Leo Lardone
La Nación, 29-9-19
En estos días han aparecido
varias notas referidas al llamado "cambio climático" o
"calentamiento global", con motivo de la reunión llevada a cabo en la
ONU. Al respecto conviene recordar que
la Tierra, desde su formación, hace unos 4500 millones de años, ha sido un
planeta esencialmente cálido, cuya temperatura media fue más alta que la
actual. En todo ese tiempo existieron unos pocos episodios más fríos durante
los cuales aparecieron calotas glaciares como las actuales.
El último de esos sucesos,
que empezó hace unos dos millones de años, durante el Pleistoceno, está ahora
en pleno retroceso. O sea que siguiendo este proceso de retorno a climas más
calurosos es de esperar que en algunos cientos o miles de años más seguirán
desapareciendo los glaciares continentales, además de las coberturas de hielo
del Polo Norte y de la Antártida, fenómenos estos que ya se observan claramente
y cuya consecuencia final es el aumento del nivel del mar. Es decir, el
calentamiento que produce el cambio climático es un proceso natural, ineludible
e irreversible, que el hombre, por su parte, ha contribuido a acelerar en los
últimos 200 años.
En tales circunstancias es
prudente tanto proteger como aprovechar, razonable y equilibradamente, las
riquezas y recursos que la naturaleza pone a disposición para el bien y
progreso de todos. Por lo tanto, los
exagerados y poco fundamentados embates restrictivos por parte de activistas y
ambientalistas fanatizados y politizados no pueden modificar la situación de
fondo, y tan solo logran entorpecer el crecimiento económico y profundizar el
nivel de subdesarrollo de los países.