la 'agenda verde', reducida a cenizas
JARRETT STEPMAN
El Ojo Digital, 07 de Diciembre de 2018
La conmoción pública es algo desagradable. El
desbarajuste anárquico registrado los últimos días en las calles de París
ilustran un cuadro en torno de una sociedad fracturada que acusa problemáticas
profundas -en rigor, un quiebre en el circuito esencial del Estado de derecho.
En tanto es cierto que cosas como éstas podían esperarse en Francia, existe un
cúmulo de razones bien específicas a la hora de explicar por qué las
manifestaciones han dado inicio recién el pasado mes.
La 'agenda climática' -promocionada como un medio para
salvar al planeta y con la meta de reducir la desigualdad- ha quedado expuesta
en Francia como una iniciativa que opera en directa contraposición a los
intereses de los sectores sociales medios y de trabajadores.
Crisis en el gobierno de Emmanuel Macron, Populismo,
Chalecos Amarillos, Agenda Verde, Energía, Cambio ClimáticoEl año pasado, un
amplio espectro de medios internacionales y de los Estados Unidos, celebridades
y activistas, la emprendieron duramente contra el presidente Donald Trump, por
retirar a EE.UU. del acuerdo climático global de París. Dijo Trump en 2017, que
'privilegiaría el bienestar de los ciudadanos estadounidenses', y que
rechazaría un convenio que forzaría a los contribuyentes a 'absorber los
costos, explicitados en pérdida de puestos de trabajo, menores salarios,
clausura de fábricas, y en un extendido retroceso de la producción económica'.
El ex vicepresidente y activista por el cambio
climático, Al Gore, argumentó en aquel entonces que abandonar el acuerdo global
consignaría una 'acción desaprensiva e indefendible'.
Pero la ciudadanía estadounidense, en rigor, defiende
intereses más abarcativos que los personificados en una pequeña élite con
extendida voz en las poderosas instituciones de los medios de comunicación
tradicionales. Y a las pruebas sirva remitirse: las calles de París.
París se exhibe hoy en llamas, y el presidente galo
Emmanuel Macron -quien otrora fuera elogiado como protagonista central de la
comunidad globalista- transita un sendero de turbulencia política. Los índices
de aprobación de Macron se ubican en torno de un magro 23 por ciento en
encuestas recientes, de acuerdo a la agencia de noticias Reuters, lo cual
consigna un marcado retroceso para su presidencia. La manifestación
protagonizada por los denominados 'Chalecos Amarillos' ha forzado a la
Administración Macron a retroceder en su propuesta para implementar nuevos
impuestos a los combustibles y a los servicios básicos.
En apariencia, los manifestantes provienen de un vasto
sector de la sociedad francesa, no encajando en el espectro ideológico
tradicional. Lo cierto es que se han rebelado contra la política oficial de
onerosos impuestos, al tiempo que arengan a un incremento en el salario mínimo.
Ergo, se asiste a las consecuencias de vivir en una sociedad en la que el
gobierno se ha involucrado en todos los aspectos de la vida de las personas.
'Las violentas manifestaciones de los Chalecos
Amarillos en Francia se vinculan ahora con numerosas preocupaciones de nivel
doméstico, pero no es un accidente que se hayan alzado a partir de un
incremento en los impuestos', reza una pieza editorial publicada en el matutino
estadounidense The Wall Street Journal. 'Nada revela tales desconexiones entre
el votante promedio y la clase dirigente como lo ha hecho el impuesto a los
combustibles fósiles'.
El extendido empleo de energía nuclear por parte de
Francia le ha permitido alejarse cada vez más de la economía basada en el
combustible fósil en términos de costos de la energía, pero el sector del
transporte continúa siendo en extremo dependiente del petróleo, observó el
Journal.
Por su parte, Nicolas Loris, economista entendido en
marcos regulatorios en el think tank Heritage Foundation (Washington, D.C.),
subrayó el amplio perjuicio económico que han provocado las políticas 'verdes':
Las regulaciones globales contra las plantas de
energía existentes lograrán que las facturas de electricidad sean más caras
para familias y empresas privadas. Las obligaciones en torno de eficiencia para
automóviles, camiones y vehículos utilitario incrementarán los costos directos
de mantenimiento para tales vehículos, en miles de dólares estadounidenses. Las
regulaciones contra el metano en combustibles y petróleo darán espacio a
procesos complejos y onerosos que, con toda probabilidad, reducirán el tiempo
de transición de las industrias para acogerse a los esfuerzos que buscan reducir
las emisiones, las cuales, en rigor, vienen reduciéndose desde hace ya décadas.
Para el ciudadano promedio, los costos de la guerra en
pos del cambio climático pueden ser severas. En un país como Francia, que ahora
mismo debe lidiar con dificultades económicas, crecimiento reducido del PBI, y
altos costos en materia de cargas sociales, todo esto equivale a una receta
para el desastre. A la postre, quizás los líderes políticos puedan recoger
lecciones en torno de la defensa del interés nacional, a partir de estos
eventos.
Las conmovedoras escenas de los incidentes remiten,
sin embargo, a un cuadro emblemático que ilustra el colapso de la agenda verde,
al tiempo que expone la animosidad que genera en las personas a quienes termina
perjudicando: se trata de los ciudadanos olvidados -reprimidos con severidad
por marcos regulatorios extremos e impuestos elevados- que naturalmente no se
ven a sí mismos como parte de los escasos miembros privilegiados, siendo estos
últimos los que reciben cuantiosos subsidios vinculados a la 'energía verde'.
En Francia, muchos califican a este sistema como disfuncional -uno que no podrá
modificarse sin emplear recursos extremos.
Ciertamente, deberíamos deplorar el accionar de
agitadores, y la destrucción de la propiedad que estos protagonizan. En los
Estados Unidos, cabe la esperanza de que las diferencias entre ciudadanos
puedan ser resueltas a través del proceso electoral, del sano debate y de la
protesta pacífica -de ser ésta necesaria. Desde luego que esto es posible,
siempre y cuando defendamos nuestro sistema constitucional y la cultura del
respeto por el Estado de derecho que hace a los criterios construídos por los
Padres Fundadores en los Estados Unidos.
Mientras la economía francesa se encuentra paralizada,
la economía estadounidense protagoniza un 'boom' -el cual, en gran medida, se
explica a partir del crecimiento de la industria petrolera y por la reducción
de regulaciones implementadas durante la Era Obama. ¿Acaso se busca incorporar
a los EE.UU. las condiciones que hoy se verifican en Europa?
California está siguiendo ese camino, y acaso pueda
decirse lo mismo del nuevo Congreso estadounidense. Pero, a todas luces, el
caos que hoy padece Francia debería servir como cruenta advertencia frente a lo
que depara el horizonte.