viernes, 7 de agosto de 2020

LA CAÍDA DE PORT STANLEY



Juan Luis Gallardo

La Prensa, 06.08.2020

Empiezo por aclarar que yo llamaré Port Stanley a la capital de las Islas Malvinas hasta que seamos capaces de recuperarlas para llamarla Puerto Argentino. Aunque lo mejor sería devolverle su antiguo nombre de Puerto Soledad, denominación preciosa aplicada en homenaje a Nuestra Señora de la Soledad.

Y no llamo Falklands a las islas porque el nombre de Malvinas es anterior a su usurpación por los ingleses. Este nombre deriva de Malouines, como las llamó Luis Vernet en homenaje a la ciudad de Saint Maló, de donde provenía su familia. Antes eran conocidas como Islas Sansón.

Pues bien, todo esto viene a cuento a raíz de un amable intercambio de emails que he tenido con mi amigo Nicolás Kasanzew, derivado de un artículo publicado por él en La Prensa sobre el general Galtieri.

Y, si bien el artículo es una defensa del general, señalando que no era un general borracho como se ha dicho malévolamente, le formula algunos cargos. Entre ellos, que no debió mantener al frente de la defensa al general Menéndez, que no estaba dotado para realizarla eficazmente.

Yo también fui de esa opinión. Y la expresé en un extenso poema que hizo camino y titulé Celebración y Elogio para un Corte de Manga. Compuse el mismo para celebrar el gesto dedicado a las cámaras de la BBC por el entonces teniente primero Carlos Federico Domínguez Lacreu. En un pasaje del mismo dije:­

"El general Menéndez, la Historia ha de juzgarlo,/­

ya resignó su sable sin llegar a empuñarlo./'"­

Le reprochaba entonces a Mario Benjamín Menéndez no haberse atrincherado en Stanley, defendiendo hasta quemar el último cartucho la capital insular. De allí mi referencia a que no hubiese llegado a empuñar su sable.

Pero debo desagraviar al general. Porque, en efecto, poseo ahora un dato que entonces no tenía.­

Arturo Pérez-Reverte, el gran escritor español, fue corresponsal de guerra cuando la de Malvinas, cubriendo el conflicto desde Comodoro Rivadavia. Y envió un artículo a España donde explica, entre otras cosas, que ya en la parte final del conflicto, Menéndez no pudo librar lo que se conoce como combate de localidad, es decir casa por casa, pues la edificación de las que se alzan en Port Stanley impide hacerlo. Ya que, al igual que tantas viviendas patagónicas, están hechas de madera  y los tiros atraviesan fácilmente sus paredes.

Le agradezco el dato a Pérez-Reverte y pido disculpas al general Menéndez que, por haber fallecido, no estaba en condiciones de rebatir mi opinión.  ­