sábado, 24 de noviembre de 2012

DECLARACIÓN DEL INSTITUTO DE FILOSOFÍA PRÁCTICA



ANTE DOS DOCTORADOS


I.-
Hace alrededor de un mes, la Universidad Católica de la Plata, en un gesto que la honra, confirió el doctorado “honoris causa” al Pbro. Dr. Alfredo Sáenz.
Poco antes, la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, confirió el doctorado “honoris causa” al rabino Abraham Skorka.
Estos otorgamientos dicen mucho y señala dos rumbos hace tiempo asumidos por ambos institutos de altos estudios. Estuvimos en la ciudad platense y en medio de una numerosa concurrencia, se destacaban unos cincuenta sacerdotes discípulos del homenajeado. Es una prueba que el Padre Sáenz no trabajó con su arado en el mar. En la UCA, evidentemente no estuvimos.
Como estos otorgamientos, dan tema para amplias reflexiones filosóficas no podemos dejar de referirnos a ellos.

II.-
El otorgamiento al Padre Sáenz es un premio a un hombre veraz, a un sacerdote de Jesucristo, a un gran teólogo, con sed de verdad, quien desde hace muchos años viene cumpliendo acabadamente con nosotros y con muchos, una obra de misericordia espiritual: enseñar al que no sabe.
Una vocación docente, asumida con generosidad, condujo al Padre Sáenz por los senderos de la moral, de las bellas artes, de la historia y hasta de la política, entendida ésta como el estudio de los grandes principios que gobiernan el obrar y el hacer en este campo, y que surgen de las exigencias de la ley natural y de la ley divina positiva.
El rector de la Universidad platense hizo una prolija enumeración de las obras escritas por el galardonado, organizándolas como si construyera una catedral. Apabullante.
 Todo en la vida del Padre Sáenz ha sido constructivo. A partir de Dios y de su palabra, expresada en las Sagradas Escrituras, se consideran las realidades eclesiásticas y temporales. La perspectiva del premiado tiene sabor de eternidad, porque su empresa ascensional comienza en la tierra y acaba en los cielos.

El Padre Sáenz, como nosotros, se considera heredero legítimo de los Cursos de Cultura Católica y le agradecemos, al aceptar la distinción, el haber señalado a este Instituto de Filosofía Práctica, como uno de los pocos lugares donde desde hace muchos años, gracias al magisterio de Guido Soaje Ramos, se piensan las cosas. Porque una cosa es estudiar y otra prestar un local para conferencias.
Una pasión del Padre Sáenz, regida por la inteligencia y que compartimos totalmente es la de la Cristiandad, realidad política que consiste en la aceptación de los criterios evangélicos para gobernar a los pueblos y conducir a sus integrantes en forma inmediata al bien común político y en forma mediata a Dios, bien común trascendente.
Ante esto no se puede ser neutro o imparcial, porque en lo temporal se juega nuestro último destino; como está escrito en el Evangelio: “el que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mateo, 12, 30).

III.-
El segundo doctorado, no recoge, sino que lamentablemente desparrama. Hace tiempo, desde la época del rectorado de Monseñor Zecca, la UCA sufre un triste proceso de descomposición progresiva. Como lo hemos denunciado otras veces, el humo de Satanás parece haberla invadido. Grandes irresponsables prosperan sin escrúpulos, mientras demuelen lo que algún día pretendió ser una Universidad, herencia de los Cursos de Cultura Católica. Y ahora, premia a Skorka, por “su actividad sobresaliente en pro del desarrollo de la cultura”.

El actual rector Víctor Manuel Fernández, no deja inexactitud  por decir cada vez que habla o escribe.
Así, organizó una muestra acerca de la “Dignidad de las Villas Miseria”, lugares que no dignifican a nadie sino que constituyen ámbitos de amontonamiento, masificación, promiscuidad, delito, corrupción, drogas. Podría haber leído a Charles Péguy que afirma: “antes de la instauración del mundo moderno, un hombre sin dinero era pobre, y estaba todo dicho; hoy es un ser miserable, es un ser disminuido… La miseria no sólo hace desgraciado al hombre, sino que provoca en él una decadencia; es el único mal incurable porque carece de sentido. La miseria niega la esperanza, niega el amor, niega la inteligencia; niega todos los valores espirituales a un ser rebajado a una categoría inferior a la de la bestia” (Daniel-Rops, “Péguy”, Difusión, Buenos Aires, 1946, ps.115/116.

Este Rector, en su lamentable cortedad natural, parece que nunca podrá entender la diferencia entre la pobreza, que puede dignificar y la miseria que degrada.
Así también, en un penoso artículo, publicado en un matutino, comparó al aborto con la conquista española en la cual afirmó que los españoles mataban a los indios por considerar que no tenían alma.
Y como si fuera tema de su competencia, apoyó la ley acerca de la venta de tierras a extranjeros, al ofrecer el discurso de apertura del Seminario sobre la ley de tierras, organizado por el Ministerio de Agricultura, (Conf. Félix Sanmartino, “El extranjero, un nuevo depredador de nuestra fauna” en La Nación, Buenos Aires, 6/10/2011). Esta ley, si hubiera existido en otra época, hubiera impedido que surgieran en la Argentina los grupos CREA y la empresa modelo Flandria, entre muchas otras realizaciones forjadas por hombres llegados de Europa, que hicieron por la Argentina mucho más que tantos argentinos; así, también por gestión de extranjeros, surgió la Aeroposta Argentina, que compró terrenos y construyó aeropuertos en toda la Patagonia, región que en tiempos de Saint-Exupéry y otros pioneros, con elementos muy precarios, estaba por vía aérea mejor comunicada que en nuestros días.

                                IV.-
El novel doctor Skorka hizo la apología del “ideal profundo del movimiento sionista”, sin la mínima referencia a sus entuertos, acusó a la Iglesia de antisemita y afirmó, con absoluta falsedad, que el antisemitismo nacional socialista tuvo raíces católicas. Podemos recomendar a este doctor en ignorancia, de perfil posmoderno,  que lea los libros de Rohan Butler, profesor de la Universidad de Oxford, titulado “Las raíces ideológicas del nacional socialismo”, Fondo de Cultura Económica, México, 1943; del P. Julio Meinvielle, “Entre la Iglesia y el Reich”, Adsum, Buenos Aires, 1937 y de Enrique Rau, entonces pensador y sacerdote excelente, “El racismo nacional-socialista y el cristianismo”, Gladium, Buenos Aires, 1939.

Skorka convocó a revisar los Evangelios en su condena al fariseísmo y concluyó afirmando que “la enseñanza de Jesús sobre el amor ya estaba en el Talmud”.  ¿En qué lugar de ese texto se encuentra el mandamiento nuevo, inventado por Cristo, que establece una norma muy superior a la regla clásica del amor al prójimo como a uno mismo: “Este es el mandamiento mío: que os améis unos a los otros como yo os he amado”? (Juan. 15, 12).  
El novel doctor exaltó la figura de su colega Marshal Meyer, pedófilo y corruptor de menores, hechos comprobados por la Justicia por denuncias de la misma comunidad judía.

Y finalmente, se escuchó y aplaudió, en la Universidad Católica, la negación de la divinidad de Cristo, pues “estamos esperando al Mesías. Él va a venir cuando Dios lo disponga”. O sea que Jesús fue un gran impostor; un blasfemo, un gran mentiroso. Sin embargo, sigue resonando sus palabras en respuesta a la pregunta; “¿Tú eres el Hijo de Dios?... Vosotros lo decís; Yo soy” (Lucas, 22, 70). Y la afirmación de su identidad divina con Dios Padre: “el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado” (Juan, 12, 45). Porque quien ve a Jesús, ve al Padre. En esto creemos.
Luego, el largo aplauso de los tibios incapaces de decir ¡No! aunque sea para defender las verdades más elementales.
A Cristo nuestra adoración. A estos viejos y nuevos idólatras, falsificadores, mendaces, a todos los “perros mudos”, que por conservar sus canonjías  y cargos docentes, todo lo callan, todo lo otorgan, nuestro desprecio.
Buenos Aires, noviembre 23 de 2012.
       Bernardino Montejano
                Presidente