miércoles, 15 de abril de 2015

LOS CRÍMENES DE LOS "BUENOS":


Prisionero en un campo de concentración norteamericano: Mons. Witte

Sergio R. Castaño

En agosto de 1999 tuve el gusto de conocer personalmente a Monseñor Bernardo Witte, misionero en Formosa y Chaco desde 1955, ordinario de la Diócesis de Concepción de Tucumán, a cuya capital yo había viajado para impartir una serie de conferencias programadas por el C.I.E.S[1]. Esta Fundación, dirigida por el recordado y meritorio Profesor Carmelo Palumbo, desarrollaba una intensa tarea de difusión del pensamiento iusnaturalista y cristiano a lo largo de toda la Argentina. Enviaba a sus oradores, con un tema específico cada año, a todas las diócesis de Argentina y de Paraguay que aceptaban su presencia.

Pero no era común que el ordinario local concurriera a las actividades de la Fundación. De hecho, en ocho años como orador de C.I.E.S. sólo conocí a un obispo. Ése fue Monseñor Witte, con quien además, fuera de las conferencias, pude departir sobre variados temas. Era un hombre cordial, sencillo (se lo veía recorriendo la ciudad en bicicleta, saludado afectuosamente por los transeúntes), a quien agradezco haber conocido, no sólo por lo que ello significó de deferencia hacia mi tarea sino también (impútese esto a “defecto profesional” del universitario) porque ello me dio la oportunidad de tener noticias sobre hechos históricos -relevantes algunos, significativos otros-, referidos por alguien de auténtica autoridad.

No todos puedo ponerlos por escrito; pero la ocasión de esta publicación me anima a recordar ahora algunos de ellos.
Monseñor Witte, quien del obispado de La Rioja (desde el 5 de junio de 1977) había pasado a ser ordinario de Concepción en agosto de 1992, me contó un suceso por demás interesante, que tenía justamente por protagonista al entonces presidente de la República y antes gobernador de La Rioja, Carlos S. Menem. En La Rioja Monseñor le negaba la comunión al gobernador Menem por pecador público: según el obispo, Menem no estaba casado por la religión católica sino por la musulmana, razón por la cual no podía acceder a la comunión. Y él, siendo ordinario de La Rioja, se la había negado. No pude entonces dejar de vincular una peculiar singularidad de la carrera episcopal de Monseñor Witte con ese acto de cabal cumplimiento de sus obligaciones como pastor.

Mi anfitrión se refirió asimismo al deceso de su predecesor en el cargo de obispo de La Rioja, Monseñor Ignacio Angelelli (a quien el autor del libro de memorias que nos convoca manifiesta gran respeto). Monseñor Witte había llevado a cabo una investigación oficiosa sobre su muerte, cuyos resultados –me dijo- señalaban que el deceso del obispo se había debido a un accidente.

Vamos ya finalmente al texto cuya difusión consideramos de interés, dado su valor histórico, jurídico-político y –habida cuenta de la pregnancia del mesianismo como fundamento de la praxis político-militar norteamericana, signada por la demonización de quienes se interponen en los designios de EUA- también teológico.

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Publicado en: www.quenotelacuenten.com