viernes, 16 de julio de 2021

LA IMPORTANCIA ACTUAL

 

 DEL CONOCIMIENTO HISTÓRICO

 

 Ricardo Andrés Torres

 

Uno de los triunfos más notorios del progresismo es haber implantado en la mentalidad contemporánea la sensación de que lo nuevo, lo novedoso, lo inédito en cuanto a reformas sociales sólo por ser nuevo, novedoso o inédito es conveniente, y además irresistible. Como si estuviésemos en medio de un río y aquello que el río trae es irremediable, no importa cuánto nos resistamos o discrepemos con el cambio, el “cambio” se viene, las “nuevas generaciones” ya lo tienen incorporado, estamos pasando a una “nueva era” y todo lo que hagamos o digamos para negar o evitar esa “nueva ola” tarde o temprano será inútil.

 

Existe una fuerte asimilación en el concepto de estas “reformas sociales” con las “nuevas tecnologías”, como si una cosa y la otra pertenecieran al mismo género de cambios. Así como es absurdo oponerse a las ventajas de los avances tecnológicos, como por ejemplo internet, la investigación genética o los viajes espaciales también “debe” ser absurdo oponerse a las leyes homosexualistas, el aborto o la legalización de los estupefacientes.

 

Es posible que esa confusión conceptual obedezca a un desconocimiento abismal de la historia, o de cómo a la historia antigua y reciente nos las han contado desde un cliché positivista, y así pasamos a ignorar cómo a pesar de los avances tecnológicos que, en efecto, no han cesado, se han acelerado y abren perspectivas benéficas para la humanidad, sin embargo en materia de reformas sociales ha habido un movimiento absolutamente anárquico y no sujeto a ley alguna donde tremendos retrocesos en materia de derechos humanos han tenido lugar en plena era del átomo y asimismo, enormes avances en materia de protección a los pobres, enfermos y desvalidos tuvieron lugar en la desprestigiada Edad Media, acusada de oscurantista y arbitraria.

 

Posiblemente influye la idea del fundador del positivismo (Comte) de los corsi e recorsi, es decir, los “avances sociales” proceden en movimiento de flujo y reflujo, pero con una tendencia general en el plano de los siglos ascendente. El quid de la cuestión es determinar si esta oleada de “nuevos derechos” para homosexuales, abortantes y drogadictos forma parte de un movimiento de mejoramiento social o es un inédito retroceso a momentos históricos precristianos: me inclino por esto último.

 

Haber olvidado en cuánto mejoró a la humanidad el Cristianismo y sus reformas sociales respecto de una Antigüedad salvaje, antihumanista, y cruel hasta el paroxismo, es parte del problema, porque no logramos cobrar dimensión de cuán injusto era el mundo antes de Cristo, cuántas tropelías se cometían y se homologaban en nombre del poder de cuanto Imperio se alzase, y cómo el mensaje evangélico tendió a eliminar todas esas injusticias y atrocidades y lo logró en gran medida.

 

Se impone un re-descubrimiento de la historia, un re-aprendizaje de nuestra herencia cristiana, una re-valorización de nuestro legado occidental pero no con palabras protocolares y frases hechas, sino exhumando del baúl de la historia acontecimientos reales, hechos concretos, realidades objetivas que tuvieron lugar como la ciencia histórica ha podido determinar. El conocimiento de la historia es la piedra angular para una re-orientación de nuestra brújula en Occidente, absolutamente descalibrada.