Por Néstor O. Scibona
No es la panacea,
pero aporta certezas hasta ahora difusas. Con la decisión de ofrecer el rescate
anticipado y voluntario del Boden 2015; el canje también voluntario por Bonar
2024 y lanzar una nueva emisión de estos títulos por 3000 millones de dólares,
el Ministerio de Economía logró una carambola a tres bandas.
Por un lado, refirma
la voluntad de pago y neutraliza rumores sobre una hipotética pesificación del
Boden, alimentados por el apuro del gobierno de Cristina Kirchner en aplicar la
reforma del Código Civil y Comercial. Quienes desconfíen tendrán ahora la
opción, no muy ventajosa, del "pájaro en mano": cobrar 10 meses
antes, a costa de un descuento de 9,5% con respecto al vencimiento en octubre
-en plena época electoral- pero casi indiferente al valor actual de mercado.
Por otro, alivia la
necesidad de divisas para 2015, aunque una parte de la nueva deuda pueda
destinarse al rescate de 2014. La cancelación del Boden insumía el año próximo
más de la mitad de los pagos de deuda del sector público nacional (6700
millones sobre un total de 11.900 millones). Con una adhesión importante al
canje por Bonar 24, aquella cifra podría reducirse a casi un tercio y sostener
el stock de reservas. Claro que a costa de colocar deuda cara a largo plazo (a
una tasa de 8,75% anual, más del doble que lo que pagan Brasil, Uruguay, México
y Bolivia -4%- , que para la
Argentina es inaccesible).
Con esta combinación
de mayor endeudamiento -si logra colocar la nueva emisión del Bonar-, canje del
Boden y ahorro de reservas para pagos del Tesoro, el Gobierno reduce la
urgencia de encarar una negociación con los holdouts a partir de enero, cuando
vence la cláusula RUFO, para salir del default parcial de la deuda bajo
legislación extranjera. Ya en los últimos dos meses, con el mismo objetivo, se
había dedicado a buscar dólares por todos lados (swaps de China y Francia;
prefinanciación de cerealeras, pagos de las telefónicas que ofrecerán 4G) para
que el Banco Central pueda cerrar el año con 28.000/29.000 millones de dólares.
La reestructuración parcial del Boden ya era descontada por el mercado, aunque
avanzado 2015. Pero no la colocación de nueva deuda por 3000 millones que, contra
lo que podría suponerse, no habría sido acordada previamente con bancos,
aseguradoras y otros inversores institucionales. Ahora todos esperan para esta
semana corta un aluvión de llamados y presiones del Ministerio de Economía.
De ahí que los
analistas que asignaban más chances a un arreglo con los holdouts que a
mantener el default, ahora invirtieran ese pronóstico. A lo sumo, especulan que
el gobierno de CFK aprovechará los primeros meses de 2015 para mantener la
consigna "Patria o Buitres" y ofrecer las mismas condiciones que a
los bonistas que aceptaron los canjes de deuda, como lo reiteró Axel Kicillof.
Sin embargo, la
ingeniería financiera anunciada por el ministro sólo significa un paliativo que
no resuelve las restricciones externas, sobre todo si el superávit comercial
sigue declinando.
Quizás una clave de
lo que pueda venir fue aportada semanas atrás, en privado, por un ex presidente
del BCRA cuando sostuvo que aquella consigna podría ser reemplazada por
"China o Buitres". En otras palabras, que el año próximo se activen
más tramos del swap en yuanes del Banco de China, (los primeros dos ya
equivalen a algo más de 1500 millones de dólares, sobre un total de 11.000
millones, a los cuales podría agregarse próximamente un tercero), que permitan reemplazar
el uso de dólares para destinarlos a importaciones de otros orígenes y aliviar
el fuerte racionamiento de este año. O que puedan convertirse a dólares si
hiciera falta. Hay quienes sostienen que podrían ascender a 3000/4000 millones
de dólares en 2015 y dilatar la necesidad de un arreglo con los fondos buitre.
A varios
participantes de la
Conferencia de la
UIA en Pilar no les pasó inadvertido que CFK se refiriera a
China como "nuestro aliado estratégico". De hecho, el swap de monedas
se aplica en primera instancia al pago de importaciones desde ese país; entre
ellas, los nuevos trenes del Sarmiento y Mitre, su stock de repuestos por tres
años y la demorada reactivación del Belgrano Cargas. En cambio, ingresaría a
cuentagotas la financiación china para las represas hidroeléctricas sobre el
río Santa Cruz.
En el sector no
descartan que esa perspectiva haya impulsado al Ministerio de Economía a elevar
ya los cupos para el pago de importaciones de la industria automotriz (de 120 a
150 millones de dólares mensuales) y de la electrónica fueguina (de 120 a 180
millones), así como la flexibilización de los permisos previos (DJAI) para
empresas que comprometieron inversiones en 2015. En cambio, siguen frenados los
pagos de importaciones ya concretadas, por 5000 millones, en lo que constituye
una virtual refinanciación compulsiva. El racionamiento hizo que octubre fuera
un mes "negro" para el comercio exterior, con caídas interanuales de
14% en las importaciones y de 16% en las exportaciones, en muchos casos por
falta de insumos. Y las cifras de noviembre no serían mucho mejores.
La apuesta oficial a
China tampoco sería excluyente, ya que también apuntó a Brasil aunque con
resultados por ahora decepcionantes. Una versión indica que Kicillof habría
fracasado en la gestión personal de un swap por 1500 millones para aplicar al
paralizado soterramiento del ferrocarril Sarmiento. El motivo: el reclamo
brasileño de agilizar DJAI demoradas para exportaciones a la Argentina. No debe
extrañar. El comercio bilateral cayó en 2014 al nivel más bajo de los últimos
cinco años.
La preocupación
también se extiende a los exportadores locales, de distintos sectores, que
descuentan que, con los últimos refuerzos de reservas, el Gobierno buscará
mantener "planchado" el dólar oficial, o bien ajustarlo por debajo de
la inflación en 2015 para no presionar sobre los precios ni la brecha
cambiaria. Por ahora, el tipo de cambio real (ya sea frente al dólar o la
canasta de monedas integrada además por el dólar y el real brasileño) ya se retrotrajo
al nivel de noviembre de 2013, a pesar de la devaluación de enero.
Desde el punto de
vista del financiamiento externo, que pese a todo seguirá complicado mientras
persista el default, el enfoque alternativo fue aportado por tres ex
secretarios de Finanzas (Miguel Kiguel, Daniel Marx y Guillermo Nielsen) en un
debate organizado por el Cicyp. Los tres coincidieron en que el Gobierno
debería aprovechar este respiro para negociar con menores apremios y más
pragmatismo un acuerdo con los holdouts a base de quitas y pagos en bonos a
largo plazo. Nielsen fue aún más lejos, con su propuesta de entablar un juicio
a los fondos buitre en las Islas Cayman, donde rige la legislación británica
que impide a acreedores minoritarios boicotear acuerdos aceptados por la
mayoría. Dijo además que la envió al Gobierno y no obtuvo respuesta, por lo
cual la hará pública próximamente.
Nadie se ilusionó
demasiado. Al fin y al cabo, el objetivo político de CFK es "zafar"
con la economía en 2015, apuntalar las chances electorales del oficialismo y
endosar los problemas con mayor costo político al próximo gobierno.