martes, 25 de agosto de 2015

¿ES POSIBLE EL VOTO ELECTRÓNICO?


Por Ignacio Lozita*

La Voz del Interior, 25-8-15

En estos tiempos de intenso clima electoral, el voto electrónico ha sido tema de discusión en los partidos políticos, en los medios de comunicación y en la ciudadanía en general.

Para el caso de los partidos políticos, la principal preocupación es la necesidad urgente de modificar el actual sistema de votación –considerado arcaico– por uno que garantice transparencia y rapidez en el escrutinio.

En el caso de los ciudadanos, se trata de recuperar la confianza en el sistema electoral. La mayoría de las voces clama el cambio por un sistema moderno y ágil, para que la soberanía ciudadana no se vea afectada por viejas prácticas fraudulentas.

Mucha gente piensa que su voto puede ser vulnerado y comprometido. Desde esa perspectiva, es obvio que el actual sistema no cumple de forma rigurosa su objetivo principal: garantizar la voluntad que cada individuo manifiesta en las urnas.

Requisitos indispensables

Cuando hablamos de voto electrónico, hacemos referencia a ciertos requerimientos que se deben cumplir, entre los que podemos destacar el anonimato. En este contexto, “anonimato” debe entenderse como la imposibilidad de relacionar a un votante con su voto.

Otros requisitos del voto democrático son la singularidad y la autenticación. No puede haber votos dobles o triples y sólo deben sufragar los ciudadanos habilitados para hacerlo.

También es necesaria la exactitud. Esta implica que los votos válidos emitidos sean contados en su totalidad y que ese cómputo concuerde con el resultado final. La exigencia de exactitud supone la inalterabilidad de los votos, la imparcialidad, la accesibilidad y la transparencia.

Es muy importante tener en cuenta que una de las diferencias básicas entre el sistema tradicional de sufragio y el sistema de voto electrónico se relaciona con las capacidades de quienes pueden auditarlo, verificarlo y controlarlo.

En el primer caso, cualquier persona que sepa leer y escribir puede participar en la etapa de cómputo y control del proceso de votación. En cambio, en el segundo, el universo de “auditores o veedores” se reduce a un número de personas capacitadas en la tecnología utilizada.

Por ese motivo, una de las principales características que debe poseer el sistema de voto electrónico es que sea de código abierto, ya que así resulta más fácil garantizar la transparencia y permitir una auditoría eficaz.

Más difícil o imposible es hacerlo con los sistemas que ofrecen las empresas privadas, que suelen ser cerrados o de caja negra, en cuyo caso el acceso al código fuente para ejercer el control resulta prácticamente imposible.

Los esquemas de votación electrónica utilizan distintas herramientas criptográficas para satisfacer las diversas exigencias que deben cumplir: firma digital, pruebas de conocimiento cero, firma ciega, certificado digital, entre otras, cada una con sus características particulares, que aportan solidez y seguridad al sistema.

Entre las ventajas que presenta el voto electrónico, se destacan la velocidad y la agilidad en el escrutinio. Un sistema que tarda 19 horas en proporcionar los resultados socava la legitimidad del sistema electoral y, por lo tanto, de la democracia en general.

El voto electrónico también presenta la ventaja de no tener que imprimir boletas, lo que evita su eventual falta en el momento de los comicios. Hay que recordar que irregularidades de este tipo se registraron en las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso) del pasado 9 de agosto.

En ese sentido, las instituciones políticas tienen que evolucionar y adaptarse a las tecnologías existentes. Es lógico que haya resistencia al cambio, pero veamos los ejemplos del sector económico y empresarial, que siempre están un paso adelante de la política, porque han sabido adoptar y usar las nuevas tecnologías de manera rápida y eficaz.

La resistencia parte muchas veces del miedo y de intereses minoritarios que quieren anclarnos en metodologías que fueron superadas en lugares como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Salta, Ushuaia y, sin irnos tan lejos, en las ciudades cordobesas de La Falda y Marcos Juárez.

Como podemos observar, son numerosas las variables a tener en cuenta a la hora de pensar un sistema de votación moderno, lo que no quiere decir que su implementación sea imposible y mucho menos que no se pueda garantizar un sistema confiable, seguro y rápido.

Por el contrario, lo que resulta imprescindible para ponerlo en marcha es la responsabilidad y la participación activa de todos los actores involucrados. El objetivo es noble: que los ciudadanos electores se reconcilien con su lazo más íntimo con la política: el voto.


* Ingeniero en Sistemas, tesorero de la Fundación 20 de Noviembre