lunes, 24 de marzo de 2008

Actitud de una abuela frustrada



Nos escribe Roberto Julián Gutiérrez

En el año 2001 fui citado por la Dra. Servini de Cubría debido a que, como ella personalmente me explicó, se había recibido una denuncia anónima ante Abuelas indicando que yo podría ser el nieto que busca la Sra. Enriqueta Estela Barnes de Carlotto.

Luego de extraerme sangre para el ADN, y sin recibir respuesta por varios años pese a mis periódicos reclamos, finalmente advertí que en realidad Servini de Cubría me había engañado sobre las circunstancias de la denuncia ya que no era anónima ni se había presentado ante Abuelas. Por el contario la denuncia se efectuó en su juzgado y estaba dirigida directamente hacia contra mi padre como un apropiador de menores conocido como "el tigre de Morón" durante su actuación como magistrado del fuero penal en ese entonces.
Claro que rápidamente mi padre querelló al denunciante por falso testimonio, presentando una lista de funcionarios judiciales, abogados y distintos amigos, que ni siquiera fue necesario que declaren ya que el titular del Juzgado Federal 9 de Capital entendió que la denuncia era un disparate y que el denunciante era un demente, como así lo determinó el Cuerpo Médico Forense, y consideró que realmente su denuncia constituía un verdadero falso testimonio, pero lo tuvo que declarar inimputable dejando salvo el buen nombre de mi padre.
En la causa de Servini de Cubría quedó también probado que mi padre nunca registró ninguna denuncia por su participación durante el Proceso Militar dentro de la justicia.
Por mi lado, fui engañado por esta magistrada para acceda de la forma menos controvertida a la prueba de ADN, ya que de saber la verdad era lógico que me negaría.

Esta absurda denuncia se centró en que yo tenía un parecido físico con el esposo de la Sra. de Carlotto como único argumento para relacionarme con ese matrimonio en particular y no con otros. Lo peor, además del engaño, fue que se diera curso a su disparatado relato el cual se advierte a simple vista es producto de un demente.
Pero también existió enorme responsabilidad y culpa por parte de la Sra. de Carlotto. Ella tuvo el resultado negativo de mi ADN, practicado por un perito de su parte en EEUU, y recién lo agregó al expediente casi un año más tarde.
Esto demuestra, a mi entender, sin margen a equivocación dos hipótesis, sobre todo teniendo en cuenta que era un perito contratada por ella; la primera hipótesis es que Carlotto no le importó que yo me enterara rápidamente del resultado por lo que se nota su claro desprecio por mi persona -posible nieto pero indiscutible persona de todos modos-.
La segunda, sólo resta pensar que no le importaba ni siquiera hallar a su nieto, cosa que no creo, pero cómo se explica que no acercara el resultado al juzgado a lo largo de un año, acaso va a decir que no podía comunicarse con su perito -mail, teléfono, carta, o fax- es ridículo. Entonces resulta claro que nunca le importó lo que yo sentía.

Pero incluso este resultado como los demás practicados en el Banco Nacional de Datos Genéticos, nunca me fueron notificados porque claramente sabían que se habían equivocado muy groseramente conmigo. Esto sucedió en el año 2001, y el primero de los resultados de ADN estaba informado al juzgado a menos de 30 días de mi extracción de sangre, pero nunca me los notificaron.
Es un disparate y una vergüenza de estas dos Señoras, pero no es sólo por eso que me indigné ni tampoco por el sufrimiento que tuvieron que pasar mis padres y demás seres queridos, sino que la falta de notificación es además consecuente con la falta de una disculpa de estas dos señoras, y me refiero en particular a Carlotto.
Su lucha como las de las demás abuelas no es ni buena ni mala, es justa y es lo que toda abuela en su caso debe encarar, más allá de tratarse del proceso militar o de cualquier otro caso. Me explico, no creo que se entiende mi postura. No pretendo criticar ninguna lucha ni menos cuestionar ninguna causa, sólo me refiero a este caso que me tocó vivir, por el cual ni siquiera recibí un llamado diciéndome "mirá Roberto, discúlpame pero me equivoqué, esto es muy difícil", o lo que me pudieran decir, pero primero la palabra disculpas, perdón. Esta ausencia de humildad y de humanidad es la que le reprocho a la Sra. Carlotto y la que la hace parecerse a las personas que tanto ella como yo cuestionamos. Si hubiera existido un contacto seguramente no hubiera llegado a este momento.
Tal vez, desde afuera se pueda minimizar, pero mi sufrimiento me trajo graves consecuencia físicas y psíquicas, y jamás se lo voy a perdonar. Que sea Dios quien la exima de culpa, yo no tengo ese don y debo responder también por el sufrimiento de mi familia.

En su oportunidad denuncié ante el Consejo de la Magistratura a Servini de Cubría (2006), y obviamente la archivaron, pero sin siquiera contestar a la mitad de mis gravísimas acusaciones que la involucraban engañándome para obtener mi consentimiento, sembrando pruebas falsas, como testimonios y recortes periodísticos, entre otras cargos. Lo que resulta predecible y no escapa a la lógica desestimación automática de un órgano político como este consejo protector de jueces amigos del Poder Ejecutivo. Tampoco el hecho de nunca haberme notificado de ese ADN –hechos trascendental en mi vida- fue una causal de sanción disciplinaria. Entonces qué más podía esperar.
Finalmente, ante ello, decidí denunciarla penalmente por sus vejaciones hacia mi persona, la cual quedó radicada ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12 de Cap. Fed., y que actualmente se encuentra en la Cámara Federal (noviembre de 2007) debido a una apelación que interpuse respecto de la desestimación de la misma (casualmente por no contestar los mismos puntos que omitió tratar el Consejo de la Magistratura).
Ahora estoy analizando una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Si desean leer las notas que me hicieron, ver páginas 100/101, de la revista “Noticias”, ejemplar nro. 1593, del 7 de julio de 2007; y de las páginas 30/40, de la revista “Cuarto Intermedio”, ejemplar nro. 48, del mes de septiembre/octubre ppdo..
Necesito ayuda para difundir este caso, que no es el único, existe otro similar entro juzgado federal de Capital Federal, aún peor porque en ese caso el joven que se indicaba como nieto de una abuela que integra Abuelas de Plaza de Mayo, órgano que recibió la denuncia como siempre anónima, finalmente resultó ser hijo del matrimonio denunciado según el Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional y la Fundación Favaloro, pero luego de más de haberse apelado la causa, hace una semana la cámara Federal decretó la nulidad de esos exámenes porque debe realizarse en el Banco Nacional de Datos Genéticos únicamente y no en la máxima oficina pericial de la justicia nacional o en esa la prestigiosa fundación. La familia está muy desmoralizada, pero si los convenzo de hacerlo público, muy pronto se enterarán de este caso todavía más increíble.
Saludo a Ud. muy atentamente.

Roberto Julián Gutiérrez, DNI nro. 27.603.912.

NuevoEncuentro 23/03/08