domingo, 25 de agosto de 2024

DEGENERADO MATEMÁTICO


Jorge Fontevecchia

Perfil, 23-8-24

 

Cuando Javier Milei sostuvo que la Argentina iba camino a una hiperinflación de 17.000% anual estaba elevando a la doce –anualizando– la inflación mayorista de diciembre de 2023 que fue 54%. La inflación minorista de diciembre, la que se difunde a través del Indec habitualmente,  había sido alrededor de la mitad: 25% pero además había sido auto estimulada por la devaluación del 108% de ese mes porque previamente la inflación mensual venía siendo del 13% en promedio entre agosto y noviembre (cuando Milei sorprendió ganando las PASO y el mercado comenzó a cubrirse de una posible dolarización en diciembre) y de 6% mensual en promedio entre enero y julio cuando Milei no era imaginable como ganador de las elecciones.

 

Solo con elevar a la doce -anualizando– el 25% de la inflación minorista de diciembre de 2023, el 17.000 por ciento de Milei baja a 1.455% por ciento. Pero si se tomara la inflación anterior a la devaluación del 108% del propio Milei en diciembre, el 13% del promedio entre agosto y noviembre anualizado, daría 433%. Y tomando la inflación promedio de 2023 antes de las PASO y de que “el efecto Milei” se proyectase a diciembre, es decir el promedio entre enero y julio de 6% mensual, anualizado daría 201%.

 

Siendo justos con Milei cualquiera que hubiera asumido el gobierno en diciembre hubiera devaluado el peso corrigiendo el atraso cambiario previo a las elecciones, pero en lugar del 108% hubiera sido el 60% como con Carlos Melconian de ministro de Patricia Bullrich o el 30% con Gabriel Rubinstein como ministro de Sergio Massa por lo que hubiera sido esperable una inflación entre 300% y 400% para 2024 mientras que el tándem Milei/Caputo la bajó a menos de la mitad con el consiguiente efecto secundario de profundizar una recesión –que igualmente hubiera habido– al doble. 

 

Y dependiendo en qué sector de la economía cada persona se encuentre, el nivel de ahorro con el que cuente para sobrevivir el ajuste, incluso la edad que tenga, podrá preferir una reducción de la inflación más fuerte junto a recesión más fuerte, o lo contrario, pero en ningún caso la inflación “viajaba” al 17.000% por ciento y no quedaba otra alternativa que producir esta recesión.

 

Hay que apelar a “torturar los números” para que se pueda luego justificar una caída del 24% de la construcción, de 21% de la industria y 19% de comercio interanual en junio, que se corrobora con un 24% menos de pasajeros transportados en colectivos y subtes en  el mismo interanual de junio 2024 respecto al mismo mes de 2023, algo similar a una situación de catástrofe: terremoto, guerra o aislamiento por pandemia como fue en 2020. Frente a situaciones así no queda alternativa pero no era esa la única alternativa para la economía argentina en diciembre de 2023, ni mucho menos en agosto de 2023.

 

Así como Mauricio Macri dice que su gobierno terminó en agosto de 2019 y no en diciembre cuando finalizó formalmente su mandato porque desde que en agosto ganó las PASO Alberto Fernández la confianza en la economía ya no dependía de lo que él hiciera sino de las expectativas que generaba quien muy probablemente iba a sucederlo, lo mismo valdría para el trío Fernández / Fernández / Massa cuando en agosto ganó las PASO Javier Milei y fue el líder de la LLA quien marcaba el rumbo y no el gobierno. El país de diciembre de 2015 no era el mismo de agosto de 2015 igual que el país de diciembre de 2023 no era el mismo que el de agosto de 2023.

 

El título de esta columna: “Degenerado matemático” se relaciona con la calificación que hizo Javier Milei de “degenerados fiscales” a los diputados que antes del Senado habían dado media sanción a la ley que corrige la fórmula de movilidad jubilatoria finalmente aprobada por el Senado el jueves y que será vetada por el Presidente, según anunció pocas horas después de la sanción. Degenerado matemático con el mismo espíritu etimológico con el que lo usó el presidente para los legisladores, no en el sentido vulgar moral de pervertir, depravar o corromper, sino interpretado como aquello que no responde a su género y genes produciendo un “decaer de la antigua nobleza de sus antepasados al no corresponder a las virtudes de sus mayores”.

 

Y con la misma forma de proyectar con que Javier Milei tomó una de las inflaciones, la mayorista, la que él mismo había auto motivado su crecimiento con 108% de devaluación y la elevó a la doce para llegar a una inflación anualizada de 17.000 por ciento, sostuvo ayer  que el costo fiscal de la nueva fórmula de actualización jubilatoria que promulgó el Senado el jueves y que representa 1,2% del Producto Bruto 2024, es el 62% del “Producto bruto dinámico” y alrededor de 370.000 millones de dólares. ¿De donde sale ese cálculo si con un Producto Bruto de alrededor de 600.000 millones de dólares anuales el 1,2% representa algo menos de 6.000 millones de dólares anuales? Los 370.000 millones serían el resultado de devengar (registrar el costo futuro) la acumulación de décadas de pagos con esta nuevo movilidad frente a la anterior con un descuento de su valor al presente. Todos cálculos actuariales  que terminan siendo verdades tautológicas y valdría recordar a Albert Einstein decir “cuando las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son exactas; cuando son exactas, no se refieren a la realidad”.

 

Otras dos definiciones de grandes matemáticos ayudarían también tener diferentes cuidados en el abuso de la “reina de las ciencias” aplicada a la política. Son de Carl Friedrich Gauss quien dijo: “el matemático se abstrae totalmente de la naturaleza de los objetos y el contenido de sus relaciones; se preocupa únicamente por la enumeración y la comparación de las relaciones entre ellos”; y de John David Barrow quien agregó: “la esencia de las matemáticas radica en las relaciones entre cantidades y cualidades. Por lo tanto, son las relaciones entre los números, no los números en sí mismos, las que constituyen el foco de interés de los matemáticos modernos.”

 

Esa naturaleza de los objetos expresados en números terminan siendo personas que morirán sin recibir el 8% más vetado por el presidente (317.000 mil pesos de jubilación mínima ) o  personas que no pudieron soportar la profundización de la recesión e ingresaron a la pobreza: 7.500.000 de personas que pasaron a ser pobres en lo que va de 2024 y no lo eran en 2023. Nuevamente siendo justos con Milei, quizás la mitad de esas personas también hubieran pasado a la pobreza frente a un ajuste inevitable aunque menor; en ese caso alrededor de más de tres millones de personas seguramente hubieran preferido una inflación que bajara en menos tiempo con una recesión menor.

 

Es el mismo cálculo que hace Milei sobre la mayor carga a los jóvenes de hoy en el futuro con esta movilidad jubilatoria, pero gran parte de los jubilados actuales también tuvieron cargas cuando eran jóvenes. Y aquí reside la gran falacia libertaria cuando dice que lo que reduce del déficit fiscal luego le permitirá devolver al sector privado, vía baja de impuestos, lo que hoy gasta el Estado. Cuando en realidad lo que hoy gasta el Estado va a esas personas que obviamente son privados, la diferencia es a quién va el gasto o el ahorro del gasto ya sea vía impuestos, deuda o emisión. Lo que Milei plantea es una transferencia de renta de los que producen menos o no producen a los que producen más, con la expectativa de que un aumento de la producción termine generando un beneficio para todos. Aún si así fuera esos todos no serán los mismos todos de hoy porque como bien sostenía el genial y odiado por los libertarios John Marshall Keynes, en el largo plazo todos estaremos muertos.