DEF Online, 2 febrero, 2018
Por Luis Somoza *
Muchos analistas políticos en temas inherentes a la
defensa, seguridad e inteligencia vienen anunciando un panorama alentador para
la región. Alejan toda posibilidad de sufrir alguna contingencia que pudiera
poner en peligro la estabilidad y el clima de paz que, al decir de sus
pronósticos, se han dado en los últimos tiempos.
Debemos considerar, sin embargo, que la naturaleza del
hombre hace presumir que el conflicto estará siempre presente, ya que es uno de
los tres procesos sociales por medio del cual las personas, las organizaciones
y los estados se vinculan entre sí. Los otros dos son la cooperación y la
competencia.
En pocas palabras, nadie quiere vivir en el conflicto,
pero nada nos asegura no quedar involucrados en alguno de carácter militar,
político, económico o social. Los grandes desafíos de los responsables de la
conducción política de los países de la región y de sus centros académicos
consisten en poder identificar las amenazas en condiciones de alterar la tan
ansiada paz obtenida y que no necesariamente podrían darse en el campo de lo
militar.
Es necesario, como prerrequisito, superar las
estériles discusiones acerca de lo que se pretende en materia de defensa,
seguridad e inteligencia, discusiones que pudieron ser de utilidad en el pasado
y hoy se han transformado en el verdadero obstáculo que impide la disposición
de los instrumentos adecuados que le aseguren al estado supervivencia,
integridad, gobernabilidad, calidad de sus instituciones y eficacia e
independencia para la toma de decisiones de su dirigencia.
Debemos tener una visión superadora que deje de ver a
las instituciones armadas, de seguridad e inteligencia como los instrumentos de
determinados sectores ideológicos, políticos o sociales. Es muy posible que en
alguna oportunidad pudo haber sido, pero con el advenimiento de la democracia y
la sanción de las respectivas leyes se buscó a través de las mismas resolver dicha
distorsión. Hoy dicho plexo legal requiere de una adecuada revisión que permita
poder hacer frente a los desafíos que se presentan, sin que ello signifique
hipotecar el futuro de los integrantes de las instituciones involucradas.
En general, la ignorancia del público y el
desconocimiento del tema por parte de la clase política impiden que se
establezcan debates serenos y serios para tratar estos temas en profundidad.
Las características de las amenazas que se vislumbran
en el horizonte nos llevan a pensar si la separación taxativa entre defensa y
seguridad puede seguir sosteniéndose. El nuevo paradigma nos exigirá aceptar
que la defensa hace su aporte a la seguridad, y la inteligencia es su faro
orientador.
Que quede claro que lo que aquí se plantea no es la
necesidad del empleo de las Fuerzas Armadas en materia de seguridad, sino la
reformulación de las misiones de las mencionadas fuerzas para poner a
disposición del estado todos sus recursos materiales y humanos, y así poder
enfrentar los desafíos a su seguridad en el sentido amplio de la palabra.
Con respecto a la Inteligencia como área de la
conducción de toda organización, empezando por la estatal, el debate en la
Argentina debe resolver, al menos, tres disyuntivas: en primer lugar, si la
legislación que regula su actividad es limitante, e impide, entre otras
cuestiones, que se pueda cumplir con las funciones propias, al exigir que se
deba judicializar toda actividad de reunión. En segundo término, se tiene que
poder conciliar dos valores aparentemente contrapuestos como el de la
“seguridad del conjunto de la sociedad” y la de los “derechos individuales”,
sin que ello signifique que la inteligencia sea una amenaza desde el poder
estatal. Por último, algo que también surge del plexo legal, si es conveniente sostener en forma compartimentadas las áreas
de la Inteligencia, según el área de
utilización, Inteligencia militar, criminal, o reemplazarlo por estructuras
adecuadas a los tiempos y exigencias modernas.
De lo expuesto, surge el segundo desafío: cómo
identificar los actores y circunstancias que pudieran alterar la seguridad y
poder buscar la mejor respuesta para cada caso.
Esto exige estar capacitados para poder anticiparnos a
las contingencias, identificándolas con suficiente tiempo y precisión, y eso
solamente lo podremos lograr con sistemas de inteligencia modernos,
profesionales, adecuados y eficientes.
Surge así el tercer desafío, que se basaría en poder
determinar, definir claramente qué entendemos por Inteligencia, sus alcances,
instrumentos, organizaciones, personal, leyes de aplicación y control
republicano.
LOS RETOS QUE SE AVECINAN
Al haber alejado el fantasma de una guerra clásica
convencional, sería de gran aporte enumerar aquellos aspectos desestabilizantes
que, según sus características específicas y su probabilidad de ocurrencia,
pudieran transformarse en peligros, riesgos o amenazas.
Que quede claro que, aun alejando la posibilidad de
una guerra clásica, no debemos renunciar a la preparación para enfrentarla en
caso de ser necesario, aunque se presupone que los pueblos y sus gobiernos han
decidido dirimir sus diferencias en el campo de la diplomacia, cooperación,
integración y complementación.
Narcotráfico, terrorismo, delitos complejos,
migraciones, corrupción, trata de personas, tráfico de elementos sensitivos,
armas y otros bienes, son la fría enumeración que, por cuestiones metodológicas
y/o académicas, las diferentes agendas oficiales se han encargado de separar.
La dura realidad nos muestra que nada es químicamente puro y que todos los
fenómenos enunciados tienen vasos comunicantes entre sí, que se retrialimentan
y que generan situaciones tan complejas
que requieren respuestas integrales que ponen todos los recursos del estado
para sortear los desafíos.
La región ha evidenciado grandes avances, pero la
marginalidad, pobreza y exclusión, sumadas a democracias que aún están en
proceso de consolidación, son partes constitutivas de una fórmula que genera
vulnerabilidades que son aprovechadas en detrimento de la seguridad de los
ciudadanos.
Hay determinados elementos por los que debemos estar
atentos a la posibilidad de ver alterada nuestra tan deseada paz y concordia.
Un fenómeno que no podemos dejar de mencionar es la presencia de actores
estatales extrarregionales que, aprovechando las facilidades brindadas por el denominado
“socialismo del siglo XXI” a través de los diferentes gobiernos que enrolados
en esa ideología han gobernado los últimos años, han desembarcado en la región.
Esto puede generar focos de desestabilización hasta ahora inéditos, haciendo
del escenario futuro un enigma a develar en la búsqueda de reducir la
incertidumbre que pudiera alterar el desarrollo de la vida de nuestras
naciones.
LOS SISTEMAS DE INTELIGENCIA QUE SE NECESITAN
Para poder encontrar la fórmula superadora que nos
permita diagramar los sistemas de inteligencia necesarios en la región, debemos
concluir el cuestionamiento sobre la evolución de sus funciones y sobre los
nuevos modos de su gestión.
Visto el carácter secreto de sus actividades, la
opinión pública solo conoce aspectos parciales de la Inteligencia –en general,
por algún fracaso– condicionados por prejuicios, mitos o fantasmas, asociados
comúnmente al mundo del espionaje tan promocionado por la literatura y el cine,
entre otros medios. En general, la ignorancia del público y el desconocimiento
del tema por parte de la clase política y los responsables de la administración
impiden que se establezcan debates serenos y serios para tratar estos temas en
profundidad.
Una interesante situación se presenta en la región,
donde coexisten países con dos realidades aparentemente contrapuestas y que
serían el obstáculo para discusiones serias. Por un lado, existen gobiernos
legal y legítimamente constituidos dentro del sistema democrático, con algunos
funcionarios que pertenecieron en el pasado a organizaciones que usaron la
violencia como arma política; y por otro lado y como un gran logro político,
Fuerzas Armadas que aceptaron la concepción democrática de que el poder civil
es el que tiene el derecho y el deber de ejercer la conducción del estado.
Conciliar esta realidad es importante para allanar el camino de la búsqueda de
lo que se necesita en defensa,Seguridad e Inteligencia.
La Inteligencia está transitando, al igual que la
Defensa y la Seguridad, un proceso de reformulaciones orientado a responder
adecuadamente a las exigencias de la anticipación de acuerdo con las
necesidades de sus usuarios, comenzando por los decisores estatales. Pero tanto
la complejidad del mundo en el que se está viviendo, como lo inédito de las
amenazas, obligan a que no solamente se reformulen los organismos de
Inteligencia nacionales, sino a encontrar el modo de colaboración entre los
diferentes sistemas del resto de los países para optimizar los recursos en
beneficio de la seguridad regional.
En tal sentido se impone una cooperación internacional
entre los servicios especializados de las diferentes naciones, pero sin
descuidar su vocación esencial: la de estar primero al servicio de su propio
país.
La inteligencia debe continuar siendo una prerrogativa
nacional bajo el control de los gobiernos legítimos, por eso se hace imperativo
reformularlos acorde a las exigencias de los tiempos que se están viviendo. De
hecho, se observa en modo preocupante la proliferación actual de servicios
privados que trabajan en beneficio de grupos con intereses particulares, cuya
principal motivación es el beneficio propio, ya que las reglas de ética y de
deontología –que aceptan, salvo honrosas excepciones, todos los servicios
oficiales de los estados– son raramente impuestos a empresas privadas.
Se debe tener en cuenta que para los sistemas de
Inteligencia la más legítima de las justificaciones es la búsqueda y el
procesamiento de información en beneficio de la seguridad de su país. Sin
embargo, muchas veces las autoridades gubernamentales –que, por otra parte,
poseen muchos otros elementos de juicio– actúan en función de opciones
políticas, prejuicios ideológicos o preocupaciones partidarias que, en ciertas
ocasiones, los llevan a estar en contra de los análisis proporcionados por sus
servicios especializados.
Inteligencia supone y equivale a conocimiento,
actividad, organización, doctrina, técnica y arte. Sin algunos de estos
aspectos, todo esfuerzo de Inteligencia terminará en un fracaso. Pero cuando
las tareas se hacen bien, se deberá prever que el producto obtenido por el
sistema de inteligencia responda a un orden de urgencia y prioridad, haciendo que
los medios y formas de distribución permitan que llegue el resultado obtenido
lo más rápido posible a quienes interesan y los puedan utilizar para las tomas
de decisiones.
El desafío está planteado. Llevarlo a cabo será la
garantía de la seguridad de todos nosotros.
*El autor es experto en seguridad estratégica y
políticas de seguridad y defensa nacional, profesor universitario y asesor
gubernamental.