sábado, 27 de diciembre de 2014

EL RECUERDO DE JESSE HELMS

(DE AUSTIN RUSE, QUE ENVÍA BOLETÍN PERIÓDICO "PRO-LIFE")

 19 de diciembre 20l4 (C-Fam)

Agrupaciones proabortistas formaron un piquete frente a la Casa Blanca la semana pasada como parte de su planteamiento más reciente para propagar el aborto en todo el mundo. Quieren que el Presidente Obama reinterprete una ley que tiene 41 años y obligue a los estadounidenses a costear abortos en el extranjero.

El derecho estadounidense prohíbe utilizar la ayuda al exterior para realizar o promover abortos en otros países. La campaña proabortista busca que el Presidente reinterprete la legislación, con la intención de que se haga uso de una excepción extrema para debilitar en última instancia toda la ley.

Los antecedentes legislativos de la Enmienda Helms revelan su alcance, y la intención del Congreso era proteger la vida humana.

En 1973, el mismo año del polémico fallo de la Corte Suprema que despenalizó el aborto, Jesse Helms, senador por Carolina del Norte, presentó la enmienda para garantizar que el financiamiento estadounidense ya no contemplaría el aborto en países extranjeros.

Helms recalcó que esta disposición se refería específicamente al aborto y que no afectaba las subvenciones a la planificación familiar.

Agrupaciones proabortistas como Global Justice Center ahora dicen que el presidente Obama podría reinterpretar la ley a fin de permitir el financiamiento del aborto para mujeres que fueron violadas en situaciones de conflicto, sin que haga falta la aprobación del Congreso.

Cuando la enmienda Helms fue presentada y debatida en el Congreso, no se discutieron tales excepciones. Más bien, Helms destacó que la legislación sobre asuntos demográficos vigente exigía al Presidente garantizar que nadie fuera «forzado a practicar métodos de planificación familiar inconsistentes con sus creencias morales, filosóficas o religiosas».

Los defensores del aborto se oponen a toda normativa en materia de esta práctica y no creen que las personas tengan derecho a oponerse por motivos de conciencia a participar de un aborto. Su última campaña no da indicios de cómo o de si la reinterpretación de Helms protegería las conciencias de quienes brindan asistencia humanitaria en áreas de conflicto, ni de si el financiamiento estadounidense podría ofrecer el aborto en lugares donde es ilegal.

Aunque para Helms los asuntos de conciencia y posible complicidad eran importantes, manifestó claramente en sus comentarios ante el Senado que era pragmático respecto de las limitaciones de los efectos de la enmienda sobre el terreno. «No me hago ilusiones de que los gobiernos y los organismos que han estado promoviendo el aborto durante años de pronto se detendrán cuando no se les permita utilizar fondos del Gobierno estadounidense para ese fin», sostuvo.

Las agrupaciones abortistas intentan formular la enmienda de Helms como una prohibición mundial al financiamiento del aborto en los países extranjeros, pero la ley no impide a otros países y donantes subvencionarlo.

En un artículo de opinión recientemente publicado, dos parlamentarios europeos reconocieron esto e instaron a sus colegas a seguir costeando el aborto en el exterior: «Es de suma importancia que se mantenga esta subvención», escribieron, y «el aborto no está limitado por otros países donantes, como los Estados Unidos».

Como la enmienda de Helms se refiere a la asignación de la ayuda exterior, su interés se centra en la adquisición de suministros y servicios por parte de los Estados Unidos, más que en nimiedades en cuanto a cómo estos podrían utilizarse en circunstancias excepcionales. Por ejemplo, la política estadounidense no permite la compra de aspiradores manuales al vacío.

Según Sally Shelton, ex Administradora Adjunta de Usaid, «Puesto que este equipamiento también puede ser utilizado para abortos y la política de los Estados Unidos prohíbe el financiamiento del aborto, Usaid consideró que era mejor dejar a otros la adquisición y la distribución de equipos».

Una cosa que Helms dejó muy en claro al exponer su enmienda en el recinto del Senado fue que su propósito era proteger vidas humanas (vidas que se ignoran por completo cuando la discusión se ocupa de las excepciones):

«El aborto acaba con la vida de un ser humano que no ha hecho nada malo y que no ha elegido nada».

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano