martes, 7 de abril de 2020

A LOS HONRADOS



se les aplica el rigor del Estado, a los delincuentes se los mima

 Ariel Corbat

La Prensa, 06.04.2020


Quiero expresar mi orgullo por escribir en La Prensa, el diario que mejor tituló al bochorno del 3 de Abril de 2020: “El día de la infamia”. Así hay que marcarlo en el almanaque y evitar que sea olvido.

Sometida por el régimen kirchnerista a la desmemoria colectiva para el  adoctrinamiento totalitario, la Argentina dañada en sus instituciones, degradada en su cultura y con miseria intelectual, sufre de amnesia programada. La casta política se esforzaba ya en olvidar la infamia cuando aún no habían vuelto a sus casas la totalidad de los que, a instancias de la ineptitud gubernamental, rompieron la cuarentena agolpándose frente a los bancos de todo el país.

 El “gobierno de científicos” nunca pensó la cuarentena, se lanzó a ella feliz de cubrir su ineptitud en las demás cuestiones y esa misma ineptitud lo terminó alcanzando en el estallido de la cuarentena. Un estallido que, por destruir la distancia social de prevención, en nada se parece a la desobediencia civil responsable que practico y promuevo frente a la irracionalidad del gobierno.

Con la AFI intervenida
Alberto de Fernández ha confesado su ineptitud diciendo: "Nadie preveía que iban a aparecer todos esos jubilados". Lo cual nos lleva a recordar que una de sus primeras medidas fue intervenir la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), nombrando interventora a Cristina Caamaño, quien no tuvo la eficiencia que requiere el cargo para regalarle un Parte de Inteligencia al Presidente (el día de su cumpleaños) anticipándole el desastre inminente. Y esa parálisis quizá se explique por otra frase presidencial: "Los fondos de Inteligencia están destinados al coronavirus". Con este "comandante" a la bartola, sin Inteligencia, en la “Guerra contra el coronavirus” el Día de la Infamia se repetirá de continuo.

En mi opinión, Alberto Fernández debe renunciar porque su manejo de la crisis es desastroso; muy especialmente, a tenor del objeto de esta columna, en materia de Seguridad Interior. En toda crisis hay ganadores y perdedores. En Argentina las decisiones gubernamentales frente a la pandemia han hecho ganadores a los delincuentes. Si hay un sector beneficiado con la excusa del Covid-19 es el crimen, especialmente el organizado.

Aquí se gobierna de modo tal que a quien produce se le cargan todos los sacrificios, a los honrados se les aplica el rigor del Estado sin contemplaciones y a los delincuentes se los mima cuidadosamente. Así la peste comunista tiene como efecto paradojal que, mientras se imponen severas restricciones a las libertades de la población en general, los presos obtienen beneficios inéditos. La provisión de celulares a los reos permite a la delincuencia incrementar su capacidad logística en forma exponencial, con lo cual vemos un cuadro de estructuras carcelarias con mucho del Siglo XIX pero albergando presos del Siglo XXI, lo que representa intramuros un peligro directo para el personal penitenciario y extramuros un riesgo enorme para el conjunto de la sociedad.

Píparo hostigada
Una de las primeras víctimas de esa medida resultó Carolina Píparo, hostigada desde la cárcel, vía redes sociales, por el criminal que le descerrajó el disparo que mató a su hijo estando embarazada. Si el Estado no puede controlar a los delincuentes en las cárceles, menos podrá dominarlos en las calles. Al respecto sería interesante que en el Ministerio de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic  junto a Iván Poczynok, Director Nacional de Inteligencia Criminal, convoquen a Carolina Píparo y le expliquen cómo va a evolucionar el grosero error de haber facilitado teléfonos celulares a los presos, algo que, más allá de la jurisdicción bonaerense, afectará la seguridad en todo el territorio nacional y por mucho tiempo.

Y en la cruda realidad que describo, justamente por ella, es imprescindible para no bajar los brazos saber que contra toda ineptitud igual llegará ‘El día después‘.