viernes, 25 de junio de 2021

EN BUSCA DE UN PROYECTO DE PAÍS

 


Escrito por Consejo Editorial

ACDE, 19-6-21

 

“Idear, trazar o proponer el plan y los medios para la ejecución de algo.” Así define nuestro diccionario la palabra proyectar. ¿Cuál es el proyecto que tiene la sociedad argentina? ¿Podemos afirmar con autoridad que tenemos un proyecto? ¿Puede progresar una sociedad sin un proyecto? ¿Puede hacerlo una empresa? ¿Puede hacerlo una persona?

 

En las próximas líneas intentamos reflexionar sobre este crucial interrogante sin la pretensión de lograr una acabada respuesta, sino disparando algunos lineamientos con la esperanza de alentar una sana discusión que consideramos imprescindible.

 

En primer término, una perspectiva histórica nos puede servir como referencia ya que el derrotero de nuestra nación no ha sido precisamente lineal y sin escollos ni crisis disruptivas.

 

Unidad nacional y prosperidad económica

Tras obtener la independencia de la corona española, siguió un largo lapso de cinco décadas que algunos autores como Juan Alvarez (1) calificaron como las guerras civiles argentinas, hasta alcanzar la unidad nacional y plasmar un proyecto común en la Constitución de 1853-1860.

 

“En aquella época se trataba de afianzar la independencia por las armas; hoy debemos tratar de asegurarla por el engrandecimiento material y moral de nuestros pueblos” escribió J. B. Alberdi (2) en sus escritos fundacionales de nuestra Constitución. Con un manifiesto y declarado sentido práctico el autor señalaba “Así, como antes colocábamos la independencia, la libertad, el culto, hoy debemos poner la inmigración libre, la libertad de comercio, los caminos de fierro, la industria sin trabas, no en lugar de aquellos principios, sino como medios esenciales de conseguir que dejen ellos de ser palabras y se vuelvan realidades”.

 

Más allá de cualquier posición política o ideológica, la evidencia histórica muestra que esa Constitución y su efectiva aplicación permitieron que nuestro país convirtiera efectivamente esas palabras en realidades y hacia la primera década del siglo XX la Argentina se había posicionado como el país más próspero de América del Sur.

 

Entre 1914 y 1945 el mundo enfrentó una crisis disruptiva con tres acontecimientos que significarían un profundo cambio en el orden mundial: la Primera Guerra Mundial; la crisis económica-financiera de 1930 y la Segunda Guerra Mundial. Tales cambios exigían nuevas respuestas.

 

Industrialización e integración social

“En la gran depresión mundial de los años treinta. Fue un verdadero desastre en la Argentina…Terminamos por fin de convencernos, que había que apartarse de las ideas convencionales. Así empezó el impulso decisivo a la industrialización y hubo que tomar medidas de emergencia que permitieran al país recuperar su crecimiento y lograr un ritmo superior de nuestras exportaciones. Los centros impugnaron la industrialización, el proteccionismo, y la sustitución de importaciones” explica con mirada retrospectiva en su libro Raúl Prebisch (3), uno de los principales protagonistas intelectuales y políticos del nuevo proyecto que comenzaba a gestarse en ese entonces, proyecto que en la década siguiente llevaría a una mayor intervención del Estado en la economía en aras de avanzar en esa dirección y lograr una mayor equidad social.

 

De nuevo, más que hacer una revisión histórica y crítica del proyecto, vale destacar la presencia de una formulación concreta de objetivos y políticas para implementarlos

 

 Al mirar hacia atrás a mediados de los 1980s, el mismo autor sostiene “En la Argentina, continuamos por inercia con la política sustitutiva y fuimos lentos y tardíos en alentar las exportaciones. Esto fue parte del gran capítulo de errores en que cayó nuestro país.”

 

Hacia un nuevo proyecto

Esta inercia se ha prolongado en las últimas décadas y los objetivos y políticas han quedado cada vez más obsoletos ante los nuevos desafíos y oportunidades que plantea el contexto global actual. Las consecuencias de esa obsolescencia se manifiestan en el estancamiento y la inestabilidad económica con crisis cambiarias e inflacionarias recurrentes con su secuela de una creciente pobreza y desigualdad social, situación que tiende a agravarse cada vez más. Urge redefinir objetivos y diseñar políticas adecuadas para concretarlos. Al efecto de facilitar una discusión se enumeran algunos que consideramos fundamentales.

 

La recuperación de la democracia y el sistema republicano de gobierno, pilar del proyecto de organización política y social de nuestro país, resulta un logro indiscutible. Pero sabemos que el ejercicio pleno aún dista de haberse alcanzado, y entonces el sostenimiento y cabal funcionamiento del sistema constituye un primer objetivo esencial.

 

Corregir los errores de la inercia implica aceptar la necesidad de generar una economía más competitiva e integrada al comercio mundial, dando lugar a un nuevo modelo que aliente exportaciones en lugar de sustituir importaciones. Una economía más integrada hará más compatible lograr el objetivo de una moneda sana y estable.

 

El primordial objetivo social es por un lado afianzar la educación y por otro lado atender las necesidades de los sectores mas vulnerables de la población y evitar el creciente deterioro de los últimos años. La asistencia social será inevitable para los casos extremos, pero sin duda el gran objetivo es brindar condiciones favorables para que se genere trabajo y empleo genuinamente productivo.

 

Puede sonar ilusorio el planteo, pero como nos lo testimonia nuestra propia historia, también resultarían ilusorios en su momento los objetivos de lograr la independencia, alcanzar la unidad nacional, y motorizar la prosperidad económica y social.  Hace falta grandeza y valor como lo tuvieron nuestros fundadores. Vale recordar para alentarnos la respuesta del General José de San Martín al planteo que le hiciera el General Pueyrredón a su objetivo atravesar la cordillera de loa Andes con su ejército. “Se que es imposible, pero es imprescindible intentarlo” 

 

Quizás la actual dirigencia política, empresaria y sindical se halla enquistada en una estructura de poder e intereses y no se halla motivada para liderar un nuevo proyecto. Es tiempo entonces de la Argentina invisible, esa que supo descubrir y describir Eduardo Mallea (4) en su Historia de una Pasión Argentina. Es tiempo de sembrar esperanza y asumir compromisos.

 

Notas bibliográficas

Juan Álvarez. Las Guerras Civiles Argentinas. EUDEBA, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1972

Juan Bautista Alberdi. Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina. Edición conmemorativa de su 150 Aniversario. Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Buenos Aires 2002

Raúl Prebisch. La crisis del desarrollo argentino. De la frustración al crecimiento vigoroso. Librería El Ateneo Editorial. Buenos Aires 1986

Eduardo Mallea. Historia de una Pasión Argentina. Ediciones Corregidor. Buenos Aires 1986