domingo, 6 de septiembre de 2020

POLICÍA DE CÓRDOBA

 


para bien de todos y para mal de ninguna

 

José Luis Ortega: concejal Encuentro Vecinal Córdoba

Aurelio García Elorrio: legislador por Encuentro Vecinal Córdoba

 

Perfil, 6-9-20

La sociedad se pregunta por qué padecemos tanta inseguridad. Porque a pesar de la planificación operacional anual de la institución, de los contenidos programáticos de la formación policial y de tantos cambios dirigenciales de conductores superiores, todo sigue igual o peor. En realidad, se trata de un sistema absolutamente agotado, desencajado por una evidente politización funcional. El principio de autonomía para cumplir con la función específica de cuidar y proteger, vida y bienes de nuestros semejantes, queda sujeto a la discrecionalidad de los intereses políticos.

Son innumerables los temas a cambiar dentro de una reforma integral del sistema, pero urge restaurar la pérdida de autoridad de la policía en la vía pública, pérdida que se debe al propio nivel de deterioro interno de la misma fuerza y por falta de una contención jurídica de los propios policías cuando quieren prevenir el delito. Si preguntáramos qué modelo de policías quisiéramos tener, sin dudas la repuesta sería una policía capacitada y respetuosa de los derechos de los ciudadanos. Entonces, se debe modificar el sistema de formación y requisitos para el ingreso y para ello es necesario reanalizar la plataforma programática educativa, con un duración cursiva entre tres y cinco años consecutivos, además de una rigurosa disciplina cuyo contenido se oriente a los valores éticos y morales individuales y de grupo, recapacitación, prácticas y destrezas anuales y obligatorias y mucho más.

Hace ya algunos años, se repetía en las aulas policiales de que la relación policía- habitante era de 1 x 100, es decir un policía cada cien habitantes. En la actualidad la fuerza tiene entre 22 mil a 23 mil efectivos, un número importante que no se compadece con las necesidades operativas, ya que a ese número se le debe restar personal que no hace prevención pública, como por ejemplo jefes y sus choferes, personal administrativo, personal logístico, escalafón profesional y técnico, enfermos temporarios y permanentes y personal en uso de licencia anual, por lo cual estimamos una reducción del 50%. Y si a este porcentaje se lo divide en cuatro turnos de cumplimiento horario, entonces ¿quién nos está cuidando? La respuesta es simple: la prevención por presencia brilla por su ausencia.

Entonces, una institución que debiera ser absolutamente proactiva (prevención) degenera en una operatividad totalmente reactiva, es decir cuando los hechos ya están consumados. Cuando la sociedad pregunte el porqué de tanta inseguridad, la respuesta es que para superarla hay que despolitizar y mejorar la institución y dejar de hacer siempre lo mismo. Encuentro Vecinal Córdoba viene planteando desde hace mucho tiempo que la policía debe recuperar autonomía en el marco de las leyes y reglamentos que la conducción política les determina por escrito y de cara a la sociedad, pero una vez que se dictan las leyes y los reglamentos, la policía debe ser absolutamente autónoma en su funcionamiento y liberarse de la presión que una mala versión de la política le imprime. El daño inferido a la policía por una mala versión de la política ha sido intenso en estos últimos años y por ello hemos propuesto entregar el control de la fuerza a un jefe y plana mayor compuesto por seis comisarios mayores en retiro que hayan tenido un buen paso por la institución, para que en un plazo de dos años recuperen el espíritu institucional que le corresponde, reorganicen su estructura y perfeccionen la capacitación necesaria y adecuada a estos tiempos.

No podemos olvidar en este análisis a la buena policía la que está integrada por los hombres y mujeres que madrugan para cumplir cabalmente sus deberes. Que quieren y respetan a la institución. Que no se enredaron con el narcotráfico, ni con la trata de personas. Que no se enriquecieron liberando zonas, aunque advertían que la propia conducción política parecía no preocuparse de la existencia de tales fenómenos. No podemos olvidar a la buena policía que trabaja sin descanso para cuidarnos en plena pandemia y que por sobrecargas horarias no pueden atender ni a su propia familia, en momentos tan difíciles.