sábado, 24 de enero de 2015

CRISTINA NO ES VÍCTIMA SINO COPARTÍCIPE NECESARIO





por EDGAR MAINHARD

URGENTE24, 23-1-15


 El periodista K Roberto Navarro informa desde la Casa Rosada para el canal K C5N que los colaboradores de la Presidente de la Nación afirman que todos ellos están prisioneros "de los servicios de inteligencia". Navarro dice "los servicios de inteligencia" una decena de veces, intentando instalar algo así como una conspiración en la que los K serían las víctimas cuando hay una única víctima, hasta ahora, que es el muerto.

El periodista especializado en Economía K se arrojó al barro del submundo de "los servicios de inteligencia" cuando el domingo 18/01, en su programa, le anticipó a Ricardo Alfonsín y a la teleplatea, que Alberto Nisman no visitaría la Cámara de Diputados el lunes 19/01. Alguien le había pasado el dato pero quien se lo sopló, ¿le reveló el motivo? ¿Ya conocía, tan temprano, la muerte del fiscal especial para el caso AMIA?

Navarro sigue hablando de "los servicios de inteligencia", tal como si fuesen una entidad en sí misma, y extraña al Ejecutivo Nacional, en general; y a la Administración K, en particular.

Navarro le habla a los militontos pero no todos los televidentes de C5N son militontos. Cuando un comunicador subestima a la opinión pública, se encuentra en graves problemas en cuanto a su credibilidad, su atributo más importante.

El Estado argentino cuenta con numerosos mal llamados "servicios de inteligencia", que se aglutinan en la "comunidad de inteligencia", y nunca destacan por la inteligencia de sus acciones. En verdad, esos organismos públicos reflejan la condición presente del Estado argentino; enorme pero ineficiente, indisciplinado, apegado a la invención de conspiraciones para ocultar sus errores propios y profundamente clientelar. Todos ellos son financiados por el Presupuesto Nacional y es un motivo fundamental por el cual Navarro no puede sostener la trama del acecho de los "servicios de inteligencia" contra la Presidente de la Nación.

En el caso de la Secretaría de Inteligencia, depende directamente de la Presidente de la Nación, para la que elabora un parte o informe cotidiano. En días de Néstor Kirchner, quien era un obsesionado por el espionaje tanto a amigos como a enemigos y hasta a su propia mujer, tal como se encuentra acreditado en cierta causa judicial en la que intervino la jueza Sandra Arroyo Salgado, el parte o informe de la Secretaría de Inteligencia llegó a entregarse con versión matutina y otra vespertina...

Los llamados "servicios de inteligencia" que Navarro presenta como enemigos de los K, le ayudaron a Kirchner a llegar al poder: en días de Eduardo Duhalde, lograron intoxicar a la grupo íntimo de Carlos Menem con encuestas falsas, en especial el día del comicio, motivo por el cual su comando de campaña se despreocupó y abandonó a los fiscales de mesa en La Matanza, por ejemplo, inicio de irregularidades fundamentales para acortar la distancia que Menem le llevaba a Kirchner, y así forzar la 2da. vuelta.

Desde entonces, Kirchner les concedió una importancia fundamental en su metodología de gestión, y ocurrio algo muy interesante: en días de Menem, por ejemplo, quien llevaba el parte diario de la Secretaría de Inteligencia era Juan Yofre, en un comienzo, y durante casi todo el extenso mandato presidencial, Hugo Anzorreguy. Es decir que la conducción política del organismo estatal accedía a la intimidad presidencial. Sin embargo, en días de Kirchner, el propio Antonio Horacio Stiusso y hasta Fernando Gonzalo Pocino, quienes no integraron nunca la conducción política sino que pertenecían/pertenecen a la planta permanente de la Secretaría de Inteligencia, accedieron al Jefe de Estado.

Por lo tanto es casi ridículo que Navarro, en nombre de la Casa Rosada, declare a Cristina Fernández de Kirchner, víctima de "los servicios de inteligencia".

Es más: en días de Néstor Kirchner, él fue quien provocó y azuzó una guerra entre servicios de inteligencia: la Secretaría de Inteligencia decidió resistir a una incipiente oficina que Aníbal Fernández había autorizado, vía un decreto de Kirchner, en la Policía de Seguridad Aeroportuaria, y se especializaba en nuevas tecnologías (la informática).

Uno de los grandes reclamos de Kirchner a a la Secretaría de Inteligencia fue que no le ayudó lo suficiente, afirmaba él, durante la gran crisis de 2008 (Resolución 125. Por ejemplo, en advertirle lo que para Kirchner era el doble juego de Julio Cobos) ni el año electoral 2009 (la supuesa traición de los Barones del Conurbano). En definitiva, Kirchner impuso, según comentarios nunca desmentidos, el espionaje interno como tarea permanente de "los servicios de inteligencia" que Navarro considera que conspiran contra el Ejecutivo Nacional, al que pertenecen.

Cristina, probablemente por todo eso que ella vivió, consolidó el ascenso del general César Milani, jefe de la Inteligencia de Ejército a la jefatura de la comunidad de inteligencia. Con Milani, la Secretaría de Inteligencia declinó. Es una paradoja: Milani considera a Aníbal Fernández un enemigo. Sin embargo ambos intentaron una tarea similar, y fue Milani quien lo consiguió aunque en alianza o sociedad con sectores de la Secretaría de Inteligencia (el caso de Pocino, a quien ayudó a vencer a Stiusso, en su puja interna por privilegios y poder).

En cualquier caso, los Kirchner gobernaron concediéndole un rol fundamental a los "servicios de inteligencia", y no les cabe el rol de víctimas. Alberto Nisman conoció gran parte de lo que ocurrió en esos años, y de hecho estuvo vinculado a quien era el N°1 en operaciones, Stiusso. Y su ex mujer, la jueza Arroyo Salgado, conoció tanto o más: ella ha sido mencionada como una magistrada con demasiado acceso a la Secretaria de Inteligencia, y de hecho no sólo le encomendaron una causa judicial que debía consumar la venganza de la Secretaría de Inteligencia contra quienes consideró enemigos políticos, sino también le entregaron en sub-rogancia la jurisdicción Zárate Campana que, por motivos extraños, es tan importante para sectores del organismo estatal.

No obstante, Nisman sí es víctima porque está muerto. Cristina nunca puede ser víctima, y menos cuando acumuló tantos errores en la conducción de la crisis, desde un comienzo, que se remonta a la decisión de entregarle a Hugo Chávez Frías la conducción de la política exterior argentina, algo que ocurrió mucho antes de la decisión de Alejandra Gils Carbó de quitarle a Nisman la Fiscalía Especial.

Los Kirchner reformularon los "servicios de inteligencia" en 2005 pero para consolidar el sistema actual, que intentan repudiar con un argumento estúpido: "Son un resabio del Proceso de Reorganización Nacional, donde la democracia nunca reformó nada".

Mentira. Los servicios de inteligencia que hoy día cuestionan los K son los que ellos alentaron, reformaron, festejaron, cuidaron y premiaron.

El problema es la impericia, compartida y vinculante. A la impericia de Cristina se le suma la impericia de sus funcionarios, que incluyen a la Secretaría de Inteligencia pero también a la Secretaría de Seguridad. Y lo que domina es la mediocridad de quienes elige la Presidente de la Nación para concederles tareas importantes. El desprecio de la Presidente por la transparencia y la excelencia. Y la ausencia de conducción político estratégica del Estado porque todo se circunscribe a cuánta impunidad puede conseguir.


Es final de ciclo, definitivamente. Pero existe el peligro de que sea mucho más que eso. Lo importante es tener en claro: ella no es víctima. Sí es copartícipe necesario.