domingo, 28 de marzo de 2010

LEGIONARIOS DE CRISTO


Comunicado sobre la situación de la Legión de Cristo y del Regnum Christi

25 de marzo de 2010

Solemnidad de la Anunciación del Señor

Introducción

Con ocasión de la reunión anual de los directores territoriales con el director general y su consejo, queremos dirigirnos a nuestros hermanos legionarios de Cristo, a los consagrados y a los miembros del Movimiento Regnum Christi, familiares y amigos que nos acompañan en este momento de nuestra historia, así como a todos aquellos que han sido afectados, heridos o escandalizados por las acciones reprobables de nuestro fundador, el P. Marcial Maciel Degollado, L.C.

Nos ha llevado tiempo asimilar estos hechos de su vida. Para muchos -sobre todo para las víctimas- este tiempo ha sido demasiado largo y doloroso.

En ocasiones no hemos podido o sabido salir al paso de todos como hubiera sido necesario y como, de hecho, era nuestro deseo. Por eso sentimos la necesidad de emitir este comunicado.

Acerca de algunos hechos de la vida de nuestro fundador, el P. Marcial Maciel, L.C. (1920-2008)

Habíamos pensado y esperado que las acusaciones presentadas contra nuestro fundador fuesen falsas e infundadas, pues no correspondían a la experiencia que teníamos de su persona y de su obra. Sin embargo, el 19 de mayo de 2006 fue emitida una comunicación de la Sala de Prensa de la Santa Sede como conclusión de la investigación canónica que la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) había iniciado en el año 2004. En ese entonces, la CDF llegó a una certeza moral suficiente para imponer sanciones canónicas graves, correspondientes a las acusaciones hechas en contra del P. Maciel, entre las cuales se incluían actos de abuso sexual a seminaristas menores. Por lo tanto, profundamente consternados, debemos decir que estos hechos sucedieron.

En efecto, «la Congregación para la Doctrina de la Fe, [...] decidió -teniendo en cuenta tanto la edad avanzada del padre Maciel, como su delicada salud- renunciar a un proceso canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y de penitencia, renunciando a todo ministerio público. El Santo Padre aprobó estas decisiones» (Comunicado de la Sala de Prensa de la Santa Sede, 19 de mayo de 2006).

Posteriormente, supimos que había tenido una hija en el contexto de una relación prolongada y estable con una mujer y otras conductas graves. Más adelante aparecieron otras dos personas, hermanos entre sí, que afirman ser hijos suyos, fruto de la relación con otra mujer.

Reprobamos estos y todos los actos contrarios a los deberes de cristiano, religioso y sacerdote en la vida del P. Maciel, y afirmamos que no corresponden a lo que nos esforzamos por vivir en la Legión de Cristo y en el Movimiento Regnum Christi.

La Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi ante estos hechos

Expresamos, una vez más, nuestro dolor y pesar a todas y cada una de las personas que hayan sido dañadas por las acciones de nuestro fundador.

Participamos del sufrimiento que este escándalo ha causado a la Iglesia y nos aflige y apena profundamente.

Queremos pedir perdón a todas aquellas personas que lo acusaron en el pasado y a quienes no se dio crédito o no se supo escuchar, pues en su momento no podíamos imaginarnos estos comportamientos. Si resultase que ha habido alguna colaboración culpable, actuaremos según los principios de la justicia y caridad cristianas, responsabilizando de sus hechos a estas personas.

Asimismo, pedimos perdón a nuestros familiares, amigos, bienhechores y a todas las personas de buena voluntad que hayan sentido que su confianza ha sido herida.

Por otra parte, como miembros del cuerpo místico de Cristo sentimos la necesidad de expiar con espíritu cristiano sus faltas y el escándalo por ellas causado. Para ello, invitamos a quienes forman parte de nuestra familia religiosa a intensificar su oración y sacrificio.

Es también nuestro deber cristiano y sacerdotal seguir saliendo al paso de las personas que han sido afectadas de algún modo. A ellos va nuestra mayor solicitud y les seguimos ofreciendo la ayuda espiritual y pastoral que necesiten. Así, buscamos contribuir a la necesaria reconciliación cristiana. Al mismo tiempo, somos conscientes de que Jesucristo es el único capaz de sanar definitivamente y de «hacer nuevas todas las cosas» (cf. Ap 21, 5).

Dios, en sus misteriosos designios, eligió al P. Maciel como instrumento para fundar la Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi, y agradecemos a Dios el bien que realizó. A la vez, aceptamos con dolor que, ante la gravedad de sus faltas, no podemos mirar su persona como modelo de vida cristiana o sacerdotal.

Inspirándonos en el ejemplo de Cristo que condena el pecado pero busca salvar al pecador, y convencidos del significado y la belleza del perdón, encomendamos a nuestro fundador al amor misericordioso de Dios.

La Visita Apostólica

Deseamos expresar nuestra gratitud al Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, no sólo por renovarnos «su solidaridad y su plegaria en estos momentos delicados» (cf. Carta del Cardenal Tarcisio Bertone, SDB, al P. Álvaro Corcuera, 10 de marzo de 2009), sino también por habernos ofrecido el instrumento de la Visita Apostólica para ayudarnos a «superar las dificultades existentes» (ibid.). Así, esperamos dar los pasos necesarios para consolidar los fundamentos, la formación y la vida cotidiana de los legionarios de Cristo y de los miembros del Movimiento Regnum Christi.

Agradecemos a los cinco visitadores apostólicos, Mons. Ricardo Blázquez, Mons. Charles J. Chaput, OFM Cap., Mons. Ricardo Ezzatti, SDB, Mons. Giuseppe Versaldi y Mons. Ricardo Watty, MSSp, todo el trabajo que han realizado con tanta entrega y solicitud paternas.

Acogeremos con obediencia filial las indicaciones y recomendaciones del Santo Padre que resulten de la Visita Apostólica y nos comprometemos a ponerlas en práctica.

Hacia el futuro

Desde el Capítulo General celebrado en enero de 2005, cuando fue elegido el P. Álvaro Corcuera, L.C. como director general, hemos procurado guiar la Legión de Cristo y el Regnum Christi manteniéndonos fieles a todo lo que hemos recibido de Dios y ha sido aprobado por la Iglesia. Reconocemos con humilde gratitud las bendiciones y frutos que el Señor nos ha concedido hasta ahora y asumimos la responsabilidad de profundizar en la comprensión de nuestra historia, carisma y espiritualidad.

Afrontamos el futuro con esperanza, seguros de que nuestras vidas se apoyan únicamente en Dios. Confiamos plenamente en Él y en la omnipotencia de su amor que, como dice san Pablo, «hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman» (Rm 8, 28). Sabemos que en este camino contaremos con la asistencia del Espíritu Santo y con la guía materna de la Iglesia.

Nuestro objetivo, como individuos y como institución, es amar a Cristo, vivir su Evangelio y extender por el mundo su Reino de paz y de amor. Somos conscientes de que, para lograr esto, necesitamos una constante renovación, personal y comunitaria, en fidelidad a la tradición de la vida consagrada, con el fin de servir mejor a la Iglesia y a la sociedad. Este último periodo nos ha ayudado a reflexionar sobre nuestra identidad y misión y, al mismo tiempo, nos ha impulsado a revisar, con humildad y sencillez, diversos aspectos de nuestra vida institucional.

Estamos decididos, entre otras cosas, a:

--seguir buscando la reconciliación y el encuentro con quienes han sufrido,

--hacer la verdad sobre nuestra historia,

--continuar ofreciendo seguridad, sobre todo para menores de edad, en nuestras instituciones y actividades, tanto en ambientes como en procedimientos,

--crecer en un espíritu de servicio desinteresado a la Iglesia y a las personas,

--colaborar mejor con todos los pastores y con otras instituciones dentro de la Iglesia,

--mejorar nuestra comunicación,

--seguir velando por la aplicación de los controles y procedimientos administrativos a todos los niveles y seguir actuando un adecuado rendimiento de cuentas,

--redoblar nuestro empeño en la misión de ofrecer el Evangelio de Jesucristo al mayor número posible de hombres,

--y, sobre todo, buscar la santidad de vida con renovado esfuerzo de la mano de la Iglesia.

Conclusión

No podemos terminar este comunicado sin agradecer a los miles de legionarios, consagrados, consagradas y todos los miembros del Regnum Christi que con profunda generosidad han entregado y entregan sus vidas a Dios en el servicio de la Iglesia y de la sociedad, así como a aquellos que colaboran en los centros y obras de apostolado. Gracias a ellos y a su labor, podemos decir que Jesucristo es hoy más conocido y amado en este mundo. Asimismo, expresamos nuestra gratitud a cada una de las personas que, en todo momento, nos han sostenido con su fe, sus oraciones y su sufrimiento, unido al de Cristo.

Firmamos este comunicado hoy, día 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor. Que Él nos conceda, por intercesión de su Madre, la Santísima Virgen María, la gracia de profundizar en el misterio del Amor de Dios hecho hombre y de vivirlo y transmitirlo con renovado fervor.

P. Álvaro Corcuera, L.C., director general

ROMA, viernes, 26 de marzo de 2010 (ZENIT.org).-