Horacio Calderón
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A las amenazas y riesgos anteriormente mencionados se han sumado durante los últimos tiempos -como serio factor de desestabilización-, las acciones desarrolladas por activistas mapuches, mediante la ocupación de tierras que incluyen la toma de propiedades fiscales e incluso pertenecientes al Ejército Argentino, entre otras acciones al margen de la ley.
Las organizaciones mapuches que tantos escándalos y atropellos han cometido recientemente en la argentina y Chile, deben encontrar una firme respuesta legal a su intento de erigirse en un “pueblo originario” de la Argentina, cuando en realidad eso se opone a la realidad histórica de la Patagonia. Esto ha sido muy bien reflejado en un estudio del entonces oficial del Ejército Juan Domingo Perón, escrito entre 1935 y 1936, en el que trata el idioma de los indios araucanos originarios de la región patagónica [1]. Brevemente y para explicar su falta de derechos como “pueblo originario” resulta suficiente recalcar que los araucanos, a quienes hoy se denomina "mapuches", ingresaron a la Argentina desde Chile en 1830, cuando nuestra país ya era una nación independiente.
Este escrito no pone en duda los derechos individuales de los mapuches como ciudadanos argentinos de varias generaciones, pero jamás las reivindicaciones territoriales que intentan esgrimir, transgrediendo gravemente las leyes y alterando el orden público en cuanta oportunidad se presenta a varios de sus dirigentes.
¿Por qué este apartado tan especial y largo sobre los mapuches en un trabajo sobre una potencial intervención militar extrarregional en la Argentina en un futuro lejano, sea esta unilateral o de una alianza del momento?: Por aquello de que “más vale prevenir que curar” y aunque el planteo resulte aún un tanto “futurista”, debería tenerse en cuenta que cualquier situación fuera de control manejada en un futuro por la minoría indígena mapuche de origen foráneo y sus aliados exteriores, podría poner a la Argentina bajo el peligro de que sean aplicadas sanciones según el Capítulo VII de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, que autoriza el uso de la fuerza militar.
Debería en consecuencia evitarse el reconocimiento de los mapuches como “pueblo originario” de nuestro país, sencillamente porque no lo son, a efectos de desactivar con la debida anticipación el crecimiento de esta nueva y singular amenaza para la defensa y seguridad de la Nación, frente a reivindicaciones carentes de todo derecho y que son violatorias de la Constitución y de las leyes fundamentales de la República Argentina.
El despliegue internacional de los denominados mapuches, “pueblo originario” de origen chileno y no argentino, que fue responsable del genocidio de los tehuelches, sí originarios de nuestro país y muchos de cuyos dominios ocuparon, permite suponer que existe una coordinación exterior de sus acciones. En qué medida intervienen en ello servicios de inteligencia extranjeros y corporaciones dispuestas a utilizar las causas esgrimidas por los “pueblos originarios”, como sucede en otros países, para hacerse con el control de recursos naturales, es algo que deberían investigar nuestros propios servicios de inteligencia y seguridad en el marco de la legislación vigente.
Una mención aparte merece el hecho de que el gobierno chileno ha descubierto nexos de organizaciones mapuches domésticas con las FARC, e incluso con extremistas enrolados en la organización internacionalista vasca “Askapena”, nacida en 1987, que opera también en Bolivia, Uruguay, Venezuela y Cuba, entre otros países.
Cabe señalar que se trata nada menos que de informaciones oficiales del gobierno socialista de Michelle Bachelet y no del de Álvaro Uribe Vélez, a quien tanto se cuestiona por su guerra contra las organizaciones narcoterroristas que operan en su país y también desde bases en países vecinos como Venezuela y Ecuador.
Si llegaran a darse las condiciones, las acciones etnoseparatistas mapuches podrían pasar del bajo nivel de violencia actual en la Argentina, menor al que se observa estos días en Chile, a fases de lucha más cruentas, incluyendo el uso de tácticas terroristas.
El debilitamiento de la defensa nacional de la Argentina, acompañado también por el de su seguridad interior, sería no sólo una invitación para que operen dentro de territorio argentino actores estatales y no estatales que nos amenazan con base en la región y hasta en países limítrofes; también el mediano a alto grado de probabilidad de ocurrencia de que veamos una suerte de Palanquero mucho más cerca y rápido de lo que pueda pensarse.
[1] “Toponimia Patagónica de Etimología Araucana” (Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación de la Nación), Imprenta Julio Kaufman, Buenos Aires, 1952
Politicaydesarrollo, 19-8-09