jueves, 3 de diciembre de 2015

EL ARDUO PROCESO DE SALIR DE LA DROGA



Es útil tomar conocimiento del durísimo camino que deben recorrer adolescentes y jóvenes atraídos por el consumo de drogas prohibidas, para volver a encauzar sus vidas por un sendero de trabajo honesto, de estudio promisorio y de reintegración en la vida hogareña.

En ese sentido es ilustrativa una nota publicada semanas atrás en LA NACION sobre casos que han tenido lugar en plena "zona caliente" de la ciudad de Córdoba, donde Maldonado y Müller demarcan un territorio en el cual prosperan las cocinas de drogas, cuyos productos se expenden al menudeo. Por esa zona discurren numerosos jóvenes que inician o no pueden abandonar un vicio que los adhiere a un consumo destructor hasta que, por una reacción personal o bien por efectos de algún triste suceso familiar que los estremece, sienten la necesidad de retomar una vida sana, limpia de drogas, en la que puedan construir un futuro.

Los hechos y las acciones del citado barrio cordobés ejercen una sugestión evidente, sobre todo entre sus habitantes más jóvenes. Salir del territorio donde se ofrece la droga y donde también se vive genera una barrera que no es fácil de superar. Chicos comprometidos tempranamente con el comercio ilegal lo sienten como una convicción que los retiene y les impide irse del lugar. Hay quienes se iniciaron a los 15 años en el comercio y en el consumo. Algunos primero robaron y luego se dedicaron al transporte de la droga en dosis menores, a guardarla o a hacer delivery.

No llama a nadie la atención que los vecinos tienen conocimiento acerca de dónde están ubicadas las cocinas en que preparan la droga para el consumo, una docena de las cuales se distribuyen en 400 metros, según los testimonios de la gente del barrio. Esto que es una información difundida parece ser una verdad que no ha movilizado a la policía, lo que tampoco sorprende y abre dudas fundadas sobre la connivencia de esta fuerza de seguridad. Lo cierto es que los jóvenes recorren un circuito de venta en que se ofrecen porros, drogas y todo tipo de pastillas.

Quienes quieren abandonar el consumo no ignoran que tendrán que vencer el deseo intenso de reincidir. Los que intentan esa superación saben que la recaída en el hábito vicioso es algo fundamental a evitar, para lo cual eluden invitaciones y determinados lugares. Cuando tienen éxito en la decisión de abandonar la adicción, advierten que ahora lo que ganan es de ellos, a través del trabajo, cuando antes quedaba en manos de los mercaderes de la droga y de la muerte.