sábado, 9 de noviembre de 2024

UNA LECCIÓN DE TRUMP

 

 

Por Carlos Tórtora

Informador Público, 9-11-24

 

Durante las últimas 72 horas, Javier Milei esperó con ansiedad pero en vano poder conversar telefónicamente con Donald Trump. La frustración del presidente fue todavía mayor por cuanto Trump, en el mismo período, se comunicó con diversos mandatarios, lo que incluyó a Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, un minúsculo país por cierto mucho menos importante que la Argentina.

 

En este clima de papelón, Milei subió la apuesta y dejó trascender que la semana que viene participará de la cumbre de la Conferencia de Acción Política Conservadora en Palm Beach. Allí apuesta a conversar con Trump y siempre está la alternativa de mínima: tratar de interceptarlo en un pasillo, como ocurrió la única vez que ambos se vieron.

 

Hay que suponer que casi nada es casual en la agenda de un presidente electo de los EEUU. El desplante de los últimos días de Trump a Milei parecería significar un doble mensaje. El primero es que la Argentina no ocupa ningún lugar prioritario en la política exterior de los EEUU. Esto ya se sabía, pero el gobierno libertario viene creando la ficción de que ahora los republicanos le darían un rol estelar a nuestro país.

 

En segundo término, la actitud de Trump hacia Milei indica a las claras que no lo tiene entre sus interlocutores favoritos. Esto desmiente la leyenda creada por el gobierno argentino sobre el rol internacional estelar de Milei. En realidad, su fama mundial tiene más que ver con su conducta extravagante que con su influencia política.

 

Más errores

Tampoco mejora el posicionamiento de Milei afirmar, como lo hizo ayer, que Elon Musk es un imitador de Federico Sturzenegger ya que se ocupará de la política desregulatoria de la gestión de Trump.

 

La desesperación del presidente por querer asumir un protagonismo que está fuera de su alcance es una postura adolescente. Argentina, como prioridad de Washington en América Latina viene detrás de México, Brasil y Colombia, y esto no lo puede cambiar la administración libertaria. Aceptarlo sería una señal de madurez política, algo de lo que Milei justamente carece.