viernes, 7 de marzo de 2025

LAS FOSAS COMUNES EN CANADÁ


 un bulo más contra la Iglesia

 

Luca Volonté

Brújula cotidiana, 07_03_2025

 

 

El gobierno canadiense dirigido por Justin Trudeau ha recortado los fondos para la investigación de las denuncias de entierros masivos de niños en las antiguas residencias escolares gestionadas por la Iglesia católica y otras confesiones cristianas. Y es que con toda probabilidad el comité de investigación será disuelto al no haberse descubierto ninguna fosa común. La realidad de los hechos revela la mentira de una de las peores campañas anticristianas de este siglo que ha llevado a la quema de más de cien iglesias. Gran parte de la clase dirigente de Canadá es cómplice de esta violencia, y también el primer ministro Trudeau en primera persona. Ahora, en cambio, urge la creación de una comisión de investigación seria que descubra quiénes son los autores intelectuales y los actores de la campaña de destrucción y difamación de la memoria cristiana y de las iglesias del país.

 

El 27 de mayo de 2021, la líder indígena Rosanne Casimir (de Tk'emlúps te Secwépemc, una de las Primeras Naciones) anunció que, gracias al uso de la tecnología del georradar (radar de penetración terrestre), había localizado los restos de 215 niños en los terrenos de la antigua residencia escolar india de Kamloops, en Columbia Británica. Casi un mes después, se reveló la existencia de 751 tumbas anónimas, según una estimación, cerca de la escuela residencial de Marieval. Ese mismo día todas las principales personalidades e instituciones de la sociedad canadiense respaldaron inmediatamente y sin ninguna verificación la noticia provocando dolor y consternación generalizados. El 28 de mayo del mismo año, es decir, apenas un día después del anuncio, el New York Times titulaba así un reportaje especial sobre el asunto: La horrible historia: se denuncia una fosa común de niños indígenas en Canadá. El 24 de junio siguiente se publicó el comunicado oficial de Trudeau, en el que el primer ministro reconocía que los “hallazgos en Marieval y Kamloops” eran “una vergonzosa muestra del racismo sistémico” que sufren los pueblos indígenas de Canadá. Por lo tanto, ordenó que las banderas canadienses se izaran a media asta y, el 25 de junio, solicitó al Papa Francisco que viajara a Canadá para pedir disculpas por los internados gestionados por la Iglesia en los que se habían encontrado, como se decía, cientos de tumbas sin nombre.

 

Pero la realidad es que ya antes de esa petición, el Papa Francisco, durante el Ángelus del 6 de junio de 2021, había lamentado el “impactante descubrimiento de los restos de 215 niños”. En las semanas siguientes, inspirándose en las apresuradas palabras de Francisco, las comunidades eclesiales canadienses expusieron, como gesto de disculpa y petición de perdón, 215 pares de zapatos de niño a medida en los escalones de la entrada de las iglesias o en el interior de las mismas.

 

El Gobierno canadiense creó rápidamente el “Comité Consultivo Nacional sobre Residencias Escolares, Niños Desaparecidos y Entierros Anónimos” para investigar las acusaciones y el alcance real de los presuntos abusos y asesinatos de niños indígenas por parte de cristianos de origen europeo y de instituciones religiosas católicas.

 

En los últimos días se ha sabido que el Gobierno de Trudeau ha disuelto el Comité de Investigación, tras constatar, después de tres años de búsqueda de cadáveres y un gasto de 216,5 millones de dólares, que no se ha encontrado ningún resto humano, y menos aún “fosas comunes”. Por desgracia, la cristianofobia extendida y el “pánico satánico”, tal y como lo ha descrito el Catholic Herald el 2 de febrero de 2024, hayan provocado, según un cálculo actualizado en septiembre de 2024, la profanación, el incendio y el vandalismo de 112 iglesias, en su mayoría católicas, muchas de las cuales estaban al servicio de las mismas comunidades indígenas.

 

El Comité Asesor Nacional sobre Escuelas Residenciales (NAC) ha hecho pública en las últimas semanas su decepción por la decisión del gobierno federal de retirar la ayuda financiera. Los fondos iniciales para el proyecto, asignados en 2022, debían expirar en 2025. De los 216,5 millones ya gastados, en particular, 7,9 millones de dólares dedicados al trabajo de campo aún no han producido ningún descubrimiento significativo que confirme las denuncias que dieron lugar a las investigaciones. Por lo tanto, el Gobierno ha decidido retirar la financiación y disolver el Comité Asesor a finales de este mes.

 

Obviamente, los autoproclamados “expertos” han denunciado el escándalo, esperando que la cita electoral de los próximos meses induzca a Trudeau a reactivar fondos y cargos. El primer ministro liberal no solo es cómplice, sino también promotor de mentiras y descrédito contra el trabajo de las misiones cristianas y el cuidado amoroso que garantizan las escuelas católicas. El pasado noviembre de 2024 Trudeau reiteró sus acusaciones y, al hacerlo, en los hechos y en las declaraciones públicas, justificó no solo la terrible cristianofobia en Canadá, sino también la destrucción de muchas decenas de iglesias, por las cuales, casi como en los EE. UU. bajo el régimen liberal de Joe Biden, no se ha arrestado ni acusado a ningún culpable.

 

El Vaticano también tendría que reflexionar sobre por qué en su momento se decidió respaldar estas acusaciones falsas e infamantes que han producido un enorme daño a la Iglesia católica de Canadá.