Una parte no es toda
la verdad
Por Fernando Manera*
Bioquímico
La información que
circula sobre la relación entre salud y exposición a los agroquímicos genera
enorme preocupación en muchas comunidades en las que conviven lo rural y lo
urbano.
Muchos vecinos de
nuestra provincia y de gran parte del país miran con preocupación informes
periodísticos en los que les dejan entrever que están viviendo en zonas o
ciudades donde los químicos de uso agronómico producen un aumento de distintos
tipos de cáncer.
Sin quitar gravedad a
esa posibilidad, la intención de este trabajo es contrastar esa hipótesis con
otros datos, para que cada lector pueda sacar su conclusión.
En primer lugar, la Sociedad Estadounidense
del Cáncer y otras instituciones de carácter mundial reportaron que el 90 por
ciento de los casos de cáncer conocidos tienen un origen indiscutible. Así, el
30 por ciento de los casos comprobados de cáncer se relacionan con el tabaco;
el 35 por ciento, con el estilo de vida (mala alimentación, baja calidad de
agua, sobrepeso, falta de actividad física, estrés, entre otros); el 15 por
ciento, con enfermedades virales (hepatitis B, C, papiloma virus, por ejemplo),
y el 10 por ciento, con la herencia familiar.
Es decir, que se
atribuye a causas ambientales el 10 por ciento de la casuística de cáncer. Entre
esas causas ambientales se computan las sustancias químicas utilizadas en el
hogar o en el trabajo, además de las que nos llegan por el aire. En este
apartado, se incluyen también los químicos de uso agronómico.
Un informe de la Organización Mundial
de la Salud
(OMS) de este año señaló que la exposición a la contaminación atmosférica –consecuencia
de contaminantes vaertidos por el transporte (combustión fósil), producción de
energía, gestión inadecuada de desechos (quemas a cielo abierto) y la industria
pesada- puede generar enfermedades. La
OMS también sostuvo que “la contaminación del aire interior
en los hogares es el cuarto factor de riesgo más importante para la reducción
de la esperanza de vida, por detrfás de la mala alimentación, la hipertensión,
y el cigarrillo”.
Además, vale mencionar que diversos médicos oncólogos,
especialistas en esta patología, vienen asegurando que no figura en las agendas
de debate la posible relación directa entre químicos de uso agronómico y
aparición de cáncer, en ninguno de los congresos y convenciones de nivel
mundial que tuvieron lugar en los últimos años.
Ni siquiera en zonas
donde el agua del subsuelo presenta concentraciones de arsénico muy elevadas –compuesto
considerado por la Agencia Internacional
para la Investigación
del Cáncer (Irac), como cancerígeno tipo 1 – se puede inferir que el aumento de
esta enfermedad se deba a ello. Para poder afirmar algo así, sería necesario un
estudio mucho más profundo realizado por especialistas.
Quienes hablan de la exposición a productos químicos
de uso agronómico omiten señalar que no son los únicos a los que estamos
expuestos. De hecho, muchos
productos de uso agropecuario tienen una vasta aplicación fuera del ámbito
rural y con exigencias de manipulación, uso y comercialización muy diferentes. Estos químicos están presentes en remedios,
en productos para el hogar, en el control de plagas urbanas, entre otros usos.
Para ejemplificar esta afirmación, vale señalar que
tres químicos de uso agropecuario (dos de ellos prohibidos en su uso rural por
ser altamente peligrosos) fueron permitidos en la composición de productos para
combatir la pediculosis, es decir, en productos que se aplican directamente
sobre la cabeza de nuestros hijos.
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