domingo, 7 de septiembre de 2014

LOS ARGENTINOS, ¿CÓMO SALIMOS DE LA ACTUAL EMERGENCIA POLÍTICA Y ESTRATÉGICA?




General Heriberto Justo Auel

InformadorPúblico, septiembre 6, 2014





“La soberanía es una noción caduca en el caso de los Estados faltos de poder para sustentarla”.

La Argentina en emergencia

La presente realidad situacional argentina nos releva de tener que demostrar que nuestra querida Patria Argentina, desde hace décadas, o mejor dicho, desde hace demasiadas décadas, carece de una Gran Política y de su respectiva Gran Estrategia. Ello nos coloca en emergencia. Pero lo que más alarma al sector social intuitivo o bien pensante es que, abierta ya la porfía para ocupar el “sillón de Rivadavia” en el 2015, no se descubre en los numerosos discursos preelectorales una sola propuesta global de naturaleza POLÍTICA, que plantee sacarnos de la crisis-decadencia que abarcó casi todo el siglo XX y continúa en el siglo XXI, agravándose. (2)

¿Seguiremos transitando nuestras reiteradas y cíclicas emergencias, a partir del 2015? ¿Es posible -sin disgregación nacional- una nueva etapa de mera administración de éste prolongado drama argentino? Las etapas se repiten, apelando los sucesivos gobiernos a toda variante de gurúes salvadores, a punto tal que se nos ve -desde el exterior- como laboratorio de cuanta extraña o extemporánea teoría existe en el mundo, ya fuere en lo social, en lo ideológico, jurídico o económico-financiero.

Tuvimos en el pasado exitosos Estadistas y Estrategas. Muy pocos, por cierto. Fueron aquellos que construyeron con muy escasos recursos la Independencia Nacional, la Constitución, el Estado y a la que -luego de la Revolución de 1880- hemos llamado “Primera Argentina Agropecuaria” (2), que nos colocó a la cabeza de Iberoamérica en PBI, como “granero del mundo” y como promesa de convertirnos en una gran potencia en el siglo XX. Ello da cuenta de la enorme potencialidad que siempre ha tenido y aun retiene el país. ¿Volverán a surgir hombres sapientes, entre los que viven en el aturdimiento y confusión de la sobrevivencia social?

Aquel impulso inicial, expansivo, del siglo XIX, no solamente se detuvo. Su rápido éxito económico y su lenta e incompleta redistribución, trajo el consecuente cuestionamiento social, el debilitamiento de la identidad, la ideologización y el extravío. Aquél exitoso proyecto no se dinamizó, por el contrario, se estratificó, se hizo contractivo. El activista “cuestionador”, sin propuestas, reemplazó al audaz dirigente Político. El país quedó en manos de ideólogos e improvisados. Cuando se intentó actualizar al proyecto “alberdiano”, para ingresar a la industrialización y a la urbanización ordenada, integrando a la totalidad del espacio argentino, el sordo conflicto social se agravó y, a partir de 1959, se hizo “revolucionario”. (3)

Las víctimas centrales de esta constante caída que se aceleró desde 1983, fueron la Gran Política y la Gran Estrategia, hoy ausentes e ignoradas. Su espacio fue ocupado hasta hoy por una narrativa -llamada “relato”- emergente de una pequeña política discursiva e ideologizada, burocrática y sin rumbo que solo intenta retener el poder, sostenida por sucesivas falacias -mitos y utopías- que chocan -irremediablemente- cada vez con más frecuencia, con una cruel realidad (4).

Los Estadistas y Estrategas -que hoy no aparecen- fueron reemplazados por “fubistas”, jóvenes militantes de los centros de estudiantes o adultos-mayores con discursos de vanguardistas adolescentes, necesariamente corruptos y corruptores. El egoísmo individualista, la envidia y la deshonestidad cierran las posibilidades de la solidaridad, la armonía, el éxito del conjunto, el trabajo en equipo, la institucionalidad. Pero, si desde los sangrientos años de la guerra civil que acompañó a la Guerra de la Triple Alianza, surgió la “Primera Argentina Agropecuaria” conducida por el Tte. Gral. Roca, bien podría ocurrir -luego de las guerras que la Argentina peleó en la segunda mitad del siglo XX y de sus consecuentes derrotas político-estratégicas- que nuestro país vuelva a tener la posibilidad de alcanzar, en breve lapso, “La Segunda Argentina Postindustrial”. (5)

Las FF AA y el Estado Nacional

El Poder ha sido y es el factor determinante de la posición relativa de un Estado Nacional en el concierto internacional global en el que nos encontramos. Como síntesis de las capacidades espirituales y materiales de un pueblo, el Poder indica el rango relativo de un Estado. Cline (6) ideó una fórmula sinóptica, para calibrarlo: PODER = Población + Territorio + Economía + FFAA x Calidad de Gobierno + Voluntad Nacional + Diplomacia + Tecnología.

La responsabilidad de la Política -como ciencia y arte- es la de obtención y aplicación de ese Poder, mientras que la responsabilidad de la Estrategia es la maniobra, la acción para alcanzar los objetivos que le fija la Política, soslayando o superando los conflictos. Si hay un Estadista, hay una Gran Política. Consecuentemente habrá objetivos políticos y a estos le corresponderá una Gran Estrategia. La Gran Política somete a los medios que emplea la Gran Estrategia, pero estos condicionan a aquella. Por ello se adunan. Un continuo ciclo de realimentación se produce entre ambas. Para su desarrollo cuentan con un instrumento jurídico-institucional: el Estado Nación.

Hechas estas conceptualizaciones, vamos a avanzar sobre el tema que da título a estos renglones. En publicaciones anteriores ya hemos respondido a ese interrogante. En esta nos centraremos en la insoslayable recuperación del Estado y del rol constitucional de las FFAA.

En el proceso de formación del Estado-Nación las FFAA ocupan un lugar central. Luego, con el transcurso del tiempo, pasan de ser su columna vertebral a transformarse en el brazo armado que permite el desarrollo de una potente sociedad civil, el soporte de su Política Exterior y la promoción de la Economía, en particular de la ciencia y tecnología. Constituyen el “núcleo duro” del Estado-Nación, su “razón de fuerza y fuerza de su razón”. Norberto Bobbio ilumina aun más a éste proceso de mutación, recordando el antiguo adagio latino “civitas filia temporis”, que podemos traducir como “las instituciones son hijas de su época”.

Así se dio en nuestra querida Patria Argentina y se continúa dando. Desde 1983, cuando la decadencia dirigencial -citada en el punto anterior- decidió dar continuidad al proceso “revolucionario” -iniciado en 1959-. La etapa que se iniciaba -posguerra del Atlántico Sur- permitía la eliminación de las FF AA, acción que se ejecutó -subrepticiamente- a través del “jus post bellum” (1), (7) y (8) cuyo pivote fue el Decreto 158/83. Simultáneamente éste proceso degradó al resto de la Instituciones del Estado, en particular a la Justicia, e iniciamos así el camino hacia el “Estado Fallido”. Es allí donde nos encontramos los argentinos en el año 2014. Vale la pena profundizar a continuación -conceptualmente- la relación FFAA–Estado Nación.

Perspectiva histórica del papel de las FF AA en la construcción del Estado. (9)

El poder militar se nos presenta como previo, originario o germinal, del poder político. En los pueblos primitivos la guerra era “estacional”, entre cosechas. Cuando hubo excedentes, aparecieron los ejércitos organizados, permanentes, y los militares. El Gral. Alonso Baquer nos recuerda que los nombres de los pueblos muchas veces derivaron del armamento que utilizaban. Así los anglos lo hacen de flecha (angl); los romanos de lanza (robar); los germanos también de lanza (gari); los cántabros de hacha (cant) y, para más señas, arma viene de brazo (arm). Atenas y Roma crearon, en sus respectivos tiempos, las condiciones filosóficas y jurídicas que iniciaron la diferenciación entre el poder político y el militar.

En el período feudal ambos poderes volverán a identificarse. Con la Guerra de los Cien Años desaparece la organización feudal y los soberanos organizan ejércitos mixtos, de súbditos y mercenarios. Con el Renacimiento surge el Estado-Nación -Maquiavelo y Bodino- y los ejércitos profesionales dependientes de la Corona. Ambos poderes vuelven a diferenciarse y ello se consolida a fines del siglo XVI. A partir del XVII desaparecen los ejércitos “particulares” de la nobleza. Los ejércitos de esa época aseguraban el orden interno y el externo. Hasta fines del siglo XVIII las ideas de FF AA y Estado fueron yuxtapuestas. El poder de los Estados era prácticamente el poder de sus FF AA. La interacción entre sociedad y FF AA, se hizo bascular. En éste siglo los militares reforzaron su identidad y su capital humano era aprovechado por el Estado.

A partir de Napoleón se crea un “orden civil”, que toma como modelo al “orden militar”, excluyendo su régimen disciplinario. Surge el servicio militar obligatorio que tuvo específica incidencia en el sufragio universal, al quedar la sociedad implicada en la defensa nacional. A principios del siglo XIX, al tecnificarse la función militar, la burguesía ingresó a las academias militares y heredó los antiguos valores de la nobleza. A su vez y a partir de la Revolución Francesa, se inició un lento proceso de distanciamiento conceptual entre Estado y FF AA. Es un tiempo de grandes transformaciones y las FF AA debieron asumir a menudo funciones políticas. La creación de la policía dejó a las FF AA exclusivas responsabilidades estratégicas. Las funciones que fue asumiendo el Estado, cada vez más complejas, trajeron como consecuencia el surgimiento de ramas civiles que compartieron, con el poder militar, la moderna organización del Estado (6).

Con el siglo XX llegaron las grandes transformaciones internacionales, con un ritmo en progresiva aceleración. Convergieron distintos idearios y el sistema de valores heredado se relativizó. Surgen así fracturas sociales y nuestras dirigencias se desorientan.(8) Por ello iniciamos el siglo XXI somatizando la consecuente crisis-decadencia de la sociedad, del Estado y de las FF AA.

El problema no resuelto de la Argentina, no es el de sus FF AA, que son espejo de la sociedad, sino de la dirigencia en su conjunto, que no se ha desarrollado a la altura de las exigencias de éste tiempo. Allí emergen claramente las graves falencias formadoras de nuestro sistema educativo, en particular de nuestras universidades e institutos superiores.

Hay argentinos que ya han perdido la Fe en el futuro de nuestro país. Han agotado su Esperanza. Quienes creemos que la resurrección argentina es posible -si se diesen ciertas condiciones (2)- sabemos que para que ello se viabilice es imprescindible la recuperación del Estado Nación y de sus Instituciones centrales. Así como ocurrió en la Historia Universal cuando surgió la idea de Estado-Nación, la recuperación de éste deberá iniciarse por su “núcleo duro”: las FF AA.

La función de las FF AA en el siglo XXI (9)

El tránsito de las FF AA occidentales -y dentro de ellas las argentinas- al transformarse desde la posición de “columna vertebral” -que dio origen al Estado-Nación argentino- en su posterior “brazo armado”, fue largo y difícil, con avances favorables y muchos y dolorosos retrocesos, en el ámbito de una prolongada y sangrienta guerra civil (3). Desde 1959 esta guerra se hizo “revolucionaria” y las carencias del cuasi-Estado impidieron que la victoria en combate frente al terrorismo, se consagrara en el nivel político-estratégico. Es el momento -diciembre de 1983- en el que las consecuencias de la larga Guerra Civil Revolucionaria se combinan con las de la breve Guerra del Atlántico Sur, dando lugar a la “alianza objetiva” de nuestros actuales enemigos: el terrorismo revolucionario leninista y los ingleses (3).

La acción de pinzas de ésta síntesis, cuyo paradigma queda personificado en Horacio Verbitsky -terrorista revolucionario y agente británico-, destruyó la autoestima y los presupuestos de las FF AA, quebró la confianza en nuestro sistema judicial, licuó las instituciones y destruyó la ética política. Surgió -en consecuencia- la inseguridad estratégica y pública -hoy incardinadas-, la corrupción generalizada, la pobreza, la indigencia y el “default” del Estado-Nación.

¿Hemos llegado a una situación suficientemente grave como para que el soberano la asuma, tal como es y no como le dicen que es? ¿Habrá -esta vez- una reacción positiva frente a la escasez, la necesidad, la podredumbre moral y el miedo? ¿Surgirá el relevo dirigencial con la capacidad imprescindible para conducirnos al renacimiento de la Argentina? (4).

Confiemos en que todos estos interrogantes tendrán respuestas positivas y que seremos capaces del enorme esfuerzo para recuperar a las FF AA y así lograr al Estado-Nación necesario. Cabe entonces preguntarnos: ¿qué tipo FF AA necesitamos recuperar, en el 2015?

Hace doce años ya tratábamos éste tema (10), con la esperanza de que los nuevos gobiernos que advenían reaccionarían ante la gravedad que tomaba el rumbo emprendido en el año 1983. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Se profundizó ese rumbo auto-destructivo, en manos de un pequeño grupo social irreductible, altamente ideologizado, que hasta hoy ha prevalecido sobre una gran mayoría “anestesiada”. Esta parálisis social es consecuencia absoluta de la hábil explotación -conducida desde el exterior- de las derrotas estratégicas argentinas en la segunda mitad del siglo XX.

Nuestra sociedad, confundida, con una gran ansiedad frente al futuro, carente de claros liderazgos políticos que la represente y de partidos políticos con propuestas que convoquen a un esfuerzo esperanzado, deambula sin destino. Reina un progresivo y administrado caos que entrega al país a mafias complejas y encubiertas, como santuario para sus operaciones. Es la “pseudo-revolución mimetizada” que exige que no haya FF AA y que las Instituciones continúen siendo vaciadas. En consecuencia, el “Estado fallido” está -en el año 2014-, a la vuelta de la esquina.

Decíamos, en el mencionado artículo del año 2002 (10):

La seguridad estratégica de nuestra nación está en “grave riesgo” debido a que “nuestros gobernantes intentan manejar conflictos del siglo XXI con conceptos del siglo XIX” y no existe una adecuación, en lo que a conceptualización funcional estratégica se refiere, a fin de prever y abarcar de un modo integral la realidad que nos toca vivir. El cimiento actual de la seguridad estratégica nacional, en cualquier lugar del mundo, es el entendimiento de la naturaleza de los conflictos, la inteligencia estratégica oportuna, entendida ésta como el elemento crítico del poder militar, núcleo duro del Estado. Esa información procesada y las previsiones consecuentes, son los elementos centrales para la posibilidad de lograr la confiabilidad, la credibilidad y la atracción de inversiones económicas internacionales, imprescindibles para un desarrollo económico “sustentable”. Nuestro diagnóstico político-defensivo debe centrarse en dos áreas que tienen implicancias muy profundas para la Seguridad del Estado y la competitividad nacional:

las reales amenazas y los hechos estratégicos ya presentes y
la naturaleza de la guerra y de la paz, en el umbral del Siglo XXI.
Para que podamos tener una idea de la estratificación conceptual de nuestros dirigentes y de la consecuente desorganización del Estado, digamos que la última “reforma estructural” de las FF AA argentinas data de la gestión del Ministro de Guerra y Marina Cnel. Pablo Richeri -1900/1904-, durante la segunda presidencia del Gral. Roca. Todas las reformas posteriores fueron simples cambios sistémicos, que se hicieron por copia de los vencedores internacionales de moda. No surgieron como “necesidades” de un plan estratégico propio, como en su momento lo hizo el Cnel. Richeri.

El intento de seguir la huella de aquel Ministro, ensayada por el Tte. Gral. Fernández Torres -1883/1985-, quedó trunco, a partir de su inesperado relevo. Con posterioridad surgieron las dos leyes de Seguridad Nacional -1988 y 1991- actualmente vigentes, que constituyen la base de la destrucción institucional de las FF.AA. -como complementarias de Decreto 158/83- (8). He allí la “acción de pinzas” que hemos citado y la causa central de la actual y total indefensión e inseguridad pública, que aflige a los argentinos.

No tenemos dudas que “la democracia es el triunfo y pleno desarrollo de la sociedad civil”, pero el “control civil subjetivo” (11) de las FF AA, que es un objetivo expreso en los países adscriptos a UNASUR, es exactamente lo contrario. Es la negación de la democracia y la descomposición “revolucionaria” de la sociedad republicana. Esta imposición, de un minoritario sector político neo marxista, dogmático y extemporáneo que se apoderó del poder político a través de procedimientos erráticos, está llevando a algunos países de la región a un desastre socio-económico que llegará, inevitablemente, a la violencia. Se cumple en ellos lo que Lenin señalaba a sus seguidores: “…es condición indispensable, para que una revolución prospere, que el Ejército deje de ser leal a la clase dominante…” y nosotros podríamos agregar: o bien es necesario destruir a las FF AA. En nuestro caso, ambas “condiciones” se están cumpliendo. La “pseudo-revolución” necesita FF AA del gobierno y no de la República.

Con la vista puesta en el futuro, en la restauración institucional de las FF AA para lograr el pleno restablecimiento del Estado Constitucional necesario -como instrumento jurídico de la Gran Política y de la Gran Estrategia- es conveniente reflexionar sobre lo expresado recientemente por Bada Panillo, refiriéndose a las FF AA europeas: …“De hecho ya ha comenzado este proceso de evolución con los Ejércitos profesionales, con los soldados mercenarios y los ataques a distancia, con armas cada vez más sofisticadas. Es un proceso en el que los ciudadanos, la sociedad civil, se alejan de la muralla, se retiran de la defensa y recuperan a la guerra como espectáculo de pantalla. Si no fuera por el terrorismo que nos busca el cuerpo y trae el conflicto a pie de calle, en las democracias occidentales hay quienes piensan que podríamos vivir en Paz” (12).

A estos ciudadanos occidentales que cita Bada, los hemos llamado “pacifistas-progresistas” (8), directos responsables de hacernos vivir aquí sobre nubes de falacias que nos llevan a la actual situación de cruel inseguridad nacional. Nuestro hombre de a pie vive totalmente desinformado de la naturaleza de los conflictos emergentes de la posguerra fría. Los ministerios del ramo carecen de una mínima política de comunicación al respecto y cuando se expresan, mienten, no sabemos si por ignorancia, por conveniencias o por ambas razones (8). Pero han prohibido a sus funcionarios referirse a los nuevos riesgos y amenazas estratégicas posguerra fría.

Hemos ingresado -en la presente globalización planetaria- a una nueva etapa de la civilización: la del Conocimiento. A ese hecho estructural, tectónico, se suma la construcción de un nuevo mapa geopolítico mundial, en la posguerra fría. Quienes no asumen estos cambios, viven ajenos a la dinámica realidad presente. Son extemporáneos. Si vamos a asumir la responsabilidad imperiosa de recuperar -en el 2015- un futuro para nuestra querida Patria, necesitamos reconstruir nuestro Estado y no podremos lograrlo sin el restablecimiento institucional de las FF AA. Pero, aclaremos, de las FF AA que exige éste tiempo y la naturaleza de los desafíos estratégicos presentes y futuros para retener la PAZ, o prevalecer en la guerra (13).

Algunas pautas para la reestructuración de las FF AA argentinas (10)

Además de los conflictos “históricos” no resueltos, existen cuatro nuevos actores principales de agresión y violencia en la región:

Parias Socioculturales;
Terroristas de la Información;
Terroristas Asociados al Crimen Organizado y
Delincuentes Económicos y Financieros.
Nuestros Sistemas de Defensa e Inteligencia Estratégica no están capacitados, equipados, ni organizados para detectar y controlar estos actores, hechos y amenazas. Nos encontramos con que los conceptos de “crisis”, de “conflicto” y de “guerra” se están expandiendo hacia direcciones diluidas. En primer lugar, ya no podremos ver la guerra simplemente como los ejércitos de un Estado-Nación o grupo de Estados-Naciones combatiendo entre sí, aunque ello es lo que prescribe nuestra reciente Reglamentación de la Ley de Defensa Nacional.

Los Estados nacionales ya no son los únicos que detentan el monopolio de la fuerza en el momento de ir a la guerra. Una variedad de entidades pueden librar hoy una guerra, algo que ya han hecho en otros períodos de la historia: corporaciones, grupos religiosos, organizaciones terroristas, tribus, bandas guerrilleras, carteles del narcotráfico y otros sindicatos y clanes del crimen. Lo estamos observando en el Gran Medio Oriente, epicentro de la guerra mundial en acto.

Los ejércitos de la “civilización del conocimiento” diferirán de los de la “civilización industrial”. En primer lugar serán más flexibles y versátiles, para enfrentar las “asimetrías”. Serán más reducidos, aunque con mayores capacidades. Se les equipará con tecnología moderna, serán altamente adiestrados y hábilmente conducidos, emplearán una doctrina muy dinámica y una organización muy fluida y pre-desplegada, para operar en tiempo real.

Aun así, en la “civilización del conocimiento” seguirán siendo el corazón y la voluntad humana los que determinen la victoria en el combate. Siempre habrá “un soldado” que, como integrante de un grupo tendrá que avanzar, conducir, navegar o volar hacia adelante, con la posibilidad de morir o ser herido. El valor, la dedicación desinteresada, la camaradería y el liderazgo no disminuyen al cambiar la tecnología, las organizaciones o los conceptos. Y ello exige una gran autoestima institucional.

Así también, mientras el ser humano continúe dedicándose a producir, distribuir, financiar, vender y utilizar sus bienes, los soldados y los ejércitos continuarán siendo la garantía final y la seguridad estratégica que ampare a los ideales e intereses vitales de una Nación.

Finalmente, las verdaderas causas de las guerras permanecerán constantes: Las personas -ya sean líderes políticos de una Nación o Estado o líderes de otras organizaciones- iniciarán guerras por miedo, odio, avaricia, ambición, venganza o por causa de otras emociones e ideas completamente humanas. Los pueblos irán a la guerra cuando perciban que pueden alcanzar sus objetivos al recurrir a la fuerza, cuando no les quede otra alternativa o cuando el honor, el orgullo, los principios o “los dioses”, así lo requieran.

Por lo tanto la Humanidad continuará enfrentando la necesidad de darle fin a las guerras. No existe una solución puramente tecnológica para la guerra. Ésta, en último análisis, nunca podrá separarse de su dimensión social, política y esencialmente antropológica. Aunque la conducción y naturaleza formal de la guerra en la “era de la información” ha cambiado sustancialmente, las causales intrínsecas de la guerra permanecen relativamente constantes.

Nuestros modelos -en donde existen- de Políticas de Defensa, son legados de la Guerra Fría, enfatizan las amenazas y los mecanismos de fuerzas “previsibles”. Su meta era el equilibrio disuasivo, porque era defensiva su actitud. Los futuros modelos deberán contemplar la oportunidad y la evolución dinámica del medio hostil que nos rodea. Deberán ser ágiles, adaptables, versátiles y flexibles, porque necesitarán fluidez para hacer frente a una complejidad cambiante e “imponderable”.

Las naciones avanzadas se enfrentan tanto a potenciales competidores de primer rango -vale decir, globales- como a competidores de segundo nivel, con importante capacidad de armamento convencional. También a aquellos de segundo nivel, que no son Estados. El famoso libro del Profesor Samuel Huntington, “El Choque de las Civilizaciones”, es de gran importancia para nuestra reflexión. Muchas civilizaciones -¿o culturas?- pueden chocar en términos épicos. Los choques actuales se observan entre estados seculares y organizaciones criminales complejas. Hoy en día, como diría Trotsky, “no tenemos ni guerra ni paz en las culturas –civilizaciones- ni entre culturas –civilizaciones-”. Chocan formas organizacionales legítimas y legales y organizaciones humanas ilegítimas e ilegales. Se trata de guerras civiles autodestructivas y anárquicas cuyos hechos e indicios -en la región- rondan hace años.

El Estado Nación, algunas empresas y variadas bandas, están compitiendo por el control de diversos recursos. Es preocupante que el Crimen Organizado Transnacional actual acumule más poder, dinero y computadoras que la mayoría de las empresas y que la mayoría de las empresas tengan más poder, dinero y computadoras que muchos Estados, especialmente en el área de predominio elegido.

Esto está aumentando el caos político y la confusión conceptual referida a la Seguridad Nacional, debido a que se amplía y fragmenta el campo de batalla sobre las sociedades, se agrava la situación económica-social -a veces tratada perversamente por el Estado- y en nuestro caso debemos agregar que se ha legislado para que estas desgracias lleguen. La pseudo-revolución así lo exige. Si no se recuperan las FF AA de la República, la disgregación nacional es un hecho, por carencia de Estado.

Como conclusión, podemos afirmar que:

Pueblos Jóvenes + Dirigencias Corruptas + Estados Débiles = Excelentes “objetivos” para los “nuevos actores agresores”.

¿CÓMO SALIMOS DE LA ACTUAL EMERGENCIA POLÍTICA Y ESTRATÉGICA?

Citas:

(1) Luis Santiago Sanz. “Crisis, control y manejo”. Ed. Del Candil. 2005.

(2) Heriberto J. Auel. La Segunda Argentina en la Unión Sudamericana”. 2006. www.ieeba.com.ar

(3) Heriberto J. Auel. “La larga guerra civil argentina y el actual estado de guerra civil revolucionario”. 2014. www.ieeba.com.ar

(4) Mario A. Cadenas Madariaga. “Por dónde empezar”. 2014. www.ieeba.com

(5) Mario A. Cadenas Madariaga. “El falso encanto de los moderados”. 2014. www.ieeba.com.ar

(6) Ray S. Cline. “World power assessment. A calculus of strategic drift”. Ed. Georgetown University Center for Strategic and International Studies. 1975.

(7) Heriberto J. Auel. “El Narcoterrorismo, el Estado Nacional, la Democracia y las FFAA”. 2014. www.ieeba.com.ar

(8) Heriberto J. Auel. “¿Confusión, ignorancia o propósitos ocultos…?” 2014. www.ieeba.com.ar

(9) Federico A. Fernández Montesinos. “Las FF AA en la construcción del Estado”. www.ieee.es

(10) Heriberto J. Auel. “La guerra en la civilización del conocimiento”. 2002. www.ieeba.com.ar

(11) Heriberto J. Auel. “Relaciones Cívico Militares, la necesaria Reconstrucción del Estado y de la imprescindible Seguridad Nacional- Regional y Continental”. 2013. www.ieeba.com.ar

(12) José Bada Panillo. “Más allá de una cultura del miedo y del odio, de la guerra preventiva y del terrorismo”. Mira Ed. Zaragoza. 2000.