CARTA DE LOS CURAS VILLEROS A LA PRESIDENTE
Buenos
Aires, 1 de Septiembre de 2014
“En
nuestras obras nuestro pueblo sabe que comprendemos su dolor.”
(San
Alberto Hurtado)
Sra. Presidenta de la
Nación
Dra. Cristina
Fernández de Kirchner.
Tenemos el gusto de
dirigirnos a Usted mediante esta carta, para agradecerle en primer lugar la
ayuda, que de distintos modos presta el Gobierno Nacional a nuestro trabajo
pastoral en los barrios en que vivimos. En particular le agradecemos hoy la
firma a través de CARITAS Argentina de este convenio con la SEDRONAR. El mismo
potenciará el trabajo que venimos haciendo en los centros barriales y
comunitarios de nuestras Parroquias.
Aprovechamos la
oportunidad que nos brinda esta audiencia, para acercarle nuestra mirada acerca
de la despenalización de la tenencia para el uso personal de drogas. Para
nosotros no es solo un problema de droga. Este flagelo pone de manifiesto el
núcleo duro de la pobreza y la exclusión en nuestro querido país. Seguir
haciéndole frente a la exclusión es el cauce principal del cual no hay que
apartarse, se trata entonces de ajustar y de crear nuevas estrategias de
intervención. En ese cauce se inscribe nuestro trabajo y de él son deudoras
estas reflexiones que le compartimos. En un espíritu constructivo y de aportar
al bien común de la Nación se las acercamos.
Que la Virgen de
Luján, la Madre del Pueblo, la cuide y la acompañe siempre.
- Lorenzo de Vedia,
Carlos Olivero y Juan Isasmendi de la Villa 21-24 y N.H.T. Zabaleta.
- Guillermo Torre,
Martín Carrozza y Eduardo Drabble de la Villa 31.
- Gustavo Carrara,
Hernán Morelli y Nicolás Angellotti de la Villa 1-11-14.
- Pedro Baya Casal y
Gastón Colombres de la Villa 3 y el Barrio Carrillo.
- José María Di Paola
de las Villas Carcova, 13 de Julio, Independencia y Curita.
- Basilicio Brites de
las Villas Palito, Puerta de Hierro, 17 de Marzo y San Petersburgo.
- Jorge García Cuerva
de la Villa la Cava.
- Juan Manuel Ortiz
de Rozas del Barrio el Talar.
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El desafío de la
exclusión y el consumo de drogas…
1. Estas reflexiones
sobre la despenalización no pretenden ocupar el lugar que tiene la palabra de
la Conferencia Episcopal Argentina sobre este tema. Ahora bien, como
compartimos la vida en las Villas de la Ciudad y en algunas del Gran Buenos
Aires, tenemos un recorrido hecho en el trabajo de prevención de adicciones, y
del mismo modo acompañamos diariamente a personas en situación de sufrimiento
social a causa de las drogas, y ante reiteradas consultas, nos parece
conveniente hacer un aporte a la discusión del tema. Lo hacemos con espíritu de
aportar al diálogo, ofreciendo el propio pensamiento y buscando integrar el
pensamiento diferente.
2. Dialogar es buscar
espacios de encuentro. Dialogar es comprender la búsqueda del otro. Por eso
comenzamos preguntándonos que mueve a los que postulan la despenalización de la
tenencia para el consumo personal: “si dicen lo que dicen, ¿por qué llegan a
esa afirmación? ¿Cuál es el motivo existencial que desencadena ese pedido?” Es
en este “porqué” en donde puede darse el encuentro. Aunque la conclusión a la
que se ha llegado pueda ser verdadera o errónea, este “porqué” creemos que es
auténtico. Entendemos entonces, que se busca no criminalizar al adicto,
derivando el tema al ámbito de la salud.
3. A nosotros como
sacerdotes, el Evangelio de Jesús nos invita a dirigirnos a las periferias
geográficas y existenciales, y a permanecer allí, con una presencia que ayude a
cuidar la fragilidad. Se nos invita a entrar en comunión con los más pobres, y
desde los pobres llegar a todos. Es así que en las Villas, nos toca en este
tiempo acompañar especialmente a chicas y chicos consumidores de paco y otras
sustancias. Éstos, obviamente, la mayoría de las veces, no pueden hacer oír su
voz. Desde este lugar hacemos nuestro aporte. Por otra parte este camino que va
desde los pobres a todos, nos parece un programa más que valido a la hora de
trazar políticas de Estado, a la hora de legislar y a la hora de juzgar.
4. Como expresábamos
en alguna oportunidad, para nosotros este no es sólo un tema de drogas, el paco
ha hecho explotar la marginalidad, y nos la enrostra, dejando ver un tejido
social que se ha roto. Nos encontramos con chicos y chicas con derechos básicos
vulnerados. Muchos NN, sin estudios primarios, con problemas serios de salud
–tuberculosis, VIH, etc.-, sin posibilidad de trabajo, viviendo en la calle.
Pero si miramos más en profundidad descubrimos una situación de orfandad de
amor, de ruptura o inexistencia de vínculos. Esta es una forma de pobreza que
no se puede registrar en términos de ingreso mínimo por persona. Pero existe,
es real.
5. A veces alguno
puede pensar que son pocos los jóvenes con consumos realmente problemáticos,
que les hipotecan la vida. Dudamos realmente que sea un grupo pequeño, es más,
creemos más bien que se trata de chicos pobres de las villas y barriadas de la
Ciudad y del Gran Buenos Aires. ¡La exclusión favorece la adicción y causa
estragos! Creemos que desestimar los porcentajes de adictos, por ejemplo al
paco, es temerario, ya que la marginalidad es el mejor caldo de cultivo para
los consumos problemáticos. Por otro lado nunca hay que olvidar que detrás de
las estadísticas hay rostros concretos e historias muy dolorosas. Duelen hoy,
no simplemente cuanto los números los registran y aumentan.
6. La población de
las Villas es joven. El eje central de la prevención tiene que pasar por la
inclusión social y para ello se requiere una presencia inteligente del Estado.
Al mismo Estado le cuesta hacer pie en nuestros barrios. Es que muchas veces se
choca con el problema de la no tenencia de las tierras y la consiguiente no
propiedad de las viviendas, por parte de los vecinos y vecinas. Siempre está
latente el prejuicio: “no es su tierra, no pagan todos los impuestos, ni todos
los servicios, por eso no son ciudadanos”. Pareciera que esto hace que se
caigan de hecho, otros derechos humanos. Y obviamente todo esto es muy
funcional al narcotráfico organizado.
7. Por otro lado nos
preguntamos: ¿cómo decodifican los chicos de nuestros barrios la afirmación de
que es legal la tenencia y el consumo personal? Nos parece que al no haber una
política de educación y prevención de adicciones intensa, reiterativa y
operativa se aumenta la posibilidad de inducir al consumo de sustancias que
dañan a las personas. El sistema educativo tiene muchas debilidades. Vemos una
importante cantidad de chicos que dejan la escuela primaria, mucho más la
secundaria. ¿No estamos dejando su educación en manos de los grupos que cantan
su apología a la droga y al delito?
La experiencia de acompañar a jóvenes en el
camino de recuperación y reinserción social nos ha permitido escuchar el
testimonio de muchos que han empezado consumiendo un pequeña cantidad de
sustancias para uso ‘recreativo’ y de pronto se encontraron consumiendo drogas
más dañinas aun. Por eso desde nuestra mirada las drogas no dan libertad sino
que esclavizan. La despenalización a nuestro parecer influiría hoy en el
imaginario social instalando la idea de que las drogas no hacen tanto daño.
8. A veces se da una
distancia grande entre algunas leyes que buscan garantizar derechos y la
realidad que intentan legislar. Entendemos que de ningún modo se puede
criminalizar al usuario de drogas. Sin embargo, pensamos que mientras se busca
proteger los derechos de algunos, en la práctica se desprotegen más los
derechos de otros. Conocemos infinidad de casos de gente que no lleva drogas
ilegales en el bolsillo por temor a ser demorados por la policía. ¿Esta
habilitación para llevar drogas, no colabora con la naturalización del consumo?
¿No acerca la realidad del resto de la sociedad a la de nuestras villas donde
la despenalización de la tenencia esta dada de hecho? Antes de plantear una ley
así: ¿no sería mejor que para ese momento hayamos concientizado a la sociedad
que no está bueno, ni es saludable consumir drogas? ¿que hayamos tejido una red
asistencial? ¿No es una renuncia y un descompromiso la despenalización así de
este modo, sin mirar la totalidad del problema? Creemos que antes de discutir
la posible sanción de esta ley es mejor trabajar las representaciones sociales del
problema a fin de generar cambios en la sociedad, y poblar el territorio con
los dispositivos adecuados.
Por ejemplo a nivel de todo el territorio nacional
¿no habría que esperar a que los CePLAs –Centros Preventivos Locales de las
Adiciones- y los CETs –Casas Educativas Terapéuticas-, funcionen adecuadamente?
¿Y si funcionan, alcanza con 150 CePLAs y 60 CETs? ¿No habría que hacer 1.500
CePLAs y 500 CETs antes de plantear una ley sobre despenalización? Para
nosotros poblar más el territorio de dispositivos adecuados sería un modo
concreto de dar más libertad a nuestros niños/as, adolescentes y jóvenes, de
darles más capacidad para elegir lo bueno para su vida.
9. Al visitar los
penales nos damos cuenta que quienes asocian la droga con el delito, fácilmente
discriminan y estigmatizan a los usuarios de drogas, cerrándoles las puertas y
haciéndoles mucho más difícil el camino de la inclusión social. No obstante,
sabemos que los penales están llenos de personas que tienen problemas con la
droga. ¿No habría que pensar este tema antes de despenalizar la tenencia? No
les damos oportunidades, naturalizamos el consumo, pero si el consumo se les
volvió problemático y los llevó por el camino del delito les caemos con todo el
peso de la ley. ¿No es poner toda la responsabilidad en la persona -que no
tiene oportunidades: hospital, trabajo, educación, etc.- sin hacerse cargo
desde el Estado? Hay tantos chicos y chicas que casi no tuvieron oportunidades,
y a quienes el consumo se les hizo demasiado problemático.
¿Descriminalizar a
los usuarios, no es también darles oportunidades a tiempo? ¿No habría que hacer
eso antes de despenalizar la tenencia? ¿No habría también que revisar el código
penal y las prácticas judiciales antes?
10. Recordando una
imagen que ya utilizamos, podríamos decir que la discusión sobre la
despenalización corresponde a los últimos capítulos del libro y no a los
primeros. Nos dicen que ahora hay que despenalizar, y nosotros nos preguntamos
quién arma la agenda de prioridades. Porque si uno pregunta en los barrios, lo
urgente es la creación de dispositivos preventivos y asistenciales. Las
preocupaciones de la mayoría de la gente de nuestros barrios son: “¿qué hago
con mi hijo que se me está yendo de las manos?”, “¿cómo hago, porque se puso
rebelde y ya no quiere ir al colegio?”, “¿Quien le puede hablar, está todo el
día en la esquina con mala junta y tengo miedo que me lo traigan en un cajón?”,
“¿como hacemos con la bandita de la esquina, que le roban a la gente que se
está yendo a trabajar?”, “¿cómo hago con mi marido que no puede parar de tomar,
y encima se pone violento?”, “mi mujer se va al bingo y se pasa todo el día,
estoy preocupado” y tantas otras. La agenda política debe responder a las
necesidades de la gente.
11. Frente a este
tipo de situaciones tenemos que responder cada uno desde el lugar que nos toca,
con una presencia que acompañe, con una historia de bien que se una a toda
historia de sufrimiento para abrir en ella un resquicio de luz. Ahora bien, en
una sociedad donde muchas veces los excluidos no son ‘explotados’, sino
desechos ‘sobrantes’, nosotros tenemos la experiencia bíblica de que: “La
piedra que los constructores rechazaron ahora ha llegado a ser la piedra
angular.” (Mt. 21, 42). Con alegría podemos decir que muchos de los chicos y
chicas que acompañamos, se han puesto de pie y hoy son los verdaderos
protagonistas del camino de inclusión, que empiezan a transitar otros chicos y
chicas, que están en la situación que ellos estaban. Son ellos los que ahora
tienden la mano, siendo portadores de esperanza.
12. Mirando a los
niños y jóvenes de nuestros barrios apostamos a la esperanza, y nos
comprometemos a seguir trabajando por la inclusión social, de lo contrario se
pierde mucho. Se pierden, ante todo, a las personas que no pueden con su vida.
Se pierden hombres y mujeres, que por falta de igualdad de posibilidades se
quedan a mitad de camino; y así se desvanecen sueños, proyectos, talentos,
valores, dones, ideales y horizontes, tan necesarios para construir una
sociedad más justa, solidaria y verdadera. Se pierden insospechables riquezas
personales, como intelectos lúcidos, manos hábiles y virtuosas para el trabajo,
el arte y la ciencia, para hacer más promisorio y posible el futuro en la
Argentina. Perdemos corazones buenos y nobles, que aportarían dando seriedad a
las cosas, respeto al semejante y pasión para construir una patria de hermanos.
En fin, con los jóvenes que se quedan atrapados por las redes de las drogas,
perdemos todos, porque “la humanidad es una”, decía Bartolomé De Las Casas.
Pedimos a la Virgen
de Luján, Madre del Pueblo, que cuide y proteja a sus hijos que padecen el
flagelo de la droga, de fuerzas a sus familias y luz a nuestra sociedad para
generar vínculos de projimidad y solidaridad.