sábado, 24 de febrero de 2018

MANIFIESTO ECOLOGISTA


Geraldo Luís Lino
Msia, 24 de noviembre de 2017

El lunes 13 de noviembre, la revista BioScience publicó un manifiesto titulado “Advertencia de los científicos a la humanidad: Segundo aviso.” El texto, firmado por más de 15 mil científicos de 184 países, es más o menos un libelo catastrofista en la línea que los involucrados en la pseudo ciencia se han especializado en producir para justificar el programa político del movimiento ambientalista en las últimas décadas.

En el documento se hace el listado de los problemas que se consideran críticos para la salud física del planeta: degradación de la capa de ozono; disponibilidad de agua potable; degradación de la biodiversidad; cambios climáticos; y crecimiento continuo de la población humana.

“Las emisiones de CO2 (bióxido de carbono) aumentaron 62 por ciento desde 1992 y la temperatura mundial se elevó 29 por ciento, mientras que la diversidad de la fauna de vertebrados cayó 29 por ciento,” dice uno de los coordinadores del manifiesto, William Ripple, ecologista de la Universidad del estado de Oregon, Estados Unidos.

En los últimos años, dice el texto, se registró la reducción de 26 por ciento de la disponibilidad de agua dulce por persona, un aumento de 75 por ciento de las zonas muertas de los océanos y la pérdida de 120 millones de hectáreas de zonas forestales. “Esas son tendencias alarmantes. Necesitamos de los medios que nos proporciona la naturaleza para nuestra propia supervivencia,” dice Ripple (Sputnik, Brasilm 14/11/2017).

En el texto que dedica Wikipedia a Ripple, se constata que su militancia ambientalista es cada vez más intensa. Constatando lo anterior, por ejemplo, en un artículo publicado en la revista Nature Climate Change él propone la reducción de la población de rumiantes generadores del metano para combatir los cambios climáticos supuestamente inducidos por el hombre, el flamígero calentamiento global antropogénico.

Ripple también fue uno de los organizadores de la “Primera advertencia de los científicos a la humanidad,” publicada en 1992. “Hicimos la actualización porque queríamos que el público supiese donde nos encontramos hoy,” dijo.

Su colega Johan Rockström recalcó la cuestión climática. “El cambio climático está aquí, es peligroso y tiene la tendencia a empeorar,” dice.

Rockstöm, profesor de ciencias ambientales de la Universidad de Estocolmo, es un tipo de “ecotecnócrata” del aparato ambientalista internacional. Entre otros puestos destacados, es vicepresidente del Consejo de Asesoría Científica del Instituto Postdam de Investigación de Consecuencias Climáticas, uno de los principales órganos involucrados en la formulación de doctrinas climáticas en el ámbito internacional.

El manifiesto no oculta la inclinación malthusiana de sus redactores:

“La humanidad está recibiendo ahora un segundo aviso… Estamos amenazando nuestro futuro, al no reducir nuestro consumo material intenso, pero geográfica y demográficamente desigual, y por no percibir el rápido y continuo crecimiento de la población como causa primaria de las muchas amenazas ecológicas y hasta sociales. Al fracasar en poner límites adecuados al crecimiento de la población, en la reevaluación del papel de una economía fundada en el crecimiento, en la reducción de los gases de efecto invernadero, en incentivar las energías renovables, en proteger los hábitats, en restaurar los ecosistemas, en controlar la contaminación, en interrumpir la pérdida de la fauna y en limitar las especies invasoras alienígenas, la humanidad no está tomando las providencias urgentes para salvaguardar nuestra biosfera amenazada”.

Por cierto, perdida en medio de un sarta de recomendaciones para enfrentar el “desafío,” hay una referencia a la necesidad de “revisar nuestra economía, para reducir la desigualdad de la riqueza,” vinculada a “asegurar que los precios, impuestos y sistemas de incentivos, tengan en cuenta los costos reales que los patrones de consumo imponen a nuestro medio ambiente.”

Ninguna palabra sobre los mayores problemas ambientales del planeta, la contaminación y los problemas de salud causados por las deficiencias de infraestructura de salubridad, que afectan a más de la mitad de la humanidad. Ni una mención a la falta de electricidad que sufren más de mil quinientos millones de habitantes del planeta, problema que es la causa de decenas de miles de muertes evitables en regiones como el África subsahariana, donde la leña y el estiércol bovino son todavía fuentes energéticas importantes (cuyo uso en interiores acarrea diferentes enfermedades cardiorespiratorias).

En fin, nada nuevo, tan sólo más “verdes” que venden un manifiesto apocalíptico y andan justificando su industria catastrofista de muchos miles de millones de dólares.