Reproducimos el documento adjunto, al sólo efecto de dejar en evidencia la situación de la Arquidiócesis de Córdoba. Basta leerlo para concluir que no se trata de un "plan pastoral", con la metodología recomendada desde la Conferencia de Medellín, hace 41 años. En efecto, no contiene, adecuadamente definidos:
-Objetivos
-Etapas
-Metas cuantificadas
-Indicadores para evaluar
Puede consultarse, para conocer la metodología aconsejable, el "Manual de Planificación Pastoral" (Cabello-Espinoza-Gómez), Santiago de Chile, CEPLANE, 1998.
Además del Plan Pastoral de Córdoba, se agrega a continuación un modelo concreto de Plan Pastoral, diseñado según la metodología recomendada.
Además del Plan Pastoral de Córdoba, se agrega a continuación un modelo concreto de Plan Pastoral, diseñado según la metodología recomendada.
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PLAN PASTORAL 2010-2012
Recordamos el OBJETIVO del MOMENTO KERIGMÁTICO
“Que todos los hombres y mujeres que conformamos el Pueblo de Dios aquí en Córdoba, en familias y comunidades
• hagamos la experiencia de encontrarnos con Jesús que nos ama entrañablemente, nos llama a cada uno por nuestro nombre y desde nuestra realidad, para ser sus discípulos que, nutridos con el pan de su Palabra, se reconocen como hijos, hermanos entre sí
• y generemos nuevos espacios para la comunicación y el encuen-tro con la sociedad y la cultura ”
En el Primer Plan corto resaltábamos la necesidad de reconocer el Reino de Dios presente en tantos hombres y mujeres, acontecimientos y realidades de nues-tra tierra cordobesa. Con un fuerte exigencia a “salir”, a “acortar las distancias” que en tantos casos nos separaban y a generar espacios en donde sea posible vivir y compartir la experiencia de encontrarnos con Jesús y nuestros hermanos.
El TRIENIO 2010-1012 estará animado por el siguiente OBJETIVO
“Que como Pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, junto a los hombres y mujeres de buena voluntad, hagamos en Cristo la experiencia de hijos y hermanos, de pasar de habitantes a ciudadanos, llegando a todos, a través de la realidad de cada familia, en misión evangelizadora permanente.”
El DESARROLLO DEL OBJETIVO tiene en cuenta estos temas fundamentales
HACER LA EXPERIENCIA DE ENCONTRARNOS CON JESÚS
Y RECONOCERNOS HIJOS Y HERMANOS
El encuentro con Jesús es lo decisivo en la maduración de nuestra fe. En Jesús queremos reconocernos hijos y hermanos de una familia, de la Patria, y del Pueblo de Dios.
DESTINATARIA PRIVILEGIADA DE ESTE NUEVO PLAN CORTO: LA FAMILIA
Las diversas situaciones que deben afrontar las familias son una preocupación sentida por todos. Nos dirigimos a la familia en este Momento Kerigmático con una actitud de llegar a ella desde la realidad que vive.
JÓVENES
Hemos dado un paso importante en encontrarnos adultos y jóvenes. Esto nos ha permitido con oración y reflexión vislumbrar algunos nuevos caminos para un trabajo compartido. Deberemos continuar aprendiendo y generar los espacios nece-sarios para que muchos más jóvenes puedan realizar la experiencia del amor de Jesús en nuestras comunidades.
ESTRUCTURAS DE COMUNICACIÓN QUE NOS PERMITAN LLEGAR A TODOS,
EN UNA MISIÓN EVANGELIZADORA PERMANENTE
La comunicación es un aspecto a dinamizar en el Momento Kerigmático. Es un planteo que está presente en los cuatro procesos fundamentales. Está en sintonía con la invitación de Aparecida a una Misión Continental. Se vincula muy bien el tema de la familia con el llegar a todos. Todos estamos dentro de una familia (distintas realidades familiares) Deseamos llegar a las familias buscando generar un proceso de formación con todos y no sólo para informar actividades. Será conve-niente clarificar el para qué llegamos a todos.
ES EL MOMENTO PARA QUE LAS DISTINTAS INSTANCIAS PASTORALES ELABOREN SU PROGRAMACIÓN TENIENDO EN CUENTA EL OBJETIVO DEL NUEVO PLAN CORTO
Es un tema pendiente de las instancias pastorales de la diócesis. Tenemos que seguir aprendiendo a integrar los distintos elementos para una buena programación que unifique nuestra misión, evitando la dispersión y superposición de actividades, y nos ayude a vivir en lo cotidiano el espíritu del plan.
Algunos de los TEMAS-VALORES a resaltar para cada año de este plan corto:
“Que como Pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, junto a los hom-bres y mujeres de buena voluntad, con y al modo de Jesús actualicemos la conciencia y la experiencia de ser hijos sabiéndonos y sin-tiéndonos parte viva (la vida es un don) de nuestra familia, de nues-tra Patria y del Pueblo de Dios”
“Que como Pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, junto a los hombres y mujeres de buena voluntad, renovemos nuestros vínculos como hermanos que comparten la vida (la vida es reciprocidad) y son corresponsables en la familia, en nuestra Patria y el Pueblo de Dios”
“Que como Pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, junto a los hombres y mujeres de buena voluntad, asumamos el compromiso de construir (la vi-da es tarea) nuestras familias, nuestra Patria y el Pueblo de Dios.”
La Concreción del Proceso Pastoral tendrá en cuenta los Ámbitos de:
LA FAMILIA: reconocerme hijo de una familia; padre-madre de una fami-lia (Nivel Antropológico).
LA PATRIA: reconocerme hijo de una Patria; la Patria que me acoge co-mo suyo (Nivel Sociológico- Ecológico).
EL PUEBLO DE DIOS: reconocerme hijo de de Dios; Dios que nos hace hijos en su Hijo (Nivel Teológico-Eclesiológico)
GESTOS DIOCESANOS
Es importante que cada comunidad sostenga y profundice los gestos pasto-rales que realiza en el tiempo de Cuaresma y Pascua, teniendo en especial consideración a los enfermos y ancianos.
Para el tiempo pascual, y continuando con el gesto misionero de adviento, la propuesta es salir nuevamente al encuentro de las familias de nuestras comunidades llevándoles el agua bendecida la Noche de Pascua y una ora-ción para que bendigan la casa, y especialmente a los niños, ancianos y en-fermos El Jueves Santo: Mons. Ñáñez presidirá la celebración de la Cena del Señor en la Parroquia de Unquillo invitando particularmente a los inte-grantes de la Casa del Niño. El Viernes Santo presidirá el vía crucis que se celebra en el centro de la ciudad de Córdoba.
El camino hacia el Bicentenario (2010-2016) es uno de los temas fundamen-tales que atraviesa el nuevo plan corto, en el trabajo por la inclusión de todos y el compromiso de pasar de meros habitantes a responsables ciudadanos. Estos años pasados la iniciativa fue de celebrar las fiestas patrias junto a las escuelas de gestión pública. Creemos importante continuar con este trabajo, tratando de que se sumen otras instituciones intermedias.
El Arzobispo presidirá, junto a los líderes religiosos de las otras confesio-nes religiosas la celebración del 9 de Julio en un lugar público a determi-nar.
Año tras año la fiesta de Ntra. Sra. del Rosario del Milagro nos permi-te actualizar y crecer en la conciencia de pertenencia a nuestra Iglesia de Córdoba. La novena presidida por el Arzobispo en las distintas zonas pas-torales confirma el camino de comunión de las comunidades. En el tiempo del nuevo plan los temas principales que animaran la celebración de la fiesta girarán en torno a los jóvenes, el bicentenario, la familia, la patria y el pueblo de Dios. Será oportunidad para llegar nuevamente a las familias de nuestras comunidades, en gesto misionero.
CELEBRACIONES Y ACTIVIDADES Y FORMATIVAS:
La peregrinación a la gruta de la Virgen de Lourdes en Alta Gracia, es una expresión libre y profunda del Pueblo de Dios para agradecerle y suplicarle al Dios de la vida su presen-cia providente en medio suyo. El ser hijos en el Hijo, parte de un pueblo y de una Patria, deberán animar el espíritu de esta celebración. Ante tanta orfandad y soledad, María nos acoge como hijos en su Hijo.
Taller de pastoral: sobre “La persona, el proyecto y la pedagogía de Jesús”, animado por el Pbro. Lic Alejandro Puiggari (Arq. de Buenos Aires). Dirigido a los agentes pastorales de
las zonas, parroquias, movimientos y asociaciones, comisiones diocesanas, re-ligiosas/os,con el compromiso de multiplicar este taller en las distintas comuni-dades de la Arquidiócesis.
Vigilia de Pentecostés para jóvenes. La Comisión de jóvenes de la Arquidió-cesis concretará la preparación y desarrollo de este acontecimiento de ora-ción, de encuentro y experiencia compartida con los jóvenes.
Una comisión de festejo del Bicentenario a nivel provincial realizará distintas propuestas a la ciudadanía. Vemos conveniente sumarnos, en la medida de las posibilidades, a algunas de estas actividades. Se ofrecerá un subsidio para la celebración de una oración de alabanza y acción de gracia a Dios por el don de nuestra Patria, para ser celebrada en cada comunidad (Te deum, mi-sas del fin de semana, catequesis, etc).
La Pastoral Social ofrecerá cada semana de mayo encuentros para reflexionar sobre la Doctrina Social de la Iglesia y los Bicentenarios 2010-2016
Mes de la solidaridad. Cáritas Arquidiocesana desde hace dos años lleva adelante este trabajo de concientización a toda la comunidad cordobesa sobre “Agosto, mes de la solidaridad”. Es muy importante que cada comunidad pueda sumarse a esta iniciativa desde sus posibilidades.
Talleres para el acompañamiento pastoral de los jóvenes, dirigido a los adultos y jóvenes mayores que animan esta pastoral. La Comisión confirmará las fechas.
La Junta Arquidiocesana de Educación Católica propondrá el encuentro del docente católico
La Junta Arquidiocesana de Catequesis celebrará el encuentro con los catequistas de toda la diócesis.
Retiro espiritual: 15 de mayo zonas pastorales impares y 26 de junio zonas pastorales pares. Las Comisiones Diocesanas de Liturgia y Pastoral de la Salud animarán los retiros.
24 de abril y 9 de octubre. Animados los encuentros por las Vicarías episcopales de la Ciudad y del Interior y Secretaría Canciller.
Expo-carisma. La comisión organizadora confirmará la fecha de realización, alrededor de los primeros días de octubre.
VISITAS PASTORALES
“A partir de la experiencia concreta de estas visitas y de las sugerencias recibidas en ellas, he comenzado a reflexionar sobre el modo cómo podría configurarse en el futuro la visita pastoral del obispo en una diócesis grande y compleja como la nuestra” (Carta de Mons. Ñañez a las Comi-siones Zonales)
Es por eso que Mons. Ñáñez ha dispuesto realizar la visita por Zona Pastoral convocando a participar a los Consejos Pastorales de las parroquias y los Consejos directivos de los colegios católicos. En el año 2009 se alcanzó a visitar 8 zonas pastorales y el 2010 visitará las 10 res-tantes en fechas que propondrá oportunamente a los decanos.
JORNADAS PASTORALES
13 de marzo, convocatoria para la reflexión del nuevo plan cor-to y el Bicentenario.
PRIMERA SESIÓN 2010 POR ZONAS PASTORALES
28 de agosto, 4 y 18 de septiembre
SEGUNDA SESIÓN 2010: JORNADA DIOCESANA
30 de octubre
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La Conferencia Episcopal mantiene el encargo de la Congregación para la Educación Católica
(de Seminarios y de los Institutos de Estudios) sobre la planificación de
Centros superiores de estudios eclesiásticos en España. Tras la visita de la Comisión de Verificación
en 1992 y 1993 y la reflexión habida en la Asamblea Plenaria ,
fueron establecidos unos criterios relativos a la planificación de estos
Centros. Después de estos años conviene reflexionar sobre la situación de los
centros, conforme a los criterios establecidos, en orden a continuar con el
trabajo de planificación y de coordinación de los mismos centros.
La Conferencia se ha pronunciado en muchas ocasiones y de
diferentes maneras sobre el problema del terrorismo en España. Ante la
situación actual resulta conveniente que, después de las intervenciones
habidas, se estimule una reflexión entre los teólogos e intelectuales católicos
y la misma Conferencia Episcopal elabore un documento sobre el terrorismo y la
aportación de la Iglesia
para su erradicación.
“Que todos los hombres y mujeres que conformamos el Pueblo de Dios aquí en Córdoba, en familias y comunidades
• hagamos la experiencia de encontrarnos con Jesús que nos ama entrañablemente, nos llama a cada uno por nuestro nombre y desde nuestra realidad, para ser sus discípulos que, nutridos con el pan de su Palabra, se reconocen como hijos, hermanos entre sí
• y generemos nuevos espacios para la comunicación y el encuen-tro con la sociedad y la cultura ”
En el Primer Plan corto resaltábamos la necesidad de reconocer el Reino de Dios presente en tantos hombres y mujeres, acontecimientos y realidades de nues-tra tierra cordobesa. Con un fuerte exigencia a “salir”, a “acortar las distancias” que en tantos casos nos separaban y a generar espacios en donde sea posible vivir y compartir la experiencia de encontrarnos con Jesús y nuestros hermanos.
El TRIENIO 2010-1012 estará animado por el siguiente OBJETIVO
“Que como Pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, junto a los hombres y mujeres de buena voluntad, hagamos en Cristo la experiencia de hijos y hermanos, de pasar de habitantes a ciudadanos, llegando a todos, a través de la realidad de cada familia, en misión evangelizadora permanente.”
El DESARROLLO DEL OBJETIVO tiene en cuenta estos temas fundamentales
HACER LA EXPERIENCIA DE ENCONTRARNOS CON JESÚS
Y RECONOCERNOS HIJOS Y HERMANOS
El encuentro con Jesús es lo decisivo en la maduración de nuestra fe. En Jesús queremos reconocernos hijos y hermanos de una familia, de la Patria, y del Pueblo de Dios.
DESTINATARIA PRIVILEGIADA DE ESTE NUEVO PLAN CORTO: LA FAMILIA
Las diversas situaciones que deben afrontar las familias son una preocupación sentida por todos. Nos dirigimos a la familia en este Momento Kerigmático con una actitud de llegar a ella desde la realidad que vive.
JÓVENES
Hemos dado un paso importante en encontrarnos adultos y jóvenes. Esto nos ha permitido con oración y reflexión vislumbrar algunos nuevos caminos para un trabajo compartido. Deberemos continuar aprendiendo y generar los espacios nece-sarios para que muchos más jóvenes puedan realizar la experiencia del amor de Jesús en nuestras comunidades.
ESTRUCTURAS DE COMUNICACIÓN QUE NOS PERMITAN LLEGAR A TODOS,
EN UNA MISIÓN EVANGELIZADORA PERMANENTE
La comunicación es un aspecto a dinamizar en el Momento Kerigmático. Es un planteo que está presente en los cuatro procesos fundamentales. Está en sintonía con la invitación de Aparecida a una Misión Continental. Se vincula muy bien el tema de la familia con el llegar a todos. Todos estamos dentro de una familia (distintas realidades familiares) Deseamos llegar a las familias buscando generar un proceso de formación con todos y no sólo para informar actividades. Será conve-niente clarificar el para qué llegamos a todos.
ES EL MOMENTO PARA QUE LAS DISTINTAS INSTANCIAS PASTORALES ELABOREN SU PROGRAMACIÓN TENIENDO EN CUENTA EL OBJETIVO DEL NUEVO PLAN CORTO
Es un tema pendiente de las instancias pastorales de la diócesis. Tenemos que seguir aprendiendo a integrar los distintos elementos para una buena programación que unifique nuestra misión, evitando la dispersión y superposición de actividades, y nos ayude a vivir en lo cotidiano el espíritu del plan.
Algunos de los TEMAS-VALORES a resaltar para cada año de este plan corto:
“Que como Pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, junto a los hom-bres y mujeres de buena voluntad, con y al modo de Jesús actualicemos la conciencia y la experiencia de ser hijos sabiéndonos y sin-tiéndonos parte viva (la vida es un don) de nuestra familia, de nues-tra Patria y del Pueblo de Dios”
“Que como Pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, junto a los hombres y mujeres de buena voluntad, renovemos nuestros vínculos como hermanos que comparten la vida (la vida es reciprocidad) y son corresponsables en la familia, en nuestra Patria y el Pueblo de Dios”
“Que como Pueblo de Dios que peregrina en Córdoba, junto a los hombres y mujeres de buena voluntad, asumamos el compromiso de construir (la vi-da es tarea) nuestras familias, nuestra Patria y el Pueblo de Dios.”
La Concreción del Proceso Pastoral tendrá en cuenta los Ámbitos de:
LA FAMILIA: reconocerme hijo de una familia; padre-madre de una fami-lia (Nivel Antropológico).
LA PATRIA: reconocerme hijo de una Patria; la Patria que me acoge co-mo suyo (Nivel Sociológico- Ecológico).
EL PUEBLO DE DIOS: reconocerme hijo de de Dios; Dios que nos hace hijos en su Hijo (Nivel Teológico-Eclesiológico)
GESTOS DIOCESANOS
Es importante que cada comunidad sostenga y profundice los gestos pasto-rales que realiza en el tiempo de Cuaresma y Pascua, teniendo en especial consideración a los enfermos y ancianos.
Para el tiempo pascual, y continuando con el gesto misionero de adviento, la propuesta es salir nuevamente al encuentro de las familias de nuestras comunidades llevándoles el agua bendecida la Noche de Pascua y una ora-ción para que bendigan la casa, y especialmente a los niños, ancianos y en-fermos El Jueves Santo: Mons. Ñáñez presidirá la celebración de la Cena del Señor en la Parroquia de Unquillo invitando particularmente a los inte-grantes de la Casa del Niño. El Viernes Santo presidirá el vía crucis que se celebra en el centro de la ciudad de Córdoba.
El camino hacia el Bicentenario (2010-2016) es uno de los temas fundamen-tales que atraviesa el nuevo plan corto, en el trabajo por la inclusión de todos y el compromiso de pasar de meros habitantes a responsables ciudadanos. Estos años pasados la iniciativa fue de celebrar las fiestas patrias junto a las escuelas de gestión pública. Creemos importante continuar con este trabajo, tratando de que se sumen otras instituciones intermedias.
El Arzobispo presidirá, junto a los líderes religiosos de las otras confesio-nes religiosas la celebración del 9 de Julio en un lugar público a determi-nar.
Año tras año la fiesta de Ntra. Sra. del Rosario del Milagro nos permi-te actualizar y crecer en la conciencia de pertenencia a nuestra Iglesia de Córdoba. La novena presidida por el Arzobispo en las distintas zonas pas-torales confirma el camino de comunión de las comunidades. En el tiempo del nuevo plan los temas principales que animaran la celebración de la fiesta girarán en torno a los jóvenes, el bicentenario, la familia, la patria y el pueblo de Dios. Será oportunidad para llegar nuevamente a las familias de nuestras comunidades, en gesto misionero.
CELEBRACIONES Y ACTIVIDADES Y FORMATIVAS:
La peregrinación a la gruta de la Virgen de Lourdes en Alta Gracia, es una expresión libre y profunda del Pueblo de Dios para agradecerle y suplicarle al Dios de la vida su presen-cia providente en medio suyo. El ser hijos en el Hijo, parte de un pueblo y de una Patria, deberán animar el espíritu de esta celebración. Ante tanta orfandad y soledad, María nos acoge como hijos en su Hijo.
Taller de pastoral: sobre “La persona, el proyecto y la pedagogía de Jesús”, animado por el Pbro. Lic Alejandro Puiggari (Arq. de Buenos Aires). Dirigido a los agentes pastorales de
las zonas, parroquias, movimientos y asociaciones, comisiones diocesanas, re-ligiosas/os,con el compromiso de multiplicar este taller en las distintas comuni-dades de la Arquidiócesis.
Vigilia de Pentecostés para jóvenes. La Comisión de jóvenes de la Arquidió-cesis concretará la preparación y desarrollo de este acontecimiento de ora-ción, de encuentro y experiencia compartida con los jóvenes.
Una comisión de festejo del Bicentenario a nivel provincial realizará distintas propuestas a la ciudadanía. Vemos conveniente sumarnos, en la medida de las posibilidades, a algunas de estas actividades. Se ofrecerá un subsidio para la celebración de una oración de alabanza y acción de gracia a Dios por el don de nuestra Patria, para ser celebrada en cada comunidad (Te deum, mi-sas del fin de semana, catequesis, etc).
La Pastoral Social ofrecerá cada semana de mayo encuentros para reflexionar sobre la Doctrina Social de la Iglesia y los Bicentenarios 2010-2016
Mes de la solidaridad. Cáritas Arquidiocesana desde hace dos años lleva adelante este trabajo de concientización a toda la comunidad cordobesa sobre “Agosto, mes de la solidaridad”. Es muy importante que cada comunidad pueda sumarse a esta iniciativa desde sus posibilidades.
Talleres para el acompañamiento pastoral de los jóvenes, dirigido a los adultos y jóvenes mayores que animan esta pastoral. La Comisión confirmará las fechas.
La Junta Arquidiocesana de Educación Católica propondrá el encuentro del docente católico
La Junta Arquidiocesana de Catequesis celebrará el encuentro con los catequistas de toda la diócesis.
Retiro espiritual: 15 de mayo zonas pastorales impares y 26 de junio zonas pastorales pares. Las Comisiones Diocesanas de Liturgia y Pastoral de la Salud animarán los retiros.
24 de abril y 9 de octubre. Animados los encuentros por las Vicarías episcopales de la Ciudad y del Interior y Secretaría Canciller.
Expo-carisma. La comisión organizadora confirmará la fecha de realización, alrededor de los primeros días de octubre.
VISITAS PASTORALES
“A partir de la experiencia concreta de estas visitas y de las sugerencias recibidas en ellas, he comenzado a reflexionar sobre el modo cómo podría configurarse en el futuro la visita pastoral del obispo en una diócesis grande y compleja como la nuestra” (Carta de Mons. Ñañez a las Comi-siones Zonales)
Es por eso que Mons. Ñáñez ha dispuesto realizar la visita por Zona Pastoral convocando a participar a los Consejos Pastorales de las parroquias y los Consejos directivos de los colegios católicos. En el año 2009 se alcanzó a visitar 8 zonas pastorales y el 2010 visitará las 10 res-tantes en fechas que propondrá oportunamente a los decanos.
JORNADAS PASTORALES
13 de marzo, convocatoria para la reflexión del nuevo plan cor-to y el Bicentenario.
PRIMERA SESIÓN 2010 POR ZONAS PASTORALES
28 de agosto, 4 y 18 de septiembre
SEGUNDA SESIÓN 2010: JORNADA DIOCESANA
30 de octubre
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ANTECEDENTE
Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal
Española 2002-2005
Madrid, 31 de enero
de 2002
INTRODUCCIÓN
1. La Asamblea Plenaria
de la
Conferencia Episcopal Española ha reflexionado y dialogado,
en varias ocasiones durante estos dos últimos años, sobre la situación de la Iglesia en España. Esta
reflexión, enmarcada en el contexto de la celebración del Jubileo del año 2000,
nos ha permitido escuchar lo que el Espíritu quiere decir a nuestra Iglesia en
este tiempo y los medios apropiados para serle fieles, conforme nos lo ha
recordado el Papa Juan Pablo II en la Carta Apostólica
Novo millennio ineunte: “Es el momento de que cada Iglesia, reflexionando sobre
lo que el Espíritu ha dicho al Pueblo de Dios en este especial Año de gracia,
más aún, en el período más amplio de tiempo que va desde el Concilio Vaticano
II al Gran Jubileo, analice su fervor y recupere un nuevo impulso para su
compromiso espiritual y pastoral”[1].
2. La mirada pastoral
sobre nuestra Iglesia nos ofrece luces y sombras, porque, en cuanto peregrina,
“es santa y siempre necesitada de purificación”[2]. Es preciso detectar los
problemas con clarividencia para afrontarlos con valentía, y a la vez mirar con
esperanza el inmediato futuro de este nuevo siglo recién estrenado. Nuestra confianza
se sustenta en la riqueza de dones que el Espíritu ha repartido a nuestras
Iglesias y en la certeza de que el Señor camina con nosotros (Cf Mt 28,20) de
generación en generación y también en los cambios de época como la que vivimos.
El nuevo impulso que hemos de infundir a la vida cristiana nace de Jesucristo
Resucitado. Él es la fuerza inspiradora de nuestro camino. Él es nuestro
programa de pastoral, porque todo lo que proyectemos y realicemos “se centra en
definitiva en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir
en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su
perfeccionamiento en la
Jerusalén celeste”[3]. En su compañía afrontamos el futuro
con la esperanza y el ánimo que nos da su palabra “¡Mar adentro!” (Lc 5,4).
3. A este objetivo
quiere servir el presente Plan pastoral de la Conferencia Episcopal
Española (2002-2005). Aborda nuevos problemas y perspectivas, pero recoge y
continúa la experiencia de los Planes anteriores[4], sobre todo de las acciones
desarrolladas a lo largo de la preparación y celebración del Gran Jubileo, con
los frutos ya obtenidos, como han sido particularmente: una profundización en
la centralidad de Jesucristo y en la orientación trinitaria de la existencia
cristiana, el haber vivido de modo más cercano y gozoso la comunión con toda la Iglesia y un compromiso
más decidido de amor y servicio a los más pobres. Por su misma naturaleza, el
Plan no pretende abarcar toda la riqueza de la acción pastoral de la Iglesia en España ni
tampoco determinar cuáles hayan de ser las acciones a realizar en cada
Diócesis. En el modo específico y la medida adecuada con que puede influir en
la vida y misión de la Iglesia ,
tiene las siguientes finalidades:
responder a las
llamadas de Dios y a las principales cuestiones, problemas y necesidades de la Iglesia y la sociedad en
este comienzo de siglo;
señalar las
perspectivas y prioridades que han de tener en cuenta para su trabajo la Conferencia Episcopal
y las Comisiones Episcopales en sus planes específicos;
favorecer, en los
grandes objetivos y prioridades pastorales, la comunión eclesial entre los
planes pastorales diocesanos;
servir de
convergencia para algunas acciones comunes.
Por ello, este Plan
se distribuye en tres partes:
I.- Mirada pastoral a
nuestra situación.
II.- Prioridades
pastorales.
III.- Acciones
pastorales de la
Conferencia Episcopal Española.
I. MIRADA PASTORAL A
NUESTRA SITUACIÓN
4. Queremos
contemplar nuestra situación eclesial con sensibilidad de pastores: con ojos de
fe y corazón agradecido por los dones que Dios reparte en su Iglesia; desde la
preocupación, que nace de la caridad, hacia las dificultades con que hoy nos
encontramos para vivir y transmitir la fe; y con ánimo esperanzado en la
búsqueda de nuevos caminos. Juntamente con los datos positivos, que permiten
vislumbrar una situación eclesial esperanzadora para el futuro, afrontamos los
problemas y dificultades, haciendo notar algunos síntomas que apuntan a una
situación presente delicada y tal vez decisiva para la configuración concreta
que puedan tener en el futuro nuestras comunidades cristianas. Como a Pastores,
en efecto, nos incumbe la responsabilidad de fortalecer a las ovejas débiles,
de curar a las enfermas, de buscar a las perdidas, de vigilar y evitar los
peligros y de llevar a todas a buenos pastos (Cf Ez 34,16; Lc 15,4-7). Por
ello, como a Jesucristo, nos preocupan quienes están tristes y abatidos (Cf Mt
9,36).
1. Dones de Dios a su
Iglesia
5. Sentimos el gozo
de muchas realidades eclesiales positivas, expresiones del amor fiel entre
Cristo y su Esposa. Mirando a las personas y al funcionamiento de los grupos,
nos alegra, por ejemplo, la fidelidad de muchos cristianos a su vocación
bautismal y compromiso privado y público de la fe, en un contexto cultural
difícil; la vida entregada y ejemplar de tantos sacerdotes y personas
consagradas; la vitalidad de movimientos y comunidades; el testimonio de los
misioneros y la sensibilidad de los católicos para ayudar a las Misiones y al
Tercer mundo; las posibilidades que se están abriendo de una sana
revitalización de la religiosidad popular; el estilo cercano, humano y
humanizador de tantas instituciones y personas de Iglesia.
6. Vemos también el
empeño con que se trabaja y los frutos que están dando muchos proyectos y
acciones eclesiales: celebraciones litúrgicas más vivas; buena organización
catequética y de enseñanza religiosa escolar; avance en la formación teológica
de los laicos; redescubrimiento de las potencialidades evangelizadoras de
nuestro patrimonio cultural; conciencia de la necesidad de estar presentes en
los Medios de comunicación y donde se genera la cultura; crecimiento de la
participación y de los órganos de comunión intraeclesial; servicio a los pobres
y defensa de los derechos humanos en múltiples iniciativas y a diversos
niveles. Bendecimos a Dios por éstos y otros muchas signos de la presencia de
Jesucristo Resucitado y de la acción de su Espíritu en la Iglesia. Dichos
signos constituyen un estímulo para afrontar los nuevos retos y afirmar nuestra
esperanza.
2. Contexto cultural
en el que anunciar el Evangelio
7. La cultura pública
occidental moderna se aleja consciente y decididamente de la fe cristiana y
camina hacia un humanismo inmanentista. Insertos como estamos en Europa,
después de la caída del muro de Berlín se ha manifestado con más claridad que
el complejo cultural, que podemos llamar globalmente “la cultura moderna”,
presenta ante todo un rostro radicalmente arreligioso, en ocasiones
anticristiano y con manifestaciones públicas en contra de la Iglesia. Los Medios
de comunicación transmiten y en alguna manera generan esta cultura. La misma
legislación de los países la favorece. Por ejemplo: la legislación
pretendidamente “humanista”, pero sin relación al derecho natural, sobre la
vida humana naciente, la eutanasia, la familia, las migraciones; o la
marginación de la religión, reducida todo lo más a la esfera de lo privado y ni
siquiera mencionada en la Carta
de los derechos fundamentales de la Unión Europea. También en España las leyes a
menudo se convierten en un factor que genera secularismo y alejamiento de la
tradición cristiana. Una atenta lectura de este humanismo inmanentista difuso
es fundamental, si se quiere acertar en el planteamiento de propuestas
pastorales adecuadas.
8. Esta cultura
inmanentista, que es el contexto actual en el que vive la Iglesia en España, se
convierte en causa permanente de dificultades para su vida y misión. Influye
directamente en aspectos tan graves como el cuestionamiento de Jesucristo en
cuanto único Salvador, la crisis de fe, el debilitamiento de su transmisión, la
escasez de vocaciones, o el cansancio de los evangelizadores. Por lo demás,
tampoco un cristianismo calificado de “tolerante” o “actualizado” es
comprendido ni aceptado en cuanto cristianismo, sino sólo en cuanto “abierto” a
los principios de la mencionada cultura pública, es decir, a su disolución como
fe religiosa y a su integración en la cosmovisión inmanentista dominante. Se da
una situación de nuevo paganismo: El Dios vivo es apartado de la vida diaria,
mientras los más diversos ídolos se adueñan de ella.
9. El humanismo
inmanentista se manifiesta en diversas formas mentales o actitudes vitales, que
no es necesario describir ahora, porque ya lo hemos hecho en otros
documentos[5]. Una mirada puramente sociológica encontraría aquí las
dificultades y la opacidad para el anuncio del Evangelio. Pero nuestros ojos de
testigos de Jesús han de saber descubrir en los “signos de los tiempos” las
llamadas de Dios a su Iglesia[6] y los reclamos de Buena Noticia que esta
cultura muestra: “alzad los ojos y ved los campos que blanquean ya para la
siega” (Jn 4,35). Como Iglesia, estamos llamados a aportar “alma” al mundo,
según la autoconciencia de los primeros cristianos[7]. La fe en Dios y la luz
del Evangelio iluminan a la
Iglesia y le otorgan capacidad de discernimiento, de anuncio
salvífico y denuncia del pecado. Hemos de ofrecer a la sociedad nuestro sentido
de la vida y las razones de nuestra esperanza. Es la mejor contribución que
podemos hacer a nuestros hermanos los hombres.
3. Dificultades
dentro de la Iglesia
10. El problema de
fondo, al que una pastoral de futuro tiene que prestar la máxima atención, es
la secularización interna. La cuestión principal a la que la Iglesia ha de hacer frente
hoy en España no se encuentra tanto en la sociedad o en la cultura ambiente
como en su propio interior; es un problema de casa y no sólo de fuera. Es
cierto que esta situación eclesial está influida por la cultura en que nos toca
vivir. Pero es preciso mirar con atención las repercusiones que está teniendo
en el interior de la Iglesia
para darle la debida solución. Tomar conciencia de esto no significa promover
ningún repliegue al interior. Con este diagnóstico pretendemos, más bien,
adoptar la postura y la perspectiva adecuada para la misión. Es decir, que no
sea la cultura ambiente, sino la propia identidad de ser Iglesia de Jesucristo
la que nos marque los caminos pastorales, la perspectiva global y los asuntos
cruciales de la vida eclesial.
11. Entre los efectos
de esta situación de “secularización interna” destacamos: la débil transmisión
de la fe a las generaciones jóvenes; la disminución de vocaciones para el
sacerdocio y para los institutos de vida consagrada; el cansancio e incluso
desorientación que afecta a un buen número de sacerdotes, religiosos y laicos;
la pobreza de vida litúrgica y sacramental de no pocas comunidades cristianas.
4. Una pastoral
esperanzada
12. Ante un contexto cultural
difícil y en ocasiones adverso y ante la delicada situación eclesial indicada, la Iglesia , que confía en
Jesús, no se arredra. Descubre que cuenta con las claves justas para una
pastoral renovada y con respuestas evangelizadoras para los retos actuales. El
Concilio Vaticano II encierra un potencial religioso y evangélico que todavía
no ha sido puesto en rendimiento de modo suficiente. Ello se debe, en parte, a
que el tiempo transcurrido todavía es corto; pero fundamentalmente, a que ha
tenido demasiado éxito una interpretación reduccionista del acontecimiento
conciliar, de su enseñanza y de su aplicación práctica. Se ha recurrido a un
presunto “espíritu conciliar” -en el fondo marcado por la cultura secularista-,
que se ha convertido en clave subjetiva de interpretación del Concilio y de su
aplicación. Las posibilidades que hay en la Iglesia para plantear una respuesta pastoral
eficaz son aquéllas que permiten recibir el Concilio con una interpretación
adecuada, a saber: la del espíritu religioso y cristiano, que se alimenta de la
tradición viva de la Iglesia ,
cuya principal expresión actual es la celebración de los misterios de Cristo en
comunión eclesial humilde, activa y fiel. La experiencia del Jubileo lo ha
puesto de nuevo de relieve. Los problemas no son para perder la esperanza, sino
para afrontarlos con acierto y con esperanza.
13. Una pastoral
esperanzada es uno de los principales retos que tenemos como Iglesia. Cuando
tratamos con sacerdotes, religiosos o laicos, notamos que por muchos factores
la esperanza es una planta débil y delicada. A veces por saturación de tareas,
otras veces por el ambiente difícil en que se trabaja o por los frutos escasos
que se recogen. Necesitamos cuidar la esperanza y abrir los ojos a todas las
realidades positivas y a los pequeños crecimientos de la semilla del Reino de
Dios, para que los problemas o las dificultades no nos agobien ni las nubes nos
lleven a negar las estrellas. Una apertura de la mente y el corazón a
perspectivas más amplias de la historia, impedirá que nos quedemos en la
nostalgia del pasado y nos orientará con serenidad hacia el futuro. Estamos
llamados a crear climas acogedores y cálidos para todos los cristianos y
particularmente para los agentes de pastoral, no como refugios de huida, sino como
hogares de encuentro y fortalecimiento.
14. Una pastoral
esperanzada será, por tanto, también una pastoral de la esperanza. La esperanza
cristiana confía en la fidelidad de Dios, que cumple sus promesas. Se sustenta
en la presencia permanente de Cristo y de su Espíritu en su Iglesia, guiada por
los Pastores, a los que ha prometido su asistencia. No se cierra en los
pequeños círculos de los problemas o las dificultades, sino que les busca
solución y sentido desde el amplio horizonte de la bienaventuranza eterna, a la
que estamos destinados. La
Iglesia “va peregrinando entre las persecuciones del mundo y
los consuelos de Dios”[8] y se siente fortalecida con la fuerza del Señor
resucitado para poder superar con paciencia, perseverancia y amor los sufrimientos
y dificultades tanto interiores como exteriores e ir mostrando, aun entre
sombras, el rostro de Cristo, que un día se manifestará en plena luz[9].
Ofrecer a los hombres y mujeres de hoy esta esperanza nuestra es uno de los
mejores servicios fraternos que les podemos prestar. Somos ministros de
esperanza, como nos ha recordado la última Asamblea del Sínodo de los
Obispos[10].
II. PRIORIDADES
PASTORALES
Desde la perspectiva
señalada queremos plantear unas prioridades pastorales, como objetivos a
trabajar especialmente en este próximo cuatrienio. Las agrupamos en una
trilogía, que identifica el ser y el quehacer de la Iglesia como misterio,
comunión y misión.
1. El encuentro con
el Misterio de Cristo y la llamada a la santidad.
15. El Misterio
cristiano es Jesucristo mismo, la
Palabra de Vida hecha carne que los Apóstoles oyeron, vieron
con sus ojos, contemplaron y tocaron con sus manos (Cf 1 Jn 1,1). Es el
Misterio escondido en tiempos pasados, pero manifestado históricamente, el
Misterio ya no distante, sino asequible y cercano, que se hace contemporáneo a
nosotros hoy en la
Iglesia. Estamos invitados a vivir la misma experiencia de
los primeros discípulos: “venid y veréis” (Jn 1,39). También para nosotros su
compañía y conversación nos hace “arder el corazón en el camino”, aunque no
siempre sintamos ese fuego interior (Cf Lc 24,32). Sólo ese encuentro fundante
y transformador es el que hace necesario y eficaz el anuncio: “Hemos visto al
Señor” (Jn 20,25).
16. El encuentro con
Jesucristo por la fe no es sólo un conocimiento intelectual ni la mera
asimilación de una doctrina o un sistema de valores. Lo que impacta y
transforma a la persona es el vivir con él, que dará paso a vivir como él, para
vivir en él. Somos conscientes de que para llegar a la madurez cristiana de las
personas y de los grupos es necesario que la vida se centre y se sustente en
Jesucristo, tal como Él mismo nos lo dejó dicho: “Sin Mí no podéis hacer nada”
(Jn 15,5); y que se cultive la intimidad personal con Él, como lo han hecho
siempre los santos (Cf Gal 2,2). La oración es el cimiento para una formación
cristiana más completa y para la respuesta generosa incluso a la vocación
sacerdotal o a la vida consagrada, si Dios llama por ese camino. “Nuestras
comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas escuelas de
oración”[11]. “Hace falta que la educación en la oración se convierta de alguna
manera en un punto determinante de toda programación pastoral”[12]. Nos han
precedido grandes testigos en nuestra tradición mística española y en ellos
seguiremos encontrando manantiales hondos de espiritualidad.
17. La santidad ha de
ser la perspectiva de nuestro camino pastoral y el fundamento de toda
programación[13]. Esta opción está llena de consecuencias, porque supone no
contentarse con una vida mediocre, una moral de mínimos o una religiosidad
superficial. Es entrar en el dinamismo de la llamada a la perfección de la
caridad, que tiene múltiples caminos y formas de expresión, según la vocación
de cada cristiano, como de manera profética enseñó el Concilio Vaticano II[14].
Ello pide que tanto pastores como fieles, comenzando por nosotros mismos los
Obispos, dejándonos llevar de la acción del Espíritu, sigamos más de cerca las
huellas de Cristo, cada cual según nuestro estado y servicio en la Iglesia. Asimismo
las personas y las instituciones eclesiales han de capacitarse para desarrollar
una verdadera pedagogía de la santidad. La floración de santos ha sido siempre
la mejor respuesta de la
Iglesia a los tiempos difíciles.
18. Los laicos están
llamados a la santidad haciendo fructificar la vida nueva recibida en el
Bautismo. Vivirán esa vocación en fidelidad a la gracia ejerciendo su
responsabilidad en el interior de la
Iglesia y ocupándose de las realidades temporales para tratar
de ordenarlas según Dios: en el matrimonio y la familia, en el trabajo y en el
compromiso público de la fe[15]. En la actualidad, en medio de la cultura
secularizada, muchos no saben en ocasiones cómo orientar la vida, el trabajo o
el apostolado en sentido verdaderamente cristiano. Así, por ejemplo, la
insuficiente defensa del matrimonio y de la familia es un exponente destacado
de este tipo de carencias. Algo semejante se podría decir respecto a la
presencia en la vida pública en sus múltiples expresiones. El sentimiento de
inferioridad y marginación que experimentan muchos católicos adultos, incapaces
de mostrar públicamente su identidad católica con sencillez y sin miedo, es lo
más opuesto a una fe “martirial”, es decir, de testigos valientes de
Jesucristo. Por ello vemos urgente potenciar el acompañamiento cercano y
ofrecer apoyos institucionales suficientes para el apostolado seglar tanto
personal como asociado.
19. Particularmente
la santidad de vida de los presbíteros en la entrega de la caridad pastoral es
un factor fundamental para la revitalización de las parroquias y de los
cristianos. Frente a la atonía espiritual, experiencia de cansancio o activismo
pastoral, que son amenazas actuales, el ejercicio gozoso del ministerio, la Liturgia de las Horas, la
oración personal diaria, los retiros y Ejercicios Espirituales, así como la
cercanía del Obispo, la fraternidad presbiteral, la práctica del Sacramento de la Penitencia , el
acompañamiento espiritual y una cuidada formación permanente integral darán
aliento e impulso al quehacer apostólico[16]. El ejemplo y la doctrina de San
Juan de Ávila son un estímulo para la renovación sacerdotal en profundidad:
“los eclesiásticos sean tales, que more en ellos la gracia de la virtud de
Jesucristo; lo cual alcanzado, fácilmente cumplirán lo mandado; y aun harán más
por amor que la Ley
manda por fuerza”[17].
20. La vida
consagrada en la práctica de los consejos evangélicos, pertenece a la santidad de
la Iglesia y
es un signo y estímulo para las demás vocaciones y una fuente extraordinaria de
fecundidad en el mundo[18]. Hoy, en un contexto cultural en gran medida ajeno a
los valores religiosos, se encuentra con dificultades nuevas. Se manifiestan,
en particular, en la precariedad de vocaciones y en la difícil pervivencia de
no pocas de sus obras. También en su interior se constatan algunos problemas
respecto a la identidad, el fervor en la consagración o el acierto en la
búsqueda laudable de modos de vivir su acercamiento a las situaciones de la
sociedad actual. Todo lo que se haga, tanto desde los propios Institutos como
desde la responsabilidad de los Obispos, en orden a la clarificación y a la
fidelidad en la vocación consagrada, redundará en bien de la Iglesia y de la sociedad.
21. La Palabra de Dios no es sólo
instrumento de evangelización, sino el contenido mismo del Mensaje. Para que
resulte eficaz en el corazón humano, no basta con un mayor conocimiento
intelectual y cultural de la
Biblia ni, por supuesto, es adecuada una exégesis de carácter
racionalista. Nos hace falta una lectura sapiencial o espiritual, hecha en la Tradición de la Iglesia , de modo que la Escritura sea viva
Palabra de Dios. Cada día estamos comprobando más el fruto positivo que
producen las experiencias de “lectio divina”. Como nos recuerda el Papa, “es
necesario que la escucha de la
Palabra se convierta en un encuentro vital, en la antigua y
siempre válida tradición de la “lectio divina”, que permite encontrar en el
texto bíblico de la Palabra
que interpela, orienta y modela la existencia”[19].
22. Vemos necesario
presentar en la catequesis y demás medios de formación una buena “teología de la Iglesia ”, que lleve a
crear actitudes eclesiales en los fieles y a vivir el sentido de pertenencia.
Para ello hay que darla a conocer en la realidad profunda de su misterio,
prolongación en la historia de la cercanía de Dios revelada en Jesucristo y
animada por la acción del Espíritu Santo. Es la Iglesia santa establecida
por Jesucristo en este mundo como sacramento universal de salvación, comunidad
espiritual de fe, esperanza y amor y comunidad visible jerárquicamente
organizada. La
Constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia , del Vaticano II,
nos ofrece riquezas todavía inexploradas para que nuestro pueblo se sustente en
una buena eclesiología, porque no son infrecuentes concepciones del
cristianismo de carácter subjetivo, alérgicas a lo institucional o con escasa
vinculación eclesial. Sabemos por experiencia que “no puede tener a Dios por
Padre quien no tiene a la
Iglesia por Madre”[20]. En el seno de la Madre Iglesia hemos
nacido a la fe y en sus brazos nos alimentamos y sostenemos. Es preciso también
mostrar una imagen amable de la
Iglesia y los frutos visibles de la acción del Espíritu,
porque nuestros cristianos están continuamente recibiendo informaciones
parciales o tendenciosas que desfiguran su rostro.
23. La vida litúrgica
de las Parroquias es hoy una de las señales de su vitalidad. No obstante,
algunos intentos de hacer más comprensible la Liturgia , en el contexto
de la cultura secularizada, que sólo valora lo racional, visible, práctico y
útil, han producido un efecto no querido: la fuerte crisis de sentido y de
práctica de los sacramentos. Se está perdiendo el sentido de lo sagrado en su
realidad profunda y crece una tendencia a la secularización de los ámbitos,
signos y símbolos sagrados. Se extiende la desafección hacia lo sacramental,
que en el fondo es hacia la
Iglesia misma, y la idea de una supuesta relación directa con
Dios sin la mediación eclesial. Ante estas dificultades estamos llamados a
asentar doctrinalmente la renovación litúrgica en la Constitución Sacrosanctum
Concilium, a profundizar en los contenidos de la segunda parte del Catecismo de
la Iglesia Católica ,
educando el sentido litúrgico de los fieles y a salvaguardar la identidad de
nuestros espacios y signos sagrados.
24. En diversas
ocasiones hemos insistido en la importancia de la Eucaristía y en la
necesidad de participar en ella de modo especial los domingos[21],
considerándola como un don de Dios, fuente y cumbre de toda la vida cristiana,
y no sólo como una obligación[22]. La celebración eucarística dominical, además
de tener otros valores[23], es un signo específico de la identidad cristiana y
antídoto natural contra la dispersión[24]. Porque nos resulta difícil, queremos
renovar el esfuerzo por catequizar bien a los fieles en este “Misterio de la
fe”, particularmente a los que se preparan a recibir los Sacramentos de la Eucaristía y de la Confirmación ,
haciéndoles descubrir el sentido profundo de la Liturgia y desarrollando
en ellos el hábito de participar fructuosamente en la Misa del Domingo.
25. Asimismo,
observando las deficiencias que existen en la práctica del Sacramento de la Reconciliación ,
hemos de plantear una pastoral renovada que incluya una buena catequesis del
sentido del pecado y un acompañamiento en los procesos de conversión, el
significado del perdón de Dios por el ministerio eclesial y las condiciones de
una buena celebración según las normas de la Iglesia. La práctica
frecuente del Sacramento hará que los cristianos luchen contra el pecado,
fortalezcan y concreten su afán apostólico y sean dóciles a las inspiraciones
del Espíritu y a la acción de la gracia[25]. Una vez más insistimos en la
disponibilidad y preparación por parte de los ministros para el ejercicio de
este servicio pastoral insustituible. Los fieles tienen derecho a que se les
facilite el servicio de este Sacramento[26].
26. En el marco de la
llamada a la santidad y al seguimiento de Jesucristo, según la vocación de cada
uno, hay que situar la pastoral de las vocaciones para el ministerio
presbiteral y para los Institutos de vida consagrada. Las primeras parecen
estabilizarse en conjunto, aunque desigualmente por regiones; las segundas
siguen decreciendo de forma general. Este es un punto neurálgico y uno de los
problemas más graves que tenemos como Iglesia, cuyos efectos ya sentimos[27].
La disminución de vocaciones está afectando también de manera ostensible a la
misión “ad gentes”. La pastoral vocacional, inserta en toda la pastoral, se nos
reclama como opción prioritaria, si queremos dar respuesta a las exigencias de
la nueva evangelización y al desarrollo y atención de la vocación laical. Las
vocaciones surgen normalmente donde hay verdadera experiencia cristiana. La
llamada es regalo e iniciativa de Dios, que se recibe a través de la mediación
eclesial, del “contagio” testimonial de los consagrados y con la respuesta
libre del que es llamado. La experiencia nos enseña que el papel del sacerdote
sigue siendo muy importante en la decisión vocacional. Además “es necesario y
urgente organizar una pastoral vocacional amplia y capilar, que llegue a las
parroquias, a los centros educativos y a las familias” [28], reforzando las
iniciativas que ya estamos llevando a cabo y apoyándolas en una buena formación
básica cristiana.
2. La comunicación
del Evangelio de Cristo
27. El tesoro
escondido del Misterio cristiano, que es Cristo mismo, una vez que se ha
encontrado, no puede menos que comunicarse. Los Hechos de los Apóstoles son la
narración de aquel proceso de comunicación, por la fuerza del Espíritu Santo,
de la Buena Noticia ;
no algo aprendido de oídas o simplemente una doctrina, sino Alguien escuchado,
visto, tocado y vivido: la
Palabra de Vida (cfr. 1 Jn 1,1-3). La evangelización
constituye el ser, el gozo y el dinamismo de la Iglesia. En las
actuales circunstancias se siente especialmente urgida a anunciar el Evangelio,
pues algunos exponentes básicos de la cultura moderna se oponen activamente a
él, las nuevas generaciones simplemente lo desconocen en número creciente y
amplios sectores del pueblo –que sigue expresando una arraigada religiosidad
popular- necesitan purificar y revitalizar sus referencias evangélicas. En esta
tarea consideramos dos aspectos que, junto con el testimonio de vida,
particularmente de la justicia y de la caridad[29], son esenciales para la evangelización:
la transmisión de la fe y la formación de los cristianos.
a) La transmisión de
la fe
28. Uno de los hechos
más graves acontecidos en Europa durante el último medio siglo ha sido la
interrupción de la transmisión de la fe cristiana en amplios sectores de la
sociedad. Perdidos, olvidados o desgastados los cauces tradicionales (familia,
escuela, sociedad, cultura pública), las nuevas generaciones ya no tienen
noticia ni reconocen signos del Dios viviente y verdadero o de la encarnación,
muerte y resurrección de Jesucristo por nosotros. Comprobamos que en
proporciones altas no estamos logrando transmitir la fe a las jóvenes
generaciones. Hay que recomenzar la misión por el principio y por lo más
elemental y afrontar una evangelización, con especial atención a la iniciación
cristiana, tal como venimos insistiendo desde hace unos años[30], que retome el
“kerigma” primitivo: “Os habéis convertido a Dios, alejándoos de los ídolos
para servir al Dios vivo y verdadero, para esperar a su Hijo, al que resucitó
de entre los muertos, Jesús, al que nos librará en el juicio futuro” (1 Tes 1,
9-10). Este texto encierra un programa tan elemental como necesario:
29. 1º) El anuncio de
Dios y su amor revelado en Jesucristo: Él es el Creador y el amigo de los hombres,
con los que ha hecho alianza y a los que llama a compartir su vida, como
principio de libertad y soberanía en el mundo. Es preciso poner a Dios como
centro de nuestro anuncio y de toda la pastoral; hablar de Dios no como un
aspecto o un tema de la fe, sino como el objeto central, el principio y fin de
toda la creación, el sentido, fundamento, plenitud y felicidad del hombre. Hoy
no son suficientes los signos de amor y de solidaridad; son necesarias las
palabras que desvelen a la humanidad el rostro del Dios único y verdadero. Hay
que volver a hablar de Dios con lenguaje fresco y vital. Hemos de anunciar a
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, comunidad de amor, que nos invita a su
amistad[31]; que por Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado,
nos ha redimido y nos da la posibilidad de ser hijos de Dios por la donación
del Espíritu Santo; que a través de la Iglesia y los sacramentos nos comunica la vida
divina, que es la gracia, anticipo de la vida y la felicidad eterna, a la que
estamos llamados.
30. 2º) El abandono
de los ídolos que esclavizan al hombre, sometiéndolo a fuerzas inferiores a él,
y de las que no se puede liberar si no es por la ayuda de Alguien que es
superior a él y a ellos. El anuncio público del Dios vivo llevará a identificar
con claridad a los ídolos.
31. 3º) La apertura a
la esperanza en la vida eterna, con lo que implica de responsabilidad en la
configuración de esta vida temporal. Una de las urgencias supremas del anuncio
evangélico es romper la fascinación o la desesperación de los hombres
sumergidos en el tiempo o remitidos a una supuesta reencarnación que les
permitiera prolongar el tiempo o redimirlo. Lo visible no es la totalidad lo
real; la existencia no se agota en el tiempo; Dios ordena al hombre a participar
en su Plenitud; creemos en la resurrección de los muertos; las decisiones
libres del hombre en el tiempo comprometen su destino eterno, feliz o
desgraciado: todo esto debe ser propuesto con una transparencia y confianza
públicas nuevas[32]. En esta propuesta va implicada la libertad y
responsabilidad del hombre en este mundo. La equilibrada doctrina de la Constitución pastoral
Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II sigue siendo una referencia para la
formación y el compromiso temporal de los cristianos.
32. En la tarea de la
transmisión de la fe juega un papel esencial la familia cristiana. Ahí se
experimenta la imagen del amor de Dios Padre, se aprende a rezar y a hablar con
Jesús, se descubren los signos religiosos, se da la posibilidad de integrar de manera
natural la fe con la vida tanto en las alegrías como en las dificultades. Ha
sido una experiencia muy común la realidad que el Papa manifestaba en
confidencia personal a los jóvenes en el encuentro del Jubileo: “Recuerdo cómo,
desde niño, en mi familia aprendí a rezar y a fiarme de Dios”[33]. Los esposos
cristianos, cuando viven su matrimonio como verdadera vocación, transmiten con
naturalidad la fe a sus hijos. Y no podemos olvidar la función tan importante
que pueden ejercer hoy los abuelos. En la carta del Papa Familiaris consortio y
en nuestra reciente Instrucción pastoral La familia, santuario de la vida y
esperanza de la sociedad tenemos orientaciones para desarrollar los valores de
la “Iglesia doméstica”, conscientes de la atención particular que “se ha de
prestar a la pastoral familiar especialmente necesaria en un momento histórico
como el presente, en el que se está constatando una crisis generalizada y
radical de esta institución fundamental”[34].
33. En orden a
proporcionar una buena iniciación cristiana tanto a niños como a jóvenes y
adultos, nos parece que hemos de instaurar y desarrollar el catecumenado,
particularmente en los programas pastorales de las Parroquias. La vida de la Iglesia primitiva y los
resultados positivos que se están viendo en las nuevas experiencias actuales
avalan su oportunidad. En las reflexiones y orientaciones sobre La iniciación
cristiana (1998) expusimos su motivación y fundamento, así como sus
destinatarios (para no bautizados y para bautizados no catequizados) y las
características y condiciones que ha de reunir para que dé los frutos deseados.
34. La catequesis, a
la que en el trabajo pastoral generalmente se le dedica abundante personal y
energías, necesita recuperar vitalidad y calidad. Se lograrará, sobre todo, si
las Parroquias disponen de catequistas que se hayan encontrado personalmente
con Jesucristo, lo hayan descubierto como el Salvador y den testimonio de él
sin ambages ante niños, jóvenes y adultos[35]. Advertimos que algunos programas
de catequesis no responden a su objetivo de transmitir el Evangelio y educar en
la fe porque no presentan los núcleos esenciales o porque no emplean una
pedagogía que lleve a la asimilación. Otras veces se desarrolla una catequesis
más psicológica que correctamente antropológica y en ocasiones se restringe a
algunas consecuencias morales de la fe que sintonizan bien con los valores
socialmente aceptables. Nos preocupa particularmente la pobreza de resultados
de las catequesis para el Sacramento de la Confirmación. El catecismo,
libro básico de referencia, se sustituye a menudo por otro tipo de materiales
catequéticos, que no siempre garantizan una correcta transmisión y educación de
la fe. El “Catecismo de la
Iglesia Católica ” ha de ser más conocido y utilizado, porque
es un texto muy apto para la formación cristiana de calidad, particularmente de
los mismos catequistas y de los adultos. Este Catecismo y los de la Conferencia Episcopal ,
en armonía con él, están llamados a ser fermento renovador de la catequesis[36]
.
35. Como principio
básico y general, hemos de potenciar con creatividad y ánimo una pastoral
misionera, que llegue a los cristianos que se han alejado de la Iglesia y también a los
que se acercan ocasionalmente. Hoy, más que nunca, no nos podemos contentar con
una pastoral de mantenimiento y de oferta de servicios a los que vienen a
nuestras iglesias o despachos. Hemos de recuperar la pedagogía del
acompañamiento personalizado, conforme a la tradición cristiana desde el
principio, tal como el mismo San Pablo confiesa: “Tratamos con cada uno de
vosotros personalmente, como un padre con sus hijos” (1 Tes 1,11). Un
acompañamiento en camino, que supone respeto a los procesos y que va a lo
profundo de las personas, respondiendo a sus interrogantes y expectativas más
fundamentales, al estilo de Jesús (cfr. Lc 24,13-35). Conscientes de la crisis
de fe o de sentido por la que están atravesando muchos cristianos en el
contexto de una cultura de increencia y escepticismo, hemos de aprovechar las
ocasiones de la pastoral ordinaria, como son las homilías, las conversaciones
personales y las publicaciones, para dar razón de nuestra esperanza (Cf 1 Pet
3,15), y ofrecer, como humilde “diaconía de la verdad”, una sana apología de la
fe que proporcione certidumbre a los cristianos[37].
36. Entre nosotros la
religiosidad popular, tanto en las Cofradías o Hermandades como en otras
múltiples formas de devociones y expresión de fe, está manteniéndose e incluso
en algunas manifestaciones está creciendo. Valoramos positivamente esta realidad
que refleja las raíces profundas de fe de nuestro pueblo. Todavía hoy puede
seguir siendo un buen sustrato para mantener y transmitir la fe y para apoyar
una pastoral más asentada de evangelización. Para ello hemos de poner los
medios oportunos y evitar los peligros que vemos de una fe sin coherencia en la
vida y de una tendencia a reducir la religiosidad popular a mera expresión
cultural.
b) La formación
cristiana
37. Quien se adhiere
a Jesucristo, necesita cultivar y educar su fe, integrarla en la vida, hacerla
operativa y ser capaz de dar razón de su esperanza. En función de estas
necesidades están los servicios eclesiales de formación cristiana. Aludimos a
algunas tareas que hoy nos parecen más urgentes.
38. Notamos un
resurgir de grupos juveniles que cuidan la maduración de la fe, con iniciación
a la oración y práctica de la vida sacramental y con expresiones de servicio
cristiano. Es una realidad que nos llena de esperanza, a pesar de que su
crecimiento sea lento y con esfuerzo debido a que el ambiente que se respira no
favorece la personalización ni los compromisos estables. Parte de estos grupos
se constituyen a raíz de la catequesis de Confirmación, a pesar de que la
mayoría de los que se confirman no continúan manifiestamente comprometidos en
la parroquia. También son grupos trabajados en la pastoral que promueve la vida
consagrada. Otros están vinculados a movimientos y asociaciones de larga
tradición o a los nuevos movimientos que están surgiendo con fuerza. Estamos
comprobando que los encuentros con el Papa, las peregrinaciones a Santiago y a
otros santuarios, actos en los que participan muchos jóvenes, vienen a ser un
buen medio de acercamiento a la
Iglesia y de contacto vivo con Jesucristo, que deja huella y
en muchos casos permite iniciar o continuar un trabajo de profundización.
39. En el ámbito de
la enseñanza religiosa escolar se ha conseguido un estatuto más digno para los
profesores de religión. Se ha elevado también el nivel de su preparación y se
está potenciando la formación permanente[38]. Disponemos de un “currículum”
bien diseñado e integrado en el conjunto de las otras áreas[39]. Sin embargo,
seguimos sin obtener de los poderes públicos un trato no discriminatorio de la
enseñanza religiosa, lo cual está repercutiendo en el descenso de alumnos.
Hemos de apoyar a los profesores de religión, ayudarlos para que transmitan un
testimonio coherente de vida cristiana y reforzar iniciativas que mejoren su
formación inicial y permanente, así como el seguimiento y control de calidad de
la enseñanza que imparten[40].
40. En orden a la
integración de la fe con la vida y la cultura, cobra un papel singular la
pastoral educativa. Dentro de ella, la escuela católica, de titularidad
diocesana o de Institutos de vida religiosa o de otras instituciones o
iniciativas, tiene especial importancia. En este momento cabe resaltar que el
empeño que se está poniendo por mantenerla y mejorar su calidad, se puede ver
afectado por las consecuencias de la disminución de vocaciones a la vida
consagrada, así como por el acoso de las normas administrativas, que la
condicionan en muchas de sus opciones. Sabemos de las diferentes soluciones que
se buscan, tratando de mantener la identidad católica de los Centros tanto en el
ideario como en el profesorado y en la práctica de la enseñanza. Es un momento
importante que requiere nuestra cercanía, diálogo fraterno y apoyo a esta
pastoral educativa. Además, mirando a la escuela pública, urge potenciar una
atención pastoral a los profesores católicos, para que cumplan su misión en
medio de las dificultades actuales de esta tarea. Asimismo los padres católicos
tienen el derecho y el deber de ejercer su compromiso creyente para defender la
formación cristiana de sus hijos y una educación coherente con los valores
cristianos. Como pastores, hemos de alentar las iniciativas conducentes a este
compromiso[41].
41. Nuestra Iglesia
es fecunda en iniciativas para la formación de los cristianos, objetivo que se
ve como uno de los más importantes, dado el contexto social de increencia. Se
han de seguir potenciando y cuidando la calidad de iniciativas como escuelas de
padres, grupos de matrimonios y de pastoral familiar, escuelas diocesanas de
teología y programas de formación integral para los movimientos de apostolado
seglar. El reciente florecimiento de los Institutos Superiores de Ciencias
Religiosas, además de ser un signo de la demanda de formación, es también una
esperanza de un conjunto de laicos bien preparados, que podrán llevar tareas de
responsabilidad en la vida de nuestras Iglesias, lo cual pide nuestro apoyo y
vigilancia pastoral, a fin de que tengan la debida calidad formativa[42].
42. Los teólogos, que
con su enseñanza y escritos ilustran la fe de los fieles y dan razón de nuestra
esperanza, nos ofrecen el servicio de su reflexión sobre los problemas
pastorales actuales y abren caminos para el anuncio del Evangelio en un diálogo
fecundo entre la fe y la razón. La mayoría de ellos se sitúan en su puesto de
teólogos católicos tanto por la doctrina como por su actitud eclesial en
sintonía con el Magisterio y al servicio del Pueblo de Dios. Pero también
advertimos con preocupación ciertas manifestaciones de disenso teológico y
algunos problemas en la enseñanza de la teología o en publicaciones; aunque no
son la nota dominante, tienen una influencia negativa en la pastoral y en la
formación de los cristianos. Es preciso que las propuestas y metodologías
teológicas sean aptas para la transmisión del Mensaje por su identidad
católica, por abordar los grandes núcleos de la fe y por la aportación de
certezas teologales y confianza hacia la Iglesia.
43. Las Universidades
Católicas y Centros superiores de estudios de la Iglesia , como recordó la Constitución Apostólica
“Ex corde Ecclesiae”, están llamados a cuidar y reforzar su identidad católica,
en este momento y situación en que la fe no tiene un apoyo sociológico y existe
el peligro de ambigüedad y disolución relativista de su entraña. También se
precisa desarrollar con nuevo aliento e iniciativas renovadas una pastoral
universitaria situada en el marco de la pastoral de la cultura.
44. Recordando el
imperativo de Jesús “lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea” (Mt
10,27), nos alegran las posibilidades que hoy se le abren a la Iglesia para la
evangelización por el empleo de los Medios de comunicación social. A la vez se
nos plantea el reto de inculturar el Evangelio en esta nueva cultura mediática
creada por la comunicación moderna, con sus lenguajes y técnicas. El fenómeno
comunicativo mismo debe ser evangelizado, lo cual lleva a afrontar una
verdadera pastoral de la cultura. Estamos dando pasos en esta línea, pero nos
queda todavía buen camino por recorrer. La realidad de la comunicación, que
cada vez tiene más peso e impacto, reclama una pastoral integral en las
comunicaciones sociales, realizada de manera más coordinada y en diferentes
ámbitos. Esta pastoral ha de incluir la comunicación institucional de la Conferencia Episcopal
y las Diócesis, la formación de los profesionales y de los usuarios y un mejor
aprovechamiento de los recursos o medios propios. Asimismo hay que procurar que
los intelectuales católicos y los laicos en general utilicen los Medios para
hacer oír su voz y los criterios de la Iglesia en el debate social, en la interpretación
de los acontecimientos y en la orientación de la conducta.
3. La comunión en el
amor de Cristo
45. La dinámica
inherente en la comunicación genuina de la fe desemboca, como por su propia
naturaleza, en la comunión, que no es sólo de fe, sino también de amor. Se
trata de una comunión que va más allá de los vínculos de solidaridad, para
establecer los lazos de la fraternidad. Pero es más profunda aún, porque esa
comunión se enraíza y se configura en la comunión trinitaria, pues hace participar
de la filiación divina: “para que estéis en comunión con nosotros; y nosotros
estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn 1,3). La
comunión “encarna y manifiesta la esencia misma del misterio de la Iglesia ” y es “otro
aspecto importante en que será necesario poner un decidido empeño programático
tanto en el ámbito de la
Iglesia universal como de las Iglesias particulares”[43].
46. Los Hechos de los
Apóstoles refieren el estilo de la primera comunidad cristiana de Jerusalén,
como un paradigma de lo que ha de ser la Iglesia (Cf Hech 2,42-47; 4,32-35). Un ideal tras
el que caminar, mientras somos Iglesia peregrina. Día a día experimentamos las
dificultades para conseguirlo, pero también día a día caminamos en el gozo de
lo ya logrado. La caridad fraterna es un tesoro de la Iglesia y un don recibido,
fruto del amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu que se nos ha dado en el Hijo (Cf Rom 5,5). Y a la vez es una tarea y
un compromiso siempre pendiente, en el que estamos llamados a crecer hasta la
madurez de la plenitud en Cristo (Cf Ef 4,15-16; Jn 15,12). El himno paulino de
la caridad (1 Cor 13,1-13) nos invita a llevarla hasta los pequeños detalles de
la vida concreta. Las trazas de ese ideal han de ir teniendo su aplicación en
la realidad de nuestra Iglesia. Son dimensiones de la comunión, que podemos
situar en dos coordenadas: la comunión eclesial y la comunión como caridad y
compromiso por la justicia.
a) Comunión eclesial
47. La comunión
eclesial es, en primer lugar, comunión de corazones (cfr. Hech 4,32). Lo que
nos une como Iglesia no son sólo y fundamentalmente las ideas, sino la común
experiencia, que se traduce en sentimientos comunes y en afirmaciones de fe
comunes. En esa experiencia fundante, que es el encuentro permanente con
Jesucristo muerto y resucitado y presente en su Iglesia, está el centro y
fundamento de la comunión eclesial. Ahí encuentran unidad y razón de ser los
distintos y legítimos puntos de vista, que son fruto de la multiforme gracia de
Dios y reflejan la riqueza del misterio de Cristo. Para que esto sea posible
necesitamos “promover una espiritualidad de comunión, proponiéndola como
principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el
cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y
los agentes de pastoral, donde se construyen las familias y las
comunidades”[44]. Bellamente el Papa comenta que la espiritualidad de comunión
significa una mirada del corazón hacia el misterio trinitario, sentir al
hermano como uno que me pertenece, ver lo que hay de positivo en el otro y
saber darle espacio.
48. Entre las
comunidades de fieles destacan las Parroquias, porque “en cierto modo
representan a la Iglesia
visible establecida por todo el mundo” y ofrecen “un modelo preclaro de
apostolado comunitario al congregar en unidad todas las diversidades humanas
que en ellas se encuentran”[45]. La Parroquia es un lugar privilegiado de transmisión
y celebración de la fe y de experiencia de comunión. Ella constituye el
entramado básico de la vida de cada Iglesia, donde los fieles pueden encontrar
cauces naturales de participación eclesial[46]. Esta institución, nacida en los
primeros tiempos de la Iglesia ,
está llamada a continuar ejerciendo su influjo benéfico en este nuevo siglo,
como comunidad de comunidades y casa abierta para todos inserta “junto a las
casas” de los vecinos y con espíritu misionero. En esta línea se orienta la
renovación que se está poniendo en marcha en los Planes de Pastoral y Sínodos
diocesanos, atentos a las nuevas situaciones de movilidad social, concentración
urbana y despoblación rural.
49. Una realidad
emergente y en buena medida ya consolidada son los llamados nuevos movimientos,
asociaciones y comunidades eclesiales, que en España cobran un relieve
singular, porque algunos de ellos han nacido entre nosotros y se están
extendiendo por todo el mundo y otros tienen una buena implantación aquí.
Necesitan nuestro servicio pastoral de discernimiento y de vínculo de comunión
para que encuentren su debida integración con el resto de la realidad pastoral
y para que descubran y se impliquen en nuevos campos de la misión y del
compromiso. También necesitan nuestro apoyo y se lo queremos prestar porque
“dan a la Iglesia
una viveza que es don de Dios, constituyendo una auténtica primavera del
Espíritu”[47], están siendo instrumentos de nueva evangelización y generan
vocaciones al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada y al servicio
misionero. Por otra parte valoramos altamente la Acción Católica y
los movimientos apostólicos nacidos en otras épocas porque, fieles a las notas
y orientaciones del Concilio Vaticano II[48], si están bien fundamentados en la
formación, en la práctica de los sacramentos y en la comunión eclesial, son
fermento de evangelio y compromiso cristiano en el mundo. Nos parece que hace
falta un mayor conocimiento mutuo y apertura por parte de todos y que siempre
se ha de evitar la contraposición entre Parroquia y movimientos o de
movimientos entre sí, ya que todos expresan la riqueza del Espíritu y entre
todos hacen posible una Iglesia con más vitalidad.
50. También nos
alegra ver que nuestra Iglesia, en consonancia con las orientaciones del
Concilio Vaticano II se está haciendo más participativa y creando cauces de
corresponsabilidad: la teología ha rescatado los valores de la eclesiología de
comunión; se ha enriquecido la vida eclesial con nuevos carismas; se están
desarrollando las estructuras y órganos participativos: Sínodos, consejos presbiterales,
pastorales, de economía, etc.; los laicos van asumiendo muchas tareas dentro de
la Iglesia ,
según corresponde al sacerdocio común de los fieles. Al fortalecer estos medios
de participación, hemos de alimentar a los cristianos con una verdadera
espiritualidad eclesial, ya que sin ella los organismos y estructuras de
comunión y de participación “se convertirían en medios sin alma, máscaras de
comunión, más que sus modos de expresión y crecimiento”[49].
51. En nuestra
Iglesia hemos crecido en organización y estructuras pastorales, lo mismo que en
planificación y programación. Estas realidades, que pertenecen al organismo
social de la Iglesia ,
son consecuencia del misterio de la
Iglesia , que es a la vez espiritual y visible, en analogía
con el misterio del Verbo encarnado; y han de estar al servicio del Espíritu de
Cristo, que le da vida para que el cuerpo crezca[50]. La misma dinámica de las
estructuras nos puede llevar a veces a la tentación de confiar más en nuestra
capacidad de organizar y programar que en la gracia de Cristo, por lo que hemos
de afirmar en la teoría y en la práctica la primacía de la gracia[51]. También
nos parece que podemos estar atrapados por un exceso de organización y
olvidarnos de que la Iglesia
es sobre todo un organismo vivo, el Cuerpo místico de Cristo, y que lo
prioritario es la atención a las personas y engendrar vida.
52. La comunión
jerárquica dentro del cuerpo eclesial es un don y una tarea (cfr. Hech 2,42).
El ministerio apostólico del Papa como sucesor de Pedro y de los Obispos con él
como sucesores de los Apóstoles, con sus colaboradores los presbíteros, es un
regalo de Dios en su Iglesia a favor de todos los hombres, en cuanto ésta es
sacramento universal de salvación. Este ministerio se ejerce como un servicio a
la comunión en la triple función de enseñar, santificar y regir. No podemos
descuidar el ejercicio de estos ministerios ni permitir que se minusvaloren o
se desenfoquen, porque es cuestión que afecta a la identidad misma de la Iglesia. La obediencia
eclesial y el respeto al Magisterio es una señal de los discípulos de Cristo.
Los Obispos estamos llamados a vivir estos ministerios con inspiración
evangélica y a promover de la mejor manera las potencialidades de los
instrumentos de comunión como los Consejos presbiterales y pastorales, las
provincias o regiones eclesiásticas y la Conferencia Episcopal [52].
Respecto a la
Conferencia Episcopal nos proponemos seguir reflexionando
sobre su funcionamiento y los servicios que puede prestar tanto a las personas
de los Obispos como al ejercicio de su ministerio en las Diócesis, conforme al
Motu Proprio Apostolos suos.
b) Comunión y misión
53. La comunión
eclesial comporta la apertura universal y el desarrollo de la misión “ad
gentes”, porque la Iglesia
por naturaleza es misionera y cada Iglesia particular ha de sentirse solidaria
y en comunión con todas las Iglesias. Nuestra Iglesia en España, tanto las
Diócesis como los Institutos de vida consagrada, han prestado y siguen
prestando una cooperación muy generosa a la tarea del anuncio del mensaje de
salvación al mundo entero . Hoy, a pesar de la fuerte disminución de
vocaciones, siguen enviando misioneros y misioneras de entre sus miembros más
valiosos. Somos conscientes de que ello no empobrece nuestras comunidades sino
que las revitaliza. Para impulsar aún más esta participación, hemos de difundir
la sana doctrina sobre el sentido y motivación de la misión, fomentar entre los
sacerdotes y los seminaristas la dimensión misionera, promover nuevos cauces de
cooperación por parte de los laicos y seguir apoyando la colaboración
espiritual y económica de los fieles[53].
54. La preocupación
de la Iglesia
insistentemente manifestada[54] de trabajar por la unidad querida por
Jesucristo (cf Jn 17,21), nos urge a seguir desarrollando el ecumenismo y a
sensibilizar a los agentes de pastoral con relación a esta tarea. El marco de
construcción de la “casa común” europea y el hecho mismo de que muchos de los
inmigrantes que vienen de los países del Este sean católicos de rito oriental y
cristianos ortodoxos nos sitúan en una nueva dimensión del ecumenismo[55]. Por
otra parte se abre también un nuevo horizonte en el diálogo interreligioso: en
primer lugar, se precisa una correcta formación de los fieles conforme a los
criterios teológicos expresados en la Declaración Dominus
Iesus[56]; además el gran número de inmigrantes que proviene de África o de
algunos países asiáticos, muchos de los cuales profesan el Islam u otras
religiones, nos exige reflexionar con apertura, pero sin ingenuidad, en los
problemas que plantea su integración, la clarificación doctrinal de nuestros
cristianos y el reto nada fácil de ofrecerles también a Jesucristo junto con
nuestro testimonio de caridad cristiana.
c) Caridad y
compromiso por la justicia
55. Uno de los
mayores motivos de acción de gracias a Dios y de alegría es el servicio y
atención a los pobres, de lo que nuestra Iglesia está dando pruebas. Son muchos
y con vitalidad los fieles, grupos, instituciones eclesiales y servicios, tanto
parroquiales y diocesanos como de ámbito nacional, que se dedican a atender a
las personas con problemas y a luchar contra las causas de la injusticia.
Instituciones como Cáritas, Manos Unidas y otras gozan de prestigio social y
son un instrumento eficaz para que los católicos y las personas de buena
voluntad presten más ayuda a los necesitados aquí y en el Tercer Mundo. Además,
otros muchos católicos colaboran como voluntarios en diversas organizaciones de
ayuda al desarrollo y promoción social. Progresando en este espíritu, “tenemos
que actuar de tal manera que los pobres, en cada comunidad cristiana, se
sientan como en su casa”[57]. El cristiano ha de descubrir particularmente en
los necesitados el rostro de Cristo y ha de estar atento a todas las pobrezas,
además de las materiales. Si no cuidáramos estas dimensiones profundas en la
formación de nuestros voluntariados y en la sensibilidad de los técnicos que
trabajan en nuestros servicios sociales, la caridad cristiana quedaría reducida
a un humanismo filantrópico y “nuestras comunidades cristianas a agencias
sociales”[58].
56. Toda la Iglesia está implicada en
el compromiso por la justicia como ejercicio de la caridad fraterna y del mismo
anuncio del Evangelio. Este compromiso lo cumplen los Obispos, con su
Magisterio que enuncia y actualiza los principios de la Doctrina Social de
la Iglesia , y
todos los fieles, particularmente los laicos, con su palabra, acción y
testimonio para la construcción y transformación de la sociedad según los
proyectos de Dios[59]. “Esta vertiente ético-social se propone como una
dimensión imprescindible del testimonio cristiano. Se debe rechazar la
tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver
con las exigencias de la caridad ni con la lógica de la Encarnación ni, en
definitiva, con la misma tensión escatológica del cristianismo”[60]. Hemos de
seguir defendiendo clara y públicamente los derechos humanos y particularmente
la dignidad y la vida de la persona, en los diversos ámbitos en los que está
amenazada, y aportar nuestra contribución a la solución de la cuestión social,
que ha llegado a ser ya una cuestión planetaria por los efectos de la llamada
“globalización”.
57. Cada cristiano
personalmente y todos como cuerpo eclesial, en los distintos niveles institucionales,
hemos de estar atentos para dar respuesta a las nuevas pobrezas, como: la
drogadicción, el Sida, el abandono de los mayores, la marginación y
discriminación social. Tampoco podemos olvidar problemas que siguen sin
solucionarse y que hoy tienen macrodimensiones: como las guerras, el terrorismo
internacional, el narcotráfico, las injusticias y la mala distribución de la
riqueza, la deuda externa, el hambre en el mundo, el analfabetismo, la
represión o falta de libertades, etc. “El cristiano que se asoma a este
panorama debe aprender a hacer su acto de fe en Cristo, interpretando esta
llamada que él dirige desde este mundo de la pobreza”[61]. También surgen
problemas nuevos que reclaman una respuesta ética: el desequilibrio ecológico,
las nuevas potencialidades de la ciencia, sobre todo en el campo de la
biotecnología, la amenaza de la vida en su comienzo y en su final; la
desestructuración de la familia, que ocasiona tantos problemas personales y
sociales, su indefensión política; la desfiguración y banalización de la
sexualidad humana. La contribución noble y sincera de la Iglesia para iluminar
éticamente estos problemas y animar a los católicos a que se impliquen en
construir la sociedad según su fe, es también un ejercicio de verdadera
caridad. Son luminosas las palabras del Papa en su reciente carta: “Se debe
prestar especial atención a algunos aspectos de la radicalidad evangélica que a
menudo son menos comprendidos, hasta el punto de hacer impopular la
intervención de la Iglesia ,
pero que no pueden por ello desaparecer de la agenda eclesial de la
caridad”[62].
58. Entre nosotros el
fenómeno del terrorismo está marcando muy negativamente la vida social, pues
siembra muerte, opresión e inseguridad. Repetimos la condena tajante y sin
paliativos que hemos hecho en otras ocasiones, porque es un desprecio de la
vida humana, don sagrado, y un atentado gravísimo contra el hombre, imagen del
mismo Dios. Ninguna pretensión lo justifica, pues es intrínsecamente malo. A
fin de que cese esta violencia, además de esta palabra de condena moral,
aportamos nuestra oración y la de nuestras comunidades cristianas, actitud que
ha caracterizado a la Iglesia
desde el principio (Cf 1 Tim 2,1-2.8). A la vez, ofrecemos nuestra cercanía y
apoyo a las víctimas del terrorismo. Nuestra Iglesia y sus comunidades deben
ser espacio de fraternidad, de diálogo y de entendimiento, puesto que la Iglesia , como sacramento
de salvación, es signo e instrumento de comunión[63]. Además queremos
contribuir a eliminar esta lacra del terrorismo con una buena educación de la
juventud, desde los ámbitos donde la
Iglesia está presente. Por otro lado, ante los recientes
actos de extrema violencia de grupos terroristas internacionales, como Iglesia
hemos de ejercer una misión de paz, seguir trabajando por la eliminación de las
injustas desigualdades entre las naciones, rechazar cualquier germen de
xenofobia y evitar que en la opinión pública se equipare falsamente religión
con violencia. El acto de fe, por su propia naturaleza, es profundamente humanizador
y pacificador, ya que significa adherirse al Dios único, que es Amor, plenitud
del hombre y sustentador de la fraternidad de todos los hombres.
59. Una realidad
social relativamente nueva en España es el fenómeno de la inmigración. Está
introduciendo un pluralismo étnico, cultural y religioso. Es una puerta abierta
a la esperanza para muchas personas, cuya vida en su país carece de horizontes.
Pero también están surgiendo problemas de marginación, abusos de indefensos y
algunos brotes de xenofobia. La
Iglesia está contribuyendo a mejorar esta situación con sus
servicios de caridad y ayuda humanitaria y con su voz alzada en favor de la
justicia y de los derechos humanos de los inmigrantes, como el de la
reagrupación familiar. Esta realidad, además de los nuevos horizontes de
relaciones interconfesionales ya señaladas, plantea retos nuevos a nuestra
misión evangelizadora: cómo acoger en nuestras parroquias a tantos
hispanoamericanos, la mayoría de los cuales son católicos, para apoyarles en un
contexto donde les resulta más difícil la fe y también para recibir su
vitalidad religiosa como una savia nueva para nuestras comunidades.
III. ACCIONES
PASTORALES DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL
60. Del desarrollo
del Plan Pastoral anterior (1997-2000), que miraba a la preparación y
celebración del Jubileo en las diócesis de la Iglesia en España, y de
los frutos que hemos recibido por la gracia de Dios, debemos sacar “un renovado
impulso en la vida cristiana, haciendo que sea, además la fuerza inspiradora de
nuestro camino”[64].También nosotros, en esta ocasión, al comienzo del nuevo
milenio nos planteamos la pregunta ”¿Qué tenemos que hacer, hermanos?” (Hech.
2,37) para caminar desde Cristo en comunión con el Papa y la Iglesia universal. Juan
Pablo II ha expresado cómo “es necesario que el programa formule orientaciones
pastorales adecuadas a las condiciones de cada comunidad”[65]. Por eso nos
proponemos durante este cuatrienio desarrollar, como Conferencia Episcopal,
unas acciones que respondan con fidelidad a las llamadas de Dios descubiertas
en la mirada pastoral de nuestra situación y sirvan a las prioridades
pastorales que hemos señalado.
61. Las prioridades
pastorales anteriormente enunciadas sirven de inspiración a las acciones que
las distintas Comisiones Episcopales y organismos de la Conferencia incluyen
en sus respectivas programaciones como corresponde al ámbito de su competencia
y servicio, y que aquí no se relacionan porque aparecen en sus propios planes. Solamente
se determinan, a continuación, las acciones que la Conferencia Episcopal
asume, de diversos modos, para sus Asambleas plenarias o sustenta durante el
próximo cuatrienio con su apoyo corporativo aunque la iniciativa esté
encomendada a alguna o varias Comisiones Episcopales.
62. También en estos
próximos años culminarán algunas acciones que ya estaban programadas en el Plan
anterior[66] y aún están en curso porque han necesitado mayor plazo de tiempo
para ser llevadas a buen término como son:
- la edición de la Biblia de la Conferencia Episcopal
Española, con la traducción revisada de los textos litúrgicos (n. 144);
- la publicación de
los catecismos de adultos, jóvenes e infancia (n. 146);
- la elaboración de
una instrucción pastoral sobre la iniciación a la oración litúrgica,
comunitaria y personal (n. 125);
- la reflexión sobre
el diálogo entre la fe y las corrientes culturales de nuestro tiempo en orden a
estimular la inculturación del Evangelio y la Evangelización de
la cultura (n. 118).
1. Acciones
pastorales sobre el encuentro con el Misterio de Cristo y la llamada a la
santidad.
63. 1. Reedición
actualizada del Ritual de la
Penitencia.
En las actuales
circunstancias es preciso apoyar la doctrina y la práctica del Sacramento de la Penitencia que, además
de la celebración del perdón, resulta un momento privilegiado de formación de
la conciencia moral de los cristianos y de acompañamiento pastoral en el camino
de la vocación a la santidad. Después de la experiencia habida durante los años
pasados para la aplicación del Ritual de la Penitencia , la
oportunidad de la reedición actualizada del mismo Ritual será ocasión para que
en las diócesis se promueva, en encuentros de sacerdotes y jornadas de estudio
con el pueblo cristiano, la recta aplicación en el ejercicio del ministerio del
perdón y de la reconciliación en conformidad con el mismo Ritual.
Organismo
responsable: Comisión Episcopal de Liturgia, con estudio y aprobación en la Asamblea Plenaria.
64. 2. Congreso
nacional sobre pastoral vocacional.
Después de los
Congresos continentales, entre ellos el de Europa, sobre las vocaciones al
sacerdocio y a la vida consagrada, es conveniente que, ante la situación actual
de las vocaciones, las diócesis y los Institutos de Vida Consagrada puedan intercambiar
las experiencias positivas que en estos momentos se dan por distintas partes y
reflexionar sobre las condiciones que hoy despiertan y favorecen las vocaciones
al sacerdocio y a la vida consagrada. A la vez, idear medios para que toda la
comunidad cristiana se implique en la pastoral de las vocaciones como una
respuesta a las llamadas que Dios dirige a cada miembro de la Iglesia para vivir la
santidad y el testimonio en el ministerio y en los distintos carismas.
Organismos
responsables: Comisiones Episcopales de Seminarios y Universidades, del Clero,
de Obispos y Superiores Mayores.
65. 3. Colaborar con
la organización y desarrollo del Año santo Compostelano en el 2004.
El año 2004 será,
D.m. Año santo compostelano. A Santiago de Compostela acudirá un gran número de
peregrinos de las diócesis de la
Iglesia en España y de otros países para recibir, al final
del camino de la conversión, el perdón y la gracia. Como en la ocasión
anterior, la
Conferencia Episcopal y sus distintos organismos podrán
colaborar con la organización y desarrollo de las distintas actividades para
jóvenes y adultos que se programen con ocasión de este Año santo jacobeo.
Organismo
responsable: Comisión Permanente.
2. Acciones
pastorales sobre la comunicación del Evangelio de Cristo.
66. 4. Elaborar un
Directorio de Pastoral familiar y de la Vida.
Después de la
publicación de la
Instrucción pastoral “La familia, santuario de la vida y
esperanza de la sociedad” (2001), para su desarrollo y aplicación resulta
conveniente la elaboración de un Directorio de Pastoral familiar y de la Vida que ayude tanto a las
parroquias como a los movimientos de pastoral familiar y de defensa de la Vida a continuar y emprender
las acciones pastorales pertinentes. El Directorio se completará con la
elaboración de guiones prácticos para los cursillos prematrimoniales y para las
celebraciones del sacramento del matrimonio y encuentros de pastoral familiar.
Organismo
responsable: Subcomisión Episcopal para la Familia , con estudio y aprobación en la Asamblea plenaria.
67. 5. Organizar un
encuentro de responsables de pastoral sobre la religiosidad popular.
Durante estos últimos
tiempos ha resurgido en la
Iglesia el aprecio y estudio de la religiosidad popular en
orden a la evangelización y la vida cristiana. Algunas diócesis e instituciones
han organizado Congresos o encuentros sobre la piedad popular. Es momento
oportuno para intercambiar las experiencias de las diócesis sobre los distintos
aspectos y acciones pastorales para encauzar esas manifestaciones de
religiosidad popular. Parece conveniente que se organice un encuentro de
Vicarios y otros responsables de ese ámbito de la pastoral, que pueda ofrecer
aportaciones para la reflexión posterior en la Asamblea Plenaria.
Organismos
responsables: Comisión Episcopal de Pastoral con la colaboración de las
Comisiones Episcopales de Liturgia y de Patrimonio y reflexión posterior en la Asamblea Plenaria.
68. 6. Estudio sobre
las Facultades, Centros de Estudios Teológicos e Institutos Superiores de
Ciencias Religiosas.
Organismo
responsable: Subcomisión Episcopal de Universidades, con reflexión en la Asamblea plenaria.
69. 7. Reflexionar
sobre la identidad de la
Escuela Católica en la situación actual.
En la situación
actual existen Colegios de identidad católica, con titularidad perteneciente a
Diócesis, Institutos de vida consagrada y Sociedades de vida apostólica, en los
que va disminuyendo la presencia de miembros de estos institutos y en algunos
de ellos se está poniendo la dirección y gestión del centro en manos de
seglares. Es necesaria una reflexión sobre las dificultades y esperanzas que esta
situación plantea, en orden a que la
Escuela católica siga prestando a la Iglesia y a la sociedad el
servicio y los frutos para los que fueron fundados esos colegios y escuelas.
Organismos
responsables: Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis con la colaboración
de la Comisión
de Obispos y Superiores Mayores.
70. 8. Elaborar unas
orientaciones sobre Patrimonio Cultural y Evangelización.
El aprecio por el
patrimonio histórico, artístico y cultural de la Iglesia ha crecido en estos
últimos años de tal forma que el patrimonio, que se ha ido creando a lo largo
de los siglos al servicio del culto, se ha convertido no sólo en interés
cultural de forma popular sino también un medio para la evangelización. El
patrimonio sacro, testimonio de la fe del pueblo de Dios, es un válido
instrumento para la catequesis y la evangelización así como para el encuentro y
el diálogo entre la fe y la cultura. En estos momentos resulta conveniente la
elaboración de unas orientaciones y propuestas pastorales que ayuden a las
distintas comunidades eclesiales a poner el patrimonio cultural al servicio de
la nueva evangelización, manteniendo siempre su identidad y misión.
Organismo
responsable: Comisión Episcopal de Patrimonio Cultural, con estudio y aprobación
en la Asamblea
Plenaria.
71. 9. Exposición
“2.000 años de Cristianismo en España”.
Con la colaboración
de todas las diócesis y sus instituciones, se propone realizar una exposición
histórico-documental y con el patrimonio artístico sobre la historia de la Iglesia en España y la
aportación del cristianismo a la sociedad y a la cultura de cada tiempo. Como
en el año 2004 en Barcelona se celebrará el “Foro universal de las Culturas”,
se propone que esta exposición, que puede ser itinerante, comience con esa
ocasión Barcelona y luego tenga sede en otras diócesis o provincias
eclesiásticas de la Iglesia
en España.
Organismo
responsable: Comisión Episcopal de Patrimonio Cultural.
72. 10. Reflexión
sobre la pastoral de la comunicación.
Diferentes organismos
de la Iglesia
en España son titulares de distintos medios de comunicación, también la Conferencia Episcopal
Española. En este cuatrienio se propone estudiar la pastoral de las
comunicaciones en España en lo que toca a la Conferencia , tanto la
presencia en los organismos propios como en otros organismos, así como la
preparación de comunicadores cristianos.
Organismo
responsable: Comisión Permanente, con la colaboración de la Comisión Episcopal
de Medios de Comunicación, y reflexión en la Asamblea Plenaria.
73. 11. Promoción de
la comunicación institucional de la
Iglesia.
Con el afán de
mejorar su relación con los medios de comunicación social y a fin de que la
opinión pública española esté informada adecuadamente de la vida de la Iglesia y perciba de manera
clara la posición que ella tiene sobre los asuntos más importantes que afectan
a las personas y a la sociedad, la Conferencia Episcopal
quiere potenciar su servicio de comunicación y ayudar a las Delegaciones
diocesanas de medios de comunicación u oficinas diocesanas de información. Con
este propósito ofrecerá a sus responsables, a los Obispos, equipos de gobierno
y portavoces cursos de formación y actualización sobre comunicación pública y
relación con los medios.
Organismo
responsable: Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social en
colaboración con la Oficina
de Información de la CEE.
74. 12. Congreso
Nacional de Misiones
La nueva situación de
la sociedad española abre nuevos horizontes y ámbitos a la missio ad gentes de la Iglesia en España. Se hace
necesaria una reflexión teológico-pastoral de responsabilidad misionera de
nuestras comunidades cristianas para responder a los requerimientos de la
prioridad del anuncio del Evangelio en los nuevos ámbitos de la misión y de la
cooperación de las Iglesias jóvenes necesitadas de ayuda material y espiritual.
Para ello se ve conveniente celebrar un Congreso Nacional de Misiones en el que
puedan participar las distintas Instituciones misioneras que colaboran con la Comisión Episcopal
de Misiones.
Organismo
responsable: Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias.
3. Acciones
pastorales sobre la comunión en el amor de Cristo
75. 13. Congreso
nacional sobre apostolado seglar.
De acuerdo con las
propuestas pastorales de la Conferencia Episcopal de promover la Acción Católica y
el apostolado organizado[67], y para promover una mayor comunicación con los
nuevos movimientos y comunidades eclesiales, proponemos la celebración de un
Congreso nacional sobre Apostolado Seglar que aborde en este comienzo de siglo
la acción pastoral y evangelizadora en la Iglesia y en la sociedad actual. El mayor
conocimiento entre unos y otros, el intercambio de experiencias, el apoyo mutuo
y la reflexión teológica y pastoral sobre la acción apostólica de los laicos y
la “espiritualidad de comunión” será imprescindible para la nueva
evangelización en este tiempo.
Organismo
responsable: Comisión Episcopal de Apostolado Seglar.
76. 14. Publicar unas
Orientaciones sobre la pastoral con los inmigrantes.
La situación de la
inmigración en España, recientemente nueva, pone a las diócesis y sus
instituciones en la necesidad de ser no sólo atentas sino también
evangelizadoras hacia cuantos han venido de otras naciones a vivir y trabajar
en nuestra tierra. Es necesario que los responsables diocesanos, los pastores y
consagrados y todos los fieles dispongan de unas orientaciones pastorales para
la atención y la evangelización de los inmigrantes.
Organismo responsable:
Comisión Episcopal de Migraciones, con la colaboración de la Comisión Episcopal
de Misiones y Cooperación entre las Iglesias.
77. 15. Reflexión
sobre el ecumenismo y el diálogo interreligioso en España.
Durante el Jubileo
del Año 2000 el Papa Juan Pablo II ha invitado a toda la Iglesia a realizar nuevos
esfuerzos tanto en el campo del ecumenismo como en el diálogo interreligioso. La Comisión episcopal de
Relaciones Interconfesionales ha publicado distintos estudios. En el comienzo
de siglo necesitamos contar con una reflexión sobre la actual situación de las
relaciones interconfesionales para programar distintas acciones que promuevan
también entre nosotros la unidad de los cristianos y el diálogo interreligioso.
Organismo
responsable: Comisión Episcopal de relaciones interconfesionales, con la
colaboración de la
Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las
Iglesias.
78. 16. Reflexión
sobre el problema del terrorismo y la aportación de la Iglesia a su solución.
Organismo
responsable: Comisión Permanente y Asamblea Plenaria.
CONCLUSIÓN
“¡Mar adentro!” (Lc
5,4)
Como se comprueba,
son muchos los retos que tenemos por delante al comienzo de este nuevo Milenio.
Pero lo mismo que a los Apóstoles, hoy también Jesús nos dice a nosotros: “¡Mar
adentro y echad las redes para pescar!” (Lc 5,4). Nos invita a no quedarnos tranquilamente
en la orilla de la comodidad o la seguridad, a ahondar y adentrarnos en el
misterio profundo de su amor, a explorar caminos nuevos de pastoral, a abrirnos
a nuevas metas de la evangelización, a confiar más plenamente en la compañía
del Señor y en la presencia de su Espíritu. Aunque nosotros, como Pedro,
sentimos las dificultades de la tarea, también, como él, queremos afirmar
nuestra esperanza en Jesucristo: en su nombre y confiando en su palabra
echaremos las redes (cf Lc 5,5), conscientes de que nuestro trabajo y el fruto
están en sus manos.
Las acciones que nos
proponemos llevar a cabo en cuanto Conferencia Episcopal son un signo y apoyo a
la múltiple acción pastoral de la
Iglesia que peregrina en España. Que María “Estrella del Mar”
y “Estrella de la evangelización” guíe nuestra barca y nos dé su abertura de
corazón a los horizontes inmensos de Dios.
--------------------------------------------------------------------------------
[1] Novo millennio
ineunte (NMI), 3.
[2] Lumen Gentium, 8.
[3] NMI, 29.
[4] “La visita del
Papa y el servicio a la fe de nuestro pueblo” (1983-1986); “Anunciar a
Jesucristo en nuestro mundo con obras y palabras (1987-1990); “Impulsar una
nueva evangelización” (1990-1993); “Para que el mundo crea (Jn 17,21)” (1994-1997);
“Proclamar el año de gracia del Señor (Is 61,2; Lc 4,19)” (1997-2000).
[5] Cf por ejemplo:
“Proclamar el Año de gracia del Señor”: Plan de acción pastoral de la CEE para el cuatrienio
1997-2000, nn. 44-53; La fidelidad de Dios dura siempre: Mirada de fe al siglo
XX (1999), nn. 11-17; La familia, santuario de la vida y esperanza de la
sociedad (2001), nn. 9-42.
[6] Cf Gaudium et
Spes, 4, 11.
[7] Cf Carta a
Diogneto, 6,10.
[8] SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, XVIII,
51,2.
[9] Lumen Gentium 8.
[10] X Asamblea
Ordinaria del Sínodo de los Obispos: “El Obispo, servidor del Evangelio para la
esperanza del mundo”(Roma, octubre 2001).
[11] NMI 33
[12] NMI 34.
[13] NMI 30-31.
[14] Lumen Gentium
39-42.
[15] Lumen Gentium,
31; Apostolicam Actuositatem 2; Christifideles Laici,16-17; CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA, Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo (1991); NMI 46.
[16]Cf JUAN PABLO II,
Pastores dabo vobis, 72; COMISIÓN EPISCOPAL DEL CLERO, La formación espiritual
de los sacerdotes, según PDV (1995).
[17] San Juan de
Ávila, Memorial 1º a Trento, 5.
[18] Cf Lumen Gentium
42-44; JUAN PABLO II, Vita consecrata,3; 39-40.
[19] NMI 39.
[20] S. CIPRIANO, De
Catholicae Ecclesiae Unitate, 6; S. AGUSTÍN, In Ps 82 serm. 2,14: Cf H.DE
LUBAC, Meditación sobre la
Iglesia (Madrid 1988) p. 210.
[21] Cf CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA, Sentido Evangelizador del Domingo y de las Fiestas (1992),
además de: JUAN PABLO II, Dies Domini (1998),
[22] Cf Lumen Gentium
11; Sacrosanctum Concilium 10.
[23] Cf Catecismo de la Iglesia Católica ,
n. 2168-2195.
[24] NMI 35.
[25] NMI 37.
[26] Cf JUAN PABLO
II, Exhortación postsinodal “Reconciliatio et Poenitencia” (1984) ; CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción pastoral “Dejaos reconciliar con Dios” (1989).
[27] Cf NMI 46.
[28] NMI 46.
[29] Cf PABLO VI,
Evangelii Nuntiandi 21; NMI 42ss.
[30] CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA, La iniciación cristiana: reflexiones y orientaciones
(1998).
[31] Cf CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA, Dios es amor (1998).
[32] Cf COMISIÓN
EPISCOPAL PARA LA DOCTRINA
DE LA FE
, Esperamos la resurrección y la vida eterna (1994).
[33] Discurso a los
jóvenes en la plaza de San Pedro (15-8-2000).
[34] NMI 47.
[35] Cf CONGREGACIÓN
PARA EL CLERO, Directorio general para la catequesis (1997), nn. 238-239.
[36] Cf Directorio
General para la Catequesis ,
nn 121-136.
[37] Cf JUAN PABLO
II, Fides et Ratio esp. 1-6; 24-35; 80-108.
[38] Cf COMISIÓN
EPÌSCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, El profesor de Religión Católica:
identidad y misión (1998).
[39] Cf COMISIÓN
EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, Orientaciones pastorales sobre la
enseñanza religiosa escolar (1999).
[40] COMISIÓN
EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, Principios y criterios para la inspección
del área y el seguimiento de los profesores de religión (2000).
[41] CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA, Los católicos en la vida pública, nn. 152-154.; COMISIÓN
EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, Orientaciones para la pastoral educativa
escolar en las Diócesis (1992).
[42] Cf CONFERENCIA
EPISCOPAL ESPAÑOLA, Los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas:
Orientaciones y criterios de actuación (1997).
[43] NMI 42.
[44] NMI 43.
[45] Sacrosanctum
Concilium 42; Apostolicam actuositatem 10; Cf C.I.C. c. 515,1.
[46] Cf Christifideles
Laici 26; NMI 45; Congreso sobre “Parroquia evangelizadora” (1988).
[47] NMI 46.
[48] Cf Apostolicam
Actuositatem 20; Christifideles Laici, 31; Los cristianos laicos, Iglesia en el
mundo, 89-105.
[49] NMI 43.
[50] Cf Lumen
Gentium, 8.
[51] Cf NMI 38.
[52] Cf CIC cc.
431-438; NMI 44.
[53] Cf COMISIÓN
EPISCOPAL DE MISIONES Y COOPERACIÓN ENTRE LAS IGLESIAS, La misión “ad gentes” y
la Iglesia en
España (2001).
[54] Cf por ejemplo
NMI 48.
[55] Cf Carta
Ecuménica (Conferencia de Iglesias Europeas y Consejo de Conferencias
Episcopales Europeas) (2001).
[56] CONGREGACIÓN
PARA LA DOCTRINA DE
LA FE , Declaración
“Dominus Iesus” sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y
de la Iglesia
(2000); Cf también PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO y
CONGREGACIÓN PARA LA
EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS, Instrucción “Diálogo y
anuncio” (1992).
[57] NMI 50.
[58] NMI 52.
[59] Cf Apostolicam
Actuositatem 7; JUAN PABLO II, Christifideles laici, 32-44.
[60] NMI 52.
[61] NMI 50.
[62] NMI 51.
[63] Cf Lumen Gentium
1.
[64] NMI 29.
[65] NMI 29.
[66] Plan de acción
pastoral de la
Conferencia Episcopal Española para el cuatrienio 1997-2000:
“Proclamar el año de gracia del Señor” (Is 61,2; Lc 4,19)
[67] Los cristianos
laicos, Iglesia en el mundo, nn. 89-131.