Fiesta Nacional de
España, Día de la
Hispanidad
La conquista de
América frente a la conquista globalizada del mundo
El Manifiesto,
13-10-14
Ya ni siquiera se le
llama por su nombre. La
Fiesta Nacional de España, también denominada Día de la Hispanidad , hoy se la
conoce en la calle como "el puente del Pilar". Lo políticamente
correcto obliga a no festejar ni a España ni a su gesta en América. Sólo en una
región de España se celebra con fuerza desde hace un par o tres de años: en la Cataluña que se subleva
(quienes lo hacen) frente a la amenaza secesionista.
Lo que fuera durante
siglos el mayor Imperio del mundo ha quedado reducido hoy al mantenimiento de
nuestra lengua común —algo queda, mal les pese a quienes tanto quisieran
desprenderse de ella. Razón de más para recordar y celebrar la gesta de
aquellos hombres: de aquellos antepasados nuestros que, si volvieran, si nos
viesen, tendrían sobradas razones para... salir corriendo y no reconocer como pertenecientes
a su linaje a los enclenques, acomodaticios españolitos de hoy, acoquinados
ante el temor del ébola.
Basta ver las
imágenes de la película 1492 que, envueltas en La conquista del paraíso, la
fastuosa composición coral del griego Vangelis, les ofrecemos en el vídeo
adjunto; basta estremecerse contemplando las carabelas surcar “la mar oceana”,
que decía el Almirante; basta revivir el momento en que los primeros de nuestra
estirpe ponen pie en el Nuevo Mundo, para comprender la grandeza de lo que fue
aquello: el valor indómito de aquel puñado de hombres que conquistaron el Nuevo
Mundo. Un mundo que, contrariamente al hermoso título de la banda sonora, no
fue ciertamente ningún paraíso.
Lo conquistaron, sí.
No para arrasarlo, no para lucrarse —acabó España más pobre después que antes
de la conquista. Lo conquistaron para implantar una nueva civilización: la que
mientras existía (¿existe aún?) fue la más grande y rica —artística, cultural,
científica, filosófica, espiritualmente— de cuantas civilizaciones han existido
en la tierra.
¿Conquistaron el
Nuevo Mundo a costa de las civilizaciones que ahí preexistían (grandes en
ciertos aspectos; salvajes y sanguinarias en otros)? Por supuesto. Lo
conquistaron como los romanos, unos mil quinientos años antes, habían conquistado, por ejemplo, las
civilizaciones preexistentes en Hispania, en la Galia , en Panonia, en media
Europa. Gracias debiéramos darles cada día.
Debiéramos estarles
eternamente agradecidos si —desplegada en la mente de unos, y agazapada en el
corazón de otros— no latiera la idea de que la conquista como tal, cualquiera
que sea, constituye el más horrendo de todos los crímenes. Un crimen que no
impide ni a mentes ni a corazones aceptar —aplaudir incluso— la más colosal
conquista de todos los tiempos: la destrucción de pueblos, identidades,
costumbres, tradiciones...; la global invasión del capitalismo —globalización
se la llama— a escala de la tierra entera.