Gral. ® Heriberto Auel
ICIMISS, 29 SEPTIEMBRE, 2019
“El
miedo a la guerra, es peor que la guerra misma”. Séneca -4 a C/65 d C-
“Las
derrotas están inscriptas en el alma de los pueblos, antes de que las guerras
comiencen”. René Benjamín -1885/1948-
La propuesta de Gastón
Bouthoul; Tratado de Polemología”; Ed. Ejército, Madrid, España
La Tesis de Bouthoul y sus
propósitos.
Vamos a seguir, en estos
temas, al Grl español ya fallecido D. Enrique Jarnés Bergua, traductor y
prologuista del “Tratado de Polemología” de Gastón Bouthoul. Lo primero que nos
señala el madrileño es que fue necesario crear un neologismo para tratar
científicamente al fenómeno guerra (1).
No se trata de una nueva
teoría o doctrina, sino de una tesis y un propósito que, desgraciadamente, no
se ha difundido entre nosotros. Ya sabemos que en nuestra sociedad hay
militares, militaristas y antimilitaristas. Los militares -normalmente- no
revistamos en estas dos últimas categorías, pero deseamos y exigimos una
Política de Seguridad Nacional relacionada con nuestra situación estratégica
vigente. No pretendemos una sociedad militarizada sino culta y con un gran
espíritu cívico, capaz del sano ejercicio de la controversia (2).
Las FFAA de un Estado-Nación
moderno, son “administradoras de la Paz”. Prevén la guerra para evitarla, a
través de la disuasión. Ello no indica que los militares sean “pacifistas” ni
“guerreristas”. Las guerras se abren y se cierran en el máximo nivel político,
con asesoramiento militar. Ello exige tener conocimientos polemológicos en los
altos niveles políticos y en los altos mandos militares. El curso introductorio
que estamos iniciando tiende a esos fines, a través de una próxima Maestría en
Polemología en nivel posgrado, para conocer a las guerras en acto y así
evitarlas o ganarlas (3).
La guerra es el camino de
mayor costo socio-político de una Nación y es necesario conocerla, para agotar
la búsqueda de sus sustitutos. Bouthoul lo expresa parafraseando a Vegecio: “Si
quieres la Paz, conoce a la guerra”. La Historia nos enseña que las guerras
llegan, por distintas razones. Son un mal necesario, que debemos prever. Están
inscriptas en la naturaleza humana. Cuando no se prevén, inexorablemente
llegan, portadoras de una derrota, pues la guerra no admite improvisación. ¿Lo
estamos haciendo? luego de nuestras dramáticas improvisaciones del siglo XX.
NO, es ilegal la planificación estratégica de las reales amenazas en nuestro
suelo.
Bouthoul eleva sus tesis a
la categoría de científicas para disponer de diagnósticos precisos,
apartándonos de orientaciones ideologizadas o de abstracciones idealistas en
los fundamentos del planeamiento estratégico. Con ello las guerras no van a
desaparecer, pero muchas serán evitadas. Expresiones como las que encabezan
nuestras UUDD, nos indican que el fenómeno sociopolítico guerra no es nuevo y
que no han variado sus esencias: “El miedo a la guerra, es peor que la guerra
misma” (Séneca. S. I) o “Las derrotas
están inscritas en el alma de los pueblos antes de que las guerras comiencen”
(René Benjamín. 1885).
Nuestros legisladores -en
1988 y 1991- partidarios o simpatizantes de las derrotadas organizaciones
ilegales armadas, en la particular circunstancia del “trastocamiento
clausewitziano” nos legaron una legislación de Seguridad Nacional perversa,
totalmente contraria a lo expresado en el párrafo precedente. No fue confusión,
fue ignorancia y compromiso ideológico.
Sus aplicaciones.
A partir de la implosión del
Imperio Soviético -1989/1991- la Pax mundial no ha encontrado estabilidad
geopolítica, pasando por las sucesivas etapas de unipolaridad, bipolaridad,
multipolaridad y así llegamos, progresivamente, a la presente tripolaridad
conflictiva, no consolidada y abarcada por una innovadora guerra mundial
planetaria, que ha tomado el nombre de “contraterrorista global” (4).
El complejo nivel
conflictivo internacional posguerra fría, ha aumentado cualitativa y
cuantitativamente. El riesgo nuclear está presente y hemos tenido,
recientemente, reiterados picos de probabilidad de ocurrencia. El enemigo “sin
rostro” no reconoce la disuasión. Para demostrarlo, se inmola. La naturaleza de
la guerra ha desarrollado un ritmo de evolución constantemente acelerado,
acompañando al ritmo de la etapa de la civilización posindustrial, que
conocemos como “la del conocimiento”.
Estamos siendo testigos de
guerras de séptima generación, todas internas, es decir, guerras civiles,
asimétricas, sorpresivas e innovadoras. La necesidad de evolucionar
intelectualmente, de agilizar las decisiones, de adaptar las organizaciones y
contar con nuevos medios, se imponen como imprescindibles.
Bouthoul pensó a las guerras
que él somatizaba, durante una guerra convencional -1939/1945-, escribió su
Tratado en tiempos de la guerra fría -1947/1991- que fue la primera en ambiente
nuclear y nos dejó la simiente para continuar
con su propósito de retener la Paz en la presente compleja situación
internacional “líquida”, producto de la desaparición de un Imperio, con el
agregado de superponerse -éste vacío político- con una nueva etapa
civilizatoria y su condigna guerra mundial, “la contraterrorista global” -la segunda
en ambiente nuclear, pero la primera sin disuasión-.
¿Somos conscientes de estas
aceleradas transformaciones cualitativas y de sus consecuentes conflictos, en
los que estamos compulsivamente comprometidos por una globalización
civilizatoria imparable? ¿Existe en la ciudadanía y en la dirigencia un
conocimiento básico de la realidad política-estratégica mundial, regional y
propia? ¿Se están reorganizando las estructuras y los sistemas de la Seguridad
Nacional para evitar la violencia organizada? ¿Existe la voluntad política para
hacerlo? La respuesta es un NO rotundo
(5).
¿Qué hemos hecho los
argentinos en nuestras posguerras, a partir de 1983? ¿Sirvieron las dramáticas experiencias
sorpresivas ya vividas, para resolver desconceptos, falencias, omisiones,
atrasos organizacionales, carencias y tantas otras cuestiones que salieron a
superficie?
Sabemos que las experiencias
propias son las más caras y que siempre
llegan tarde. Sin embargo, por razones ideológicas, por celos institucionales,
ignorancia o resentimientos, nada se hizo. Al intento del Tte Grl Fernández
Torres desde el EMCFFAA, en 1984, de iniciar reformas estructurales de actualización, se le
respondió desde el propio Estado con su relevo, para inaugurar un lapso de
desmantelamiento de la Seguridad Nacional que llegó, en el año 2015, a niveles
escandalosos, al umbral del “Estado Fallido”.
Hasta ese año, estaba
prohibido en el ámbito académico del Ministerio de Defensa citar a “los nuevos
riesgos y amenazas estratégicas posguerra fría”. Consecuentemente, el espacio
argentino fue y es “una zona liberada” que acumula muertos inocentes,
diariamente (6). Le estamos dando -irresponsablemente- categoría de seguridad
pública a los riesgos y amenazas estratégicas, por Ley, e invertimos las jerarquías
institucionales, alegremente.
Con el nuevo gobierno,
recién avanzado el año 2019 se ha iniciado -tímidamente- el tratamiento de los
temas que nos permiten el conocimiento de la naturaleza de las nuevas guerras,
en pleno desarrollo desde 1991. Éste curso es un testimonio de ello. Desde el
año 1988/1991 están vigentes las leyes que impiden sincerar el planeamiento
estratégico militar y cumplir así con las sentencias ya citadas de Vegecius y
de Bouthoul.
Este curso introductorio es
parte de una etapa imprescindible a transitar, para alcanzar en el tiempo a un
número crítico de dirigentes especializados -idóneos- en Seguridad Nacional.
Cuando se logre actualizar o
sincerar la legislación de Seguridad Nacional, resolveremos los obstáculos
centrales de recuperación de nuestra cultura, de la credibilidad y de la
seguridad, hoy ausentes. Las Instituciones malversadas volverán a sus carriles
y recorreremos el camino ya transitado (7) en el pasado, por una Argentina
fuerte, expansiva. Entonces sí nos acercaremos a la célebre frase de Tucídides:
“La fortaleza de la ciudad no está en sus naves ni en sus murallas, sino en el
espíritu de sus ciudadanos”.
Bouthoul manifiesta en sus
tesis la aspiración profunda de que, quienes sean sus continuadores, encuentren
las instituciones sociales que reemplacen las funciones sociológicas que hasta
hoy cumple el fenómeno guerra. Advierte que “sería el mayor descubrimiento de
la Historia”.
Esta es la razón por la que
hay una exigencia fundamental en la formación de nuestros Oficiales Superiores
y de aquellos políticos que por vocación se harán cargo de la Seguridad
Nacional. Cada día son mayores las exigencias de la categoría cultural de estas
personas.
En las últimas décadas,
detrás de la cortina de humo de “la excelencia”, se han reducido en nuestros
institutos las exigencias en la formación de nuestros estrategas civiles y
militares y, como lo señaláramos más arriba, nuestra Política de Seguridad
Nacional fue reemplazada por la política de los derechos humanos unidireccionados.
Los reproches.
El “Tratado” de Bouthoul
tuvo algunos reproches, llamativamente de quienes reconocían que no lo había
leído en su totalidad. Hubo quienes lo consideraban “militarista” y otros que veían en él un “antimilitarista”
y en verdad no le cabían ni una ni otra expresión. Era un “pacifista
científico”. Nuestro autor tenía un profundo conocimiento de la guerra y sabía
que hacía mucho tiempo que a las guerras no las decidían los militares, sino
los políticos.
Siendo sociólogo, comete
algunos errores reprochables cuando ingresa a tratar problemas específicamente
militares, citando generalizaciones que no ocurren en la totalidad de los
ejércitos. Cuando trata acerca del “espíritu de brutalidad”, opina
subjetivamente. Cuando trata a las “virtudes militares”, se aparta de aquellas
practicadas en los cuarteles. Un ejemplo de ello se evidencia cuando analiza al
“heroísmo” como fenómeno psiquiátrico.
Lo considera como una psicosis y no como un impulso noble del alma. Sin duda no
había vivido en un cuartel, ni había compartido la camaradería en el combate.
Sin embargo, a pesar de estos reproches, el “Tratado” es de indispensable
lectura para quienes tienen la responsabilidad de custodiar a la Paz.
La actitud política
argentina frente al conflicto y a la guerra.
Bertold Brecht -poeta y
dramaturgo alemán cercano al marxismo. 1898/1966- decía: “Desgraciada la tierra
que tenga necesidad de héroes”. Creo que podríamos responderle, diciendo:
desgraciado el país que no tenga héroes, cuando los necesite. La Argentina los
ha tenido y los tiene aún vivos, compartiendo nuestra vida. Son numerosos y no
solo producto de las guerras.
Sin embargo, el
“progresismo” que afecta transversalmente a un sector de nuestra sociedad
política, aspira -desde 1983- vivir en una Argentina “pos heroica”. Ello se comprueba con solo observar los
nombres que han recibido -en las últimas décadas- las aulas magnas
universitarias, las nuevas estaciones de subterráneos, escuelas o autopistas y
calles. Allí están los nombres de los “anti héroes”. Esta actitud está sin duda
relacionada -íntimamente- con las guerras que vivimos los argentinos en la
segunda mitad del siglo XX.
La actitud socio-política
argentina frente al conflicto y a la guerra, en las posguerras, ha sido
vergonzosa y lamentable. En particular nos estamos refiriendo a la reacción de
la dirigencia argentina en la posguerra civil contrarrevolucionaria, reacción
que aun continua.
La confusión y angustia que
produjo la derrota en el Atlántico Sur fue solapada e intensamente aprovechada
por los derrotados terroristas revolucionarios que lograron, en colusión con
los triunfantes británicos, trastocar su derrota táctica en un triunfo político
y estratégico con gravísimas consecuencias culturales y socio económicas, como
lo comprobamos en tiempos pre-electorales en el año 2019.
Si Tucídides viviera -y a la
luz de su célebre frase citada más arriba- qué podría pensar si transcurridas
cuatro décadas del cese de las operaciones militares, los argentinos no conocen
qué tipos de guerra pelearon, ignoran que mantenemos dos “estados de guerra o
beligerancia” frente a nuestros enemigos de ayer o, más grave aún, desconocen
los riesgos y amenazas estratégicas que amenazan hoy al país, en un momento de
extrema debilidad de la sociedad y del Estado Institucional argentinos. Por
ello considero de enorme importancia la apertura de éste curso de Introducción
a la Polemología y de una Maestría en la materia, a la brevedad (8).
CITAS:
(1). G. Bouthoul. “Les Guerres”. Ed Payot. París.
1951. Ésta obra fue traducida al castellano en España y en la Argentina en
1956, por la Biblioteca del Oficial del Círculo Militar. El traductor fue el
Tcnl D. Manrique M. Mom, en dos Volúmenes: Nro(s) 456 y 457. En 1971 el
original, con algunos agregados del el autor, es nuevamente editado con el
título “Tratado de Polemología” por el Servicio de Publicaciones del EME del
Reino de España.
(2). H. J. Auel. “La Cultura, la Civilización y la
Guerra”. May 2010. www.ieeba
(3). H. J. Auel. “La guerra mundial
contraterrorista global ¿Híbrida…con derivación QBN? Abr 15. www.ieeba
(4) H. J. Auel. “El
pensamiento estratégico-militar en el Siglo XXI”. Oct 14. www.ieeba
(5). H. J. Auel. “El muro
más alto a superar por el actual gobierno”. Jun 16. www.ieeba.org
(6). H. J. Auel. “La dirigencia argentina frente a
los desafíos de la Seguridad Nacional en el Siglo XXI”. Ago 15. www.ieeba.org
(7) A. N. Valiente. “Los
Anarquista y la Violencia. Enseñanzas para el Siglo XXI”. Abr 19. Ed. Círculo
Militar.
(8). H. J. Auel. “Las claves de la Inseguridad
Nacional”. Jul 18. www.ieeba.org