Nadin Argañaraz
Un estudio de la relación financiera entre la Nación y las provincias requiere considerar, como mínimo, dos cuestiones básicas: por un lado, diferenciar entre los tipos de transferencias, fundamentalmente entre las automáticas y las discrecionales; y, por otro, analizar la distribución de los recursos de origen nacional que reciben las diversas jurisdicciones provinciales.
Analizando las transferencias automáticas que realiza la Nación a las provincias, esto es, los recursos provenientes de la coparticipación federal de impuestos y leyes especiales que se distribuyen a nivel global, resulta indiscutible la desaceleración observada durante el corriente año.
En efecto, de crecer a una tasa promedio anual de casi el 30 por ciento en el período que va de 2004 a 2008, durante los primeros nueve meses de este año las transferencias automáticas a provincias aumentaron a razón de un 7,5 por ciento interanual, es decir, un cuarto del crecimiento observado en los últimos años. Esta situación es consecuencia de la desaceleración del crecimiento nominal de la recaudación tributaria nacional coparticipable.
Según el artículo 7º de la ley de coparticipación federal de impuestos, la proporción de recursos tributarios recaudados por la administración central que se transfiera automáticamente a los fiscos subnacionales debe ser, como mínimo, del 34 por ciento. A diferencia de lo ocurrido durante los noventa, a partir de 2002 se deja de cumplir con este piso, y el ratio promedio es cercano al 32 por ciento.
La explicación de este incumplimiento es muy simple: está fundamentada en la incorporación en la estructura tributaria nacional del impuesto al cheque, cuya coparticipación es inferior a la del IVA, por ejemplo, y de los derechos de exportación, que no son coparticipables.
Es interesante apreciar que la creación del Fondo Federal Solidario en abril de este año (que se distribuye a las provincias según los coeficientes de la distribución secundaria de la coparticipación) posibilitó que a partir de ese mes el ratio estuviera en torno al 34 por ciento. Este fondo actúa como mecanismo automático de coparticipación de los derechos de exportación cobrados al complejo sojero, y es de ahí que surge la explicación sobre la suba del ratio.
Además de las transferencias automáticas de recursos, la Nación gira fondos a las provincias por otros conceptos, tanto de carácter corriente como de capital. La diferencia con las primeras es el carácter básicamente discrecional de este tipo de transferencias.
Las transferencias no automáticas, tanto corrientes como de capital, han tenido una evolución más volátil; presentaron una importante aceleración en el último año. En efecto, durante los primeros nueve meses de 2009 crecieron a una tasa interanual del 56 por ciento, frente a un promedio del 30 por ciento anual, correspondiente al período 2004-2008, por lo que se diferenció de la tasa de crecimiento del 7,5 por ciento de las transferencias automáticas, mencionada anteriormente.
Esta diferente evolución entre los dos tipos de transferencias ha modificado la estructura de las transferencias totales de recursos enviados a las provincias, con una mayor participación de las no automáticas (un 31 por ciento actual frente al 25 por ciento en el año 2008) y una menor de las automáticas (69 por ciento frente a un 75 por ciento del año pasado).
Como ya se anticipó en este artículo, el segundo punto que es necesario considerar en un estudio de transferencias a las provincias tiene que ver con la distribución de los fondos entre las jurisdicciones, puesto que pueden existir diferencias importantes respecto a los valores promedio evidenciados por el conjunto.
Si bien los últimos datos oficiales disponibles por provincia corresponden al primer semestre de 2008, se puede realizar un interesante análisis de los distintos tipos de transferencias per cápita que se efectuaron entre jurisdicciones a lo largo del período comprendido entre 2003 y el primer semestre de 2008.
Se considera razonable tomar un período superior a un año, dado que si se toma solamente uno, pueden aparecer distorsiones, ya que el dinero transferido puede ser muy alto o muy bajo, según el momento de ejecución en que se encuentre una obra que, por ejemplo, se esté financiando.
En materia de transferencias automáticas por habitante, acumuladas durante todo el período (ver gráfico), se observa que Tierra del Fuego fue la mayor receptora y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), la menor. La variabilidad de la distribución tiene en parte su origen en los coeficientes de distribución secundaria de coparticipación vigentes para cada provincia.
Respecto de las transferencias no automáticas, para financiar gastos provinciales tanto corrientes como de capital, se observa una mayor variabilidad que la que tuvieron los envíos automáticos. Las provincias de Santa Cruz y La Rioja fueron las jurisdicciones que más recursos por habitante recibieron en el período considerado.
Considerando de manera conjunta la totalidad de recursos transferidos a las provincias en el período que va desde 2003 hasta el primer semestre del 2008 (automáticas, no automáticas corrientes y no automáticas de capital), se observa que Santa Cruz, Tierra del Fuego, La Rioja y Catamarca fueron las cuatro provincias con mayor cantidad de transferencias por habitante, mientras que Córdoba, Mendoza, Buenos Aires y CABA se constituyeron en las cuatro posiciones del otro extremo.
Dispersión de fondos
Una cuestión no menor es que la variabilidad de las transferencias por habitante totales a provincias es mayor que la variabilidad de los envíos automáticos. Esto implica que las transferencias que poseen mayor grado de discrecionalidad profundizaron en estos últimos años la dispersión de fondos implícita en los coeficientes de distribución secundaria de la coparticipación federal de impuestos de nuestro país.
Dado que se está volviendo a hablar con mayor frecuencia de la necesidad de reformar el esquema de reparto de los ingresos fiscales del país, resulta esencial que cualquier análisis que se realice incluya todos los tipos de recursos otorgados, y no solamente los automáticos.
Resulta importante avanzar hacia esquemas en los que prime la automaticidad y, consecuentemente, la previsibilidad, a la hora de tomar decisiones a nivel de provincias.
[El autor es presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf)].
La Nación, 1-11-09
Un estudio de la relación financiera entre la Nación y las provincias requiere considerar, como mínimo, dos cuestiones básicas: por un lado, diferenciar entre los tipos de transferencias, fundamentalmente entre las automáticas y las discrecionales; y, por otro, analizar la distribución de los recursos de origen nacional que reciben las diversas jurisdicciones provinciales.
Analizando las transferencias automáticas que realiza la Nación a las provincias, esto es, los recursos provenientes de la coparticipación federal de impuestos y leyes especiales que se distribuyen a nivel global, resulta indiscutible la desaceleración observada durante el corriente año.
En efecto, de crecer a una tasa promedio anual de casi el 30 por ciento en el período que va de 2004 a 2008, durante los primeros nueve meses de este año las transferencias automáticas a provincias aumentaron a razón de un 7,5 por ciento interanual, es decir, un cuarto del crecimiento observado en los últimos años. Esta situación es consecuencia de la desaceleración del crecimiento nominal de la recaudación tributaria nacional coparticipable.
Según el artículo 7º de la ley de coparticipación federal de impuestos, la proporción de recursos tributarios recaudados por la administración central que se transfiera automáticamente a los fiscos subnacionales debe ser, como mínimo, del 34 por ciento. A diferencia de lo ocurrido durante los noventa, a partir de 2002 se deja de cumplir con este piso, y el ratio promedio es cercano al 32 por ciento.
La explicación de este incumplimiento es muy simple: está fundamentada en la incorporación en la estructura tributaria nacional del impuesto al cheque, cuya coparticipación es inferior a la del IVA, por ejemplo, y de los derechos de exportación, que no son coparticipables.
Es interesante apreciar que la creación del Fondo Federal Solidario en abril de este año (que se distribuye a las provincias según los coeficientes de la distribución secundaria de la coparticipación) posibilitó que a partir de ese mes el ratio estuviera en torno al 34 por ciento. Este fondo actúa como mecanismo automático de coparticipación de los derechos de exportación cobrados al complejo sojero, y es de ahí que surge la explicación sobre la suba del ratio.
Además de las transferencias automáticas de recursos, la Nación gira fondos a las provincias por otros conceptos, tanto de carácter corriente como de capital. La diferencia con las primeras es el carácter básicamente discrecional de este tipo de transferencias.
Las transferencias no automáticas, tanto corrientes como de capital, han tenido una evolución más volátil; presentaron una importante aceleración en el último año. En efecto, durante los primeros nueve meses de 2009 crecieron a una tasa interanual del 56 por ciento, frente a un promedio del 30 por ciento anual, correspondiente al período 2004-2008, por lo que se diferenció de la tasa de crecimiento del 7,5 por ciento de las transferencias automáticas, mencionada anteriormente.
Esta diferente evolución entre los dos tipos de transferencias ha modificado la estructura de las transferencias totales de recursos enviados a las provincias, con una mayor participación de las no automáticas (un 31 por ciento actual frente al 25 por ciento en el año 2008) y una menor de las automáticas (69 por ciento frente a un 75 por ciento del año pasado).
Como ya se anticipó en este artículo, el segundo punto que es necesario considerar en un estudio de transferencias a las provincias tiene que ver con la distribución de los fondos entre las jurisdicciones, puesto que pueden existir diferencias importantes respecto a los valores promedio evidenciados por el conjunto.
Si bien los últimos datos oficiales disponibles por provincia corresponden al primer semestre de 2008, se puede realizar un interesante análisis de los distintos tipos de transferencias per cápita que se efectuaron entre jurisdicciones a lo largo del período comprendido entre 2003 y el primer semestre de 2008.
Se considera razonable tomar un período superior a un año, dado que si se toma solamente uno, pueden aparecer distorsiones, ya que el dinero transferido puede ser muy alto o muy bajo, según el momento de ejecución en que se encuentre una obra que, por ejemplo, se esté financiando.
En materia de transferencias automáticas por habitante, acumuladas durante todo el período (ver gráfico), se observa que Tierra del Fuego fue la mayor receptora y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), la menor. La variabilidad de la distribución tiene en parte su origen en los coeficientes de distribución secundaria de coparticipación vigentes para cada provincia.
Respecto de las transferencias no automáticas, para financiar gastos provinciales tanto corrientes como de capital, se observa una mayor variabilidad que la que tuvieron los envíos automáticos. Las provincias de Santa Cruz y La Rioja fueron las jurisdicciones que más recursos por habitante recibieron en el período considerado.
Considerando de manera conjunta la totalidad de recursos transferidos a las provincias en el período que va desde 2003 hasta el primer semestre del 2008 (automáticas, no automáticas corrientes y no automáticas de capital), se observa que Santa Cruz, Tierra del Fuego, La Rioja y Catamarca fueron las cuatro provincias con mayor cantidad de transferencias por habitante, mientras que Córdoba, Mendoza, Buenos Aires y CABA se constituyeron en las cuatro posiciones del otro extremo.
Dispersión de fondos
Una cuestión no menor es que la variabilidad de las transferencias por habitante totales a provincias es mayor que la variabilidad de los envíos automáticos. Esto implica que las transferencias que poseen mayor grado de discrecionalidad profundizaron en estos últimos años la dispersión de fondos implícita en los coeficientes de distribución secundaria de la coparticipación federal de impuestos de nuestro país.
Dado que se está volviendo a hablar con mayor frecuencia de la necesidad de reformar el esquema de reparto de los ingresos fiscales del país, resulta esencial que cualquier análisis que se realice incluya todos los tipos de recursos otorgados, y no solamente los automáticos.
Resulta importante avanzar hacia esquemas en los que prime la automaticidad y, consecuentemente, la previsibilidad, a la hora de tomar decisiones a nivel de provincias.
[El autor es presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf)].
La Nación, 1-11-09