sábado, 29 de mayo de 2021

DOS MUERTES VIOLENTAS

 


 y la coincidencia de dos casas: la historia del montonero que asesinó a Rucci

Aldo Duzdevich

Infobae, 29 de Mayo de 2021

Periodista y escritor

 

El 29 de mayo de 1977, en El Ceibo 1175 de Haedo, cayó muerto Juan Julio Roqué, miembro del comando montonero que en 1973 mató a José Ignacio Rucci. A tres cuadras, por la misma vereda, en El Ceibo 877, tenía su vivienda la familia Rucci.

Contrariamente a lo que muchos pueden imaginar, la única propiedad inmueble que tuvo el Secretario General de la CGT de 1970 a 1973, fue una modesta casa en ese sencillo barrio de trabajadores de Haedo. Según cuenta su hijo Aníbal, su padre compró el terreno, con una construcción precaria, que fue ampliando y convirtiendo en vivienda, trabajando él mismo de albañil. Vivieron allí hasta mayo de 1973, cuando la familia se mudó a una casa prestada por su amigo Antonio Ianinni sita en Avellaneda 2953, donde Rucci fue asesinado el 25 de Septiembre de 1973 .

Por razones de seguridad, Rucci vivía durante la semana, en un departamento en el edificio de la CGT en la calle Azopardo; pero los fines de semana los pasaba con su familia. Según el ex-montonero que dio testimonio a Ceferino Reato para su libro Operación Traviata “los hijos de Rucci iban a la escuela Almirante Brown de Haedo, y una maestra nos dio el dato (…) así, siguiendo a los chicos llegamos a la casa de la calle Avellaneda”. La escuela queda a 8 cuadras de la casa de El Ceibo 877, y por la mudanza a mitad de año, los padres decidieron mantenerlos allí.

José Ignacio Rucci

Rucci provenía de una familia humilde de Alcorta, Santa Fe. Su padre no tenía trabajo fijo e iba peregrinando por distintas estancias haciendo labores. José después de la primaria siguió en la Escuela de Artes y oficios. En Santa Fe hizo varios trabajos ocasionales. En 1945 viajó a probar suerte a Buenos Aires. En 1946 ingresó como tornero en la metalúrgica La Hispano Argentina, y luego a Catita, la fabrica de cocinas y estufas. Eran los años de expansión industrial del peronismo, donde el gremio metalúrgico paso de 6000 a 200.000 afiliados en pocos años. Como la mayoría de los jóvenes obreros de la época, estuvo el 17 de octubre en Plaza de Mayo. En 1947 fue elegido delegado de fábrica y allí comenzó su carrera como gremialista.

Según su biógrafo Luis Fernando Beraza, en esos años, estuvo muy cercano a Esteban Rey, un dirigente que provenía del troskismo integrado al peronismo. Esto le valió a José algunas acusaciones de “zurdo”. Aunque también el mismo Timoteo Vandor, tuvo entre sus asesores, ex-troskistas de la llamada línea nacional.

En el bombardeo del 16 de Junio, Rucci subió a un camión junto a sus compañeros de fábrica para llegar a Plaza de Mayo y en Paseo Colón fueron recibidos por ráfagas de metralla que caían desde el cielo. Después del 55 participó de la Resistencia en sabotajes y colocación de bombas de estruendo. La UOM, en noviembre de 1956, desafió al dictador Pedro Eugenio Aramburu con un paro por tiempo indeterminado que terminó con 400 trabajadores detenidos. Surgía una nueva generación de dirigentes combativos entre ellos Vandor, Armando Cabo, Avelino Fernández, Paulino Niembro y Abdallah Balluch, entre otros.

En enero de 1959, en solidaridad con la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre, la UOM impulsó un paro nacional y fueron detenidos todos sus dirigentes, entre ellos Rucci, quien pasó un año preso en el penal de Santa Rosa. Al poco tiempo de ser liberado, volvió a prisión, por la aplicación del Plan Conintes de Arturo Frondizi.

En julio de 1970, por la propuesta del jefe de la UOM Lorenzo Miguel y con el expreso apoyo de Perón, José Rucci fue elegido Secretario General de la CGT. El 14 de septiembre lanzó un documento que retomaba las consignas de La Falda de 1957. El mismo proponía “la nacionalización de la banca, el comercio exterior y el seguro; liquidación de los latifundios; reforma agraria; defensa de la industria nacional; participación obrera en propiedad, dirección y ganancias de las empresas”

Dentro del sindicalismo convivieron siempre dos corrientes de pensamiento. Quienes entienden que los sindicatos deben estar en una lucha meramente reivindicativa de sus representados y quienes entienden que el movimiento obrero debe tener una identidad política con el objetivo de construir una sociedad mas justa e igualitaria. En 1970 esa identidad política era el peronismo y la lucha por el retorno de Perón. Con el peronismo en el gobierno Rucci fue una de las tres patas del Pacto Social. Un amplio acuerdo de concertación entre Gobierno-Empresarios y Sindicatos, tutelado por el poder político de Perón. Rucci garantizaba en esa mesa la presencia de los trabajadores. Nunca quiso ni tuvo aparato propio. Fue hasta el día de su muerte un dirigente a las ordenes de Perón. Esa lealtad la pagó con su vida.

Juan Julio Roqué

Nació en la provincia de Córdoba 1940. Se recibió de Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Trabajó de docente y fue rector de un colegio de enseñanza media.

Según Horacio Tarcus, Roqué comenzó a militar políticamente a los 14 años en la escuela secundaria y luego en la universidad, con posiciones ideológicas de liberal, anarquista y también intelectual izquierdista. Estudió el marxismo y la epistemiologia, y consideraba que la educación tenía un papel clave en la transformación de la sociedad.

Participó activamente del Cordobazo de 1969. Luego fue uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en dicha provincia. Recibió instrucción militar en Cuba y se reveló como un experto y certero tirador. En 1972 dirigió la ejecución en Rosario del General Juan Carlos Sánchez.

En una carta para sus hijos, escrita al pasar a la clandestinidad en 1971, explica cuando nació su vocación revolucionaria: “Descubrir el dolor ajeno y sentirlo como propio, es el primer paso para convertirse en revolucionario.(…) Yo recuerdo exactamente cuando comencé a convertirme en un revolucionario. Fue un día de invierno muy frío, en que un compañero de la escuela primaria se cayó casi congelado en la puerta del edificio donde estaban las aulas. Yo tendría 8 ó 9 años. Ví que ese chico tenía solo el guardapolvo escolar encima de una camisa rotosa. Su frío fue para mí un sufrimiento concreto. De pronto sentí una profunda vergüenza por mis ropas abrigadas, por mis zapatos y medias de lana. (…) ‘Los argentinos somos ricos porque la Argentina es un país riquísimo’ seguía diciendo la maestra y citaba largas listas de producción de trigo, carne, azúcar y ventajosas ubicaciones en los rankings de producción en los países del mundo. Sin embargo yo conocía compañeros que no comían nada antes de caminar los cinco kilómetros que los separaban de la escuela, y que aguantaban el hambre hasta la tarde con una batata asada que les daban sus padres al salir de su casa. Esos padres trabajaban cultivando enormes trigales y cuidando centenares de vacas y no tenían más que una batata para darle a sus hijos.”

Según varios autores (menos Juan Gasparini) el comando de FAR-Montoneros que ejecutó a Rucci estuvo integrado por Julio Roqué, Eduardo Tomás Miguel Molinete, Horacio Antonio Arrue, y Marcelo Daniel Kurlat, entre otros.

A fines de 1976, cuando la conducción montonera partió al exilio, Roqué se quedó en el país como único miembro de la conducción nacional. En marzo de 1977 en una nota a una revista chilena Roqué expresó sus dudas sobre la estrategia adoptada por la organización. “La correlación de fuerzas en el plano militar, en tanto nosotros nos definamos como un ejército, como un aparato militar y pretendamos enfrentar al enemigo en esos términos, es tan desfavorable que nuestro aniquilamiento es seguro, tarde o temprano.”

En la casa de El Ceibo 1175 vivían en la planta baja, el matrimonio Vasallo (también militantes montoneros) con sus dos niños y en la planta alta Roqué. La normalidad de los Vasallo ofrecía una cobertura creíble. Ese 29 de mayo, Vasallo salió en su renoleta a “cubrir una cita” de un militante que venía hablar con Roqué. Pero, el militante había sido capturado y torturado y “entregó la cita”. Vasallo fue secuestrado y obligado a dar su dirección.

Al poco tiempo un grupo de tareas de la ESMA al mando de Jorge Vildoza rodeó la casa y se desató un intenso tiroteo. Al quedarse sin munición, Lino Roqué se suicidó.

La cercanía de ambas casas

No esta claro si se trata de una casualidad o causalidad. Sabemos que la casa operativa de montoneros estaba ocupada desde tiempo antes. Allí vivieron durante 1976 Lino y su pareja Gabriela Yofre, hasta el mes de octubre, cuando Gabriela fue detenida y se “levanto” la casa.

La familia Rucci vivió en El Ceibo 877 hasta el 25 de mayo de 1973. Según cuenta Aníbal, en el 74 o 75 volvieron a vivir allí, porque era la única casa que tenían. Pero los niños sufrían mucho por el recuerdo de su padre y finalmente la tuvieron que vender y buscar un sitio nuevo.

Los tiempos de la casa montonera, en principio, no coinciden con los de la familia Rucci. Pero, como le contó el ex-montonero a Reato, montaron una vigilancia de la escuela de los niños, entonces, la cercanía podría dejar de ser casualidad, a tener una causa muy concreta.

María Inés Roque en 2004 estrenó una película llamada Papa Iván, donde hace un largo recorrido de la vida de su padre y de las circunstancias de su muerte, buscando respuestas que finalmente no encuentra.

Claudia Rucci, militante del PRO, conserva un enconado disgusto con los sobrevivientes montoneros y aquellos que según cree, los protegen.

Aníbal Rucci mantiene otra actitud; la vida y la militancia política en el peronismo lo han llevado a una reflexión madura. Incluso pudo sentarse y conversar con el hijo de Firmenich, Marito, en la inteligencia de que los hijos no tienen porque hacerse cargo de la historia de sus padres.

Josecito Duhalde, militante peronista de Morón, quien me acercó esta historia dice: “El cantante y compositor Carlos Barocela oriundo de Haedo, que vivía a pocas cuadras de la calle El Ceibo, en una canción homenaje a su ciudad escribió que ‘cuatro calles podían ser el universo’. Quizás en este caso una misma calle pueda encontrar cara a cara a Rucci y a Roqué y mezclarlos para la eternidad en la vida y en la muerte.”

 

* Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón