jueves, 16 de octubre de 2014

LA IGLESIA Y LA POLÍTICA


Homilía del obispo monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma
para el domingo 5 de octubre de 2014


Cuando llega el tiempo electoral los partidos políticos, sus dirigentes entran en un frenesí de actividad publicitaria. La propaganda para conquistar votos, es el objetivo principal. El “tiempo electoral” es una carrera a quién logra el mayor porcentaje de votos…La mejor política la define la mayor cantidad de votos. La Política queda así reducida a una Loteria…y el destino de nuestra Patria queda en manos de la suerte. Los habitatntes del país juegan a ciudadanos esperando el resultado de las elecciones de turno. Su compromiso ciudadano ha terminado el Día de elecciones… Y la suerte de la Nación queda en manos de ganadores y no servidores Comienza la lucha entre ganadores y perdedores. 

Las elecciones son una competición y no una participación ciudadana buscando el bien de todos. Cada época de elección democrática ahonda la división entre partido ganador y partidos perdedores…Al ganador no le interesa tanto el bienestar de todo, sino fortalecerse en el Gobierno. Y el poder político pierde su sentido humano de ser un servicio para el desarrollo comunitario de la Sociedad. Por el contrario, hasta llega a transformarse en poder dominador y esclavizante como ha sucedido con las dictaduras y tiranías que han surgido en el siglo pasado.

La Iglesia debe intervenir en política. Pero me apresuro a aclarar como siempre se ha hecho en la enseñanza al respecto. Los Pastores no estamos para que nos pregunten a quién hay que votar. Los Obispos, sacerdotes, catequistas tenemos como misión anunciar a Jesucristo y su Evangelio también en la Política. Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos, para liberarnos de todo mal, para humanizarnos. Para enseñarnos y capacitarnos a vivir como hermanos y no como enemigos ni siquiera como adversarios. Vino a enseñarnos cómo dirigirnos a Dios real y verdadero, vino a enseñarnos a relacionarnos en igualdad, en fraternidad, en dignidad de personas humanas. Por eso, que la Biblia nos enseña a vivir como seres humanos. No solo nos enseña a rezar sino también a saber votar para liberarnos del mal. También, de malas políticas. Nos enseña el camino de lograr una auténtica democracia, nos enseña qué candidatos nos dan seguridad de que serán servidores y no aprovechadores. Enseña y fortalece a quiénes son elegidos a ejercer el Poder como servicio y no como dominio o provecho propio o con preferencias partidarias. Por el contrario señala normas éticas para que el gobernante busque el bien común con la sola preferencia a favor de los carenciados.

La Iglesia interviene en Política a doble nivel. A nivel de Pastores creando en la ciudadanía un corazón solidario y fraterno enseñando a pensar la política más allá de partidismos cerrados sobre si mismos; creando en cada ciudadano la capacidad de discernir normas y leyes, estrategias y vías de acción que respeten la dignidad de la persona y que todos los habitantes sin marginación alguna sean satisfechos en sus justas e equitativas aspiraciones humanas, en la gama de todos los Derechos Humanos.

La Iglesia interviene en Política a nivel Laicado, a de modo de levadura evangélica a través de los ciudadanos bautizados formados en los valores evangélicos emitiendo su voto elector o siendo candidatos elegidos para la dirigencia partidaria- En todos los casos los ciudadanos bautizados actúan con responsabilidad personal en libre opción partidaria y a la luz de su Fe Cristiana.


La formación del laicado, bautizado en la dimensión política del evangelio de Jesús, es una de la deudas internas de la iglesia católica en la argentina. Para saldarla, todavía, no hay una catequesis política mediante la Doctrina Social de la Iglesia que vaya de la mano en las catequesis que se ofrecen al pueblo de Dios. El laicado maduro en su fe ha de exigirla para vivir su misión ciudadana en ser levadura evangélica en la política. (Mateo 5)