viernes, 12 de marzo de 2010

MALVINAS Y EL PETRÓLEO

Mario Meneghini

Con motivo de la actual disputa diplomática con Gran Bretaña, por el comienzo del trabajo de una plataforma semisumergible de extracción de petróleo en las Malvinas –“Ocean Guardian”-, debemos recordar lo que expresamos hace 27 años en el boletín Acción Nº 4, de enero de 1983:

“De los 3.300.000 km2 que abarca la plataforma continental argntina, 2 millones corresponden a la plataforma marginal Malvinas-San Pedro (Georgias). Esta área es de prioritario interés para varios países que han detectado allí enormes riquezas en hidrocarburos, minerales y proteínas. Con referencia a los hidrocarburos, la principal estimación –utilizando modelos matemáticos- la ha realizado el geólogo chileno Bernardo Grossling y fue publicada por el Departamento del Interior del gobierno norteamericano (“In search of a statistical probability model for petroleum resouce assessment”, 1975).

Es un axioma en el campo de la geología del petróleo que cuanto mayor es el volumen de los sedimentos, mayores son las probabilidades de encontrar petróleo. El volumen de los sedimentos se mide en kilómetros cúbicos y el grosor de los mismos permite comparar las cuencas del Mar del Norte, que tienen un grosor máximo de 3,5 km3., con el de la Cuenca de las Malvinas que supera los 8 km3. Si se toma como base mínima un promedio de 8.000 m3 de petróleo por cada km3 de sedimentos y sabiendo que la Cuenca de las Malvinas tiene un volumen sedimentario de 650.000 km3, la riqueza potencial de la misma es de 5.000 millones de m3 de petróleo.”

“Los ingleses conocen perfectamente la seriedad de las estimaciones sobre la existencia real de petróleo en la zona Malvinas, a tal punto que el gobierno dispuso que todos los trabajos de prospección geofísica en las aguas que circundan el archipíélago malvinense, realizados por institutos del Reino Unido debían mantener en reserva las conclusiones y darlas a conocer al Foreing Office. Este encomienda el primer estudio sistemático a los geólogos de la universidad de Birminghan, Griffith y Parker, en 1970. en base al informe producido, en la temporada 1971/72, el más importante barco oceanográfico de la Marina inglesa –“Shackleton”- efectuó mediciones gravimétricas en la cuenca, y en los dos años siguientes, éste y otro barco –“Endurance”- completan los registros de sísmica, refracción y reflexión, en un recorrido total de 6.700 km. Con la información recogida, la universidad de Birminghan elabora un informe final titulado “Geology of the region around the Falkland Islands”, en marzo de 1975. Significativamente, a partir de ese momento se endurece la posición británica en las negociaciones diplomáticas con la Argentina.”

En 1993 ya se disponía de estudios más precisos:
1. Los del GRAVSAT (Satellite Observing Systems Litd.), que busca anomalías gravitatorias regionales desde altímetros satelitales.
2. Los del British Geological Survey.
Se conocía así la existencia de una zona de 200.000 km2 alrededor de las islas con posibilidades de contener petróleo en cantidades comerciales. Por eso, el Foreign Office propuso un marco jurídico que permitiera la actividad exploratoria; así surgió la Declaración Conjunta de Cooperación sobre Actividades Costa Afuera en el Atlántico Sudoccidental, de 27-9-1995. Sobre este tratado -que adoptó la figura de acuerdo para evitar el debate en el Senado-, opinamos que constituía la “claudicación definitiva en las Malvinas” (Acción Nº 38, de noviembre 1995). La Argentina podría haber exigido otros procedimientos para la explotación conjunta:

1) Unit Operation: se denomina así a la explotación de hidrocarburos en una zona en disputa, por un operador único, con distribución de utilidades entre los países interesados. Así se procedió entre Gran Bretaña y Noruega, en 1976, con respecto a la cuenca Frigg, y entre Japón y Corea, en 1974, sobre la plataforma continental.

2) Condominio: el condominio de un área en disputa, reconoce como antecedente el acuerdo entre Arabia Saudita y Sudan sobre una zona del Mar Roja, en 1974. En estos casos, al vencer el plazo fijado para el condominio, se produce la transferencia de soberanía a una de las partes, o bien la partición de la zona; esto último ocurrió entre Kuwait y Arabia Saudita, en 1965.

Como la Argentina no procuró esas opciones, Gran Bretaña logró el tratado que le convenía, y poco después, los kelpers concedieron 12 contratos de exploración. Recién en marzo de 2007 el gobierno argentino dio por concluido el acuerdo mencionado, pero ya era tarde, pues se había confirmado la existencia de hidrocarburos: 12.950 millones de barriles de petróleo de reservas probables, lo que representa 6.475 millones de barriles probadas (un 50 % menos).
A la cotización actual del barril (U$S 80), las reservas producirán 542 mil millones de dólares, lo que hace ilusorio creer que, habiendo llegado a esta instancia, los ingleses renunciarán a un negocio seguro, facilitado por la impericia y negligencia de los sucesivos gobiernos argentinos.

Apuntemos, como antecedente, que el Council on Foreign Relations anunció en 1984 que en 1990 se restablecerían las relaciones diplomáticas entre la Argentina y Gran Bretaña, lo que efectivamente ocurrió en febrero de ese año. Para enfrentar a un oponente de esta categoría se necesita una estrategia, diseñada por especialistas, no por guerrilleros reciclados como el actual Canciller. Tampoco ayudan los intelectuales que proponen soluciones que implican resignar nuestros derechos, para obtener algunas migajas, como lo sugieren los párrafos que citamos en el anexo.

El patriotismo, en esta hora aciaga, debe comenzar por combatir el pesimismo, y empeñarse en defender los intereses nacionales con la misma fuerza con que lo hicieron nuestros antepasados. Hace pocos días se cumplieron 160 años de un acto que resaltó el triunfo argentino sobre las dos potencias más grandes de la época: el 27-2-1850 el Clte. Reynolds, por orden de su Majestad Británica, izó el pabellón argentino al tope del mástil de una fragata inglesa, saludándolo con 21 cañonazos.
En vísperas del aniversario del fallecimiento de quien hizo posible dicho triunfo, debemos hacer nuestra una frase del P. Alberto Ezcurra:

TE ROGAMOS SEÑOR QUE LE DES A DON JUAN MANUEL DE ROSAS EL DESCANSO ETERNO, Y QUE A NOSOTROS NOS NIEGUES EL DESCANSO, NOS NIEGUES LA TRANQUILIDAD, LA COMODIDAD Y LA PAZ, HASTA QUE, CON LOS ESCOMBROS DE ESTA PATRIA EN RUINAS, SEPAMOS EDIFICAR LA ARGENTINA GRANDE QUE JUAN MANUEL AMÓ, EN LA CUAL SOÑÓ Y POR LA CUAL ENTREGÓ SU VIDA.

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ANEXO

DOS PROPUESTAS PARA MALVINAS QUE IMPLICAN TRAICIONAR EL INTERÉS NACIONAL

La experiencia de Hong Kong
Rodolfo Terragno

¿Teme una escalada conflictiva?

Hay que evitar siempre la diplomacia del megáfono. El problema, en política exterior, es cuando los respectivos gobiernos hablan para su tribuna, pensando en lo que va a salir mañana en los diarios. La Argentina tiene que ser muy firme, debe tomar la ofensiva diplomática, pero con argumentos, con sobriedad, sin imputaciones. Una negociación termina siempre en una ruptura o en un acuerdo. Para que haya acuerdo tiene que haber concesiones recíprocas. Manuel Moreno planteó, en su momento, la posibilidad de repartir una isla para cada país. Juan Manuel de Rosas propuso canjear las islas por deuda. Hoy no se debe pensar ni en partir las islas ni en darlas como parte de pago, pero se debe pensar en fórmulas similares a la de Hong Kong, por ejemplo, que han sido exitosas.

¿En qué sentido?

Se podría pensar en una transición ordenada y respetuosa de ciertos valores, principios y tradiciones de los isleños. Pero una cosa es decir “bueno, vamos a poner sobre la mesa un esquema tipo Hong Kong” y otra, muy distinta, es decir “mañana nos tienen que devolver las islas de manera incondicional”.

La soberanía definitiva, entonces, ¿debería considerarse un imposible en el mediano plazo, según su apreciación?

No. Hay que buscar un punto de acuerdo y ver cuáles son las concesiones que se pueden hacer para ofrecer un esquema de transición. Y si cito a Hong Kong como ejemplo, es porque parecía imposible que se reincorporase a China. Ahora, no se reincorporó por la fuerza, sino sujeta a determinadas normas y con una autoridad especial.

Esto sí lo ve posible.

Lo veo deseable. Ahora, dependerá de la posición de cada uno.
Pero la Argentina no es China.
Y las islas Malvinas no son Hong Kong, es cierto. Pero no planteo un traslado mecánico del “modelo Hong Kong”, sino tomar el espíritu de esa experiencia. Necesitamos una transición que no deje las cosas tal como están, ni implique la aceptación lisa y llana de la posición del otro. Tiene que ser una transición que genere un régimen especial y que nos permita dar pasos adelante, con transferencias graduales, para que, dentro de cincuenta años, por poner una fecha, podamos concretar la soberanía.

Revista Debate, 27-2-10, pag. 13.


“Necesitamos una estrategia con acento en la cooperación”
Juan Gabriel Tokatlian

El primer dato nuevo a tener en cuenta es el renacimiento de una geopolítica de los recursos estratégicos. Y no me refiero solamente al petróleo y al gas sino también a la energía nuclear y a los recursos hídricos o alimenticios. Hay un contexto de tensión y de pugnacidad geopolítica creciente en el escenario internacional relacionado con esto, que no se debe obviar. En segundo lugar, el precio del petróleo es otra variable importante. Cuando se hicieron exploraciones semejantes a éstas, entre 1995 y 1998, abandonadas luego por compañías noruegas o por Shell, el precio del petróleo era bajo. Actualmente está por las nubes y todo indica que va a seguir en alza. En consecuencia, una inversión en este terreno hoy sería potencialmente más factible. Aun así, hay que ponerle muchos paréntesis al tema, porque todavía no se puede hablar de reservas probadas, sino de datos potenciales.

Yo enmarco la cooperación como una estrategia sostenida en varios ejes: un fuerte liderazgo político que vaya más allá de una gestión en particular, rendición de cuentas transparente de lo actuado y nuevos trazos diplomáticos. Por ejemplo, por qué no aprovechar el tema de la explotación petrolera para hacer una asociación entre Enarsa, Petrobrás y Pdvsa para presentarse a la licitación y ganar la capacidad de hacer perforaciones en las Islas Malvinas. Esto no significaría reconocerle nada a Gran Bretaña en términos de soberanía, pero incrementaría la posibilidad de dialogar y resolver problemas con los británicos y con los isleños. Pongo este ejemplo, pero en diferentes ámbitos se podrían encontrar señales concretas. ¿Para demostrar qué? Para demostrar que, por el rumbo de la cooperación, con resultados prácticos para las tres partes y sin olvidar nunca la soberanía, es posible gestar condiciones que permitan, en el muy largo plazo, hacer efectiva la soberanía argentina.

Sería algo así como separar los planos de la negociación, generar dos instancias diferentes.

Y esta otra instancia traería grandes beneficios. La Argentina está ávida de recursos gasíferos y petroleros, ante las limitaciones concretas que ya tenemos. Por lo tanto, necesita potenciar una compañía estatal, como en algún momento lo fue YPF, con un Estado fuerte. Y necesita hacer sociedades estratégicas con nuestros vecinos. Bueno, aprovechemos Malvinas para eso. O para una política pesquera. Además, hay que hacer un sofisticado eslabonamiento temático, entrelazar este tema con otros, en los cuales la Argentina logre ventajas reales y más socios, lo que redituaría también en una posición relativa más fuerte.

Estos casos que pone como ejemplo, ¿implicarían una explotación conjunta con las otras partes en conflicto?

Sí, hay que introducir cosas nuevas para pensar que podemos explotar conjuntamente los recursos de las Malvinas sin que esto menoscabe ni un centímetro el reclamo por la soberanía. Ingresamos en el año del bicentenario sin las Malvinas y es posible que nos lleve otro siglo la recuperación pacífica de la soberanía. El único modo de dar pasos adelante es una estrategia de largo plazo que ponga el acento en la cooperación. La imagen que tenemos que dar es la de un país que quiere enmendar, resolver, solucionar, prosperar, cambiar, mejorar, cooperar. La Argentina no puede presionar, sin recursos, a la espera de que Gran Bretaña, que todavía tiene los movimientos de un viejo imperio, se vaya a sonrojar y abandone las Malvinas. Ni puede jugar a la seducción enviando ositos de peluche. Hay que dejar atrás estos viejos lastres.

Revista Debate, 27-2-10, pags. 14/15.