el relativismo y el permisivismo, y todo eso coordinado por insoslayables parámetros economicistas.

 

Horacio Sánchez de Loria Parodi –Doctor en Derecho, Doctor en Filosofía, Licenciado en Psicología, Miembro de la Academia Nacional de Historia, Miembro de la Sociedad Tomista Argentina, etc.- ha estudiado el fenómeno liberal, su impacto en la Argentina y la resistencia católica. Su mirada del asunto es esclarecedora para comprender la configuración social actual, las raíces de la descomposición moral vigente y las posibilidades de organizar una defensa cristiana y patriótica. Sus detalladas y minuciosas investigaciones arrojan luz sobre una mentalidad que suele presentarse en partes, eligiendo sus rasgos positivos, y callando la estela de males que ha insuflado sobre una comunidad que corre riesgo de perder su sello identitario.

 

Es que el liberalismo -explica en su ensayo sobre los inicios de la guerra cultural en Argentina- no cambia sólo la estructura jurídico-política del país, sino que persigue la transformación de la estructura sociológica basada en un núcleo comunitario-religioso por un modelo pluralista laico que tiende a romper la unidad católica.

 

Sánchez de Loria advierte que la secularización es la nota fundamental del liberalismo. Es un intento de organizar la vida social de espaldas a Dios, de lo que derivan otras notas como el contractualismo basado en el individuo autosuficiente, desvinculado del entorno natural comunitario; la soberanía popular; ausencia de finalidad ética para la política; libertad como autonomía moral del individuo; igualitarismo; derechos desvinculados del bien, etc. Todo esto se esquematiza en un formato jurídico-político secular que viene a garantizar libertad para comerciar y enriquecerse. Ya sin compromisos con Dios y el prójimo el camino para la acumulación desmesurada de capital queda abierto. El eclipse religioso y el individualismo egoísta legitiman la riqueza mórbida sin función social. Las ideas de la libertad llegan siempre acollaradas a la codicia y el afán de lucro.

 

PROCESO LENTO

 

El liberalismo emerge de un proceso lento con varios capítulos sucesivos, tiene un punto de inflexión nítido con la Reforma Protestante, pero es en las entrañas de las sectas iluministas del siglo XVIII donde recibe el impulso vertiginoso que lo expande por todo Occidente, generando adhesiones oportunistas, reacciones parciales y reacciones totales.

 

De este modo se convierte en la ideología que configura el mundo moderno, caracterizado por la impronta secularista. Cuando el liberalismo muestra sus deficiencias y su capacidad para crear desigualdad y pobreza van a aparecer las perspectivas socializantes, pero ya contaminadas por secularismo liberal e inclinadas al ateísmo, llegando al materialismo más grosero y la negación de las instituciones naturales.

 

El liberalismo logra afincarse en nuestras tierras con la caída de Rosas. Inspira la Constitución de 1853 y desde entonces lucha por demoler la tradición política hispánica e imprimirle a la sociedad una nueva cosmovisión. La impronta liberal que quiso modernizar el país difundiendo las ideas del positivismo científico y del Progreso tuvo su etapa más candente a finales del siglo XIX.

 

Sánchez de Loria ha dedicado una serie de trabajos a estudiar la actuación de los católicos en ese período explosivo. Se destacan sus libros referidos a José Manuel Estrada, Tristán Achával Rodríguez, Fray Mamerto Esquiú, Indalecio Gómez, Apolinario Casabal, Félix Frías y José Benjamín Gorostiaga.

 

Grupo de católicos que defendieron la causa de Dios y la patria desde los diarios de la época, creando agencias culturales por todo el país, y trenzándose en acalorados debates parlamentarios con los alfiles del liberalismo masónico y laicista de la generación del ‘80, encabezado por Roca, Wilde y Leguizamón entre otros, que intentaban plasmar el proyecto diseñado por Alberdi, Sarmiento y compañía.

 

RESISTENCIA

 

La organización del Estado Nacional emprendía su misión de absolutizarse, devorando a otras autoridades sociales y con la firme intención de desplazar a la Iglesia y recluirla en la sacristía. El proceso empezó por la ley de educación laica y de matrimonio civil, dos grandes golpes a la comunidad en sus bases. Dos heridas que todavía sangran. Contrariamente a lo difundido, la educación empieza por esos años su tergiversación esencial y decadencia, y con eso el desmoronamiento de la familia.

 

La valerosa empresa de resistencia católica –digna de imitar por su capacidad de unir distintas personalidades y trayectorias, y desplegarlas por todo el territorio en un gran esfuerzo de comunicación, difusión y formación en las ideas evangélicas- no estuvo exenta de errores. Si bien se apoyaban en el Syllabus de Pio IX -documento de 1864 que condena los errores modernos, anexado a la encíclica Quanta cura-, por cuestiones estratégicas y pragmatismo creyeron que la solución podía darse dentro del sistema, y los esfuerzos se fueron volcando paulatinamente a conquistar mayor transparencia electoral.

 

En un país eminentemente católico y siguiendo consideraciones eclesiales de la época, pensaron que se podía detener al enemigo en su cancha y con sus armas. Estimaron que era posible emplear la democracia, los partidos políticos, cierto tipo de laicidad y la defensa de las libertades individuales para anular a un rival que en número y popularidad era minoritario, pero no fue así. José Manuel Estrada, radiante líder de esas contiendas, hombre de discurso caudaloso e hipnótico, va a reconocer al final de su vida las muchas equivocaciones que existieron al plantear el conflicto. Esto se encuentra documentado en la semblanza que el autor dedica a Estrada, donde rastrea el itinerario que lo conduce del liberalismo católico al ultramontanismo.

 

Lamentablemente debemos decir que esos errores, que deberían servir para no repetirlos, fueron reformulados en el siglo XX por la filosofía personalista de Jacques Maritain y su propuesta de nueva cristiandad, que cautivó a tantos creyentes. Este programa político marcó un acercamiento entre la Iglesia y la ideología liberal que hasta entonces había sido severamente condenada, por lo menos en lo teórico -en la práctica ya se daban acercamientos acomodaticios-. Desde entonces la confusión doctrinal no ha hecho más que crecer.

 

OTROS TRABAJOS

 

Nuestro autor ha escrito numerosos artículos orientados a desentrañar la infiltración liberal en la región, su choque con la religión y los delicados procesos de organización política, jurídica e institucional del país. Estos temas afloran en todos sus trabajos y le dan unidad a su obra. Otros valiosos aportes son la biografía dedicada al hijo de Alejandro Korn, Adolfo Korn Villafañe, jurista católico; una semblanza de Máximo Etchecopar, diplomático e intelectual nacionalista; un homenaje al presidente ecuatoriano Gabriel García Moreno asesinado por la masonería en 1875; una tesis que bucea en el pensamiento de Karl Popper, gurú de la sociedad abierta y ya referente mítico del liberalismo; un lúcido ensayo sobre las implicancias de la confesionalidad del presidente; una investigación sobre las distintas expresiones del fundamentalismo religioso; y un pequeño y accesible tratado de introducción al liberalismo y sus efectos disgregadores que consideramos de lectura obligatoria para entender el trasfondo de lo que hoy vivimos. Recomendamos vivamente todos sus trabajos, editados en Quorum, Educa y Cathedra Jurídica. Actualmente el historiador -recientemente incorporado a la Academia del Plata- contribuye publicando artículos en la revista de tradición hispanoamericana Fuego y Raya.

 

Los católicos del año 2024 debemos recoger la lección de Cicerón y abrigar la historia como magistra vitae para no seguir tropezando con las mismas piedras del pasado. Desmantelar los engaños del presente necesita de una mirada retrospectiva, escrutadora de lo acontecido, y a eso presta generosa colaboración la obra que hemos querido reseñar.

 

El esfuerzo intelectual de Sánchez de Loria vertido en una vasta bibliografía, es un aporte imprescindible para todos aquellos preocupados por comprender las relaciones de la religión y la política, en un momento en que los criterios liberales son hegemónicos y se hace muy dificultoso encontrar dirigentes que sepan sortear esos moldes que configuran la razón moderna.