sábado, 20 de octubre de 2012

CATÓLICOS



 se vuelven una fuerza electoral en EE.UU.

David Alandete (El País, de Madrid)

 En pocas ocasiones ha tenido Roma tanta influencia en una campaña electoral estadounidense. Es cierto, en 1960 John Kennedy se convirtió en el primer presidente católico de Estados Unidos. Pero hasta ahora, las bases católicas nunca habían sido tan activas, ni se habían dividido tanto en su defensa o rechazo de la ortodoxia vaticana.
Los aspirantes a vicepresidente son ambos católicos e ilustran perfectamente esa división. Joe Biden, demócrata, defiende el derecho a la interrupción del embarazo y el matrimonio gay. A su oponente, Paul Ryan, monaguillo de pequeño, lo protegen algunos obispos, a pesar de su defensa de recortes en los programas de ayuda social.

En Estados Unidos hay 77 millones de católicos. No todos comulgan con sus obispos. “Mi fe católica me dice que los mandamientos de Dios se resumen en dos: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”, explica Mike Harnon, abogado jubilado de 71 años, quien protesta ante un mitin de Paul Ryan en Cincinnati.
“No creo que debamos convertirnos en jueces morales de nada. No veo, por ejemplo, en qué parte de la Biblia Jesucristo trata el asunto de los gays. Y es un hecho que la reforma sanitaria de Barack Obama, al dar más opciones a las mujeres, reducirá los abortos. Por todo eso, como católico, me siento más cerca de Biden”, explica.

Harnon representa a la mayoría de católicos en Estados Unidos. Según una reciente encuesta del centro de estudios Pew, el 51 por ciento de ellos se identifica como demócrata, frente al 39 por ciento que asegura ser republicano. Además, el 48 por ciento considera que el aborto debería ser legal, frente al 45 por ciento que opina lo contrario.
Otro sondeo, de Gallup, mantiene que el 82 por ciento de los católicos cree que los anticonceptivos son “moralmente aceptables”. Finalmente, el 43 por ciento considera que el matrimonio gay debería ser legal, según Public Religion Research Institute.

Contra la reforma. 
Hay otros católicos que consideran que la reforma sanitaria aprobada por Obama en 2010 atenta contra la libertad religiosa, ya que obliga a que las pólizas de seguros sanitarios cubran métodos anticonceptivos.
La conferencia episcopal norteamericana se opone a esa reforma y clama contra ella desde el púlpito. Esos católicos se alinean con el protestantismo más puritano y han apoyado desde su nacimiento al movimiento ultraconservador Tea Party.
Entre esos católicos de línea dura, las lealtades no están tanto con Romney, que es mormón, como con su número dos, Ryan. Y antes de Ryan estaban con un exsenador que se presentó a las primarias republicanas y las perdió. “Como católico, a mí quien me gustaba era Rick Santorum”, explica Larry Rosenbeck, otro elector católico de Ohio de 66 años.
“Nos representaba a los católicos y protestantes que sentimos que nos están robando los cimientos cristianos de esta sociedad. Al ver las posturas de Obama en cuanto a aborto, matrimonio gay y otros asuntos sociales, siento vergüenza de tener que admitir que es nuestro presidente. Es una vergüenza en todos los apartados. Quiere hasta quitar a Cristo de la Navidad”, asegura.

El grueso de las bases católicas, sin embargo, se opone a las políticas de austeridad extrema que propone Ryan.
El país, en ómnibus. La hermana Simone Campbell, que preside el lobby de justicia social Network, recorrió el país en ómnibus durante meses y explicó a los electores, junto con otras monjas, los males del presupuesto de Ryan y lo poco que respeta este legislador el catecismo.
“Las propuestas del congresista Ryan no superan el examen moral más básico en materia de doctrina católica. Ryan cree que el catecismo enseña individualismo y no es cierto. Los evangelios transmiten la idea de comunidad, de grupo, de solidaridad”, explica la hermana.
Se trata de dos visiones afiliadas a una misma fe, pero separadas por abismos de ideología política.

De gala por la caridad
Los candidatos coincidieron el jueves en la gala anual de caridad de la arquidiócesis de Nueva York, una parada obligada en la campaña desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

La Voz del Interior, 20-10-12