viernes, 26 de febrero de 2016

LA REVISIÓN DEL GRAMSCISMO DE DERECHAS

               
ALEXANDER DUGIN

El Manifiesto, 26 de febrero de 2016     

Ya en fecha tan lejana como los años 80 del siglo XX, el representante francés de la “nueva derecha” (“Nouvelle Droite“) Alain de Benoist, prestó atención a las ideas de Gramsci desde el punto de vista de su potencial metodológico. Benoist, tanto como Gramsci, reveló la fuerza de la metapolítica como un tipo especial de actividad intelectual que prepara (en forma de “revolución pasiva”) el futuro progreso político y económico. El éxito de la “Nueva Izquierda” en Francia y en Europa en general demostró la eficacia de este método.

A diferencia de la mayoría de los intelectuales franceses de la segunda mitad del siglo XX, Alain de Benoist no apoyó el marxismo, lo cual hizo de su posición algo un tanto aislado. Al mismo tiempo, de Benoist construyó su filosofía política a partir del rechazo radical de los valores liberales y burgueses, negando el capitalismo, el individualismo, el modernismo, el atlantismo geopolítico y el eurocentrismo occidental. Por otra parte, opuso “Europa” y “Occidente” como dos conceptos antagónicos: “Europa” para él es el campo donde se despliega un logos cultural especial, que procede de los griegos e interactúa activamente con la riqueza de las tradiciones celta, alemana, latina, eslava y otras tradiciones europeas; y “Occidente” es el equivalente de la civilización mecanicista, materialista y racionalista basada en el predominio de la tecnología por encima de todo. Después de O. Spengler, Alain de Benoist entiende “Occidente” como la “decadencia de Occidente” y, junto con Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger, se convenció de la necesidad de superar la modernidad como nihilismo y el “abandono del mundo por el Ser (Sein)” (Seinsverlassenheit). Occidente, a su entender, era sinónimo de liberalismo, capitalismo y sociedad burguesa – todos lo que la “Nueva Derecha” demandaba superar. La “Nueva Derecha”, al mismo tiempo, estaba de acuerdo con el significado fundamental de la esfera de la “sociedad civil” dado por Gramsci y sus seguidores. Así, Alain de Benoist llegó a la conclusión de que el fenómeno llamado “hegemonía” es un conjunto de estrategias, actitudes y valores, que consideró en sí mismo un “mal absoluto”. Esto condujo a la proclamación del principio del “gramscismo de derechas”.

El “gramscismo de derechas” significa el reconocimiento de la autonomía de la “sociedad civil en el sentido de Gramsci” con la identificación del fenómeno de la hegemonía en este área y la elección de su propia posición ideológica en el lado opuesto de la hegemonía. Alain de Benoist publica la obra titulada “Europa, Tercer Mundo. El mismo combate”, que está construida en su totalidad sobre los paralelismos entre el Tercer Mundo y la lucha contra el neocolonialismo burgués occidental, y el deseo de las naciones europeas de liberarse de la dictadura burguesa de la sociedad de mercado, la moral liberal y la práctica mercantil, que sustituyeron a la ética de los héroes (W. Sombart).

La gran importancia del “gramscismo de derechas” para la Teoría del Mundo Multipolar, es que esta comprensión de la “hegemonía” puede asumir una posición más allá del discurso marxista y de izquierda, y rechazar el orden burgués en la superestructura (la sociedad política y civil), así como en la base (la economía), y hacerlo no después de que la hegemonía se convierta en un hecho planetario total y global, sino en sustitución suya. Esto es lo que implica el matiz en el título de otra obra de Alain de Benoist, “Contra el Liberalismo”, a diferencia del libro “Después del liberalismo” de Immanuel Maurice Wallerstein. Como para Benoist es imposible en cualquier caso confiar en el “después”, y no se debe permitir que el liberalismo se haga realidad como un hecho consumado, debemos estar contra el liberalismo ahora, hoy, combatirlo en cualquier posición y en cualquier parte del mundo. La hegemonía ataca a escala planetaria, encontrando sus partidarios tanto en las sociedades burguesas desarrolladas como en las sociedades donde el capitalismo no se ha establecido completamente. Por lo tanto, la contra-hegemonía debe ser aceptada más allá de las limitaciones ideológicas sectarias. Si queremos crear un bloque contrahegemónico, debemos incluir en su composición a todos los representantes de las fuerzas anticapitalistas y antiburguesas – izquierda, derecha, o no susceptibles de clasificación (el propio Benoist enfatiza constantemente que la división entre “izquierda” y ”derecha” está obsoleta y que no satisface la posición escogida; hoy es mucho más importante saber si alguien está a favor de la hegemonía o contra ella).


El “gramscismo de derechas” de Alain de Benoist nos lleva de nuevo al “Manifiesto Comunista” de Marx y Engels que, al margen de su llamada exclusiva y dogmática a “deshacerse de otros compañeros de viaje”, insta a la creación de la Alianza Revolucionaria Global que reúna a todos los enemigos del capitalismo y de la hegemonía, a todos los que se oponen esencialmente a ella. Al mismo tiempo, no importa qué se asume como alternativa positiva; en este caso, es más importante la presencia de un enemigo común. De lo contrario, de acuerdo con la “Nueva Derecha” (cuyos representantes rechazan ser llamados de “derecha”), la hegemonía será capaz de dividir a sus opositores por razones artificiales, para oponerlos unos a otros con el fin de derrotar con éxito a todos ellos por separado.