jueves, 8 de febrero de 2018

LOS DESAFÍOS DE LA INTELIGENCIA


DEF Online, 2 febrero, 2018

Por Luis Somoza *


Muchos analistas políticos en temas inherentes a la defensa, seguridad e inteligencia vienen anunciando un panorama alentador para la región. Alejan toda posibilidad de sufrir alguna contingencia que pudiera poner en peligro la estabilidad y el clima de paz que, al decir de sus pronósticos, se han dado en los últimos tiempos.

Debemos considerar, sin embargo, que la naturaleza del hombre hace presumir que el conflicto estará siempre presente, ya que es uno de los tres procesos sociales por medio del cual las personas, las organizaciones y los estados se vinculan entre sí. Los otros dos son la cooperación y la competencia.

En pocas palabras, nadie quiere vivir en el conflicto, pero nada nos asegura no quedar involucrados en alguno de carácter militar, político, económico o social. Los grandes desafíos de los responsables de la conducción política de los países de la región y de sus centros académicos consisten en poder identificar las amenazas en condiciones de alterar la tan ansiada paz obtenida y que no necesariamente podrían darse en el campo de lo militar.

Es necesario, como prerrequisito, superar las estériles discusiones acerca de lo que se pretende en materia de defensa, seguridad e inteligencia, discusiones que pudieron ser de utilidad en el pasado y hoy se han transformado en el verdadero obstáculo que impide la disposición de los instrumentos adecuados que le aseguren al estado supervivencia, integridad, gobernabilidad, calidad de sus instituciones y eficacia e independencia para la toma de decisiones de su dirigencia.

Debemos tener una visión superadora que deje de ver a las instituciones armadas, de seguridad e inteligencia como los instrumentos de determinados sectores ideológicos, políticos o sociales. Es muy posible que en alguna oportunidad pudo haber sido, pero con el advenimiento de la democracia y la sanción de las respectivas leyes se buscó a través de las mismas resolver dicha distorsión. Hoy dicho plexo legal requiere de una adecuada revisión que permita poder hacer frente a los desafíos que se presentan, sin que ello signifique hipotecar el futuro de los integrantes de las instituciones involucradas.


En general, la ignorancia del público y el desconocimiento del tema por parte de la clase política impiden que se establezcan debates serenos y serios para tratar estos temas en profundidad.


Las características de las amenazas que se vislumbran en el horizonte nos llevan a pensar si la separación taxativa entre defensa y seguridad puede seguir sosteniéndose. El nuevo paradigma nos exigirá aceptar que la defensa hace su aporte a la seguridad, y la inteligencia es su faro orientador.

Que quede claro que lo que aquí se plantea no es la necesidad del empleo de las Fuerzas Armadas en materia de seguridad, sino la reformulación de las misiones de las mencionadas fuerzas para poner a disposición del estado todos sus recursos materiales y humanos, y así poder enfrentar los desafíos a su seguridad en el sentido amplio de la palabra.

Con respecto a la Inteligencia como área de la conducción de toda organización, empezando por la estatal, el debate en la Argentina debe resolver, al menos, tres disyuntivas: en primer lugar, si la legislación que regula su actividad es limitante, e impide, entre otras cuestiones, que se pueda cumplir con las funciones propias, al exigir que se deba judicializar toda actividad de reunión. En segundo término, se tiene que poder conciliar dos valores aparentemente contrapuestos como el de la “seguridad del conjunto de la sociedad” y la de los “derechos individuales”, sin que ello signifique que la inteligencia sea una amenaza desde el poder estatal. Por último, algo que también surge del plexo legal, si es conveniente  sostener en forma compartimentadas las áreas de la  Inteligencia, según el área de utilización, Inteligencia militar, criminal, o reemplazarlo por estructuras adecuadas a los tiempos y exigencias modernas.

De lo expuesto, surge el segundo desafío: cómo identificar los actores y circunstancias que pudieran alterar la seguridad y poder buscar la mejor respuesta para cada caso.

Esto exige estar capacitados para poder anticiparnos a las contingencias, identificándolas con suficiente tiempo y precisión, y eso solamente lo podremos lograr con sistemas de inteligencia modernos, profesionales, adecuados y eficientes.

Surge así el tercer desafío, que se basaría en poder determinar, definir claramente qué entendemos por Inteligencia, sus alcances, instrumentos, organizaciones, personal, leyes de aplicación y control republicano.

LOS RETOS QUE SE AVECINAN

Al haber alejado el fantasma de una guerra clásica convencional, sería de gran aporte enumerar aquellos aspectos desestabilizantes que, según sus características específicas y su probabilidad de ocurrencia, pudieran transformarse en peligros, riesgos o amenazas.

Que quede claro que, aun alejando la posibilidad de una guerra clásica, no debemos renunciar a la preparación para enfrentarla en caso de ser necesario, aunque se presupone que los pueblos y sus gobiernos han decidido dirimir sus diferencias en el campo de la diplomacia, cooperación, integración y complementación.

Narcotráfico, terrorismo, delitos complejos, migraciones, corrupción, trata de personas, tráfico de elementos sensitivos, armas y otros bienes, son la fría enumeración que, por cuestiones metodológicas y/o académicas, las diferentes agendas oficiales se han encargado de separar. La dura realidad nos muestra que nada es químicamente puro y que todos los fenómenos enunciados tienen vasos comunicantes entre sí, que se retrialimentan y que generan  situaciones tan complejas que requieren respuestas integrales que ponen todos los recursos del estado para sortear los desafíos.

La región ha evidenciado grandes avances, pero la marginalidad, pobreza y exclusión, sumadas a democracias que aún están en proceso de consolidación, son partes constitutivas de una fórmula que genera vulnerabilidades que son aprovechadas en detrimento de la seguridad de los ciudadanos.

Hay determinados elementos por los que debemos estar atentos a la posibilidad de ver alterada nuestra tan deseada paz y concordia. Un fenómeno que no podemos dejar de mencionar es la presencia de actores estatales extrarregionales que, aprovechando las  facilidades brindadas por el denominado “socialismo del siglo XXI” a través de los diferentes gobiernos que enrolados en esa ideología han gobernado los últimos años, han desembarcado en la región. Esto puede generar focos de desestabilización hasta ahora inéditos, haciendo del escenario futuro un enigma a develar en la búsqueda de reducir la incertidumbre que pudiera alterar el desarrollo de la vida de nuestras naciones.

LOS SISTEMAS DE INTELIGENCIA QUE SE NECESITAN

Para poder encontrar la fórmula superadora que nos permita diagramar los sistemas de inteligencia necesarios en la región, debemos concluir el cuestionamiento sobre la evolución de sus funciones y sobre los nuevos modos de su gestión.

Visto el carácter secreto de sus actividades, la opinión pública solo conoce aspectos parciales de la Inteligencia –en general, por algún fracaso– condicionados por prejuicios, mitos o fantasmas, asociados comúnmente al mundo del espionaje tan promocionado por la literatura y el cine, entre otros medios. En general, la ignorancia del público y el desconocimiento del tema por parte de la clase política y los responsables de la administración impiden que se establezcan debates serenos y serios para tratar estos temas en profundidad.

Una interesante situación se presenta en la región, donde coexisten países con dos realidades aparentemente contrapuestas y que serían el obstáculo para discusiones serias. Por un lado, existen gobiernos legal y legítimamente constituidos dentro del sistema democrático, con algunos funcionarios que pertenecieron en el pasado a organizaciones que usaron la violencia como arma política; y por otro lado y como un gran logro político, Fuerzas Armadas que aceptaron la concepción democrática de que el poder civil es el que tiene el derecho y el deber de ejercer la conducción del estado. Conciliar esta realidad es importante para allanar el camino de la búsqueda de lo que se necesita en defensa,Seguridad e Inteligencia.

La Inteligencia está transitando, al igual que la Defensa y la Seguridad, un proceso de reformulaciones orientado a responder adecuadamente a las exigencias de la anticipación de acuerdo con las necesidades de sus usuarios, comenzando por los decisores estatales. Pero tanto la complejidad del mundo en el que se está viviendo, como lo inédito de las amenazas, obligan a que no solamente se reformulen los organismos de Inteligencia nacionales, sino a encontrar el modo de colaboración entre los diferentes sistemas del resto de los países para optimizar los recursos en beneficio de la seguridad regional.

En tal sentido se impone una cooperación internacional entre los servicios especializados de las diferentes naciones, pero sin descuidar su vocación esencial: la de estar primero al servicio de su propio país.

La inteligencia debe continuar siendo una prerrogativa nacional bajo el control de los gobiernos legítimos, por eso se hace imperativo reformularlos acorde a las exigencias de los tiempos que se están viviendo. De hecho, se observa en modo preocupante la proliferación actual de servicios privados que trabajan en beneficio de grupos con intereses particulares, cuya principal motivación es el beneficio propio, ya que las reglas de ética y de deontología –que aceptan, salvo honrosas excepciones, todos los servicios oficiales de los estados– son raramente impuestos a empresas privadas.

Se debe tener en cuenta que para los sistemas de Inteligencia la más legítima de las justificaciones es la búsqueda y el procesamiento de información en beneficio de la seguridad de su país. Sin embargo, muchas veces las autoridades gubernamentales –que, por otra parte, poseen muchos otros elementos de juicio– actúan en función de opciones políticas, prejuicios ideológicos o preocupaciones partidarias que, en ciertas ocasiones, los llevan a estar en contra de los análisis proporcionados por sus servicios especializados.

Inteligencia supone y equivale a conocimiento, actividad, organización, doctrina, técnica y arte. Sin algunos de estos aspectos, todo esfuerzo de Inteligencia terminará en un fracaso. Pero cuando las tareas se hacen bien, se deberá prever que el producto obtenido por el sistema de inteligencia responda a un orden de urgencia y prioridad, haciendo que los medios y formas de distribución permitan que llegue el resultado obtenido lo más rápido posible a quienes interesan y los puedan utilizar para las tomas de decisiones.

El desafío está planteado. Llevarlo a cabo será la garantía de la seguridad de todos nosotros.


*El autor es experto en seguridad estratégica y políticas de seguridad y defensa nacional, profesor universitario y asesor gubernamental.