viernes, 14 de junio de 2013

DROGA. SOLUCIONES INSUFICIENTES



 José Valencia

jvalencia@hoy.com.ec (13-6-13)


Varios gobiernos latinoamericanos han planteado la despenalización del consumo de la marihuana y de otras drogas denominadas "suaves" o "blandas" (en contraste a los opiáceos y la cocaína, calificados como estupefacientes "duros") y la conceptualización del consumo de esas drogas como un problema de salud pública, en lugar de tipificarlo como una práctica delictiva. 

Según la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU (UNODC), la marihuana es de lejos la droga que más se consume en el mundo, con casi el doble de usuarios que las demás sustancias ilícitas en conjunto. 

En teoría, una legalización concertada a nivel multilateral sería además la clave para contrarrestar los efectos de violencia social y corrupción que provoca el narcotráfico. Pese a las buenas intenciones de la propuesta, el enfoque no contempla varias aristas de la cuestión. En primer término, hay una sólida lista de drogas duras que por supuesto nadie propone legalizar -como la cocaína, la heroína y otros opiáceos-. Estas comprenden aproximadamente el 30% del consumo mundial de estupefacientes, mueven un significativo monto de recursos ilícitos a escala mundial y son traficadas precisamente por las organizaciones ilegales que más violencia y corrupción engendran en los países productores y de tránsito de América Latina, Asia y África. 
La despenalización de las drogas suaves seguramente tendrá un limitado impacto en las actividades de tales redes delictivas.

La legalización de las drogas suaves afectaría marginalmente el tráfico internacional de estupefacientes. La marihuana que se consume en los países ricos se produce, en buena medida, al nivel local. El último informe de la UNODC reporta el incremento del cultivo en invernaderos en los mismos centros de consumo. 
Además bien podría ocurrir que las drogas suaves sean también legalizadas en Norteamérica y Europa, incluso antes que en los países en desarrollo. Varias naciones europeas -Holanda es el caso más citado - no penalizan el uso de drogas blandas desde tiempo atrás. En Estados Unidos, Colorado y Washington ya han legalizado el consumo de marihuana con fines "recreacionales" y casi una veintena de Estados permite el uso medicinal de la droga. El número de estadounidenses que apoya la legalización de la marihuana ha sobrepasado por primera vez al de quienes se oponen. Según las proyecciones, a mediano plazo otros Estados se sumarán de manera progresiva a la despenalización.


Prestar atención al consumo de drogas blandas como un problema fundamentalmente de salud pública aportaría un enfoque positivo para el manejo un fenómeno social difundido y para ayudar de forma proactiva a los adictos a tales tipos de narcóticos. La legalización evitaría además muchos de los efectos negativos de la acción del crimen organizado que opera con drogas blandas dentro de los países productores. 

Sin embargo, todo indica que se mantendrá con seguridad la prohibición de las drogas duras. En consecuencia la actividad del crimen organizado que maneja en este renglón ilegal continuará provocando nocivos efectos de violencia y corrupción en los países productores y de tránsito de estupefacientes, casi todas sociedades en desarrollo.