Paula Martínez y
Diego Dávila
Tierra del Fuego es
el símbolo de la sustitución de importaciones, de la defensa del “Hecho en
Argentina” y del incentivo a la producción nacional. Sin embargo, los números
muestran que los costos de la promoción, básicamente al sector tecnológico,
superan largamente los beneficios.
Los empleos creados
(más caros que en el resto del país) son relativamente pocos, los costos
logísticos y la protección externa encarecen los productos finales para los
consumidores de todo el país (ver “Los mismos precios...”) y la industria
ensambladora motoriza las importaciones sin generar exportaciones. Es decir, no
ahorra, sino que consume divisas.
El proyecto de Presupuesto
2013 muestra que en 2012 la promoción en esa área aduanera especial costará
10.895,5 millones de pesos, más de dos tercios de todo lo que gasta la Nación en regímenes de
promoción. En comparación, el incentivo a otros sectores de tecnología es
ínfimo: 228 millones para investigación y desarrollo y educación técnica; y
397,4 millones para la industria del software.
Costos y beneficios.
Según indicó la ministra de Industria Débora Giorgi, Tierra del Fuego cuenta
con 13.800 empleos industriales (menos que los últimos datos del gobierno
provincial: 9.940 en 2011). Así, todo el país aporta cada año 790 mil pesos por
cada puesto de trabajo. El costo por cada uno baja a 287 mil al año, si se
cuentan todos los trabajadores privados de la provincia (38.000). Esto
implicaría suponer que, sin la promoción, no habría actividad privada allí.
A esto hay que sumar
que los costos de fabricar productos en la isla del sur argentino son
superiores, primero, por la logística (los insumos deben ir hasta allí y luego
se deben distribuir los productos terminados al resto del país).
En segundo término,
porque los sueldos que se pagan son más altos que en el promedio nacional: cada
trabajador privado fueguino cobró en el segundo trimestre de 2012 un salario
neto de 10.133,63 por ciento más que los 6.228 del país. El costo total es de
14.239 pesos en igual período, por lo cual, pagar salarios y aportes a los
13.800 trabajadores de la industria suma unos 2.500 millones de pesos al año.
Un monto bastante inferior al subsidio que todo el país destina a esa región.
Uno de los
principales argumentos que utilizan los defensores del modelo de incentivo de
la producción de electrónica en Tierra del Fuego es que, sin esta promoción no
se crearían empleos. Hoy, la provincia cuenta con menos del uno por ciento del
trabajo privado nacional.
Es lo que destaca
Alejandro Mayoral, titular de Afarte (cámara que reúne a los fabricantes
tecnológicos de esa provincia). El empresario señala que, además de la mano de
obra directa, las firmas instaladas generan empleo indirecto y que un tercio de
la economía de la isla depende del sector.
Sin embargo, cabe
preguntarse si este impacto no podría lograrse por otras vías, con menor costo
para el resto de las provincias. Marcelo Capello, economista del Ieral, sostiene
que los efectos positivos sobre el empleo “podrían ser alcanzados por
mecanismos menos distorsivos”. “El costo implica menor coparticipación a otras
provincias y los mayores precios reducen la competitividad de otros sectores”,
advierte.
Además, remarca que
el incentivo en Tierra del Fuego desplaza actividades de otras provincias,
donde podrían ser más competitivas.
¿Un polo de
desarrollo? Frente a quienes sostienen que en la provincia del sur sólo hay
empresas ensambladoras, algo que evidencian los datos de la balanza comercial,
Mayoral remarca que el valor agregado nacional llega al 30 por ciento y que se
está trabajando para una mayor integración.
Sin embargo, Capello
enfatiza que, al promocionarse actividades en las cuales Argentina no tiene
ventajas competitivas y donde el costo es más alto, difícilmente esa producción
pueda resultar competitiva y por ende, no tiene “posibilidades de generar
divisas”. Y va más allá, pues sostiene que no es una actividad que pueda
resultar sustentable en el futuro sin apoyo estatal. “Sería preferible promover
otras, en las que Tierra del Fuego sí puede tener ventajas, como el turismo o
la pesca”, opina.
El consultor en
tecnología, Alejandro Prince (Prince & Cooke), admite que una mirada de
mediano plazo “requeriría ver si se están produciendo transferencias de
tecnología”, pero aclara que no parecen significantes las ventajas, “salvo una
sustitución de mano de obra a mayor costo que podría favorecer a esa provincia,
pero no al conjunto de la sociedad”.
De hecho, la promoción
existe en la isla desde 1972 y en los períodos en los cuales no se subsidió,
las fábricas instaladas se fueron o redujeron al mínimo su actividad. Una
situación que se volverá a repetir, salvo que la industria fueguina consiga
echar a andar por sí misma, sin ayuda, y eso es algo que por el momento, no se
vislumbra.
Cómo es el régimen
Las ventajas
impositivas de Tierra del Fuego son: liberación de IVA, exención de Ganancias y
derechos de importación, alícuota reducida de impuestos internos sobre productos
electrónicos. Además, se aplican licencias no automáticas para importar
productos que compiten con aquellos con sello de origen en la isla.