Alberto Armendariz
Un clima de guerra se apoderó ayer de Río de Janeiro cuando las fuerzas de seguridad lanzaron un contundente operativo con tanques y el apoyo de la marina. El objetivo de la ofensiva fue acorralar a los narcotraficantes que, desde el domingo, mantienen en vilo a la cidade maravilhosa mediante una ola de terror y violencia que ya ha dejado, por lo menos, 30 muertos, más de 20 heridos, 180 detenidos y 55 vehículos quemados.
Después de otra noche de tensión, de la que Río despertó con espesas columnas de humo de nuevas quemas de ómnibus y puestos policiales en la zona norte, unos 150 agentes del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE), un centenar de policías civiles y unos 30 infantes de marina con los rostros pintados invadieron con equipo pesado la favela de Vila Cruzeiro, en el barrio de Penha, que era considerada el búnker del Comando Vermelho (CV), el principal grupo narcotraficante de la ciudad.
Los seis tanques M113 con ametralladoras de 50 milímetros -cedidos por la marina y nunca antes usados en estas calles- avanzaron con sus cintas de oruga por las empinadas callejuelas del morro, abriendo el paso a otros seis caveirões , los vehículos blindados negros que, normalmente, usa el BOPE. Detrás quedaron los escombros de las barricadas construidas por los narcos, que en pequeñas facciones huyeron disparando sus ametralladoras y refugiándose en la mata, mientras desde helicópteros eran blanco de las patrullas de la policía militar.
Al final de la tarde, Vila Cruzeiro estaba bajo total control de las fuerzas estatales y los narcos habían logrado fugarse por una cuesta del morro, apodada "Infierno verde", hacia la vecina favela del complejo Alemão, conocida por sus laberínticos recovecos.
La espectacular "cacería" sucedió a plena luz del día, con los vecinos atrincherados en sus humildes casas y la televisión transmitiendo todo desde sus propios helicópteros. La ciudad, que será escenario de varios partidos del Mundial de Fútbol en 2014 y sede de los Juegos Olímpicos de 2016, quedó ayer prácticamente paralizada, con la gente siguiendo en vivo la acción por televisión y evitando salir a las calles.
"Son días críticos para Río, pero estos enfrentamientos son necesarios si queremos retomar el control de nuestra bella ciudad y no dejarla en manos de criminales", comentó a La Nacion Thaís de Freitas, una estudiante de abogacía de Ipanema, que aplaude lo realizado por las autoridades.
Según el gobernador del estado de Río de Janeiro, Sergio Cabral, el CV, en una inédita alianza con sus tradicionales rivales del grupo Amigos dos Amigos (ADA), está detrás del raid de atentados con granadas a puestos policiales, quema de ómnibus, bloqueos de calles y robos a automovilistas, que ha causado pánico en la población.
Según Cabral, los grupos del narcotráfico están reaccionando así ante la pérdida de terreno y poder que ha provocado su programa de Unidades de Policía Pacificadora (UPP), que desde 2008 se han instalado en 14 favelas de Río y han desterrado a los bandidos de allí (ver Pág. 3).
De numerosas ametralladoras de grueso calibre, granadas, explosivos, rifles, pistolas y drogas se han incautado en varias casas en las que se guarecían ayer los narcotraficantes, que se cree que están lideradas por Luciano Martiniano da Silva, alias "Pezão".
Además del operativo en Vila Cruzeiro, otro desarrollado en forma paralela, en este caso por la Policía Civil, en la favela de Jacarezinho, también en el Norte, dejó siete muertos, que, sumados a los 23 de los últimos cinco días, elevan a 30 el número de fallecidos, según informaron voceros policiales.
"Se quitó a esa gente lo que nunca se le había quitado: su territorio. Se les quitó lo que ellos llamaban y consideraban su puerto seguro. Ahí hacían sus barbaridades y corrían cobardemente para su reducto protegido por armas de guerra", destacó el secretario de Seguridad estatal, José Mariano Beltrame, considerado el "hombre fuerte" del gobierno estatal.
Beltrame advirtió que las operaciones contra el narcotráfico no terminaron ayer, que continuarán hoy y los próximos días hasta que Río retome la tranquilidad a la que ya se estaba acostumbrando.
Además, el secretario de Seguridad informó que hoy los 17.500 policías de Río de Janeiro recibirán refuerzos de la Policía Federal y señaló que otros estados han ofrecido sus agentes para entrar en acción.
El funcionario señaló también que podría haber hasta 13 pedidos de transferencia de traficantes presos en Río, sospechosos de ordenar los ataques, a prisiones de máxima seguridad de estados alejados y que algunas de esas transferencias ya habrían sido realizadas.
Parálisis y temor
Ante el temor que produjo la ola de violencia, ayer muchos colegios de la zona norte suspendieron sus clases; las empresas perdonaron la ausencia de sus empleados, y negocios y guarderías cerraron sus puertas. Según la Federación de Comercio estatal, los ataques de narcotraficantes pueden causar pérdidas diarias de hasta 22 millones de dólares.
"Apelo a los cariocas a respaldar a las fuerzas de seguridad y no asustarnos. Estoy pidiendo que la gente no se acobarde, que no caiga en la ola de rumores y pánico. No vamos a rendirnos ante marginales desorganizados", declaró el alcalde de la ciudad, Eduardo Paes.
"Ellos quieren volver a la situación de criminalidad de la cual se alimentan. Son monstruos, y grandes, y nosotros estamos debilitando a ese monstruo. No hay paz falsa; no negociamos", advirtió, por su parte, el gobernador Cabral.
La tensión en Río llevó incluso a la presidenta electa, Dilma Rousseff, a llamar a Cabral para manifestarle su solidaridad con los cariocas y expresarle su confianza en las acciones emprendidas.
"El gobernador Cabral está haciendo un gran trabajo al tomar medidas enérgicas para enfrentar al crimen organizado", destacó en un comunicado su equipo de prensa.
Operaciones en el Sur
Si bien la mayor parte de la acción ocurrió ayer en la zona norte, la turística zona sur no quedó ajena a los operativos antinarco.
En el famoso barrio de Copacabana, agentes protegidos por helicópteros ingresaron en la favela de Pavão-Pavãozinho, donde se encontraron grandes cantidades de municiones, cartuchos de dinamita y otros elementos para la fabricación de bombas artesanales.
Además, en la pujante Barra de Tijuca, un joven que fue detenido transportando grandes cantidades de combustible reveló que los narcos le pagaron unos 100 dólares para llevar la carga hasta la favela Rocinha, controlada por el grupo ADA.
Según informes policiales, las dos temidas facciones criminales, el CV y el ADA, se preparaban para una eventual megaacción mañana, en la que pensaban atacar sedes oficiales y centros de grandes aglomeraciones, como estaciones de trenes, paradas de ómnibus y shoppings en la zona sur.
Al caer la noche, sobre la bahía de Guanabara, los noticieros informaban de nuevos ataques incendiarios en las afueras de Río. Todo indica que las feroces batallas continuarán.
La Nación, 26-11-10