jueves, 8 de enero de 2015

TERRITORIO SOBERANO Y BATALLA DE LA VUELTA DE OBLIGADO


Marcelo E. Lascano
           
           
Luis Alberto Romero, en esta misma sección, se ha referido a la valoración del episodio conocido como la Batalla de la Vuelta de Obligado. Su abordaje dejó perplejo a muchos. Intentaremos aquí dialogar con este punto de vista.

Si a fines de 1845 lo que ocurrió fue tan sólo una manifestación naval civil, quedan sin explicación las palabras y actuaciones de los actores públicos del momento: la reacción de la sociedad argentina, la de los próceres de Mayo aún vivos, más lo ola de solidaridad mundial, romanticista o no, capturada por la prensa europea y estadounidense. Con el artículo más reciente de Pacho O’Donnell, también publicado en esta sección, se recuperan importantes datos omitidos por Romero. Profundizaremos sobre la vinculación con la historia del territorio.

Como la invasión había sido planeada con anterioridad, el mismo José de San Martín pudo opinar, desde su retiro en Francia, sobre las dificultades de tal expedición a poco más de un mes de iniciada, en carta a Federico Dickson, comerciante en Londres, publicada en la prensa inglesa a comienzos de 1846. Al mismo tiempo, Vicente López y Planes –sí, el autor de nuestra canción nacional- escribió un segundo himno para homenajear los combates de Obligado.

Las actitudes de estos dos próceres de la independencia deben ser mencionadas, ya que nuestra historiografía los presenta como piezas de decorado. Una vez escrito el Himno y cruzados los Andes, los dos históricos son guardados en el depósito de la utilería de las historiografías cómic donde los personajes no actúan valorizando la cohesión social entonces existente del país.

Y esa cohesión que vieron se plasmaba en las provincias del Plata.

La conformación del territorio suele estar ausente en nuestras historiografías, como lo notó el geógrafo Federico Daus: la Argentina es una construcción gradual fundada en un espacio geográfico, con antecedentes históricos, sujetos a una comunidad política. Nótese el carácter abstracto de estas categorías, que marcan la diferencia entre el concepto de territorio y el de paisaje, siendo este más amigo del de “comarca”, que el federalismo logró integrar.

Los próceres de la independencia ya eran viejos en la década de 1840, pero estaban vivos, y se manifestaron, conscientes, más que nadie, de que lo que había comenzado en 1810 aún estaba madurando. Tuvieron, con Rosas, la claridad de que la historia estaba dando a la Argentina la oportunidad de consolidar uno de los pilares de su organización estatal: su individualización en el plano internacional. La efectivización de la soberanía consiste en dar carta de ciudadanía al territorio estatal.

Ahora bien, podría prescindirse del postulado de que la construcción de una entidad estatal nacional sea una consigna válida. Romero parece partir de este punto. Por nuestra parte, razonamos sobre la base de que las construcciones estatales nacionales son una consigna válida, vigente. El artículo de Romero parece divergir en este aspecto filosófico. Pero se trata de otra discusión. En los debates históricos actuales debe explicitarse el punto de partida fundante de las valoraciones.

Marcelo E. Lascano,Geógrafo – Docente de la UBA y la UNSAM


Clarin, 8-1-