martes, 13 de octubre de 2015

SCIOLI EN POLITILEAKS


- Por Santiago O´Donnell,  9 de octubre de 2015

El 16 de febrero de 2013, a propósito de una reunión que Daniel Scioli había mantenido con el ex vicepresidente Julio Cobos, el jefe de gabinete del gobernador de Buenos Aires, Alberto Pérez, emitió un breve comunicado: “Los que quieren saber de qué se habló en esa cena, sólo tienen que leer los cables de WikiLeaks y el libro de ArgenLeaks, de Santiago O’Donnell, para darse cuenta de que Scioli tiene el mismo discurso público y privado. Scioli es un político que ha demostrado coherencia, coraje, lealtad y una clara vocación por resolver los problemas”. Es cierto, los cables de la embajada estadounidense filtrados por WikiLeaks parecen confirmar que Scioli mantiene el mismo discurso en público y en privado. Pero que el gobernador bonaerense tenga un discurso coherente, valiente y leal, como dice su jefe de Gabinete, es discutible. Más bien, el discurso de Scioli parece oscilar entre la defensa acrítica del proyecto kirchnerista y los gestos de disgusto, victimización y diferenciación del gobierno nacional.

En junio de 2008, en pleno enfrentamiento entre el gobierno de Cristina Kirchner y las patronales del campo, Scioli ofreció una muestra de su estilo amplio y cambiante cuando dio vuelta su discurso ante la embajada en apenas veinte días. Primero, según un cable, fue un entusiasta defensor de la posición del gobierno y hasta dijo que la disputa agrícola formaba parte de un “debate” sobre la distribución de la riqueza que la sociedad “puso sobre la mesa” gracias al “éxito económico” del modelo K. Pero veinte días más tarde, otro cable de la embajada dice que Scioli, amable pero disgustado, “se negó a defender al gobierno”, tomó distancia y señaló que la pelea lo dejaba mal parado con sus “electores”.

Según un cable fechado el 19 de junio de 2008, Scioli se reunió el 5 de junio de ese año con el entonces embajador Earl Anthony Wayne, el entonces gobernador de Alabama, Bob Riley, y una delegación de empresarios de ese Estado de visita en la Argentina. Scioli acudió acompañado por su entonces secretario de Promoción Industrial, Alberto Atanasof. El escrito no dice dónde tuvo lugar la reunión, pero asegura que Scioli, bromista y bien predispuesto, defendió sin medias tintas la decisión del gobierno nacional de aumentar las retenciones a las exportaciones agrícolas, que había derivado en un fuerte enfrentamiento político con representantes de productores rurales. El gobernador bonaerense llegó a decirles a los estadounidenses que el gobierno estaba siendo cuestionado por haber sido demasiado exitoso en su instalación del debate acerca de la distribución de la riqueza.

Scioli bromeó que su experiencia con las lanchas de carreras fue un buen entrenamiento para las turbulentas aguas del entorno político argentino. Señaló el carácter cíclico de la política y la economía de la Argentina. Ante la posible escasez de alimentos y energía, instó a que la Argentina se convirtiera en un productor de valor agregado. Scioli sostuvo la línea del gobierno respecto del conflicto con el sector agropecuario. Le contó a la delegación cómo el éxito de soja había desplazado la producción de otros productos agrícolas.Scioli sugirió que el conflicto con el “campo” terminaría pronto porque era demasiado perjudicial. Scioli observó una tendencia argentina a politizar y escalar problemas antes de llegar a soluciones. Reflexionó que el discurso respetuoso de los candidatos demócratas estadounidenses durante la última campaña contribuyó a tranquilizar al público. Tanto Scioli como Atanasof mencionaron la importancia de la recuperación de la crisis económica de 2001 en la Argentina y cómo el éxito económico a partir de 2001 pone hoy sobre la mesa el debate acerca de la distribución de la riqueza y los recursos.

Muy distinta fue la postura de Scioli apenas tres semanas más tarde, el 26 de junio de 2008, cuando recibió en la sede de la Gobernación en La Plata al entonces gobernador de South Carolina, Mark Sanford, quien llegó acompañado por el Encargado de Negocios de la embajada en aquel tiempo, Tom Kelly. El cable muestra a Scioli comprensivo con la posición de las patronales del campo y enojado e impaciente con el gobierno nacional.

Scioli comenzó su reunión con Sanford, que tuvo lugar en sus oficinas en la capital provincial de La Plata, señalando que el país estaba enredado en un “cara a cara” entre el gobierno nacional y el sector agrícola, que empezó, según él, “como resultado de las medidas fiscales que el gobierno insistió en implementar”. No defendió la posición del gobierno de la Argentina, sino que observó con amargura que un 93 por ciento del territorio de su provincia está ocupado por agricultores y que la soja, el cultivo en el corazón de la crisis actual, es un cultivo importante para muchos de sus votantes.

 El repentino giro en el discurso de Scioli no pareció tomar por sorpresa a la embajada. Más bien, los diplomáticos parecían preocupados por el nivel de estrés que aquejaba al gobernador. Según el cable, la “huelga de los granjeros”, o sea el paro agropecuario, había aplastado el ánimo de Scioli.

A pesar de su amabilidad hacia el gobernador visitante, Scioli era un desastre, sudando profusamente, perdiendo el hilo de sus pensamientos, como si no hubiera dormido en días. No era el suave y sereno ex vicepresidente del gobierno de Néstor Kirchner, a quien conocemos tan bien. Nuestra mejor estimación es que la huelga agrícola ha hecho mella en él.

Para el autor del cable diplomático, en su versión insomne y desaliñada, Scioli no mostró coherencia, coraje ni lealtad, como diría Alberto Pérez. Según el despacho, Scioli cambió de discurso porque su imagen estaba en picada, y volvería a cambiar de bando cuando fuera necesario con tal de preservar sus ambiciones presidenciales.

(Scioli) está caminando por la cuerda floja entre sus electores pobres en los barrios obreros que rodean el área metropolitana de Buenos Aires y el campo desafiante que cubre gran parte del territorio que gobierna. Sus intentos de mediación han sido desactivados y saboteados por los Kirchner. Ahora tiene que sufrir en silencio mientras los Kirchner tratan de forzar la sumisión de los agricultores (entre ellos, muchos de sus electores). Se sabe hace mucho tiempo que Scioli tiene ambiciones presidenciales y nuestros contactos dicen sus mejores posibilidades para intentarlo en 2011 es romper con los Kirchner más temprano que tarde. Los índices de aprobación de Scioli han recibido un duro golpe durante la prolongada disputa con el campo, cayendo a 34 por ciento (58 por ciento antes de la huelga agrícola) mientras que la calificación de “neutral” subió a 46 por ciento (de 22 por ciento).

Al final, las “fuentes” de la embajada sugieren que el gobernador va a romper con los Kirchner, pero el autor predice correctamente que Scioli hará lo que siempre hace: amagar, quejarse, arreglar y quedarse.


Nuestras fuentes opinan que si el sector agrícola no es apaciguado por el nivel de retenciones agrícolas votado en el Congreso,  Scioli tendrá que romper con los Kirchner para sobrevivir políticamente. Dada la dependencia financiera de su provincia con el gobierno federal, sin embargo, no está claro que esté dispuesto a dar el salto.