Por: Jorge Castro
Entre abril y junio de este año, China aumentó sus reservas en 177.000 millones de dólares; ahora ascienden a 2.3 trillones de dólares (75% o más son activos financieros norteamericanos). La semana pasada, EE. UU. colocó en el mercado internacional 200.000 millones de dólares en títulos del Tesoro: entre 50% y 60% fueron adquiridos por la República Popular.La crisis ha volcado la balanza del poder mundial hacia China, y acelerado su conversión en superpotencia global -decisiva en el plano de la gobernabilidad-, junto con EE. UU.
En los últimos 12 meses, China volvió a fijar rígidamente su moneda a la divisa estadounidense. Las economías de los dos principales países capitalistas constituyen hoy una gigantesca área unificada del dólar.
La cooperación entre China y EE. UU. revela una nueva división internacional del trabajo, cuyo eje estratégico es el sistema de producción transnacional: 44% de las empresas transnacionales (ETNs) son norteamericanas; y de las 50 principales, 60% son estadounidenses, sobre todo en el sector de alta tecnología. Se pasa ahora de la convergencia de China hacia la avanzada del sistema (EE. UU.) a una integración de tipo horizontal. Se asciende de la globalización a la posglobalización. Frente al eje China/EE.UU., por el que se canaliza la corriente central de la acumulación capitalista -comercio, inversión, flujo de capitales-, ahora y en los próximos 20/30 años la alternativa del resto del mundo es, por un lado, intentar competir con alguno de los polos de la época (hacerlo con los dos, en su unidad, es impensable, un no-concepto). Por el otro, en cambio, procurar una brecha -un nicho de especialización-, que otorgue relevancia internacional.
"La cuestión es ser número 1 en algo", dice Peter Drucker. La crisis global es una crisis de gobernabilidad. Es el eslabón débil de la acumulación capitalista en la fase de globalización. Vía su eje central -EE.UU./China-, el capitalismo se recrea como sistema de poder mundial.
FUENTE: Clarín, Zona, 2-8-09
Entre abril y junio de este año, China aumentó sus reservas en 177.000 millones de dólares; ahora ascienden a 2.3 trillones de dólares (75% o más son activos financieros norteamericanos). La semana pasada, EE. UU. colocó en el mercado internacional 200.000 millones de dólares en títulos del Tesoro: entre 50% y 60% fueron adquiridos por la República Popular.La crisis ha volcado la balanza del poder mundial hacia China, y acelerado su conversión en superpotencia global -decisiva en el plano de la gobernabilidad-, junto con EE. UU.
En los últimos 12 meses, China volvió a fijar rígidamente su moneda a la divisa estadounidense. Las economías de los dos principales países capitalistas constituyen hoy una gigantesca área unificada del dólar.
La cooperación entre China y EE. UU. revela una nueva división internacional del trabajo, cuyo eje estratégico es el sistema de producción transnacional: 44% de las empresas transnacionales (ETNs) son norteamericanas; y de las 50 principales, 60% son estadounidenses, sobre todo en el sector de alta tecnología. Se pasa ahora de la convergencia de China hacia la avanzada del sistema (EE. UU.) a una integración de tipo horizontal. Se asciende de la globalización a la posglobalización. Frente al eje China/EE.UU., por el que se canaliza la corriente central de la acumulación capitalista -comercio, inversión, flujo de capitales-, ahora y en los próximos 20/30 años la alternativa del resto del mundo es, por un lado, intentar competir con alguno de los polos de la época (hacerlo con los dos, en su unidad, es impensable, un no-concepto). Por el otro, en cambio, procurar una brecha -un nicho de especialización-, que otorgue relevancia internacional.
"La cuestión es ser número 1 en algo", dice Peter Drucker. La crisis global es una crisis de gobernabilidad. Es el eslabón débil de la acumulación capitalista en la fase de globalización. Vía su eje central -EE.UU./China-, el capitalismo se recrea como sistema de poder mundial.
FUENTE: Clarín, Zona, 2-8-09