viernes, 30 de diciembre de 2022

UN PADRE

 

 en tiempos del antipaternalismo­

 

POR HUGO ESTEVA

 

La Prensa,  28.12.2022

 

­El titulado Presidente de la República adquirió un tono dulcemente paternal para festejar el triunfo argentino en el Campeonato Mundial de fútbol. En modo condescendiente, se ha atribuído la epopeya y le ha sumado otras dos copas en un solo período de gobierno: rey de copas, si a alguien le quedaba alguna duda. Pero, además, aduce bonachón que ha permitido al pueblo homenajear masivamente a los futbolistas. En síntesis: ese hombre sensible ha sido capaz de producir per se lo que uno hubiera entendido como clásico de la espontaneidad futbolera nacional.

 

Eso sí, al día siguiente cambió de tono para intentar llevarse por delante al Poder Judicial en nombre de "la democracia'', seguramente buscando agraciarse con su mandante, la señora que lo ha hecho definitivamente a un lado. Dónde queda ahora la democracia tan mentada es un misterio.­

 

­HERENCIA FRANCESA­

 

Bien claro está que si algo positivo resultó de la sangrienta y mentirosa Revolución Francesa que nos contaminó como nación desde antes de nacer, es la independencia de la Justicia -y con ella la igualdad ante la ley- respecto de los otros poderes republicanos. Sin esa independencia de los jueces puede uno despedirse de la idea de República. Pero el asunto es que la Argentina no tiene otro camino que ser una república. Eso sí, genuina república si quiere sobrevivir como nación.­

 

La cultura liviana y resentida que hoy es regla viene trabajando desde la postguerra de los años 40 en la destrucción de la figura paterna. Así, el paternalismo es una mala palabra que, en lugar de a un afecto de carácter singularmente generoso, quiere ahora designar a una relación autoritaria que degrada al hijo.

 

En Medicina se la viene empleando desde entonces de manera creciente para contraponerla a la pretendida virtuosa autonomía del enfermo, que debe así tomar decisiones terapéuticas de las que poco y nada conoce. Por un lado, se pretende que en tiempos previos los médicos eran suerte de tiranos que dictaminaban sobre el destino de sus enfermos sin consultarlos, lo que es falso. Por otro, tal autonomía se ha ido transformando en una herramienta que sólo sirve -a través del tergiversado "consentimiento informado''- como protección para los prestadores de salud mientras deja a galenos y pacientes tan en el aire como siempre.­

 

Frente a tanta hipocresía organizada, ¿puede llamar la atención que el Presidente -cuyo carácter lo inclina a la simulación como a pocos- elija el papel de padre bueno que ha permitido a sus prohijados disfrutar de un triunfo deportivo singular para sacar su provecho político?­

 

­VUELTA DE TUERCA­

 

De hecho, tampoco se trata de singularidad alguna. Apenas una vuelta más de tuerca dentro de la mentira de esta autoproclamada democracia que se ha edificado para protección de la bien asentada clase política y emplea sus armas falaces. Fortaleciendo cada vez a estos padres antipaternalistas que pretenden representarnos a partir de listas electorales fabricadas en unidades básicas y comités, de las que jamás piensan bajarse.­

 

Lo cierto es que así como ahora esos políticos quieren invadir a la Justicia para aniquilarla, irán buscando neutralizar toda influencia ciudadana positiva con tal de dominar la vida entera de la nación. Y, a menos que el sistema electoral se modifique por completo en busca de una representatividad genuina, los de uno u otro color quedarán aferrados a sus usurpados asientos con apenas modificaciones de forma. Para eso se preparan ante este próximo año electoral.­

 

El actual Presidente, antipaternalista en papel de falso padre, bajo representante de una cultura inferior, podrá tener que dar paso al costado después de tanta incapacidad, de tanta mentira, de tanto papelón. Pero vendrán otros surgidos de la misma engañifa eleccionaria que ha llegado a sumir a un país lleno de rasgos nobles bajo el yugo de una mujer irreversiblemente enferma. Es imprescindible despertarse ya para refundar a esta Patria.­