domingo, 30 de julio de 2017

CARTA ABIERTA

 Sres. Precandidatos Legislativos - 2017

PASTORAL SOCIAL ARQUIDIOCESANA. 
IGLESIA CATÓLICA EN CÓRDOBA.

Desde la Pastoral Social Arquidiocesana de Córdoba deseamos compartir con ustedes, los precandidatos, nuestra preocupación en este año de elecciones parlamentarias que estamos transitando.
Atentos al rol fundamental que tienen como dirigentes, y a las palabras del Papa Francisco “¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos.”[1], queremos transmitirles nuestras esperanzas para el futuro y para las elecciones que se avecinan:

Deseamos un Proyecto de Nación:

En el que el Bien Común esté por encima de los intereses personales, de grupos o de partidos.
En el que la Constitución y la Ley, en concordancia con la razón y el orden de la creación, sean respetadas.
Que sea verdaderamente republicano, es decir, que garantice la independencia de los tres poderes del Estado, así como la honestidad y la transparencia en sus funcionamientos.
Que contemple el acceso de todos los ciudadanos a la justicia. Que rechace decididamente la corrupción y no admita la impunidad.
En el que los niños y los jóvenes tengan una educación que les posibilite un futuro seguro; que los aleje del peligro de ser esclavizados por la miseria, las adicciones (drogas -blandas y duras-, alcohol, etcétera) y las manipulaciones.
En el que quienes deben proveer el sustento a su familia tengan un trabajo digno y estable que no los convierta en un objeto en la línea de producción.
Que mire hacia el futuro, es decir, que no sea una simple respuesta a necesidades coyunturales derivadas de factores internos o externos. Deseamos acuerdos amplios que permitan generar políticas de estado.
En el que el diálogo entre los dirigentes se destaque por la hidalguía en el consenso, pero, sobre todo, en el disenso. Un proyecto de Nación en el que los dirigentes no inciten a la violencia, en el que los eventuales adversarios no se constituyan en enemigos.
En el que el respeto y el amor a la Patria sea no sólo simbólico sino, también, real, en el que los dirigentes sean los primeros en dar el ejemplo.
En el que todos nos esforcemos para construir una Nación auténticamente federal que no descuide los problemas de las provincias menos favorecidas y que asegure el reparto en función de las necesidades reales de cada lugar.
En el que los sistemas de salud, educativo, judicial y laboral (sindicatos y empresas) estén al servicio del Bien Común. Que no sean meros trampolines para la disputa del poder, sino verdaderos espacios de servicio a la comunidad.

Con el fin de procurar que se concrete un proyecto de país con esas características deseamos que hagan conocer a los ciudadanos sus propuestas para los desafíos siguientes:

¿Cuáles serán sus proyectos de ley para mejorar la nutrición, la educación, el trabajo, la política de vivienda y el cuidado del ambiente?
¿Qué legislación debería promulgarse para enfrentar y afrontar la prevención y tratamiento de las adicciones al alcohol, drogas y juegos de azar, y luchar contra el narcotráfico?
¿Qué leyes impulsaría o apoyaría para promover la cultura del trabajo?
¿Qué leyes cree necesarias para mejorar las jubilaciones y garantizar el cuidado de los fondos de las cajas previsionales?
¿Cuál es su posición concreta y cómo votaría eventuales proyectos que propongan la legalización o la despenalización del aborto, la legalización o despenalización de la eutanasia, la despenalización del consumo de drogas?
¿Cómo piensa promover el desarrollo de vínculos saludables entre los miembros de la familia y la comunidad?

El ejercicio de la política que respeta la ética, los principios morales y trabaja por el Bien Común constituye una de las formas más altas de la caridad. Esperamos que en su labor siempre cuide de todos, especialmente de los más desprotegidos, nuestros hermanos que están en la pobreza, los desempleados, los niños, los ancianos, las madres solteras, las víctimas de la droga y de la trata de personas, entre muchos otros que sufren de manera cotidiana.

Planteamos estas inquietudes y reflexiones con espíritu constructivo, sin dejar de interrogarnos sobre nuestras propias responsabilidades. Lo hacemos desde la fe en Jesucristo «que es la respuesta total, sobreabun­dante y satisfactoria a las preguntas humanas sobre la verdad, la justicia y la belleza»[2].
Córdoba, 30 de julio de 2017.-

[1] Evangelii Gaudium, 205

[2] Documento de Aparecida (380)