Julio Blanck
Clarín, 21-12-14
Nuestra obligación es
erradicar a los corruptos del poder”. Atronaron los aplausos pisando la
definición contundente de Ricardo Recondo, presidente de la Asociación de
Magistrados. Cuatrocientos jueces de todo el país, en la noche del lunes,
volvieron a aplaudir cuando el orador afirmó que los jueces son “secuaces de la Constitución Nacional
y de las leyes”. Era una respuesta directa a la Presidenta , que 48
horas antes había hablado de “sicarios mediáticos” a los que se unen “algunos
secuaces judiciales”. Era su manera de expresar la incomodidad que le ocasionan
las investigaciones sobre sus negocios hoteleros, y las noticias sobre esas
causas.
De ese espesor es el aire
que se respira en estas Navidades.
La reacción ante
aquellas palabras de Recondo eran previsibles, hasta calculadas. Pero lo que
sorprendió fueron los aplausos espontáneos cuando Luis María Cabral, presidente
saliente de la Asociación ,
mencionó al juez Claudio Bonadio, que investiga los negocios de los Kirchner.
Bonadio fue
sancionado por el Consejo de la
Magistratura por casos anteriores, en el marco de la ofensiva
del Gobierno para removerlo de ese caso tan incómodo. Cabral dijo que se
buscaba “amedrentar” a los jueces. Los jueces aplaudieron a Bonadio, que estaba
en una mesa junto a otros magistrados federales. Entre ellos Ariel Lijo, el que
procesó a Amado Boudou por el caso Ciccone y ahora lo investiga al
vicepresidente por enriquecimiento ilícito.
“Estas cosas no me
las creo”, se apuró a aclarar Bonadio a sus amigos. El juez es un duro y le
gusta que se le note.
Entre los presentes
esa noche estaba la vicepresidenta de la Corte Suprema , Elena
Highton de Nolasco. También el jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri. Y la
nueva titular del Consejo de la
Magistratura , Gabriela Vázquez, que pareció no inmutarse con
el clima francamente opositor que se respiró en los elegantes salones del Hotel
Plaza.
Desde que ocupó su
silla en la Magistratura ,
esta jueza laboral abandonó la imparcialidad política que había prometido en su
campaña para la elección de consejeros. Vázquez actúa como un ariete
kirchnerista, desequilibrando en favor del oficialismo todas las votaciones. La
última de ellas, el jueves, para nombrar juez federal con competencia
electoral, en La Plata ,
al hasta entonces secretario Laureano Durán, quien en el Poder Judicial
figuraba hasta hace poco como auxiliar escribiente.
Este señor, al que
hicieron juez sin haber recibido acuerdo del Senado como ordena el artículo 99
de la Constitución ,
por obra y gracia de su militancia kirchnerista tiene ahora bajo su lapicera el
funcionamiento electoral de la provincia de Buenos Aires: 10 millones de
votantes, 40% del padrón electoral nacional.
Los jueces habían
llegado cebados a la cena del lunes. Horas antes le ganaron la pulseada al
kirchnerismo y consagraron a Ana María Figueroa presidenta de la estratégica
Cámara Federal de Casación Penal, que trata casos de narcotráfico y causas por
corrupción de funcionarios públicos.
Figueroa, quien como
abogada trabajó en causas de derechos humanos, fue propuesta para la
presidencia por Cabral, camarista de Casación, el mismo que mencionó a Bonadio
en la cena de la Asociación
de Magistrados. Seis votos a favor la consagraron presidenta. La minoría
kirchnerista, con cuatro votos, se abstuvo y remitió a su voto del año anterior
proponiendo sin suerte al camarista Alejandro Slokar.
Slokar, vocal de la
agrupación kirchnerista Justicia Legítima, es el mentor ideológico de Juan
Martín Mena, quien hasta el martes era jefe de asesores del ministro Julio
Alak. Ese día la Presidenta
nombró a Mena nuevo subjefe de la
Secretaría de Inteligencia. Asumió el viernes. Su misión:
operar sobre los Tribunales y suturar la hemorragia de causas contra el poder
que le están inundando a Cristina el tránsito de su último año.
El mismo martes, los
militantes de Justicia Legítima se convocaron para un brindis de fin de año en la Sociedad Argentina
de Escritores.
Las estrellas de esa
noche kirchnerista fueron el renunciante juez de la Corte Suprema , Raúl
Zaffaroni; la procuradora general Alejandra Gils Carbó y el ex juez español
Baltasar Garzón, debilidad de Cristina, conchabado por el Gobierno como asesor
con rango y sueldo de subsecretario de Estado. También estaban el antes
mencionado Slokar y el nuevo administrador del Poder Judicial, o sea el que
maneja la caja, Claudio Cholakian.
Había unas ciento
cincuenta personas entre jueces, fiscales e invitados, según constó en crónicas
periodísticas. Habló la camarista María Laura Garrigós, presidenta de Justicia
Legítima. Criticó a los jueces que amenazan con declarar inconstitucionales
leyes que el Gobierno hace aprobar en el Congreso, Pidió que se aplique cuanto
antes el nuevo Código Procesal Penal, que le permite a Gils Carbó nombrar a 17
fiscales especiales para tratar de tomar el timón de las causas más sensibles
al poder. Y reclamó que se cubra cuanto antes la vacante en la Corte que dejará Zaffaroni
dentro de diez días.
Aplausos, lo que se
dice aplausos, se escucharon cuando fue mencionado el fiscal Carlos Gonella,
quien en teoría debería dedicarse a combatir el lavado de dinero.
Favorito de la
procuradora Gils Carbó, Gonella fue procesado el lunes por el juez federal
Marcelo Martínez de Giorgi, pieza silenciosa pero muy sólida en el mecano de
Comodoro Py.
A partir de denuncias
presentadas por Elisa Carrió y por el ex legislador porteño Julio Raffo en mayo
del año pasado, Gonella fue procesado por haber protegido a Lázaro Báez,
dejando a este empresario tan pero tan amigo de los Kirchner afuera de la
investigación que incluye a los insolventes Leonardo Fariña y Federico Elaskar.
Se recordará: son
aquellos muchachos que pesaban plata en bolsos, la hacían circular a través de
la financiera La Rosadita
y por ahí se tentaron con algún producto de marroquinería que fue escabullido
de la remesa correspondiente.
Para acrecentar su
desgracia, el fiscal Gonella deberá presentarse mañana a prestar declaración
indagatoria ante Bonadio. En esta causa se lo acusa de violar secretos y abusar
de su poder. Es por haber pedido la indagatoria a una jueza acusada de lavado
de dinero y difundir ese pedido. Gonella trató de esquivar la citación de
Bonadio aduciendo que tenía fueros que lo protegían. La Cámara Federal lo
sentó de traste: tiene que ir a declarar. Quizás le espere otro procesamiento.
Para un fiscal un procesamiento ya es mucho, pero dos son una enormidad. Hay
que ver cuánto aguanta su espalda.
Gonella, la verdad
sea dicha, quizás termine siendo una víctima impensada de la guerra abierta
entre el Gobierno y la gran mayoría del Poder Judicial. Un daño colateral,
podría decirse. No habrá nada personal en su contra, sólo el peso de los
expedientes que lo involucran y la decisión de hacerle sentir al kirchnerismo
que la cosa va en serio.
Cristina, con sus
cambios de gabinete de esta semana, intenta que la Secretaría de
Inteligencia vuelva a jugar un papel decisivo sobre los jueces. Ya está
corriendo contra el almanaque. Le quedan poco más de 11 meses de gobierno, 10
meses hasta la elección presidencial, 8 meses hasta las PASO, 6 meses hasta el
cierre de listas donde se definirán los actores para el tiempo que empezará
después de ella.
El futuro es
demasiado ancho para que los actores de hoy se cierren anticipadamente los
caminos del mañana. Quizás por eso Gils Carbó esté divulgando, frente a los
fiscales de Cámara que son el escalón siguiente a su cargo, que ya tiene
conversada con Daniel Scioli su continuidad. Le quedarán, en diciembre próximo,
tres años de mandato por delante. Vamos por todo. Nunca menos.